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Un acuerdo imperfecto para mantener "con pulso débil" el objetivo de los 1,5 °C para final de siglo
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LA COP26 LLEGA A SU FIN

Un acuerdo imperfecto para mantener "con pulso débil" el objetivo de los 1,5 °C para final de siglo

Por primera vez se pide a los gobiernos un compromiso de reducción del carbón, aunque la versión final del pacto se vio debilitada por las presiones de China e India

Foto: El presidente de la COP26 con un grupo de negociadores. (EFE)
El presidente de la COP26 con un grupo de negociadores. (EFE)

Desde 1995, todas las cumbres de la ONU para el cambio climático —conocidas como COP— se han anunciado más o menos de la misma manera: la última oportunidad de salvar el planeta. Pero la celebrada este año en Glasgow tenía un simbolismo especial, ya que el objetivo era mantener vivo el histórico Acuerdo de París de 2015, cuando cerca de 200 países se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global en los 1,5 °C para finales de siglo. La cifra es importante porque, si se sobrepasa, algunos, como Maldivas, se están jugando literalmente su existencia ante los aumentos del nivel del mar.

Tras dos largas semanas de arduas negociaciones, la cita ha terminado este sábado por la noche, un día más tarde de lo previsto. ¿Objetivo cumplido? “Creo que podemos decir que hemos mantenido 1,5 al alcance, pero su pulso es débil”, asegura el presidente de la COP26, Alok Sharma.

Foto: Activistas con manifestaciones de cara a la COP26. (Reuters)

Las malas noticias son que las promesas colectivas actuales para la próxima década no están siendo lo suficientemente ambiciosas. No solo no estamos reduciendo emisiones, sino que vamos camino de incrementarlas un 13%. Las buenas noticias son que se pide ahora a las naciones acelerar sus planes de acción para reducir las emisiones mundiales de dióxido de carbono en un 45% para 2030 hasta llegar a un nivel neto cero a mediados de siglo, es decir, que la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera no sea mayor que los eliminados, ya sea por medios naturales (como la plantación de más árboles para absorber el dióxido de carbono) o la captura con tecnología.

El Pacto del Clima de Glasgow que han firmado este sábado los representantes de cerca de 200 países no es la fórmula ideal para científicos y activistas. Para empezar, ni siquiera es legalmente vinculante. Hay deficiencias, sobre todo en materia de financiación, y en asuntos como el uso del carbón muchos consideran que debería haberse llegado mucho más lejos. Pero, al fin y al cabo, supone un importante compromiso político ante la preocupante crisis climática.

Una de las líneas más destacadas es que, en señal de urgencia, se insta a los firmantes a presentar antes de finales de 2022 los nuevos objetivos para reducir las emisiones durante la próxima década, en lugar de cada cinco años como proponía el Acuerdo de París.

Foto: Mina de carbón en China. (Reuters/Aly Song)
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Por otra parte, por primera vez, se pide a los gobiernos compromiso de eliminación del carbón y subsidios a los combustibles fósiles. Y esto es clave. Es un compromiso sin precedentes, aunque la versión final del pacto se vio debilitada respecto a los primeros borradores por las presiones de China e India, primero y tercero en el 'ranking' mundial de emisiones. Ambos países lograron que la redacción sobre “eliminación gradual” se cambiara por “reducción gradual”.

“Lo lamento profundamente”, manifestó Sharma, conteniendo las lágrimas por no haber logrado mantener en este asunto lo que ponía el primer borrador. “Entiendo la profunda decepción, pero también es vital que protejamos este paquete”, recalcó. En cualquier caso, los propios activistas reconocen que el hecho de que la referencia del carbón esté en la declaración final ya es un gran paso.

Por otra parte, en la última versión del texto también se hace una llamada a “acelerar la transición hacia sistemas de energía de bajas emisiones”, incluyendo los esfuerzos para “la eliminación progresiva” de los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles. Eso sí, se ha añadido un matiz sobre “una transición justa” para que los países productores de estos combustibles (los más reacios al compromiso) puedan negarse si sienten que eso empobrecerá a sus ciudadanos.

Se ha añadido un matiz sobre "una transición justa" para que los países productores de combustibles puedan negarse

Cada matiz, cada punto, cada coma era esencial para lograr el consenso. Si ya es complejo poner de acuerdo en algo a cerca de 200 países, es doble salto mortal hacerlo en una materia tan técnica como el medio ambiente y más aún en plena crisis del gas y cuando los países apenas se están recuperando de la pandemia. Y no nos engañemos. Para los políticos no es un tema especialmente reconfortante. Al fin y al cabo, son los votantes actuales los que deben realizar los sacrificios para las generaciones futuras.

Respecto al escollo de financiación hay claros y oscuros. Se urge a los países desarrollados a, al menos, duplicar los fondos de adaptación para los países en desarrollo para 2025. Y eso son buenas noticias. No obstante, los países menos desarrollados también pedían dinero para lo que llaman “pérdidas y daños”, es decir, una compensación efectiva por los efectos del cambio climático que ya están sufriendo debido a los excesos de los países más ricos. Pero no se han logrado avances en este sentido debido a la oposición de los Estados Unidos y la UE. En su lugar, se plantea un “diálogo” para analizar el tema, que queda pendiente para las próximas citas de Egipto en 2022 y Emiratos Árabes Unidos en 2023.

