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Tras el nuevo telón de acero del ajedrez: así ha sacudido el tablero la invasión de Ucrania
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¿Ha perdido el Kremlin el control del juego?

Tras el nuevo telón de acero del ajedrez: así ha sacudido el tablero la invasión de Ucrania

Mientras la mayoría de ajedrecistas rusos reniega de la guerra o se exilia, la Federación Internacional de Ajedrez vive una guerra fría con un antiguo hombre del Kremlin al mando. Todo a las puertas del inicio del Torneo de Candidatos en Madrid

Foto: Ancianos juegan al ajedrez en Odesa, en marzo de este año. (Getty/SOPA/LightRocket/Rick Mave)
Ancianos juegan al ajedrez en Odesa, en marzo de este año. (Getty/SOPA/LightRocket/Rick Mave)
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“No quiero volver a Rusia, salvo por un motivo urgente y de fuerza mayor, hasta que haya un cambio de régimen. No quiero representarlos y si me obligan a utilizar la bandera rusa, simplemente dejaré de jugar”. Quien habla es el gran maestro de ajedrez Vladímir Fedoseev (San Petersburgo, 1995), actual número 38 del 'ranking' mundial de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) y uno de los más hábiles rusos en el juego fetiche del Kremlin. Fedoseev atiende a El Confidencial por teléfono desde Alicante, su nuevo hogar, después de que abandonara Rusia en la semana del 24 de febrero, cuando Vladímir Putin lanzó su invasión contra la vecina Ucrania. Las primeras palabras del ajedrecista, de hecho, son para sus colegas ucranianos: “Su situación es mucho más complicada y necesitan ayuda de manera inmediata. Lo siento mucho por todo el pueblo de Ucrania. Lo que está pasando es una locura”.

Fedoseev no es el único jugador ruso que ha abandonado su tierra en los últimos meses: Nikita Vitiugov —actual campeón de Rusia que también se ha trasladado a España—, Kirill Alekseenko o Dmitry Andreikin, todos en el 'top 50', aprovecharon su participación en los torneos del Gran Premio de la FIDE entre febrero y abril para salir del país. En Alicante, a Fedoseev lo esperaba su entrenador, amigo y compatriota, el GM Daniil Yuffa, que vive en España desde hace cuatro años y juega para la Federación española desde octubre de 2021, en un movimiento que entonces fue sorprendente y ahora se ha convertido en habitual. En lo que va de año, la FIDE ha registrado 140 cambios de federación, de los cuales 49 son jugadores rusos que han decidido dejar de representar a la Federación Rusa de Ajedrez. En todo 2021, solo 11 jugadores, incluido Yuffa, cambiaron la Federación rusa por otra. La cifra de 2022 no incluye a los ajedrecistas que, como Fedoseev, han renunciado a jugar con los colores rusos y compiten bajo la bandera de la FIDE de manera temporal.

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Este éxodo de peones que renuncian a seguir los dictados de la mano de Putin amenaza con arruinar el sueño ruso de recuperar la corona del ajedrez mundial, perdida en 2008 y ahora en manos del genio noruego Magnus Carlsen. Desde que Mijaíl Botvínnik se convirtió en campeón mundial de ajedrez en 1948 hasta que el indio Viswanathan Anand arrebató el título a Vladímir Kramnik en 2007, este siempre estuvo en posesión de jugadores rusos o soviéticos, con la única excepción del breve reinado del icono estadounidense de la Guerra Fría Bobby Fischer (1972-1975). El Kremlin ha apoyado con todos los medios a su disposición a quienes han tenido opciones de recuperarlo, pero todos los esfuerzos han sido en vano.

"La importancia de devolver la corona a Rusia no se puede exagerar", afirma el historiador del ajedrez ruso Andrey Terekhov en conversación con El Confidencial desde su casa en París. Terekhov creció en el ocaso de la URSS y sus primeros viajes al extranjero fueron gracias a su prometedor desempeño en los 64 escaques del tablero. El 'billete dorado' para competir fuera de Rusia fue un privilegio del que algunos ajedrecistas disfrutaron en la Guerra Fría. Desde la invasión, Terekhov utiliza la bandera de la FIDE en los torneos abiertos que todavía disputa y teme que el desarrollo del ajedrez ruso pueda vivir un frenazo en seco por las aventuras bélicas de su presidente: "Lo que más me preocupa es que caiga otro telón de acero”.

