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Así es la situación de Trump: sin fiebre pero con un tratamiento para pacientes graves
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SEMANA CLAVE PARA EL FUTURO Del presidente

Así es la situación de Trump: sin fiebre pero con un tratamiento para pacientes graves

Los médicos del presidente han reconocido que los próximos días serán críticos en la evolución de su enfermedad. Además, necesita un vuelco en las encuestas para ganar las elecciones

Foto: Donald Trump. (Reuters)
Donald Trump. (Reuters)

Apenas queda un mes, pero cada día que pasa asistimos a giros de guion inesperados que añaden más incertidumbre a las “elecciones más importantes de la historia” de Estados Unidos. El pasado lunes, la histórica revelación del 'New York Times' sobre el pago de impuestos de Donald Trump parecía que iba a ser decisiva en la carrera por la Casa Blanca. Ahora, el positivo por coronavirus del presidente lo ha eclipsado todo y ya nadie se acuerda de los 750 dólares que tuvo que pagar en 2016 y 2017 al fisco ni tampoco del agrio debate contra Joe Biden el pasado martes.

En este escenario, donde la transparencia del equipo presidencial brilla por su ausencia y se suceden las teorías conspiranoicas, las declaraciones contradictorias y la 'bunkerización' sobre la salud de Trump, surgen algunas preguntas: ¿cómo está el presidente? ¿Cuándo saldrá? ¿Qué va a pasar con la campaña electoral? Y si se recupera a tiempo, ¿cómo afectará su positivo a las elecciones?

¿Cómo de grave está Trump?

Desde que el viernes fuera trasladado al hospital militar de Walter Reed, en Washington DC, su equipo médico ha tratado de minimizar el peligro que acechaba al presidente. Ni su situación era grave, decían, ni había necesitado oxígeno complementario. Esto último se demostró falso horas después. Las alertas empezaron a sonar cuando el jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, reconoció ante un círculo de periodistas que el presidente había presentado constantes vitales “preocupantes” y que las próximas 48 horas serían “críticas”.

Foto: Donald Trump dirigiéndose al hospital militar por precaución. (Reuters)

En la rueda de prensa de este domingo, el equipo médico reconoció que no había dicho toda la verdad sobre el estado de salud de Trump, pero quitó importancia a las palabras de Meadows: Trump estaba “mejorando”, no tenía fiebre desde el viernes y, si seguía así, podría volver a la Casa Blanca este mismo lunes. En el turno de preguntas, el doctor Sean Conley reconoció que Trump había tenido “fiebre alta” y sus niveles de oxígeno habían caído un par de veces por debajo de 95 —medida que los expertos suelen considerar como preocupante—. Para ello, se le había suministrado oxígeno suplementario además del cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron.

Conley también explicó que estaban suministrando al presidente dexametasona, un corticosteroide recomendado únicamente para pacientes graves de covid-19 porque puede limitar la habilidad del cuerpo para combatir el virus en casos no tan críticos. “Quiero ser claro”, decía en Twitter el médico Nicholas A. Christakis: “Si el presidente no está tan enfermo, empezar un tratamiento de dexametasona puede perjudicarle. Si está tan enfermo, el uso de dexametasona significa que están minimizando cómo de enfermo está”. La propia Organización Mundial de la Salud recomienda que se dé la dexametasona exclusivamente a pacientes con “covid-19 severo y crítico”.

"Si el presidente no está tan enfermo, empezar un tratamiento de dexametasona puede perjudicarle. Si lo está, están mintiendo"

De momento, las apariciones ante la cámara de Trump muestran a un hombre cansado que está luchando contra el virus, pero capaz de hablar y dirigirse a la nación. "No tenía elección", reconocía Trump en un vídeo publicado este sábado, justificando su decisión de ir al hospital. "No puedo encerrarme en una habitación [en la Casa Blanca], quedarme seguro y decir: ‘Que pase lo que tenga que pasar’. Debemos afrontar los problemas, un líder debe afrontar problemas. Ningún gran líder no lo hubiera hecho", afirmó, en uno de los discursos más solemnes y moderados que se le recuerdan al presidente.

Durante sus horas en el hospital ha agradecido a través de Twitter el apoyo que sus votantes le están ofreciendo tanto en redes como en la propia puerta del hospital. De hecho, en un gesto que quizá buscaba mostrar esa mejoría física gracias al tratamiento, el presidente ha salido momentáneamente este domingo a saludar desde su vehículo al grupo de simpatizantes que se han concentrado en las cercanías del complejo. Esta visita sorpresa no fue comunicada con antelación ni al grupo de periodistas que hacen guardia en las afueras del centro médico para informar de la salud del mandatario. Pero Trump sí dejó un tuit donde reconocía que esta experiencia "ha sido un viaje muy interesante, he aprendido mucho del covid". "Lo he aprendido yendo a la verdadera escuela. No la de leer libros. Lo he aprendido y entendido", afirma en un vídeo donde agradece al personal médico todo el trabajo y parece insinuar que le queda poco en el hospital.

¿Saldrá este lunes?

