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Las últimas horas de Bajmut: el mayor símbolo de la resistencia ucraniana pende de un hilo
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Las últimas horas de Bajmut: el mayor símbolo de la resistencia ucraniana pende de un hilo

La retirada de la ciudad, que Rusia lleva asaltando desde julio de 2022, parece cada vez más inevitable para unas tropas ucranianas que corren el riesgo de verse rodeadas

Foto: Soldados ucranianos disparan un Howitzer contra posiciones rusas en Bajmut. (Reuters/Anna Kudriavtseva)
Soldados ucranianos disparan un Howitzer contra posiciones rusas en Bajmut. (Reuters/Anna Kudriavtseva)

Bajmut atraviesa su momento más oscuro. Múltiples reportes desde el pasado jueves apuntan a rápidos avances rusos en torno a la ciudad y a un deterioro acelerado de la capacidad ucraniana para defenderla. Un análisis del servicio de Inteligencia del Ministerio de Defensa británico publicado el pasado sábado apunta a que los soldados de Ucrania apostados allí se enfrentan a una presión cada vez más severa, con avances del bando ruso en los suburbios al norte de la urbe, la cual ya puede ser atacada por tres lados distintos. Dos puentes clave fueron destruidos el viernes, incluyendo la principal ruta de suministro hacia la población más cercana al oeste. La caída podría llegar en cuestión de horas.

Pese a ello, los soldados ucranianos continúan trabajando para reparar las carreteras dañadas, y refuerzos de tropas —incluyendo varias de élite, según la Inteligencia británica— han llegado a la ciudad, lo que supone una señal de que Kiev podría seguir optando por alargar la resistencia tanto tiempo como sea posible. El Institute for the Study of War (ISW), por su parte, evalúa en su último informe que "es probable que las fuerzas ucranianas estén estableciendo las condiciones para una retirada de combate controlada de sectores particularmente difíciles del este de Bajmut, aunque no está claro que los comandantes ucranianos hayan decidido retirarse en este momento".

Antes del inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, Bajmut albergaba 70.000 habitantes y apenas era conocida más allá de sus minas de sal y yeso. Sin embargo, siete meses de lucha ininterrumpida han convertido la urbe en el mayor símbolo de la resistencia ucraniana frente a Rusia. Descrita por el propio Volodímir Zelenski como "nuestra fortaleza", la ciudad quedó reducida a ruinas hace meses. A día de hoy, es una urbe fantasma rodeada por un laberinto interminable de trincheras en la que resulta prácticamente imposible encontrar un edificio de una sola pieza.

Su nombre ha quedado inscrito a fuego en la mitología ucraniana. "¡BAJMUT RESISTE!" es un eslogan repetido a diario que prácticamente ha sustituido al "buenos días" en los canales de redes sociales ucranianos dedicados a reportar sobre la guerra. Como ya ocurrió durante los primeros meses de la invasión con la ciudad de Mariúpol, las imágenes de soldados defendiendo un enclave pese a verse superados en número han desatado el furor patriótico y alimentado el relato de heroicidad que tanto ha contribuido a la elevada moral de la resistencia ucraniana. "Bajmut es la ciudad de los héroes", publicaba en Twitter el Ministerio de Defensa de Ucrania el 27 de diciembre junto a un espectacular vídeo en el que helicópteros y vehículos de transporte avanzaban hacia la localidad.

Pero el valor simbólico que Bajmut ha adquirido durante estos meses no se limita al bando defensor. La conquista de la ciudad ha sido una obsesión para Yevgeny Prigozhin, el fundador del Grupo Wagner, una organización mercenaria al servicio del Kremlin que ha lanzado oleada tras oleada de reclutas sin apenas entrenamiento ni equipo militar contra las defensas de la ciudad. Múltiples expertos han señalado que esta operación es clave para el grupo porque era su forma de diferenciarse de la incompetencia demostrada por el Ejército ruso en otros escenarios y mostrarse como la única fuerza capaz de vencer a los ucranianos.

