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Barro, logística y línea de defensa: el delicado momento para Rusia en el frente de Lugansk
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Un eje logístico clave

Barro, logística y línea de defensa: el delicado momento para Rusia en el frente de Lugansk

Desde la retirada rusa de la orilla occidental de Jersón, los analistas militares coinciden en que las operaciones más factibles para Ucrania serían apostar por el eje Kreminna-Svatove de Lugansk (noreste)

Foto: Militares ucranianos disparan con un sistema de cohetes de lanzamiento múltiple BM21 Grad en primera línea en la frontera de las regiones de Kharkiv y Lugansk. (Reuters/Vitalii Hnidyi)
Militares ucranianos disparan con un sistema de cohetes de lanzamiento múltiple BM21 Grad en primera línea en la frontera de las regiones de Kharkiv y Lugansk. (Reuters/Vitalii Hnidyi)

En el frente del este, todo es barro. Elena Gavriliuk, una voluntaria que organiza envíos de ropa de invierno a los soldados ucranianos, muestra unas fotos de su último viaje: trincheras encharcadas, hombres con barro hasta las ingles, arrastrando el peso de la tierra mojada pegada a la ropa, las manos, la cara. Aunque las fotos de Gavriliuk son de los alrededores de Bakhmut (Donetsk), la situación es miliar en todo el frente del noreste. La lluvia de los últimos días y la temida raspútitsa (estación del barro) ha limitado los avances tanto de un lado como el otro, en un momento en el que tanto Rusia como Ucrania tienen que acelerar sus cartas antes de que llegue lo más crudo del invierno.

"¿Cómo van las cosas?".

"¿Cómo? Mamá, esto es una mierda. Estoy en primera línea de frente. Los hohols [ucranianos] vienen en tres direcciones. Están en el siguiente bosque. Morteros, tanques contra nosotros. [El mando ruso] nos ha mandado aquí y ya. Ayer estábamos huyendo de un tanque, un maldito infierno, tenían visión térmica; por Dios, arrasando con todo".

"¿Cuándo puedes volver?".

"No lo sé, dicen que para poder irnos de permiso tenemos que estar aquí durante ocho meses. El contrato [militar] no importa. Dicen: o te vas sin pierna, sin brazo, o 200 [código soviético para fallecido]. Los chicos dicen que puede haber una ofensiva hohol en 20 minutos, lo han oído en la radio. Estamos bebiendo de charcos, todo está lleno de agua, todo es un barrizal. No quiero estar aquí. No soy un soldado, ni siquiera he sido entrenado para correr huyendo de los tanques, por Dios. (...) No hay gente de Akhmat [chechenos], ni de Wagner. Solo nosotros".

Estos párrafos son parte de una transcripción de una llamada telefónica interceptada entre un soldado ruso desplegado cerca de Kreminna (provincia de Lugansk) y su madre. Como otros tantos mensajes interceptados, dibujan un panorama nada alentador de la situación de las fuerzas rusas en el frente del noreste.

Foto: Un tanque ucraniano en Bakhmut. (Reuters/Zohra Bensemra)

Desde la retirada rusa de la orilla occidental de Jersón, los analistas militares coinciden en que las operaciones más factibles para Ucrania serían apostar varios asaltos estratégicos en el sur a través del estrecho de Kinburn o apuntalar avances en el eje Kreminna-Svatove de la provincia de Lugansk (noreste). Esta última es una de las líneas de frente ruso donde los ucranianos han detectado mayor debilidad de Moscú, con varios centros logísticos (el paso de una autopista y una vía de tren que abastece al resto del sur del Donbás) y, lo más importante, en donde Rusia tiene menos capacidad para reorganizar una nueva línea de defensa pocos kilómetros más atrás si caen los primeros objetivos.

Si cae la primera línea, Rusia se enfrentaría aquí a un posible efecto dominó que permitiría a Ucrania, como ya sucedió en la contraofensiva de Járkov, recuperar lo perdido en los últimos meses y hacerse con el noroeste de la provincia. “En la región de Lugansk, estamos lentamente moviéndonos hacia adelante mientras luchamos”, apuntó el presidente ucraniano Volodímir Zelenski el pasado domingo.