Por ahora, distintos expertos creen que no es buena idea que Trump sea dado de alta tan pronto. El ‘timeline’ de la enfermedad del presidente no coincide con las declaraciones de su equipo y el optimista cuadro que pinta Conley no encaja tampoco con el tratamiento que está recibiendo. “No es una buena idea”, aseguraba Bob Watcher, presidente del Departamento de Medicina de la Universidad de San Francisco, este mismo domingo en Twitter. “Parece que Trump está estable, pero sigue en peligro, dada la hipoxemia transitoria y algunos hallazgos en las imágenes de tórax. La charleta y los eufemismos están claramente causados por Trump, colocando a los médicos en una terrible posición. No tiene sentido que le den el alta mañana”.

Foto: Donald Trump saluda desde el coche. (Reuters)

Sea cual sea la decisión final, los próximos días serán claves en la evolución de Trump. Pese a que el ritmo del virus es impredecible, los expertos recuerdan que el alcance de la enfermedad, tanto para bien como para mal, se puede observar el séptimo y octavo día después de los primeros síntomas. Es decir, a finales de esta nueva semana. Pero Trump no tiene tiempo para dedicarse exclusivamente a derrotar al virus. También tiene que ganar las elecciones.

Foto: Jeremy Konyndyk. (Centre for Global Development)

¿Y las elecciones?

A falta de un mes para los comicios, el presidente tiene muy complicada la remontada contra Joe Biden. Pese a que la pandemia había dejado una economía devastada y 209.000 muertos, parecía que el equipo de campaña de Trump había conseguido desplazar el debate hacia la inseguridad en las calles y la incapacidad de Joe Biden para gobernar a sus 77 años. Sin embargo, las revelaciones del NYT sobre el pago de impuestos de Trump y “el debate más sucio de la historia” —en el que la estrategia de Trump de pintar a Biden como un abuelo senil que no termina las frases se vino abajo— el pasado martes han decantado aún más la balanza por el candidato demócrata.

placeholder Joe Biden, candidato demócrata. (Reuters)
Joe Biden, candidato demócrata. (Reuters)

Todas las encuestas apuntan a una victoria clara de Biden, y las últimas en salir, después de la exclusiva del 'Times' y del debate, pintan un escenario muy negro para Trump. Según NBC/WSJ, hasta un 53% de los probables votantes en Estados Unidos votaría ahora por Biden, mientras que apenas un 39% lo haría por Trump. Es la cifra de apoyo más baja de todo 2020.

Por otro lado, aunque las previsiones más optimistas sobre la salud de Trump se cumplan, es poco probable que un paciente de 74 años hospitalizado y con sobrepeso consiga deshacerse de los síntomas pocos días después de ser dado de alta. ¿Cómo hará campaña Trump si aún no está recuperado del todo? Las elecciones son el 3 de noviembre y a los republicanos se les acaba el tiempo. Como medida desesperada, su equipo de campaña ha organizado la operación MAGA: el vicepresidente, Mike Pence, y miembros de la familia Trump se desplegarán por todo el país para despertar a sus bases y convencer a los indecisos.

¿Cómo afectará su positivo?

Una teoría que ha estado circulando estos días en las redes y en los medios estadounidenses es que la enfermedad de Trump podría acabar siendo un chute de apoyo inesperado en las encuestas. La tesis se basa en el efecto ‘rally around the flag’, una teoría política según la cual tras una crisis nacional muy grande la gran mayoría de la población se une y apoya al Gobierno.

Sin embargo, tanto la experiencia pasada de otros países como las últimas cifras desmienten que la enfermedad le vaya a venir bien a Trump. Cuando el primer ministro Boris Johnson contrajo la enfermedad, sus índices de popularidad ya estaban cayendo por haber tardado en gestionar la crisis del coronavirus. Semanas después, cuando logró esquivar la muerte, no experimentaron ninguna subida. Por si fuera poco, una reciente encuesta de Reuters/Ipsos, llevada a cabo justo después del anuncio del positivo de Trump, seguía mostrando una amplia ventaja de 10 puntos de Joe Biden (51 vs. 41). “Hay pocas pruebas de que se esté originando un movimiento de apoyo al presidente más allá de su base de seguidores”, decía la noticia.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters)
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Argemino Barro. Nueva York

Otro estudio de ABC/Ipsos recalcaba que tres de cada cuatro estadounidenses dudan de que Trump se haya tomado la amenaza del covid-19 en serio. "¿Por qué es poco probable que haya un efecto 'rally-round-Trump' por su enfermedad?", se preguntaba Steven Shepard, analista jefe del periódico 'Politico'. "Una cosa es que te dé un rayo; otra es que estés de pie en el tejado de la Casa Blanca con un hierro hacia el cielo gritando: '¡Tan solo está chispeando!".

Apenas queda un mes, pero cada día que pasa asistimos a giros de guion inesperados que añaden más incertidumbre a las “elecciones más importantes de la historia” de Estados Unidos. El pasado lunes, la histórica revelación del 'New York Times' sobre el pago de impuestos de Donald Trump parecía que iba a ser decisiva en la carrera por la Casa Blanca. Ahora, el positivo por coronavirus del presidente lo ha eclipsado todo y ya nadie se acuerda de los 750 dólares que tuvo que pagar en 2016 y 2017 al fisco ni tampoco del agrio debate contra Joe Biden el pasado martes.

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