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De Lisboa en 2010 a Madrid en 2022: así ha cambiado el mundo a ojos de la OTAN
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Diseccionando el concepto estratégico

De Lisboa en 2010 a Madrid en 2022: así ha cambiado el mundo a ojos de la OTAN

El concepto estratégico de Madrid de 2022 permite ver los enormes cambios que ha sufrido el mundo desde el último documento acordado, en Lisboa, hace 12 años

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la clausura de la cumbre. (Sergio Beleña)
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la clausura de la cumbre. (Sergio Beleña)
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Hace 12 años, cuando los líderes de la OTAN se reunieron en Lisboa para aprobar el concepto estratégico que debía marcar las prioridades de la Alianza y suceder así al acordado en Washington en 1999, Rusia era todavía un socio estratégico y no se hablaba de China. Esta semana, los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica volvían a reunirse en Madrid para aprobar el siguiente concepto estratégico, y lo hacían mientras Rusia perpetra la invasión de Ucrania y China confirma su lugar en el mundo como una de las grandes potencias globales en continua competencia con Estados Unidos.

El mundo de 2010 y el de 2022 son completamente diferentes. Fuentes aliadas explican que ya entonces, en Lisboa, los líderes habían empezado a perder la inocencia, pero todavía no la esperanza. Un recorrido por ambos textos ayuda a entender los cambios globales que han transformado la política internacional en la última década.

EEUU, el gran socio… ¿seguro?

El primer cambio es un pequeño detalle, casi imperceptible. Solamente es una fecha. Esta vez, el concepto estratégico se ha retrasado más allá de la década que se supone que debe durar entre un texto y el siguiente. La razón fue Donald Trump, anterior presidente de los Estados Unidos. Washington controla por completo la Alianza, es un socio hegemónico, lo que dice el presidente estadounidense queda grabado en piedra. Y por eso el equipo de Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, decidió retrasar la negociación del siguiente concepto estratégico.

placeholder El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters/Nacho Doce)
El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters/Nacho Doce)

El objetivo era evitar que el equipo de Trump pudiera dejar fija en la hoja de ruta transatlántica para la próxima década una serie de opiniones respecto a asuntos fundamentales, como por ejemplo la relación con Rusia, que eran conflictivas para el resto del bloque. El objetivo era esperar hasta las elecciones estadounidenses y ver si la Casa Blanca volvía a caer en manos de alguien con simpatías por los lazos transatlánticos, como acabó ocurriendo con la elección de Joe Biden.

Pero ya a nadie se le escapa que no existe la garantía de unos Estados Unidos comprometidos con el espacio euroatlántico. Que existe la posibilidad del regreso de Trump o de un líder estadounidense que siga su misma línea. Esa incertidumbre no estaba presente todavía en 2010, incluso si Barack Obama ya había girado la atención hacia el Indo-Pacífico.

Rusia, de socio a rival

En 2010, las relaciones con Moscú ya habían crujido. En 2008, Rusia ya había lanzado una guerra de agresión contra Georgia y hacía ya tres años que Vladímir Putin había dado en la Conferencia de Seguridad de Múnich un discurso histórico que sentaba las bases de su visión política de Rusia y de su lugar en la historia. Y, sin embargo, los líderes de la OTAN mantuvieron la esperanza y dejaron la puerta abierta.

Señalaban en aquel texto que “la cooperación OTAN-Rusia tiene una importancia estratégica, ya que contribuye a crear un espacio común de paz, estabilidad y seguridad”. Nada de ese lenguaje queda en el concepto estratégico de 2022, acordado cuatro meses después de que Rusia lanzara una invasión a gran escala contra Ucrania. Ahora, incluso aunque algunos países europeos, como Francia o Alemania, consideran que no puede obviarse a Moscú y hay que buscar algún tipo de encaje con él, nadie duda de que Rusia es una amenaza para la seguridad europea.

Foto: Ignacio Fuente Cobo, coronel y analista en el Instituto Español de Estudios Estratégicos, durante su intervención.

La Federación Rusa es la amenaza más importante y directa para la seguridad de los Aliados y para la paz y la estabilidad en el área euroatlántica. Busca establecer esferas de influencia y control directo a través de la coerción, la subversión, la agresión y la anexión”, señala el concepto estratégico aprobado por los líderes en Madrid. En el camino, desde la cumbre de 2010, Rusia terminó por quebrar la confianza de la Alianza con la anexión ilegal de Crimea. Ese fue el momento en que las relaciones entre ambos bloques cambiaron por completo, incluso si Alemania intentó seguir con su política del “cambio a través del comercio”.

La aparición de China

La última década y media ha cambiado por completo el mundo, y gran parte del cambio se debe al ascenso de China. En 2010, cuando los líderes se reunieron en Lisboa, a Xi Jinping todavía le faltaban tres años para ocupar el poder en Pekín y potenciar el papel de China como un poder global. Desde entonces, el país, más agresivo, más territorial y más poderoso, ha empezado a retar el dominio global de Estados Unidos.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters/Jonathan Ernst)

Así, en el concepto estratégico de 2010 no había ni una sola mención a China. En esta ocasión, y aunque la guerra en Ucrania ha matizado la mirada hacia el Indo-Pacífico, la Alianza sí que señala directamente a Pekín. "Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores. La República Popular China emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar su poder, mientras permanece opaca sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar", explica el texto acordado por los líderes.

Una amenaza más compleja

La aparición de Rusia como principal rival y los retos que plantea China se reflejan en un documento que recoge la idea de un mundo de bloques, con grandes poderes que chocan y que buscan su lugar. Pero también recoge nuevas amenazas que no se planteaban en 2010, cuando la Alianza se centraba en intentar lograr un mundo más estable a través de la cooperación y las redes de socios.

El texto aprobado en Madrid muestra un mundo más inestable y peligroso, con nuevas amenazas, como las llamadas 'amenazas híbridas', la instrumentalización de los flujos migratorios o de las fuentes de energía. Esa realidad más compleja e inestable hace a algunos preguntarse hasta qué punto la OTAN puede seguir mirando el mundo de década en década. ¿No avanza ya la realidad de una forma demasiado rápida como para establecer estrategias a tan largo plazo? Quizás eso era posible tras la Guerra Fría, con la desaparición del gran competidor y la hegemonía militar y tecnológica de la OTAN, pero al mismo tiempo ha sido la mirada larga de los conceptos estratégicos.

Hace 12 años, cuando los líderes de la OTAN se reunieron en Lisboa para aprobar el concepto estratégico que debía marcar las prioridades de la Alianza y suceder así al acordado en Washington en 1999, Rusia era todavía un socio estratégico y no se hablaba de China. Esta semana, los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica volvían a reunirse en Madrid para aprobar el siguiente concepto estratégico, y lo hacían mientras Rusia perpetra la invasión de Ucrania y China confirma su lugar en el mundo como una de las grandes potencias globales en continua competencia con Estados Unidos.

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