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De Pfizer y Moderna a Rovi: el gran pinchazo bursátil de las vacunas del coronavirus
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Decepción tras el 'boom' inicial

De Pfizer y Moderna a Rovi: el gran pinchazo bursátil de las vacunas del coronavirus

Tres años después de las alentadoras noticias sobre el desarrollo de las vacunas contra el covid, las firmas implicadas han visto esfumarse gran parte de la euforia que generaron

Foto: Imagen de una jeringuilla y un vial frente a un logo de Pfizer. (Reuters/ Dado Ruvic)
Imagen de una jeringuilla y un vial frente a un logo de Pfizer. (Reuters/ Dado Ruvic)

Un antes y un después. El 9 de noviembre de 2020, el anuncio por parte de la farmacéutica Pfizer de que su vacuna contra el covid había alcanzado en los ensayos una eficacia de hasta el 90% abría una puerta a la esperanza sobre la superación, a medio plazo, de los estragos que venía ocasionando la pandemia.

Aquella alentadora noticia se hizo notar, obviamente, en los mercados bursátiles, en forma de importantes subidas. Pero, especialmente, supuso un importante espaldarazo para un sector farmacéutico que había apostado fuerte por encontrar un remedio contra el coronavirus y que veía en ese momento abrirse la vía de un ingente negocio a escala global.

Ese mismo día, las acciones de Pfizer se dispararon más de un 7%, en lo que supuso el inicio de una escalada que le llevo a cotizar a finales del año siguiente más de un 80% por encima. En paralelo, Moderna, que trabajaba en una solución basada en los mismos principios que la de Pfizer –y que pocos días después ofrecería cifras igualmente esperanzadoras– se impusaba ese día también más de un 7% para iniciar una escalada que le llevaría a multiplicar el precio de sus acciones en los siguientes nueve meses por casi siete veces. Este viernes, ambas compañías han cerrado por debajo de aquellos niveles, incluso si se les suman los dividendos abonados desde entonces.

Los casos de Pfizer y Moderna son posiblemente los más paradigmáticos de una realidad que aplica a prácticamente a todos los implicados en el negocio de las vacunas del coronavirus. Las grandes expectativas alimentadas en los primeros instantes del proceso de vacunación han ido quedando sepultadas por una realidad que ha resultado menos propicia para el negocio de estas compañías.

Si en algunos momentos se llegó a plantear la necesidad de inyecciones de refuerzo anuales para enormes masas de población, los fabricantes de inyectables se han topado con unos datos que queda muy lejos de satisfacer esas expectativas.

El pasado octubre, Pfizer se vio obligada a anunciar un recorte de sus proyecciones de ventas en 2023 en productos relacionados con el covid (la vacuna Corminaty y la solución oral Paxlovid) en 9.000 millones de dólares.

Foto: Foto: EFE/Toni Albir.

La compañía, que a cierre del ejercicio anterior auguraba que este año y el próximo se vacunaran en torno al 25% de la población estadounidense, ha reducido sus estimaciones al entorno del 17% cada año. Y firmas como Wells Fargo advierten de que estas cifras podrían resultar aún demasiado optimistas, ante la reducción de las preocupaciones de la población en torno al coronavirus.

Obviamente, los problemas de Pfizer se han dejado notar en la evolución de su socio en el negocio de las vacunas del coronavirus BioNTech. La pequeña 'startup' alemana experimentó una revalorización del 386% en los nueve meses posteriores a la publicación de los datos del ensayo de su vacuna. El descalabro, desde entonces, ronda el 77%, de modo que sus retornos totales en este periodo han quedado reducidos a algo menos del 10%.

Recientemente, se conoció que sus principales accionistas, los gemelos alemanes Thomas y Andreas Struengmann, han estado vendiendo este año acciones de la biotecnológica por valor de 110 millones de dólares. BioNTech hizo público en su última presentación de resultados un recorte de sus estimaciones de ventas de vacunas del coronavirus en 2023 del 20%, hasta los 4.000 millones de dólares.

Moderna, sin margen de error

Un escenario similar ha encarado en las últimas semanas Moderna, tras registrar unas pérdidas de 3.630 millones de dólares solo en el tercer trimestre (4.931 millones en los nueve primeros meses del año), al asumir un cargo por el exceso de inyectables del coronavirus, y recortar sus previsiones de venta para el próximo año, a pesar de haber ganado cuota de mercado con su vacuna en Estados Unidos.

Para la compañía dirigida por Stephane Bancel, que tuvo en la vacuna del coronavirus su primer hito comercial, el debilitamiento del negocio llega en un momento delicado, ya que requiere de fondos para sufragar las inversiones necesarias para el desarrollo de sus nuevos productos en cartera. “Una mayor presión negativa en las revisiones de ingresos podría ser tolerable a este nivel con una gestión más estricta de las pérdidas y ganancias, pero la construcción del imperio deja cada vez menos margen de error”, advertían los analistas de Deutsche Bank en una nota reciente en la que rebajaban a vender su consejo sobre las acciones. La cotización de Moderna acumula pérdidas superiores al 60% en 2023.