Foto: Artillería prorrusa en Donetsk. (EFE/Alessandro Guerra)

Pero los rusos también saben leer un mapa, y, tras la brusca reorganización de la cúpula militar (ninguno de los cinco comandantes que lanzaron la invasión contra Ucrania el 24 de febrero sigue en el puesto), han adaptado también sus aspiraciones en el terreno. Consciente de la debilidad de la línea de Lugansk, Rusia ha reforzado la posición: imágenes de satélite muestran que se han levantado defensas antitanque y sistemas de trincheras en la zona de Kreminna. También ha redistribuido tropas. Según Ucrania y parecen apuntar la mayoría de información obtenidas por OSINT (fuentes de inteligencia abierta), Rusia habría trasferido los remanentes de las unidades aerotransportadas rusas antes desplegadas en Jersón.

Pero muchos —como demuestran las llamadas interceptadas como la de párrafos más arriba— son reclutas sin experiencia o sin equipo suficiente.

A diferencia de la línea del frente de Bakhmut, un poco más al sur en la provincia de Donetsk, donde se concentran tanto las tropas enviadas por Moscú, como las de Wagner y las fuerzas de la autoproclamada República Popular de Donetsk, su hermana la república popular de Lugansk ha tenido en general menos medios, sus tropas son más escasas y menos capacidad militar. También hay problemas de liderazgo. Esta semana, el general retirado ruso Vladímir Boldyrev (ex comandante en jefe de las fuerzas de tierra rusas) urgió a que el defenestrado comandante Alexander Lapin —a quien el Grupo Wagner culpó de la pérdida de Lyman, pieza clave de la estampida rusa en Járkov— para “fortificar Lugansk” ante el avance ucraniano.

Barro vs. frío

Con el barro hasta los tobillos, este esperado avance se ha visto ralentizado. “Los factores meteorológicos que han estado obstaculizando tales operaciones comenzarán a levantarse”, apuntaba uno de los últimos informes del Institute for the Study of War. Entre el 28 de noviembre y el 4 de diciembre, la temperatura en la zona de la línea Svatove-Kreminna caerá por debajo de los cero grados, por lo que para la semana siguiente, el suelo ahora convertido en un barrizal que entorpece los avances se habría secado y endurecido.

El foco ucraniano está en el área de Svatove-Kreminna. Por dos grandes motivos. El primero, la logística. La ciudad de Svatove, ocupada por las fuerzas rusas desde el 6 de marzo, es un centro logístico clave para las fuerzas de Moscú en toda la región. Hacerse con la carretera Svatove-Kreminna cortaría la línea de suministro rusa. Desde allí, el siguiente objetivo sería la ciudad de Starobilsk y Kransorichenske, por donde pasa, además, una línea de ferrocarril que abastece a las tropas desplegadas en el Donbás desde la ciudad rusa de Belgorod.

Foto: Locales totalmente destruidos en Lysychansk, Ucrania. (EFE/EPA/Oleksandr Ratushniak)
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Una segunda razón es que es en Lugansk donde, si Ucrania logra un avance significativo de golpe, el resto del frente —prácticamente llanuras abiertas— podría caer como fichas de dominó. El posible avance ucraniano en Lugansk se desató, de hecho, con la caída del frente de Járkov. Sin apenas otras líneas defensivas intermedias entre el frente y la retaguardia, si Rusia pierde el frente se vería obligada a retroceder grandes posiciones de terreno. Algo análogo a lo que ya sucedió en Járkov, pero con un mayor costo político para Putin.

La reconquista ucraniana de Lugansk —la única provincia que Rusia ha llegado a conquistar al 100%— hasta las fronteras del 24 de febrero sería un golpe terrible para la narrativa de Vladímir Putin, que ya ha redirigido sus objetivos estratégicos al Donbás. Pero, para poder lograrlo, los analistas militares coinciden en que Kiev necesitaría avanzar de golpe (para evitar a Rusia el tiempo de establecer líneas secundarias de defensa) en un momento en el que la munición escasea y los ánimos en el frente, entre los soldados ucranianos, también son duros.

En el frente del este, todo es barro. Elena Gavriliuk, una voluntaria que organiza envíos de ropa de invierno a los soldados ucranianos, muestra unas fotos de su último viaje: trincheras encharcadas, hombres con barro hasta las ingles, arrastrando el peso de la tierra mojada pegada a la ropa, las manos, la cara. Aunque las fotos de Gavriliuk son de los alrededores de Bakhmut (Donetsk), la situación es miliar en todo el frente del noreste. La lluvia de los últimos días y la temida raspútitsa (estación del barro) ha limitado los avances tanto de un lado como el otro, en un momento en el que tanto Rusia como Ucrania tienen que acelerar sus cartas antes de que llegue lo más crudo del invierno.

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