El 12 de mayo de 2008, un devastador seísmo mató a casi 70.000 personas en la provincia de Sichuán, al suroeste de China. Las sacudidas llegaron hasta Pekín y Shanghai, e incluso a Vietnam. El terremoto provocó además unos 375.000 heridos, y el Gobierno chino estimó las pérdidas materiales en 123.000 millones de dólares.
Diez años después, las heridas han empezado a sanar, aunque las cicatrices de lo sucedido siguen visibles. Recordamos cómo quedó la región entonces.