Foto: La famosa imagen de Alekhine una vez muerto. (CC) Opinión

Los alfiles del Kremlin

Lejos de Moscú, Kiev y el frente, el futuro del ajedrez está en juego desde este viernes en el madrileño Palacio de Santoña, donde se celebra el Torneo de Candidatos que dirimirá al próximo retador del campeón del mundo. La cita está marcada por una ausencia, la del ruso Serguéi Karjakinque llevó a Carlsen al desempate por el título mundial en 2016, aunque no ha recuperado su máximo nivel desde entonces—, sancionado por apoyar de forma pública la invasión rusa.

La historia del patriota Karjakin condensa la importancia del ajedrez para el Kremlin y cómo la invasión ha sacudido el tablero del ajedrez mundial. Serguéi nació en 1990 en Simferópol, capital de la península de Crimea, entonces parte del territorio ucraniano. Siendo todavía un niño se mudó a Kramatorsk, uno de los enclaves más importantes del Donbás que todavía permanece bajo control ucraniano en la actual guerra, donde adquirió los fundamentos que cimentarían su ascenso. En 2002, con solo 12 años y siete meses, el todavía ucraniano Karjakin se convirtió en el gran maestro más joven de la historia —un récord que mantuvo en su poder hasta la irrupción de Abhimanyu Mishra en 2021—. Dos años más tarde, continuó su meteórica carrera ganando dos medallas de oro para Ucrania en la Olimpiada de ajedrez.

En 2009, tras 19 años defendiendo los colores de Ucrania, Karjakin recibió una oferta de la Federación Rusa de Ajedrez para trasladarse a Moscú y cambiar de nacionalidad. "Se le ofreció un apoyo muy generoso por parte del Estado en Rusia. Lo vio como una oportunidad de realizar el sueño de todo ajedrecista, convertirse en campeón del mundo", recuerda Terekhov. Y casi lo consiguió. El entrenamiento ajedrecístico que lo llevó a enfrentarse a Carlsen vino acompañado de una lealtad incondicional por parte de Karjakin, que dos años después de la anexión de su Crimea natal declaró en una entrevista con el portal ruso lenta.ru: "Puedo decir que viví toda mi vida en Crimea y siempre me consideré ruso".

A comienzos de este mes de junio, Putin galardonó a su mejor alfil con la Orden al Mérito ante la Patria de segundo grado por “sus méritos en el desarrollo del deporte ruso y la popularización del ajedrez”. Sin embargo, es probable que sus publicaciones en redes sociales a favor de la guerra —que le costaron su plaza en Madrid— tuvieran mucho que ver. "Entre apoyar a mi país y participar en el Torneo de Candidatos, siempre elegiría lo primero", declaró Karjakin tras conocer la resolución de la Comisión Ética y Disciplinaria de la FIDE.

Entre los ocho aspirantes a retar a Carlsen el próximo año sí se encuentra el vencedor de la última edición del Candidatos, el también ruso Ian Nepomniachtchi. No parte como favorito, tras caer derrotado con estrépito (7,5 - 3,5) en el duelo frente al noruego del pasado otoño, pero sí como la única esperanza del Kremlin, pese a que no pueden contar con la fidelidad de Karjakin. En febrero, Nepomniachtchi mostró públicamente su rechazo a la invasión y fue uno de los más de 40 ajedrecistas rusos que firmaron el 3 de marzo una carta dirigida a Putin en la que pedían al presidente que detuviera la guerra. No obstante, Nepo ha guardado silencio desde entonces mientras preparaba el torneo y aunque competirá con la bandera de la FIDE, sigue jugando para la Federación Rusa de Ajedrez, que celebra sus triunfos y cuenta entre los miembros de su consejo con el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, y el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

Desde el exilio, Fedoseev explica que él no quiso firmar el escrito a Putin porque "la carta fue preparada por la Federación Rusa de Ajedrez y desde que la invasión comenzó, no quiero tener nada que ver con ellos porque para mí sería como apoyar al Gobierno". Pero cree que la posición de Nepomniachtchi sobre la guerra está clara y que quizá no ha sido tan fácil para él salir de Rusia porque "tuvo un trato muy cercano con algunos peces gordos durante la preparación para el Campeonato del Mundo contra Carlsen". El propio Karjakin fue su segundo de a bordo en los entrenamientos y Phosagro o Sima-Land, empresas conectadas con oligarcas próximos a Putin como Andrey Guryev o Andrey Simanovsky, patrocinaron su asalto al título mundial.

