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La dimisión (con trampa) de Boris Johnson: ¿fin de la carrera de la ambición rubia?
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LA CARTA DE RENUNCIA

La dimisión (con trampa) de Boris Johnson: ¿fin de la carrera de la ambición rubia?

El ex primer ministro dimite como diputado antes de que la Comisión de Privilegios del Parlamento anuncie que mintió deliberadamente a Westminster con el 'Partygate'. Asegura que es caza de brujas por el Brexit

Foto: Boris Johnson. (EFE/Tolga Akmen)
Boris Johnson. (EFE/Tolga Akmen)

Boris Johnson ha puesto fin a su carrera política. O, al menos, "por ahora", tal y como explica en su carta de renuncia como diputado. Con la ambición rubia siempre está garantizado el psicodrama y su última estrategia llevan la marca de la casa. Se trata de un claro movimiento populista disfrazado de noble autosacrificio con el que busca claramente dos cosas. La primera, crear la máxima dosis posible de furia y descontento dentro de su propio partido. La segunda, mandar al electorado el famoso alegato de "no me persiguen a mí, sino a vosotros, solo me interpongo en su camino". Así que feliz de que todo el debate político vuelva a girar sobre su persona.

Fue el viernes por la noche cuando, de manera inesperada, Johnson anunció que dejaba su escaño en la Cámara de los Comunes. Lo hacía después de recibir el demoledor avance de la Comisión de Privilegios del Parlamento que desde hace meses investiga si mintió de manera deliberada a Westminster (lo que es motivo de expulsión) cuando, en pleno Partygate, dijo en repetidas ocasiones que no se habían violado las normas.

Ahora que Rishi Sunak es quien está en el número 10, la ambición rubia se la tiene jurada

El escándalo de las fiestas ilegales celebradas en Downing Street en pleno confinamiento —por el que llegó a recibir una multa de Scotland Yard— forzó su dimisión como primer ministro el verano pasado por la presión impuesta de sus propias filas. La renuncia de Rishi Sunak como titular del Tesoro fue clave. Y ahora que este último es quien está en el número 10, la ambición rubia se la tiene jurada, por lo que no escatima en movimientos que puedan dañar la imagen del actual Ejecutivo. En las últimas horas, varios de los aliados fieles de Johnson han presentado también su dimisión. La formación, por tanto, vuelve a estar en caos.

Johnson llegó a reconocer en último momento que había mentido a Westminster. Pero defiende que nunca lo hizo de manera deliberada porque realmente estaba convencido de que aquellos eventos con alcohol y comida eran reuniones de trabajo. Pero la Comisión de Privilegios del Parlamento no opina lo mismo. Las conclusiones de su investigación no se harán públicas hasta el lunes. Sin embargo, las filtraciones a la prensa avanzan que tenía intención de recomendar su suspensión como diputado durante más de 10 días, lo que desencadena unas elecciones parciales en su circunscripción.

Lejos de asumir responsabilidades o pedir perdón, el excéntrico político ha decidido adelantarse a los acontecimientos con una incendiaria carta de dimisión en la que presenta todo como "un tribunal de farsa". Es más, en lo que ya no se sabe si es una estrategia calculada o un delirio político, llega a hablar de "caza de brujas", para "cobrarse venganza por lo que supuso el Brexit y para, en último término, revertir el resultado del referéndum de 2016". En este sentido, aprovecha, además, para dar una estocada al actual Gobierno acusándole de no aprovechar las oportunidades que brindaba el divorcio y no recortar impuestos para hacer frente a una inflación disparada.

Foto: Boris Johnson y Rishi Sunak en una imagen de archivo. (Reuters/Pool/Leon Neal)

"Es muy triste dejar el Parlamento, al menos por ahora", recalca en su carta de renuncia. "Estoy siendo forzado a abandonar por un pequeño puñado de personas que no tienen pruebas que respalden sus afirmaciones, y sin la aprobación ni siquiera de los miembros del Partido Conservador y mucho menos del electorado en general", añade.

El ex primer ministro recalca que había recibido una carta de la comisión donde se dejaba claro, "para mi sorpresa, que están decididos a utilizar el proceso contra mí para echarme del Parlamento". "La mayoría de los miembros del Comité —especialmente la presidenta— ya habían expresado observaciones profundamente prejuiciosas sobre mi culpabilidad antes incluso de haber visto las pruebas", afirma. "En retrospectiva, fue ingenuo y confiado por mi parte pensar que estos procedimientos podrían ser remotamente útiles o justos", añade.

