Von der Leyen mima a Marruecos en horas bajas de las relaciones entre Rabat y Madrid
La presidenta de la Comisión Europea visita Marruecos por primera vez en su mandato justo en un momento crítico de las relaciones entre el país norafricano y España
La última vez que un presidente de la Comisión Europea puso un pie en Rabat era marzo de 2013 y fue José Manuel Durao Barroso. Este martes, casi nueve años después, la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, comenzó una visita de dos días a Marruecos en la que se ha visto con el ministro de Asuntos Exteriores y con el primer ministro del país, Aziz Ajanuch. Después continuará su viaje con una visita a Senegal, en el que la acompañarán varios comisarios.
Las relaciones entre Rabat y la Unión Europea casi siempre pasan por Madrid. De hecho, en varias ocasiones fuentes diplomáticas y gubernamentales españolas han explicado en los últimos años el papel de interlocutor que el Gobierno español juega en Bruselas a la hora de defender los intereses marroquíes respecto a la Unión Europea y la intención de seguir haciéndolo. Pero, desde diciembre de 2020, tras el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, las relaciones entre el reino alauí y el español han ido deteriorándose y pasan por su momento más delicado en años.
"Es un viaje que llega en un buen momento, hay que reforzar la relación entre la Unión Europea y Marruecos, hay muchos intereses en juego por ambas partes como puede ser en el sector energético", ha explicado Adriana Maldonado, eurodiputada socialista que participa en la Delegación del Parlamento Europeo para las Relaciones con los Países del Magreb y la Unión del Magreb Árabe. "Tenemos que volver a retomar las relaciones con todos los países de la región del Magreb, es la frontera sur de Europa y es importante volver a la colaboración y la cooperación como antes de la pandemia", señala la española.
A nivel europeo, el país norafricano suele lamentar que no es lo suficientemente valorado como socio estratégico en algunos asuntos clave, como seguridad y migración. Pero a este malestar se ha unido ahora su determinación a que Madrid siga los pasos de Estados Unidos y Francia respaldando su plan de autonomía para la excolonia española. O al menos dé alguna muestra en ese sentido, como hizo recientemente Alemania. Por eso, cuando en abril del año pasado se supo que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, había volado de Argelia a España para ser ingresado en un hospital de Logroño por coronavirus, Rabat respondió desatando una ola de migrantes récord sobre la frontera con Ceuta.
Desde entonces, las relaciones entraron en un momento crítico, lo que se convirtió en la sentencia política de la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Su sustituto, José Manuel Albares, tenía como misión primordial mejorar las relaciones con Rabat. Por el momento, sin éxito. Pese a los esfuerzos de Albares y su equipo, la situación sigue tensa, hasta el punto de que la embajadora marroquí en España fue llamada a consultas hace casi un año y todavía no ha regresado; Rabat mantiene cerradas las fronteras terrestres y las rutas marítimas y país vecino han respondido a las ramas de olivo del Gobierno de Pedro Sánchez con sucesivos desaires diplomáticos.
La visita de Von der Leyen coincide precisamente con ese esfuerzo de Moncloa por reconstruir los puentes con Rabat, que ha llevado a tocar a la puerta de la Casa Blanca, jugar la carta del gas e incluso movilizar al rey Felipe VI. “Marruecos es un socio estratégico y sólido de la Unión Europea. La presidenta desea profundizar las relaciones entre la UE y Marruecos como vecinos, socios y amigos”, ha asegurado el Ejecutivo comunitario en el comunicado en el que anunció la visita de Von der Leyen.
“Nuestros lazos son históricos. Si hablamos de economía y comercio, es importante subrayar que Marruecos es el primer socio de la Unión Europea en todo el continente africano. Pero, más allá de la economía, se trata sobre todo de vínculos personales, de europeos asentados en Marruecos y marroquíes en Europa, de nuestras culturas que se han influido y enriquecido mutuamente durante siglos. Y es con todo esto en mente que puedo reafirmar nuestro deseo de continuar profundizando nuestras relaciones, como vecinos, como socios, como amigos”, ha asegurado la presidenta de la Comisión en una declaración en Rabat.
Cuando Rabat provocó la crisis en la frontera de Ceuta, el Gobierno se movió con rapidez en Bruselas. La Comisión Europea cerró filas, asegurando que la frontera española es una frontera europea, y el Parlamento Europeo condenó con firmeza la actitud del Gobierno marroquí, señalándole de manera directa y acusándole de utilizar a menores no acompañados. “Las relaciones más estrechas, basadas en la confianza y compromisos mutuos con socios como Marruecos, son cruciales”, señaló entonces Von der Leyen en un mensaje enviado por redes sociales, y que desde entonces se ha convertido en un lema que repite una y otra vez cada vez que toca hablar de Rabat.
El Gobierno español presionó mucho en la capital comunitaria esos días. Era fundamental que la Comisión cerrara filas. Los eurodiputados españoles hicieron lo propio en la Eurocámara. El Ejecutivo español quería mostrar músculo, enseñarle a Rabat que la mejor manera de anclar sus intereses en Europa es a través de él, no contra él.
La última vez que un presidente de la Comisión Europea puso un pie en Rabat era marzo de 2013 y fue José Manuel Durao Barroso. Este martes, casi nueve años después, la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, comenzó una visita de dos días a Marruecos en la que se ha visto con el ministro de Asuntos Exteriores y con el primer ministro del país, Aziz Ajanuch. Después continuará su viaje con una visita a Senegal, en el que la acompañarán varios comisarios.