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Divide y perderás: la fallida estrategia de Rusia para controlar Ucrania
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Los alcaldes, objetivo ruso

Divide y perderás: la fallida estrategia de Rusia para controlar Ucrania

Alcaldes secuestrados que son sustituidos por títeres de Moscú y referéndums trucados. Rusia ha intentado repetir la estrategia de Crimea en 2014 para controlar Ucrania, pero no está funcionando

Foto: Funeral por soldados ucranianos caídos en combate cerca de la ciudad de Jersón. (EFE/George Vitsaras)
Funeral por soldados ucranianos caídos en combate cerca de la ciudad de Jersón. (EFE/George Vitsaras)
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“Queridos residentes de la ciudad de Melitópol y la región. Ahora nuestra mayor tarea es ajustarnos a los mecanismos de la nueva realidad. Hay todavía gente que está intentando desestabilizar la situación y llaman a acciones extremistas como protestas”. El mensaje, pronunciado con voz robótica y al más puro estilo Gran Hermano, lo anuncia Halyna Danylchenko, alcaldesa en funciones de Melitópol colocada a dedo por los rusos. El pasado 1 de marzo, tropas rusas se hacían con el control de la ciudad, puerto estratégico en el mar Negro, en el sureste ucraniano y a menos de 200 kilómetros de Mariúpol. Hace menos de una semana, el alcalde ucraniano de la ciudad, Ivan Fedorov, fue secuestrado y rápidamente sustituido por Danylchenko, del antiguo Partido de las Regiones, formación prorrusa.

Casi tres semanas después del comienzo de la invasión, los avances terrestres de las columnas militares rusas continúan en el sur, donde van cayendo bajo su control ciudades como Jersón o Melitópol. Unas ciudades que, sin embargo, no han recibido con vítores a las tropas de Moscú, sino con protestas masivas y resistencia. Con los planes iniciales de Rusia de una invasión fácil e incluso bienvenida en las zonas más rusófonas del país descartados, el Kremlin tiene que cambiar la estrategia para imponer su poder. Cómo las fuerzas de Moscú manejen los pueblos y ciudades que ya están bajo su control proporcionará pistas sobre el posible escenario final del presidente Vladímir Putin para esta invasión, y los problemas que puede encontrar. De momento, con secuestros de regidores poco colaboradores y anuncios de referéndums ‘a la Crimea’.

“¿Amenazar a alcaldes, secuestrarlos, obligarlos a dar un mensaje a punta de pistola ante la cámara? La nueva estrategia de Rusia ya no es solo guerra, es básicamente terrorismo”, asegura Bogdan Kelichavyi, alcalde de Kopychyntsi (oeste), a El Confidencial. Cuenta que vivió con espanto el secuestro de su "colega" Fedorov, quien había liderado varias protestas contra las tropas rusas en la ciudad ocupada. Según han denunciado las autoridades ucranianas, diez soldados entraron en el centro de crisis de la ciudad de Melitópol, le pusieron una bolsa en la cabeza y lo trasladaron a una localización desconocida, acusándolo de terrorismo. Este miércoles, una 'operación especial' consiguió liberarlo, según aseguró la Oficina del presidente Volodímir Zelenski. Reportes locales apuntan a que se produjo un intercambio de presos.

Con los alcaldes directamente neutralizados —además de a Fedorov, se ha secuestrado al menos a otros dos— o intentando encontrar el difícil equilibrio entre sobrevivir y defender la nación ucraniana, Rusia está recuperando un manual muy similar al que aplicaron con éxito en Crimea en 2014, con el anuncio de varios referéndums sobre la secesión de los territorios ocupados (de momento, solo en el sur) por las tropas. Es el caso de Jersón, bajo ocupación rusa desde el 2 de marzo y ciudad clave para la conexión continental de la península, anexionada ilegalmente por Rusia. Allí, los planes de ocupación rusa van tan mal como los de la 'victoria relámpago' de Putin.

Foto: Mario García, con una bandera ucraniana ante soldados rusos en Jersón.