En todo momento, Johnson cuestiona la parcialidad de la presidenta de la Comisión, la diputada laborista Harriet Harman, y también de la alta funcionaria Sue Gray, responsable de la pesquisa inicial del escándalo del Partygate, que ahora ha dejado su cargo para poder ser asesora de la oposición laborista.

Foto: Foto de archivo: el primer ministro británico, Rishi Sunak, pronuncia un discurso en la universidad de Teesside, en Darlington.

Pero ahora vayamos a los hechos. La Comisión de Privilegios del Parlamento está formada por una mayoría de diputados conservadores. Y el informe que publicará este lunes simplemente inicia un proceso de varias etapas.

Cualquier recomendación que hiciera la comisión para imponer sanciones a Johnson habría tenido que ser respaldada por la Cámara de los Comunes. Si no hubiera renunciado, la ambición rubia y sus fieles aliados en las filas tories (que aún quedan) habrían tenido la oportunidad de debatir la recomendación, proponer enmiendas y votar sobre la sanción.

La Cámara de los Comunes, con clara mayoría conservadora, habría determinado si se le debía imponer algún castigo. Por lo tanto, lejos de haber sido "expulsado del Parlamento por un pequeño puñado de personas", podría pensarse que la decisión de Johnson de retirarse es una admisión tácita de que no confiaba en que su propio partido lo respaldaría.

placeholder Protestas contra Boris Johnson por el 'Partygate'. (EFE/EPA Andy Rain)
Protestas contra Boris Johnson por el 'Partygate'. (EFE/EPA Andy Rain)

Es más, incluso si la Cámara de los Comunes determinara que Johnson debía ser suspendido por 10 días o más, en última instancia, podría haberse presentado a las elecciones parciales para recuperar su escaño por el distrito de Uxbridge & South Ruislip. Hace tan solo unos días, una encuesta señalaba que podría retener el asiento. Pero parece que el propio Johnson no estaba tan confiado y puede haber querido ahorrarse la humillación de una derrota electoral.

Por lo tanto, ¿este es el fin de su carrera política? No. Johnson nunca se cierra completamente la puerta. En los corrillos de Westminster no ha pasado desapercibido que, dentro de esta nueva tragedia griega, la diputada Nadine Dorries —en su día ministra de Cultura y una las aliadas más fieles de la ambición rubia— haya renunciado misteriosamente. Su escaño en la circunscripción de Mid Bedfordshire es mucho más seguro para los conservadores que la de Uxbridge. Por lo tanto, Johnson podría presentarse ahora como candidato en este distrito.

La jugada es arriesgada. El cuartel general del Partido Conservador podría vetarlo. Pero eso crearía tremendo dolor de cabeza político para el actual primer ministro, Rishi Sunak, que, al fin y al cabo, no tiene un control absoluto de su partido y ni mucho menos el apoyo del electorado, porque está en Downing Street por primarias, no por examen con las urnas.

Puede que Johnson se haya creído realmente su propio personaje con el riesgo de parecerse a la Corte de Calígula

Probablemente, haya un par de millones de votantes conservadores, incluidos muchos miembros activos del partido, que optarán ahora por dejarse engañar por esta nueva táctica populista del hombre que siempre soñó con ser "el rey del mundo". Aunque cabe el riesgo de que cada vez haya más gente que se canse de sus constantes psicodramas. En definitiva, puede que Johnson se haya creído realmente su propio personaje con el riesgo de parecerse a la Corte de Calígula, el emperador romano se veía a sí mismo como una deidad.

Está claro que va a seguir siendo una enorme piedra en el zapato para el poco carismático Rishi Sunak. Pero contribuye a mermar aún más la imagen del Partido Conservador. Por lo tanto, de cara a las elecciones previstas para el próximo año, la oposición laborista, que tampoco tiene como líder a Mr. Carisma, tan solo tiene que esperar a que el contrincante se destruya así mismo.

Boris Johnson ha puesto fin a su carrera política. O, al menos, "por ahora", tal y como explica en su carta de renuncia como diputado. Con la ambición rubia siempre está garantizado el psicodrama y su última estrategia llevan la marca de la casa. Se trata de un claro movimiento populista disfrazado de noble autosacrificio con el que busca claramente dos cosas. La primera, crear la máxima dosis posible de furia y descontento dentro de su propio partido. La segunda, mandar al electorado el famoso alegato de "no me persiguen a mí, sino a vosotros, solo me interpongo en su camino". Así que feliz de que todo el debate político vuelva a girar sobre su persona.

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