El coste en vidas de esta obsesión es, todavía, incalculable. Las estimaciones occidentales apuntan a decenas de miles de bajas rusas únicamente en el asalto a Bajmut. Desde inicios de 2023, el Grupo Wagner dejó de ser capaz de sostener el ataque por sí mismo y sus integrantes han sido gradualmente sustituidos por tropas regulares rusas mucho mejor equipadas. Un intercambio que, de acuerdo con otro análisis del ISW, sirvió para "mantener la iniciativa de las operaciones rusas en la ciudad" y acercar al Kremlin a su primera victoria significativa sobre el terreno desde la toma de Severodonetsk, en junio de 2022. El propio Prigozhin publicó un vídeo el viernes en el que aseguraba que la urbe estaba "prácticamente rodeada" y alegando que a los ucranianos solo les quedaba un camino para escapar. "Las pinzas se están cerrando", amenazó.

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Estrategias dudosas

Pese a su actual estatus simbólico, el valor estratégico de este enclave deja mucho que desear. A diferencia de otras ciudades clave conquistadas y reconquistadas a lo largo de esta guerra, Bajmut no es un núcleo ferroviario o un centro logístico de especial relevancia. Lo máximo que se puede decir de la localidad es que está cerca de varias carreteras importantes para futuros avances rusos hacia el oeste ucraniano, pero lo mismo podría afirmarse de otras decenas de ciudades en la región. Analistas llevan meses señalando que, más allá de una victoria propagandística para el Kremlin y un golpe para la moral ucraniana, su captura ofrecería pocos beneficios sobre el terreno a Rusia.

"Bajmut tiene una gran importancia simbólica y psicológica, dado que lleva resistiendo los ataques de Rusia desde el verano pasado. Pero su importancia operativa en el campo de batalla es muy baja, porque los ucranianos pueden retirarse unos cuantos kilómetros y establecer una nueva línea defensiva", indica Mark Cancian, investigador sénior del Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS), a El Confidencial. El experto también destaca que el precio pagado por el bando ruso ha sido considerablemente mayor al ucraniano, debido a que la táctica del Grupo Wagner para avanzar ha consistido en constantes asaltos de infantería sin coordinación con artillería o apoyo aéreo, lo que se traduce en un enorme número de bajas.

Este mismo argumento ha sido el esgrimido por el bando ucraniano para justificar la lucha en Bajmut hasta el último aliento. "La tarea de nuestras fuerzas en Bajmut es infligir tantas pérdidas al enemigo como sea posible", dijo el viernes Volodímir Nazarenko, subcomandante de la Guardia Nacional de Ucrania, a la radio local NV. "Cada metro de tierra ucraniana cuesta cientos de vidas al enemigo", aseguró. La estrategia, sin embargo, no ha estado exenta de controversia. A finales de enero, las críticas de funcionarios de defensa occidentales a la resistencia a ultranza de la ciudad empezaron a proliferar en los medios estadounidenses.

Si bien las voces críticas reconocen que las bajas rusas superan a las ucranianas, también argumentan que Kiev no puede permitírselas, porque está utilizando —y perdiendo— a varios de sus soldados más valiosos, mientras que el Grupo Wagner ha sacrificado en masa a efectivos reclutados en prisiones y sin apenas entrenamiento. Temen que Ucrania esté socavando así su capacidad para montar una contraofensiva más adelante, en la primavera, con el nuevo armamento suministrado por Estados Unidos y los países europeos durante los últimos meses.