“Estamos bloqueados, no dejan a nadie —ni a los suministros— entrar ni salir de la ciudad. Estamos al borde de una catástrofe humanitaria, ya no quedan medicinas y tenemos que ayudarnos para encontrar comida”, cuenta Mariia Burova, una joven de 21 años, por teléfono desde la ciudad. Explica que, aunque intentó trasladarse a Lviv, epicentro de la retaguardia ucraniana, no ha podido salir de Jersón por el bloqueo de las tropas rusas. El mismo caso que los padres de Maksym, un joven de 26 años al que la guerra pilló en Lviv. “Mis padres están ahora bajo ocupación, viven a unos kilómetros al sur de Jersón. Ven tanques todos los días, controles de carretera rusos, es imposible salir, arriesgan sus vidas. Ha habido casos de familias que trataron de escapar y fueron acribilladas por las tropas rusas. Es horrible”.

El 12 de marzo, varios diputados de la región denunciaron haber recibido llamadas de las tropas rusas para tantear su apoyo en la celebración de un proyectado referéndum sobre "la República Popular de Jersón", al estilo de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk en el Donbás. Se han reportado iniciativas similares —de momento, sin éxito— en otras ciudades ocupadas, como Kajovka o Genichesk. Pero la respuesta ha sido totalmente distinta a la de 2014. En sesión extraordinaria, 44 de los 64 concejales del Consejo de la provincia de Jersón votaron que la región es “parte de Ucrania”. "Tenemos una única respuesta: 'Buque de guerra ruso, vete a tomar por culo", afirmaron en un comunicado conjunto, citando la frase que se ha convertido en icono popular de la resistencia ucraniana.

“Siguiendo el manual de 2014, los rusos ahora intentan desesperadamente organizar un 'referéndum' falso para una 'república popular' falsa en Jersón. Dado el nulo apoyo popular, es todo una farsa”, aseguró el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba. “Lo que quiere Rusia es controlar una Ucrania partida en pequeñas repúblicas, como las de Donetsk y Luhansk, haciendo este paripé de referéndums en Jersón, en Melitópol”, vaticina Khrystyna, que tiene familia en el sur. “Se creen que va a ser como Crimea [en 2014], pero son una farsa, y ahora todos lo podrán ver”, asegura.

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)

Pero pese a la difícil situación humanitaria en Jersón, nadie parece creer que la ciudad vaya a doblegarse bajo un referéndum. “Es imposible que funcione. La gente sigue saliendo a la calle con banderas ucranianas, sabemos que somos Ucrania. Los ocupantes intentaron repartir material humanitario y la gente no lo aceptó”, asegura Mariia. Una situación similar se ha dado en Melitopol, donde regidora colocada en sustitución del alcalde secuestrado, Halyna Danylchenko, agradeció públicamente al líder checheno y aliado de Vladímir Putin, Ramzan Kadirov, unas donaciones de medicamentos y alimentos presuntamente enviadas a la ciudad, rechazadas luego por la población entre protestas.

Las protestas de manifestantes desarmados y el rechazo generalizado de la población han socavado la capacidad de Moscú para crear siquiera una fachada de pretendido apoyo público y desnudan una realidad incómoda: incluso si prevalece militarmente, la derrota política a largo plazo es prácticamente segura.

Los caciques de la resistencia

En Ucrania, los alcaldes cuentan con importantes cotas de poder y reconocimiento. A lo largo de los últimos años, las élites regionales se han distanciado con éxito de las principales fuerzas políticas nacionales y han logrado asegurar un apoyo público considerable. De hecho, las últimas elecciones, celebradas en 2020, dieron la victoria a un gran número de alcaldes que habían establecido sus propios partidos a nivel local.

