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El adiós al carbón divide a la COP26 en la recta final para el acuerdo definitivo

La cumbre del clima de Glasgow amenaza con alargarse, con negociaciones intensas, presiones para flexibilizar el lenguaje y sin demasiados avances en materia de financiación de la adaptación a la crisis climática

Foto: Mina de carbón en China. (Reuters/Aly Song)
Mina de carbón en China. (Reuters/Aly Song)

La cumbre del clima de Glasgow amenaza con alumbrar una nueva oda a la ambigüedad con un acuerdo no vinculante, sin medidas de obligado cumplimiento ni plazos concretos para abandonar el uso del petróleo, el gas y el carbón.

El único consenso que parece haberse alcanzado es respecto a que los países aumenten sus compromisos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta limitar el aumento de temperatura por debajo de los 1,5 grados, ‘recordando’ que para conseguirlo deberían reducirse un 45% para 2030 y alcanzar la neutralidad en 2050.

El texto actual también pide a los países que eliminen las ayudas “ineficientes” a los combustibles fósiles

Hay que recordar que el texto final del acuerdo deberá ser refrendado por las 197 partes (países) que están participando en la cumbre, por lo que todo hace prever una larga jornada de intensas negociaciones que podría alargarse hasta mañana.

Las conversaciones se atascan en materia de financiación, uno de los asuntos más espinosos en la cooperación climática multilateral, pero el segundo borrador del texto final, hecho público este viernes, inyecta esperanza en otros aspectos clave para combatir la crisis climática, como el abandono progresivo del carbón, que ha sobrevivido esta segunda versión.

Especialistas como Richie Merzian, director de Clima y Energía del ‘think tank’ The Australian Institute, pensaban que las referencias al fin del carbón “serían barridas por completo” del segundo borrador, a medida que las conversaciones avanzan y algunos países presionan por flexibilizar el lenguaje.

placeholder Central de carbón en Kazakhstan. (Reuters/Pavel Mikheyev)
Central de carbón en Kazakhstan. (Reuters/Pavel Mikheyev)

En sí, los expertos valoran el hecho de que el texto, que se acuerda por consenso entre las casi 200 partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, inste por primera vez a los países a dejar atrás el carbón, una fuente de energía que todavía produce casi el 37% de la electricidad en todo el mundo pero que, junto al gas y el petróleo, es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.

El texto actual, susceptible de cambios hasta el final de la cumbre, también pide a los países que eliminen las ayudas “ineficientes” a los combustibles fósiles y que avancen hacia energías limpias, y requiere que los compromisos de reducción de emisiones para 2030 sean revisados en 2022. O sea, a finales del año que viene los casi 200 estados representados deberán llevar los deberes hechos y haber aumentado su ambición climática en línea con los objetivos que pide el Acuerdo de París: contener el calentamiento por debajo de los dos grados centígrados (o, a ser posible, el grado y medio).

placeholder Manifestantes en la COP26. (EFE/ROBERT PERRY)
Manifestantes en la COP26. (EFE/ROBERT PERRY)

Si las conversaciones en los plenarios de la cumbre no se desvían demasiado del texto actual, y mantienen las referencias al carbón, podrían lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, asegura Merzian.

Pero algunos puntos siguen muy enquistados, como la financiación, y es posible que no se resuelvan a tiempo. “Todavía no vemos cifras concretas prometidas para financiar las ‘pérdidas y daños”, explica desde el ‘think tank’ E3G la especialista Jennifer Tollmann, en referencia al mecanismo con el que los países ricos deben apoyar la transición ecológica en las economías en desarrollo, que necesitan esos fondos para adaptarse y también reducir sus emisiones.

Foto: China sigue alargando su renuncia al carbón (EFE/ Mark)

La siguiente cumbre, que tendrá lugar en Egipto en 2022, podría ser la oportunidad para concretar esos detalles. “Esta no tiene por qué ser la COP de las finanzas”, arguye Merzian.

En todo caso, lo que parece cada vez más claro es que esta nueva cumbre va a seguir alejada de la situación de emergencia climática que señalan los informes científicos y del mandato ciudadano de impulsar la acción climática para eludir los peores escenarios, esos hacia los que nos aboca la ‘realclimatik’ impuesta por los intereses económicos.

La cumbre del clima de Glasgow amenaza con alumbrar una nueva oda a la ambigüedad con un acuerdo no vinculante, sin medidas de obligado cumplimiento ni plazos concretos para abandonar el uso del petróleo, el gas y el carbón.

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