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Un año conviviendo con el virus: así ha cambiado la pandemia los mercados
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Un año conviviendo con el virus: así ha cambiado la pandemia los mercados

Doce meses después de iniciar un derrumbe histórico a causa del virus, las bolsas mundiales muestran hoy una llamativa firmeza tras la que se evidencian profundas transformaciones

Foto: Imagen del interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE)
Imagen del interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE)
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Unos minutos después de las 17:30, como cada día, el mercado bursátil español ponía término a su negociación el miércoles 19 de febrero de 2020. Aquella jornada, el Ibex cerraba por encima de los 10.083 puntos, en máximos de casi dos años, tras escalar un 7,6% en apenas 13 sesiones. Fuera de nuestras fronteras, el escenario resultaba aún más favorable para los inversores, con Wall Street y los índices globales asentados firmemente en máximos históricos, lo que permitía al presidente estadounidense, Donald Trump, presumir a través de su cuenta de Twitter del "mayor mercado alcista de la historia".

Pocos podían imaginar entonces que las bolsas estaban registrando aquel día un tope que marcaría el inicio de un dramático derrumbe en las semanas siguientes. Las noticias sobre el coronavirus llevaban ya varios días martilleando la confianza de los inversores. Lo que en un principio había comenzado como un problema sanitario chino se extendía de forma inquietante por otros muchos países, pero bajo la premisa de que aquella sería una crisis sanitaria fácilmente controlable los mercados se mostraban mucho más enfocados en las señales que indicaban que la economía mundial avanzaba con firmeza.

Foto: Paneles de cotización en el interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE)

Un año después, la imagen de las grandes bolsas mundiales en zona de máximos, con una ganancia en el periodo superior al 17%, y la sólida situación de la renta fija global parecen confirmar que aquella postura confiada era la adecuada, pese a las históricas turbulencias que la crisis del coronavirus llegó a desatar sobre el mercado –y aún más sobre la economía– por momentos. Pero más allá del saldo general positivo de este periodo, la convivencia con la pandemia no ha dejado de provocar notables transformaciones en los mercados financieros, que han supuesto, en mayor o menor medida, un antes y un después para los inversores.

Cambios que, en gran medida, representan la confirmación de tendencias que ya venían de lejos pero que se han acelerado de forma extraordinaria a causa de las convulsiones provocadas por la pandemia y que afectan a aspectos más superficiales del mercado pero también a cuestiones de fondo, más relacionadas con la forma en la que operan los distintos actores del mundo financiero.

1. Crece la relevancia de Estados Unidos y China, se hunde el papel de Europa

Uno de los cambios más evidentes de cuantos han acontecido en el mercado en los últimos 12 meses está relacionado con el impacto dispar que el virus ha tenido sobre los distintos mercados bursátiles. Si en términos generales se puede decir que las bolsas han logrado dejar atrás con sorprendente velocidad los estragos ocasionados por la pandemia, un análisis pormenorizado de la situación evidencia que muchos índices siguen lamiéndose las heridas.

Entre las grandes bolsas internacionales, destaca el buen rendimiento acumulado en este periodo por el CSI 300 chino, el Nikkei japonés o el Nasdaq 100 estadounidense, que acumulan ganancias en torno al 40%, al igual que los índices referentes de Taiwán o Corea del Sur, mientras que otros como el Sensex indio o el S&P 500 estadounidenses, aunque algo rezagados, también salen victoriosos, con repuntes entre el 24 y el 15%.

Foto: EC.

En cambio, las bolsas europeas, sin presencia entre las 10 mejores a nivel mundial, ocupan un lugar destacado en las últimas 20 plazas de un listado de 92 bolsas mundiales, con el Ibex como el índice regional de peor desempeño. Sólo las bolsas de Mauricio, Jamaica y Colombia presentan peores números en el periodo.

Esto se traduce en una notable pérdida de relevancia de las bolsas europeas en el mercado global. Si el 19 de febrero de 2020, las bolsas de Reino Unido, Francia, Alemania, España e Italia representaban hasta un 10,9% de la capitalización bursátil mundial, hoy esa cifra se ha reducido por debajo del 9,5%. En el lado opuesto destaca la situación de Estados Unidos, que suma seis décimas y ya representa casi el 41,5% del valor total del mercado; y sobre todo China, que pasa de suponer un 8,7% a un 10,57%, actualmente.

2. Sectores de futuro vs. negocios obsoletos

El mayor tirón de unos mercados frente a otros puede explicarse en gran medida por la composición sectorial de cada uno de ellos. Y es que, como observa José Manuel Amor, socio director del área de Análisis Económico de AFI, una de las peculiaridades de este periodo ha sido "una dispersión sectorial muy intensa", con los inversores tratando de distinguir entre los negocios más afectados por la crisis y aquellos que podrían salir beneficiados por las propias características de la crisis o por los planes planteados para la salida de la misma. Esto vino a marcar, especialmente durante la primera etapa tras el 'shock', una brecha muy marcada entre negocios como el tecnológico o el de energías renovables frente a otros sectores tradicionales como el bancario, las telecomunicaciones o la industria petrolera.