El gran maestro nacionalizado español Yuffa piensa que una victoria de Nepo no podría ser explotada por el Kremlin tan fácilmente, mientras que de haber participado y ganado Karjakin, se habría vivido "un estallido de la propaganda" en Rusia. Ambos ajedrecistas coinciden en que quienes se han mostrado en contra de la guerra deben poder competir, pero ven la sanción a Karjakin justa y necesaria. "No entiendo cómo puede apoyar un ataque contra el país en el que creció y aprendió a jugar al ajedrez", dice Fedoseev.

Foto: Karpov, en una partida de ajedrez en Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

La geopolítica del tablero

¿Los tentáculos del Kremlin ya no llegan al mundo del ajedrez? Uno de los personajes más escépticos es el danés Peter Heine Neilsen, entrenador de Magnus Carlsen y candidato a la vicepresidencia de la FIDE en las próximas elecciones, que se celebrarán en el mes de agosto. Su objetivo, dentro de la candidatura del gran maestro ucraniano Andrii Baryshpolets, es sacar del sillón a Arkady Dvorkovich, exviceprimer ministro ruso (2012-2018) y actual mandatario de la FIDE.

"Dvorkovich formó parte del Gobierno ruso durante la anexión de Crimea. Bajo su liderazgo, el ajedrez ha estado patrocinado por Gazprom, Rosatom y otras empresas estatales rusas y los oligarcas han tenido pases vip. FIDE no ha servido solo al interés del ajedrez, sino a los intereses políticos rusos", relata Nielsen a El Confidencial. Tras su paso por el Gobierno, Dvorkovich se encargó de organizar el Mundial de Fútbol de Rusia en 2018 y, acto seguido, fue el elegido del Kremlin para mantener el mando sobre el máximo organismo ajedrecístico, después de que el oligarca ruso Kirsan Ilyumzhinov fuera sancionado por incumplir el código ético de la FIDE —por sus lazos con el presidente sirio, Bashar Al Asad, y otras acusaciones de corrupción— y obligado a reunciar tras 23 años como presidente. En total, el ajedrez lleva 27 años bajo el liderazgo ruso y podrían ser 31 si Dvorkovich logra la reelección, algo que la mayoría de observadores da por hecho, aunque federaciones como la alemana hayan llamado a "suprimir la influencia rusa en el ajedrez".

Foto: El Rey Enigma, en El Retiro.
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"Que enviaran a un candidato tan fuerte cuando podían perder la presidencia es el mejor ejemplo de lo mucho que le importa al Kremlin controlar el ajedrez", opina Nielsen, quien reconoce que Dvorkovich es un organizador de primer nivel y un gestor experimentado. "Pero la pregunta, dadas las circunstancias actuales, es si podemos aceptar el precio. Y para nosotros está claro, la respuesta es no", continúa Nielsen. Para el danés, la condena de la invasión por parte de la FIDE y la suspensión de Karjakin son insuficientes para borrar el pasado de su presidente.

En abril, Dvorkovich anunció que buscaría la reelección durante un viaje a la India para oficializar el traslado de la Olimpiada de ajedrez desde Moscú hasta Chennai, primera ciudad india en acoger el torneo y el congreso de la FIDE donde se decidirá al próximo presidente. Dvorkovich también aprovechó la ocasión para revelar que Vishy Anand, el mejor ajedrecista indio de la historia, formaría parte de su candidatura. Anand opta a la vicepresidencia, el mismo puesto al que aspira Nielsen, quien trabajó para el indio durante una década. "Todavía lo considero un gran amigo, así que, por supuesto, estoy algo decepcionado", reconoce Nielsen, que en todo caso aplaude que alguien tan respetado quiera participar políticamente. "Son personas como Anand las que deberían ser presidentes", dice resignado. Al mismo tiempo que Dvorkovich sacaba la artillería pesada en la India de cara a las elecciones de la FIDE, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se encontraba en Nueva Delhi con el primer ministro, Narendra Mondi, que ha rechazado condenar la invasión rusa de Ucrania. "Hay que fijarse en los detalles", señala Nielsen al respecto.