Es una de las consecuencias de las reformas políticas que Ucrania ha experimentado desde 2014, centradas en la descentralización de una estructura de poder que seguía contando con tintes soviéticos. Los cambios favorecieron la autonomía, animando a muchos alcaldes a desarrollar fuerzas políticas independientes, carentes de grandes discursos ideológicos y centradas en su personalidad. Lo que antes era un país en el que Kiev dictaba todo, ahora es una tierra de caciques. De hecho, antes de que comenzara la guerra, analistas políticos advertían sobre el riesgo de una "feudalización" de Ucrania.

Mientras que el país ha vivido una frecuente rotación de presidentes, a nivel local muchos políticos llevan más de una década en el poder. Por ello, muchos cuentan con una importante capacidad de liderazgo y reconocimiento en sus ciudades que resulta de especial importancia en una guerra donde los principales focos de resistencia son urbanos. Es el caso del alcalde de Lviv, Andriy Sadovyi, quien llegó al ayuntamiento en 2006 y que ha ganado cómodamente todas las elecciones. Su canal de Telegram, a través del cual lanza mensajes patrióticos y llama a la resistencia de la población, cuenta con decenas de miles de seguidores.

No es de extrañar, por lo tanto, que estos caciques locales se vuelvan uno de los principales objetivos a eliminar para Rusia, que está encontrando enormes dificultades a la hora de doblegar a la población de las ciudades que ha ocupado. Este mismo miércoles, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, denunció el secuestro del alcalde de la ciudad portuaria de Skadovsk, Oleksandr Yakoylev, y de su adjunto Yurri Palyukh. “Los invasores rusos siguen secuestrando a líderes locales elegidos democráticamente en Ucrania”, condenó Kuleba.

Foto: Una multitud se reúne para protestar por el alcalde de Melitópol. (Reuters/Subdirector de la Oficina del Presidente)

Los alcaldes están “en primera línea” de la defensa territorial de Ucrania, asegura el regidor Kelichavyi. Según explica, desde una de las redes de alcaldes de la que es parte están organizando un “plan de acción” que recoja cómo actuar si sus pueblos y ciudades son ocupados por las tropas rusas. “¿Cómo lidiar con la ocupación, cómo actuar como alcalde? Tiene que ser un balance entre sobrevivir en esa situación y no ceder en los intereses nacionales del país. Es una línea muy fina. Hemos pedido ayuda a nuestros colegas, especialmente tártaros, en Crimea, que tienen experiencia lidiando con la ocupación”, explica.

La sustitución de las autoridades locales por figuras políticas ‘títeres’ prorrusas, como ha sucedido en Melitópol con Halyna Danylchenko, no es una novedad en la estrategia rusa. Ya en enero, la Inteligencia británica denunció planes de Rusia para instalar a un exparlamentario de la Rada ucraniana (Parlamento), de tendencias prorrusas, en sustitución de Zelenski. La feroz resistencia ucraniana a la invasión rusa, e incluso el tremendo sentimiento patriótico y antirruso generado en apenas unos días, hace difícil creer que un Gobierno títere pueda funcionar, incluso a nivel local, sin enfrentarse a una insurgencia continuada.

El 12 de marzo, un día después del secuestro de Fedorov, miles de personas salieron a la calle, desafiando los cañones rusos, con banderas ucranianas y al grito de “¿Dónde está nuestro alcalde? ¡Devolvednos a nuestro alcalde!”.

“Queridos residentes de la ciudad de Melitópol y la región. Ahora nuestra mayor tarea es ajustarnos a los mecanismos de la nueva realidad. Hay todavía gente que está intentando desestabilizar la situación y llaman a acciones extremistas como protestas”. El mensaje, pronunciado con voz robótica y al más puro estilo Gran Hermano, lo anuncia Halyna Danylchenko, alcaldesa en funciones de Melitópol colocada a dedo por los rusos. El pasado 1 de marzo, tropas rusas se hacían con el control de la ciudad, puerto estratégico en el mar Negro, en el sureste ucraniano y a menos de 200 kilómetros de Mariúpol. Hace menos de una semana, el alcalde ucraniano de la ciudad, Ivan Fedorov, fue secuestrado y rápidamente sustituido por Danylchenko, del antiguo Partido de las Regiones, formación prorrusa.

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