Foto: Pantallas de cotización del Ibex en el interio de la Bolsa de Madrid. (EFE)

Aunque en gran medida este movimiento respondió a factores coyunturales que podrían revertirse con la recuperación, también es visto como una intensificación de un proceso de largo plazo; una rotación estructural llamada a propiciar el surgimiento de una nueva economía, en paralelo al ocaso de otros negocios en claro declive. "El coronavirus ha acelerado considerablemente los cambios que ya se venían produciendo, como la digitalización o el interés por la sostenibilidad o la economía verde. Además, algunos de los cambios en los hábitos de los consumidores podrían permanecer de forma duradera", explica Patricia García, socia fundadora de Macroyield.

Un vistazo al 'ranking' de las mayores empresas del mundo ofrece una clara muestra de esta realidad. El 'top ten' está copado por compañías claramente vinculadas a esta nueva economía, con el gigante petrolero Saudi Aramco como única excepción. Las seis grandes tecnológicas estadounidenses (Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, Facebook y Tesla) superan los 7,1 billones de euros de capitalización, frente a los 5,3 billones que sumaban hace un año. Y los tres grandes grupos asiáticos del sector (Tencent, Alibaba y TSMC) han pasado de un valor de 1,2 a 1,8 billones. Estas nueve compañías son las responsables de más del 20% del aumento del valor de las bolsas mundiales en el último año.

3. Valoraciones más exigentes

La fortaleza evidenciada por las bolsas y los mercados de deuda, tras el derrumbe inicial y a pesar del grave agujero económico provocado por la pandemia, ha ido aparejada a un intenso debate (que ha ido en aumento con el paso de los meses) sobre si el mercado estaría adentrándose en un territorio de burbuja. Mientras una enorme cantidad de bonos presenta hoy rentabilidades negativas, las valoraciones alcanzadas por las bolsas han alcanzado cotas casi sin parangón en la historia, con la casi única excepción de la burbuja puntocom. Hoy, el índice MSCI World cotiza a una ratio PER (la relación entre el precio y el beneficio de las empresas) superior a las 34 veces, 13 puntos más que hace un año y 16 puntos más que la media de la última década.

El PER actual del MSCI World supera en 16 puntos la media de la última década

Aunque pueda haber ciertos excesos en algunos segmentos, los expertos consideran que, en gran medida, esta revalorización de los mercados puede justificarse por diversas razones: el carácter excepcional de la crisis, causada por un factor exógeno que permite prever que la salida de la misma, una vez ese factor esté bajo control, será más rápida que cuando la crisis viene propiciada por desequilibrios internos del sistema; el escenario de tipos de interés en mínimos creado por los bancos centrales para responder al 'shock' económico y que se presenta con la garantía aparente de su continuidad por un tiempo prolongado; y las inyecciones de liquidez sin precedentes que han llevado a cabo de forma conjunta bancos centrales y gobiernos.

Este último factor es resaltado por Alberto Matellán, economista jefe de Mapfre Inversión, quien subraya que tras la ampliación exponencial de la masa monetaria provocada por la Fed o el BCE, entre otras instituciones, "el dinero hoy vale menos y eso hace que los niveles actuales de las bolsas sean difícilmente comparables con los de antes. La base del mercado ha cambiado".

4. Apuesta por el riesgo

Precisamente, el respaldo del dinero de los bancos centrales y la rápida recuperación de las bolsas tras el primer embate de la pandemia han creado una sensación de seguridad entre los inversores que se ha traducido en apuestas cada vez de mayor riesgo mientras se ignoran, con frecuencia, los evidentes riesgos que aún se ciernen sobre la economía.

Con los activos libres de riesgo ofreciendo rentabilidades nimias o incluso negativas, cada vez más inversores (e incluso ahorradores) se han visto espoleados a adoptar posiciones más arriesgadas en sus carteras, con la confianza de que, en caso de turbulencias, los bancos centrales redoblarán su respaldo al mercado.

Esta situación, combinada con factores particulares de la crisis, ha alumbrado fenómenos excepcionales como el acontecido en torno a Gamestop y el foro de Reddit 'Wallstreetbets', en el que un grupo de inversores particulares se coordinaron para inflar el precio de una serie de activos con el objetivo de infligir daño a los fondos posicionados en corto.

5. Dependencia de los bancos centrales

No es, ni mucho menos, una situación nueva, sino que se ha convertido en una constante desde la anterior crisis financiera. Pero su intensificación tras el golpe de la pandemia ha venido a dar alas a los profetas del 'QE infinito', aquellos analistas que advierten contra el riesgo de que los bancos centrales no logren nunca abandonar los mercados sin causar un descalabro.