Foto: Tablero de ajedrez. Opinión

"El ajedrez es un microcosmos que te permite ver con mucho detalle cómo es el mundo en realidad y representa muy bien el momento geopolítico actual", observa el analista de Inteligencia y gran aficionado al juego Giangiuseppe Pili, investigador asociado del Royal United Services Institute (RUSI). "Tanto la política interancional como la política del ajedrez están fragmentadas y si terminamos en un mundo más dividido, y apostaría a que será el caso, no será en solo dos bandos". China e India lideran la multipolaridad del nuevo orden mundial y la posición independiente que han adoptado en la guerra de Ucrania se corresponde con una apuesta cada vez más importante por descubrir al próximo gran campeón en sus filas. Desde mediados de 2019, sus federaciones copan tras EEUU y China el ranking FIDE que clasifica a los países por la media de ELO de sus diez mejores jugadores. Solo Ucrania ha podido disputar a India el cuarto puesto durante los últimos años tres años, hasta el comienzo de la guerra.

Más allá de las sombras de la política, cuando los primeros peones empiecen a hablar entre sí en Madrid ese idioma universal que es el ajedrez, el futuro candidato al título de campeón mundial se encontrará entre dos estadounidenses (Fabio Caruana y Hikaru Nakamura), un chino (Ding Liren, en sustitución de Karjakin), un prodigio iraní nacionalizado francés para poder competir al más alto nivel (Alireza Firouzja), un azerbaiyano (Teimour Radjabov), un polaco (Jan-Krzysztof Duda) y un húngaro (Richard Rapport), además de Nepomniachtchi, cuya hipotética victoria es improbable a ojos de la historia. Solo Vasili Smyslov fue capaz de ganarlo dos veces seguidas en la década de 1950, cuando a la segunda derrotó a Botvínnik y se convirtió en el séptimo campeón del mundo de la historia. En caso de lograrlo, en un contexto en el que no hay un favorito claro, Nepo pondría el mundo del ajedrez patas arriba y devolvería la geopolítica al centro del tablero.

El kremlinólogo Mark Galeotti sostiene que, lejos de la imagen de estratega que Putin ha tenido en Occidente durante mucho tiempo, el presidente ruso no tiene un pelo de ajedrecista y es más bien un yudoca que trata de aprovechar cualquier oportunidad para conseguir sus objetivos. Las consecuencias para el ajedrez ruso son solo la última muestra de que la invasión de Ucrania ha sido un error de cálculo y la esfera de influencia de Moscú se estrecha un poco más cada día que continúa la guerra. Preguntado por la posibilidad de que su país vuelva a ocupar el trono del ajedrez mundial, Fedoseev es tajante: “Espero que nunca ocurra mientras Putin siga sentado en su despacho”.

“No quiero volver a Rusia, salvo por un motivo urgente y de fuerza mayor, hasta que haya un cambio de régimen. No quiero representarlos y si me obligan a utilizar la bandera rusa, simplemente dejaré de jugar”. Quien habla es el gran maestro de ajedrez Vladímir Fedoseev (San Petersburgo, 1995), actual número 38 del 'ranking' mundial de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) y uno de los más hábiles rusos en el juego fetiche del Kremlin. Fedoseev atiende a El Confidencial por teléfono desde Alicante, su nuevo hogar, después de que abandonara Rusia en la semana del 24 de febrero, cuando Vladímir Putin lanzó su invasión contra la vecina Ucrania. Las primeras palabras del ajedrecista, de hecho, son para sus colegas ucranianos: “Su situación es mucho más complicada y necesitan ayuda de manera inmediata. Lo siento mucho por todo el pueblo de Ucrania. Lo que está pasando es una locura”.

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