Esto es independiente al Fondo Verde para el Clima, es decir, los 100.000 millones de dólares que la comunidad internacional había prometido para 2020 y a fecha de hoy todavía no se ha desarrollado. Aunque no se ha puesto fecha concreta, se reclama a los países desarrollados a completar esta financiación “urgentemente” y como tarde en 2025.

Boris Johnson: "Todavía queda mucho por hacer en los próximos años. Pero hemos conseguido un gran paso hacia adelante"

“Todavía queda mucho por hacer en los próximos años. Pero hemos conseguido un gran paso hacia adelante. Es el primer pacto internacional para eliminar el carbón y marcar una hoja de ruta para limitar el calentamiento global a 1,5 grados”, señalaba el primer ministro británico Boris Johnson. Como anfitrión de la cumbre se jugaba mucho a nivel político en la era pos-Brexit y no cabe dudas que va a venderlo ahora como un gran triunfo.

En la cita de Glasgow no estuvieron ni el chino Xi Jinping ni el ruso Vladimir Putin. Pero sí mandaron delegación para las negociaciones. Para la activista Greta Thunberg, el sumario de todo es: “Bla, bla, bla”, un grito de guerra empleado en todas las manifestaciones celebradas estos días.

Pero, a lo largo de estas dos semanas, se han conseguido avances. China y Estados Unidos, por ejemplo, han sorprendido a todos al dejar aparcadas sus diferencias políticas comprometiéndose a “trabajar juntos” en la próxima década ante el cambio climático.

China y Estados Unidos, por ejemplo, han sorprendido a todos al dejar aparcadas sus diferencias políticas

La botella siempre se puede ver medio llena o medio vacía:

  • India, uno de los países más contaminantes del mundo, cumplirá con cero emisiones netas para 2070. Si bien el objetivo está por detrás del compromiso de 2050 contraído por los EEUU y la UE; y el de 2060 contraído por China y Arabia Saudita está en línea con lo que muchos expertos en clima han modelado como el escenario “más realista”.
  • 23 países se han comprometido a eliminar gradualmente las centrales eléctricas de carbón. Pero no están algunos de los mayores consumidores del combustible fósil más contaminante, incluidos EEUU, China y Rusia.
  • Un centenar de países también firmó el Compromiso Global por el Metano, la iniciativa lanzada conjuntamente por EEUU y la UE el pasado mes de septiembre que busca reducir las emisiones de este potente gas de efecto invernadero en un 30% para 2030. Convencer a los mayores emisores —entre ellos, Rusia, China e India— habría sido una de las grandes victorias de esta COP26. Pero estos los tres protagonistas decidieron quedarse fuera.
  • Downing Street admite en privado que el acuerdo sobre automóviles es el más decepcionante. Solo un pequeño grupo de países, empresas y ciudades se han comprometido a que para 2035 (los desarrollados) y 2040 (en desarrollo) los nuevos coches sean ya eléctricos. Ford, GM, Mercedes, Jaguar Land Rover, Volvo y BYD de China son algunos de los fabricantes que han firmado la Declaración de Glasgow sobre vehículos y furgonetas sin emisiones. Pero Volkswagen, BMW y Toyota declinaron la oferta.
Foto: Muestra de petróleo para pruebas de calidad. (Reuters/Carlos Garcia Rawlins)

El objetivo principal del Acuerdo de París de 2015 en realidad fue el de mantener el calentamiento global “muy por debajo de los 2 °C a finales de siglo”. Pero ha sido eclipsado por su objetivo “aspiracional” de limitar el aumento a 1,5 °C. Esto se ha vuelto totémico por dos razones: una científica y otra política. La razón científica es que este es el nivel de calentamiento más allá del cual el cambio climático se vuelve cada vez más catastrófico.

Las investigaciones muestran que a 1,5 °C, 700 millones de personas corren el riesgo de sufrir olas de calor. A 2 °C, serían dos mil millones. A 1,5 °C, el 70% de los arrecifes de coral del mundo mueren, mientras que a 2 °C, casi todos lo harán. Limitar el calentamiento a 1,5 °C también minimizaría los aumentos del nivel del mar que podrían hacer desaparecer países enteros.

¿Objetivo cumplido en Glasgow? Dentro de la “imperfección” hay al menos un consenso de urgencia ante la crisis climática. El 1,5 se mantiene, pero, tal y como advierte António Guterres, secretario general de ONU, “está con respiración asistida”.

Desde 1995, todas las cumbres de la ONU para el cambio climático —conocidas como COP— se han anunciado más o menos de la misma manera: la última oportunidad de salvar el planeta. Pero la celebrada este año en Glasgow tenía un simbolismo especial, ya que el objetivo era mantener vivo el histórico Acuerdo de París de 2015, cuando cerca de 200 países se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global en los 1,5 °C para finales de siglo. La cifra es importante porque, si se sobrepasa, algunos, como Maldivas, se están jugando literalmente su existencia ante los aumentos del nivel del mar.

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