El pinchazo de Moderna ha tenido cierto impacto en el mercado español, a través de la cotización de Laboratorios Rovi. La compañía dirigida por Juan López-Belmonte sacó un gran partido al entusiasmo inicial en torno a las vacunas gracias a su asociación con Moderna para el llenado de viales de la vacuna del covid. Así, en los trece meses transcurridos desde las primeras noticias positivas de los ensayos y finales de 2021, su cotización llegó a repuntar más de un 110%.

Foto: EC Diseño.

Desde entonces, sin embargo, buena parte de ese éxito se ha ido diluyendo, provocando un brusco descenso de su cotización. Pero el grupo español ha sido capaz de mostrar al mercado una resistencia de su negocio que va mucho más allá de la vacuna del coronavirus, incluso si los méritos de su posterior acuerdo de asociación a largo plazo con Moderna, para el desarrollo de otros productos, pueden ponerse en entredicho por los problemas de la biotecnológica estadounidense.

La pasada semana, los analistas de Bestinver Securities mejoraron su valoración de la compañía, tras poner en valor sus sólidos resultados del tercer trimestre y su mejora de expectativas, así como la confianza en una próxima aprobación de su medicamento para el tratamiento de la esquizofrenia Risvan.

De este modo, y tras firmar una notable recuperación en los últimos meses, la compañía logra alcanzar el tercer aniversario de las primeras buenas nuevas sobre la vacuna con retornos que superan el 40% (28%, en dólares). Esto cifras, pese a suponer la pérdida de más de la mitad de las ganancias registradas en primera instancia, superan con creces las del resto de implicados en el negocio de las vacunas del covid.

Novavax, que en 2021 llegó a valer más de 20.000 millones, hoy apenas capitaliza 700

Un pinchazo mucho más agresivo que el de Pfizer o Moderna ha sido el de Novavax, otro de los fabricantes que tuvo en la vacuna del coronavirus un primer éxito comercial, que ha sido incapaz de acompañar en este periodo de otras vías sostenibles de ingresos. Así, a medida que las primeras expectativas en torno al covid han ido quedando enterradas por una demanda más débil de lo estimado, el optimismo inversor que la llevo a registrar capitalizaciones por encima de los 20.000 millones de dólares en 2021, se ha ido derrumbando con estrépito. Hoy, apenas se valora en 700 millones, tras perder más del 90% de su valor en tres años, mientras en el mercado se cuestiona su capacidad de pervivencia.

Curiosamente, las dos compañías que mejor han capeado este maremágnum de emociones financieras en torno a la vacuna del coronavirus han sido las que menos apostaron por la misma como palanca de impulso para sus negocios. Johnson & Johnson, en la cual el segmento farmacéutico representa una parte limitada de su actividad, y Astrazeneca, que prometió desde un primer momento vender su vacuna –la cual se vio afectada por un sinfín de polémicas– a precio de coste en los países en desarrollo, quedaron muy rezagadas en la primera oleada de entusiasmo en torno al coronavirus, pero también han logrado esquivar la decepción posterior. Así, en los tres años transcurridos desde el anuncio de Pfizer sobre la eficacia de su inyectable, han acumulado retornos (incluidos dividendos), en dólares, en torno al 12 y al 19%, respectivamente.

La vacuna combinada

Pese a las decepciones acumuladas en los últimos trimestres, el sector sigue confiando en una posible estabilización de la actividad que permita convertir las soluciones contra el coronavirus en un generador de ingresos de forma recurrente a largo plazo. Buena parte de estas esperanzas están depositadas en los trabajos que firmas como Pfizer o Moderna vienen realizando para dar forma a una vacuna que combine el tratamiento del coronavirus con otras enfermedades periódicas como la gripe o el VRS (virus respiratorio sincitial).

“Creemos que la combinación de vacunas respiratorias de covid, gripe y VRS en un todo podrían respaldar el potencial de crecimiento a largo plazo a partir de 2025”, señalaban los analistas de Barclays en un informe sobre Moderna posterior a la presentación de resultados del tercer trimestre.

El riesgo, ahora, para algunos de los triunfadores de la primera generación de vacunas es llegar demasiado tarde a la solución que garantice su viabilidad.

Un antes y un después. El 9 de noviembre de 2020, el anuncio por parte de la farmacéutica Pfizer de que su vacuna contra el covid había alcanzado en los ensayos una eficacia de hasta el 90% abría una puerta a la esperanza sobre la superación, a medio plazo, de los estragos que venía ocasionando la pandemia.

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