"La crisis provocada por la pandemia ha vuelto a dilatar el periodo en que se espera que los tipos de interés se sitúen en niveles extraordinariamente bajos y, aunque de nuevo la preocupación se centra en que el posible repunte de la inflación pueda hacer revisar su política, se estima que estos se mostrarán pacientes, en un contexto donde, además, la dependencia de los mercados de una laxa política monetaria y del estímulo y ayudas gubernamentales es muy superior al precente", explica Patricia García.

Foto: Un 'trader' de la Bolsa de Fráncfort. (Reuters)

Ese posible repunte la inflación es visto por la gran mayoría de los analistas como el principal riesgo para los mercados. El BCE y sobre todo la Fed han prometido mantener su apoyo y adoptar una actitud más tolerante ante las alzas puntuales de los precios. Pero si la reactivación de la economía y las condiciones monetarias creadas en los últimos meses provocaran un incremento mayor de lo previsto en la inflación, los principales bancos centrales podrían verse forzados a refrenar sus estímulos actuales.

"Si las expectativas de mayor inflación se hicieran efectivas de forma consistente, los bancos centrales, por mucho que digan, tendrán que reaccionar", comenta Matellán, quien advierte de que "esto cambiaría la situación de los mercados". La mayor tolerancia a unas valoraciones más altas o el apetito por el riesgo de los inversores podrían verse súbitamente cuestionados, lo que supondría una importante pérdida de soportes para los activos de riesgo.

6. Búsqueda de alternativas y protección

El impulso de las bolsas y los bonos en los últimos meses ha obligado a los mercados a repensar las fórmulas tradicionales de inversión. Si durante mucho tiempo se ha planteado la cartera 60-40 (60% bolsa y 40% renta fija) como el patrón ideal para obtener rentabilidad sin excesiva volatilidad, las altas valoraciones que presentan estos activos refuerza la idea de que es necesario complementar una cartera de este tipo con inversiones alternativas.

En esta tendencia, el ingente flujo de fondos hacia bitcoin y otras criptomonedas representa el ejemplo más llamativo; pero no es, ni mucho menos, el único. Como observa José Manuel Amor, en los últimos tiempos también está creciente el interés por las materias primas, en medio de los pronósticos de que los recursos básicos podrían estar protagonizando el inicio de un superciclo de subidas favorecido por la recuperación económica y los planes de inversión en digitalización y transición ecológica que han puesto sobre la mesa distintos gobiernos.

Además, el experto de AFI percibe que los inversores también están mostrando un mayor interés en reforzar sus carteras frente a eventos inesperados. "Tras el 'shock' del coronavirus estamos notando entre los inversores una inclinación a añadir a sus carteras algún tipo de protección contra eventos de 'cisne negro', por invertir en activos o estrategias que puedan proteger ante sucesos inesperados".

Foto: Un 'trader' observa diversos gráficos de cotización. (Reuters)

Matellán coincide con esta apreciación. "El derrumbe provocado por el coronavirus está muy presente y los inversores ahora son conscientes de que hay factores que no se ven, que no se pueden prever pero pueden desestabilizar el mercado".

Con todo esto sobre la mesa, el economista jefe de Mapfre Inversión asegura que hoy moverse en el mercado resulta más difícil que hace un año. "Hay un mayor grado de incertidumbre: sobre el virus, sobre la evolución de la economía y de la política monetaria... Son muchos factores que resultan muy difíciles de calibrar", sostiene.

Han pasado 12 meses desde que los mercados, creyéndose a salvo del coronavirus, comenzaron a dar sus primeros pasos hacia un derrumbe totalmente inesperado y que alcanzó una magnitud histórica. Hoy, afianzados sobre nuevos máximos históricos, parecen destilar la misma confianza en que el virus no logrará torcer su inercia alcista. Argumentos para defender ese optimismo no faltan, pero tampoco razones para actuar con cierta cautela.

La crisis del coronavirus ha ocasionado importantes cambios en la faz y en el fondo del mercado, pero lo que no ha hecho es eliminar los peligros. Como dejó escrito Edwin Lefevre en su libro sobre el prestigioso inversor Jesse Livermore, "no hay nada nuevo en Wall Street. No puede haberlo porque la especulación es tan vieja como las montañas. Cualquier cosa que ha pasado en el mercado hoy ha sucedido antes y volverá a suceder".

Unos minutos después de las 17:30, como cada día, el mercado bursátil español ponía término a su negociación el miércoles 19 de febrero de 2020. Aquella jornada, el Ibex cerraba por encima de los 10.083 puntos, en máximos de casi dos años, tras escalar un 7,6% en apenas 13 sesiones. Fuera de nuestras fronteras, el escenario resultaba aún más favorable para los inversores, con Wall Street y los índices globales asentados firmemente en máximos históricos, lo que permitía al presidente estadounidense, Donald Trump, presumir a través de su cuenta de Twitter del "mayor mercado alcista de la historia".

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