Estos señalamientos también han empezado a producirse dentro del propio país. "La guerra no la gana el bando que gana territorio, sino el que destruye las fuerzas armadas del adversario", dijo el teniente mayor Horbatenko, líder de uno de los batallones ucranianos que combaten en Bajmut, en entrevista con el Wall Street Journal. "Aquí, estamos usando demasiado del potencial ofensivo que necesitaremos para un gran avance una vez que la tierra negra de Ucrania se seque", agregó. Michael Kofman, director del CNA (The Center for Naval Analyses) y experto militar especializado en Rusia, también ofrecía este domingo una aparente crítica a la decisión ucraniana de no retirarse. "Creo que la defensa tenaz de Bajmut logró mucho, desgastando efectivos y municiones de las fuerzas rusas. Pero las estrategias pueden llegar a puntos de rendimientos decrecientes, y dado que Ucrania está tratando de reunir recursos para una ofensiva, podría impedir el éxito de una operación más importante", publicó el analista en Twitter.

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Un mapa todavía muy estático

Si Bajmut termina de caer en los próximos días, es poco probable que provoque grandes cambios en el mapa del conflicto. La pequeña localidad de Chasiv Yar, localizada unos 15 kilómetros al oeste de Bajmut, ofrece una posición privilegiada para la resistencia ucraniana. A diferencia de su ciudad vecina, situada en el centro de un valle, el pueblo se encuentra en la cima de una colina, una defensa natural que dificulta considerablemente cualquier asalto ruso. Durante las últimas semanas, múltiples trincheras han sido excavadas en torno a la población, una señal de que Kiev espera que la lucha pronto se traslade en esa dirección. Eventualmente, el frente podría replegarse hasta la zona cercana a Kramatorsk, 30 kilómetros al noroeste, donde el ejército ucraniano cuenta con líneas defensivas erigidas desde hace más de ocho años debido al conflicto en el Donbás.

Por otra parte, la de Bajmut supondría la única victoria de la que Rusia podrá presumir hasta la fecha a raíz de la ofensiva que lanzó a mediados de febrero. Las líneas del frente apenas se han desplazado en los otros dos escenarios donde está teniendo lugar la embestida rusa. En la provincia de Lugansk, en el noreste, las tropas de Moscú continúan lanzando sin éxito ataques cerca de la ciudad de Kreminna y en dirección hacia Kupiansk y Limán, dos ciudades liberadas por Ucrania durante su exitosa contraofensiva en septiembre del año pasado. En el sureste, en la provincia de Donetsk, Moscú sigue realizando maniobras casi a diario para hacerse con el pequeño enclave minero de Vuhledar, donde ha perdido decenas de tanques y carros de combate en una de las pifias más costosas para el Kremlin desde el inicio de la invasión.

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"Las operaciones ofensivas son mucho más difíciles que las operaciones defensivas", resume Cancian. Un axioma bélico que pronto sufrirá en sus carnes un ejército ucraniano que tiene ante sí la tarea titánica de intentar repetir el éxito cosechado en su inesperada contraofensiva del otoño pasado en el noreste del país, donde logró arrebatar a Rusia miles de kilómetros cuadrados de territorio. Sin embargo, como recuerda el experto, "Ucrania no tendrá la ventaja con la que contó en septiembre y octubre": el factor sorpresa, las posiciones mal defendidas por los rusos en el frente y la superioridad numérica ucraniana son tres factores que han desaparecido por completo. Con miles de vidas sacrificadas a cambio de una posible victoria pírrica para uno de los bandos, es posible que Bajmut se convierta, en un futuro próximo, en algo más que un símbolo de resistencia. Podría ser el gran símbolo de esta guerra.

Bajmut atraviesa su momento más oscuro. Múltiples reportes desde el pasado jueves apuntan a rápidos avances rusos en torno a la ciudad y a un deterioro acelerado de la capacidad ucraniana para defenderla. Un análisis del servicio de Inteligencia del Ministerio de Defensa británico publicado el pasado sábado apunta a que los soldados de Ucrania apostados allí se enfrentan a una presión cada vez más severa, con avances del bando ruso en los suburbios al norte de la urbe, la cual ya puede ser atacada por tres lados distintos. Dos puentes clave fueron destruidos el viernes, incluyendo la principal ruta de suministro hacia la población más cercana al oeste. La caída podría llegar en cuestión de horas.

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