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Yellen y los tipos de interés: un aviso al que conviene no hacer oídos sordos
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Yellen y los tipos de interés: un aviso al que conviene no hacer oídos sordos

La secretaria del Tesoro ha planteado que la aceleración del crecimiento podría forzar a la Fed a elevar los tipos, un escenario obvio, pero no exento de peligros

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Estados Unidos se considera capaz de generar un crecimiento tan sólido que requiera una subida de los tipos de interés. Con la actividad de la mayor economía del mundo avanzando a pasos agigantados hacia la normalidad, gracias a un rápido despliegue de las vacunas, y los billonarios planes de inversión de Joe Biden apuntalando las expectativas de una recuperación de calado, el gigante norteamericano no solo aspira a dejar atrás las secuelas de la crisis, sino a sobrepasar más pronto que tarde los niveles de crecimiento que se le presuponían antes del embate de la pandemia.

Ante esas perspectivas, la advertencia de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, de que podrían ser necesarios mayores tipos de interés para evitar el sobrecalentamiento económico podría calificarse fácilmente no solo como una obviedad sino también como un resultado deseable. Al fin y al cabo, las economías desarrolladas llevan ya más de una década persiguiendo ese crecimiento capaz de estimular los precios hasta los niveles objetivos fijados por los bancos centrales.

Tras años de crecimientos endebles, los planes de recuperación planteados a nivel global son vistos desde hace tiempo como la llave que podría desbloquear un ciclo económico más vigoroso, y con él podría llegar la inflación tanto tiempo ansiada, permitiendo a los bancos centrales envainar (al menos en parte) el abundante arsenal desplegado en los últimos años. Un escenario aparentemente deseable que ha encontrado en los datos más recientes (principalmente en Estados Unidos) un fuerte respaldo.

La exuberancia que muestran las bolsas solo se explica por los estímulos monetarios

Sin embargo, la inflación viene resonando en los parqués en los últimos meses más como una amenaza que como un anhelo. No se trata de que los inversores duden de que los bancos centrales tengan capacidad de evitar un calentamiento de los precios excesivo, pues, como señalaba este martes Yellen, una subida de los tipos de interés desde los bajos niveles actuales representa una palanca a mano para ser activada en cuanto se entienda pertinente.

El problema es que años de actuaciones extraordinarias en pro de la inflación han creado una serie de distorsiones que han hecho la economía más dependiente de las curas planteadas que de la verdadera resolución del mal. Sin ir más lejos, la exuberancia que muestran a día de hoy las bolsas internacionales, con valoraciones claramente por encima de cualquier media histórica, resulta indisociable de las inyecciones masivas de liquidez implementadas por los bancos centrales y de las condiciones sin parangón que generan los tipos de interés en mínimos históricos.

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Del mismo modo, en el terreno macroeconómico, es la actuación de los bancos centrales la que ha creado las condiciones de financiación necesarias para que países y empresas hayan podido financiar sus abultados déficits (exacerbados por la propia pandemia) a costes mínimos, minimizando cualquier riesgo de impago.

Los bancos centrales, y en especial la Fed, se han mostrado en los últimos años muy concienciados del papel clave de sus estímulos monetarios, lo que explica el cambio de enfoque de sus políticas, para hacer más asumible un alza puntual de la inflación por encima de los niveles objetivos, así como los mensajes encaminados a restar importancia a las recientes presiones en los precios, tratadas como un efecto transitorio.

Sin embargo, el mensaje de Yellen, aunque haga referencia a una etapa de la recuperación no necesariamente inminente, plantea una cuestión diferente, pues su advertencia sobre el peligro de sobrecalentamiento de la economía solo puede entenderse visualizando un escenario de inflación sostenida que requeriría de la actuación de los bancos centrales. Y la propia secretaria del Tesoro se mostró consciente de la relevancia de sus palabras, lo que le llevó a matizarlas posteriormente para recalcar que no suponen ni una predicción ni una recomedación.

No parece que el mensaje de Yellen haya alarmado demasiado a los inversores

En cualquier caso, no pareció en ningún momento que el mensaje alarmara en exceso a los inversores, dada la escasa respuesta de unas bolsas que ya venían reflejando pérdidas considerables antes de conocer las palabras de la expresidenta de la Reserva Federal y que cerraron lejos de su peor momento. Y ni siquiera tuvieron reflejo en la deuda estadounidense, donde los principales bonos saldaron la sesión sin apenas cambios.

Los inversores podrían estar asumiendo que el de Yellen no es más que un aviso de una secuencia obvia si se plasman los mejores escenarios descontados a día de hoy, que una mayor inflación conducida por un crecimiento económico sólido solo puede verse como una buena noticia y que los bancos centrales encontrarán el modo de ajustar sus políticas a un escenario tal sin precipitar un colapso de los mercados ni poner en riesgo la estabilidad financiera de gobiernos y empresas.

Pero precisamente el mandato de la propia Yellen al frente de la Fed es uno de los más claros ejemplos de las dificultades a que pueden enfrentarse los bancos centrales para conjugar las necesidades económicas y las pretensiones de los mercados. Unas dificultades que podrían haberse agudizado con la última ronda de estímulos, que ha alcanzado cotas sin precedentes.

Una sentencia que ha cobrado relevancia en los últimos tiempos en el mercado señala que lo peor que les podría pasar a los inversores es que el mejor de los escenarios posibles se hiciera efectivo, pues obligaría a deshacer el armazón con que los bancos centrales han sostenido los mercados y la economía durante la crisis, poniendo a prueba la capacidad de estos para mantenerse en pie sin respaldos extraordinarios.

Que ese escenario se vaya a materializar no puede considerarse un hecho, ni mucho menos que los responsables de la política monetaria no puedan gestionarlo sin incidencias graves. Pero el mensaje de Yellen sí puede valer para recordar a los inversores que el entorno en que navegan es menos seguro de lo que parecen creer.

Estados Unidos se considera capaz de generar un crecimiento tan sólido que requiera una subida de los tipos de interés. Con la actividad de la mayor economía del mundo avanzando a pasos agigantados hacia la normalidad, gracias a un rápido despliegue de las vacunas, y los billonarios planes de inversión de Joe Biden apuntalando las expectativas de una recuperación de calado, el gigante norteamericano no solo aspira a dejar atrás las secuelas de la crisis, sino a sobrepasar más pronto que tarde los niveles de crecimiento que se le presuponían antes del embate de la pandemia.

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