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'No mentí': Boris Johnson ha vuelto para pagar la fiesta más cara de su carrera
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'No mentí': Boris Johnson ha vuelto para pagar la fiesta más cara de su carrera

Mientras que Donald Trump se enfrenta a un posible arresto, Boris Johnson se juega su futuro político por la nueva pesquisa respecto al escándalo del Partygate

Foto: El ex jefe del Ejecutivo británico, Boris Johnson. (Reuters/Peter Nicholls)
El ex jefe del Ejecutivo británico, Boris Johnson. (Reuters/Peter Nicholls)

Es curioso cómo desde el intenso año 2016, las vidas de Boris Johnson y Donald Trump se han superpuesto. Lo cierto es que siempre ha existido entre ellos paralelismos: ambos han nacido en Nueva York, vienen de familias acomodadas, han ocupado portadas por sus 'affaires' matrimoniales y su manera de hacer política —con una clara impronta populista— despierta tantas filias como fobias. Aunque Johnson es más introvertido que Trump y es un lector voraz que escribe sus propios libros.

Desde que abandonaron el poder, tanto uno como otro no ha dejado de protagonizar portadas. Con Boris, una de las más recientes ha sido su petición formal para que su padre Stanley se convierta en Caballero del Reino al incluirlo en la llamada "lista de honores de renuncia" para dar títulos a las personas importantes de su mandato.

La cuestión es que las vidas de las "ambiciones rubias" vuelven ahora a cruzarse. Coincidiendo con la semana en la que Trump se enfrenta a un posible arresto por un supuesto pago de dinero secreto a una estrella de cine para adultos antes de las elecciones de 2016, Johnson también se juega su futuro político por la nueva pesquisa respecto al 'Partygate', el escándalo que el pasado verano acabó forzando su dimisión.

Foto: El Primer Ministro británico Rishi Sunak y la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen ofrecen una rueda de prensa en Windsor Guildhall. (Reuters)

Los procedimientos son completamente distintos, pero tal y como recalca Freddy Gray, subdirector adjunto del Spectator (biblia para los 'tories'), "el impulso es el mismo deseo primario de acabar con una gran bestia que una vez osó a trastornar el orden político mundial".

Si bien al Partido Conservador y al Partido Republicano les convendría que la bestia desapareciera, no se atreven tampoco a descartar su regreso. Y aunque el Partido Laborista y el Partido Demócrata hablan de la importancia de la honestidad, quieren que Johnson y Trump sigan en las noticias porque eso divide a sus oponentes.

En Reino Unido, después de un invierno largo y sombrío, el 'premier' Rishi Sunak parecía estar levantando cabeza: las huelgas están llegando a su fin, el 'Marco de Windsor' —el nuevo acuerdo Brexit pactado con la UE— ha sido aprobado ampliamente este miércoles en Westminster y, aunque por un margen muy pequeño, técnicamente se evitará la temida recesión. Pero Boris ha vuelto.

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Con la mano en la Biblia, el excéntrico político afirmaba este miércoles ante el Comité de Privilegios de la Cámara de los Comunes no haber mentido a Westminster cuando, en repetidas ocasiones, mientras estaba al frente del Gobierno, recalcó no haber violado las normas del confinamiento en pleno escándalo del 'Partygate'. En realidad, afirma no haber mentido "deliberadamente" porque esa es la clave de la que depende ahora su carrera política.

En enero de 2022, una investigación independiente realizada por la alta funcionaria Sue Gray determinó que "hubo fallos de liderazgo y de juicio por parte del Número 10 y de la Oficina del Gabinete en diferentes momentos". En abril del año pasado, una investigación de Scotland Yard multó hasta 83 personas por asistir a estos eventos. Entre ellos, el propio Johnson, su mujer Carrie y el entonces titular de Economía, Rishi Sunak, convertido hoy en primer ministro.

Pero ahora el Comité de Privilegios de la Cámara de los Comunes —compuesto por cuatro conservadores, dos laboristas y un nacionalista escocés del SNP— deberá decidir si el que fuera líder 'tory' engañó o no a Westminster, si cometió desacato y si fue intencionado o imprudente. Si se declara culpable podría ser motivo de expulsión parlamentaria, acabando así con su sueño de volver a presentarse como diputado a las generales previstas para el próximo año para dejar la puerta abierta a una posible futura candidatura para liderar de nuevo al Partido Conservador.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE/Andy Rain)

"Si los ministros no dicen la verdad, entonces los diputados no pueden hacer su trabajo y la democracia sale perjudicada", subrayó la presidente del comité, la laborista Harriet Harman.

En su declaración de apertura, Johnson dejó muy claro que teme que el comité ya haya tomado una decisión al respecto. En definitiva, quiere que esta investigación sea vista como un juicio ficticio, una "caza de brujas", en lugar de algo a lo que valga la pena dar crédito. En este sentido, acusó al comité de no haber hecho públicas las pruebas que, a su juicio, le exonerarían de los cargos que se le imputan, lo que consideró "manifiestamente injusto".

A la ofensiva desde el comienzo de un interrogatorio que se alargó durante más de tres horas, Johnson consideró que si para él hubiese sido "obvio" que se violaron las reglas de distancia social en esas reuniones —como juzgó el comité en sus conclusiones preliminares—, también lo habría sido para el resto de los presentes en ellas, "incluido el primer ministro actual", Rishi Sunak, con el que no tiene especial relación. Fue su dimisión como responsable del Tesoro, al fin y al cabo, lo que acabó desencadenando la rebelión interna que forzó su salida.

"Con la mano en el corazón, estoy aquí para decirles sinceramente que no mentí" y “cuando se hicieron esas declaraciones, se hicieron de buena fe y sobre la base de lo que honestamente sabía y creía en ese momento", afirmó Johnson, recalcando que los propios funcionarios le aseguraron que los eventos estaban dentro de las reglas. Cuando le preguntaron quiénes eran esos funcionarios, respondió: "No puedo nombrarles".

El que fuera uno de los inquilinos de Downing Street más controvertidos de la historia reciente de Reino Unido asegura que, a día de hoy, sigue considerando que lo que tuvo lugar fueron "reuniones de trabajo". Justifica que si hubiera creído que estaban haciendo algo mal, el fotógrafo oficial del Número 10 no habría tomado las imágenes que luego ocuparon todas portadas. E Insiste en que su presencia en algunas reuniones tan solo era para dar ánimo a los trabajadores en un momento realmente difícil. Johnson no se molestó en ocultar su exasperación desde el principio.

"¡La gente que dice que estábamos de fiesta durante el confinamiento simplemente no sabe de lo que está hablando!", llegó a espetar en un momento dado. Sin embargo, en lugar de una genuina frustración con las preguntas, se antoja posible que fuera más bien la reacción de un hombre que siempre ha ligado la política con el show. Johnson quería hacer ver que estaba totalmente desconcertado. Una actuación no tanto ante los miembros del comité, sino de cara a los parlamentarios —que serán luego los que tengan que votar sobre las recomendaciones de castigo que se sugieran— y ante el propio público, con el que aspira a recuperar algún día la popularidad que le llevó a tocar la gloria.

Es curioso cómo desde el intenso año 2016, las vidas de Boris Johnson y Donald Trump se han superpuesto. Lo cierto es que siempre ha existido entre ellos paralelismos: ambos han nacido en Nueva York, vienen de familias acomodadas, han ocupado portadas por sus 'affaires' matrimoniales y su manera de hacer política —con una clara impronta populista— despierta tantas filias como fobias. Aunque Johnson es más introvertido que Trump y es un lector voraz que escribe sus propios libros.

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