Y de repente, la inflación: un viejo enemigo viene a verte
La inflación está de vuelta. Todavía de forma muy tenue, pero los mercados comienzan a tomar posiciones. La recuperación al calor de las vacunas da alas a los precios
La inflación vuelve a preocupar. Todavía está bajo control, un 0,9% en la eurozona —un 1,4% si se eliminan los componentes más volátiles: energía o alimentos no elaborados—, pero los mercados comienzan a tomar posiciones.
La curva de rendimientos de la deuda pública a largo plazo se ha tensado y los informes de coyuntura empiezan a analizar los efectos que tendrá el repunte sobre los tipos de interés a largo plazo, que son los que fija el mercado y no los bancos centrales, y, sobre todo, sobre la recuperación, que irá tomando velocidad a medida que avance la distribución de las vacunas y se suavicen las restricciones.
El barril de crudo tipo Brent se sitúa en torno a los 63 dólares, lo que supone 20 dólares más que en media anual de 2020
Detrás de este repunte se encuentran los precios del petróleo y la propia recuperación económica. El barril de crudo tipo Brent se sitúa en torno a los 63 dólares, lo que supone 20 dólares más que en media anual de 2020, un año especialmente adverso para los precios del petróleo a consecuencia de la pandemia. Se trata de un nivel similar al que existía inmediatamente antes de la aparición del virus, aunque lo inquietante es que, en paralelo, otras materias primas han consolidado su tendencia alcista. Los precios del cobre, por ejemplo, han alcanzado máximos desde 2012.
El Bloomberg Commodity Index ha aumentado un 34% en los últimos 12 meses y prácticamente un 50% desde mínimos durante la fase más dura de las restricciones. Algunas casas de analistas citadas por 'Financial Times' barajan ya la posibilidad de que el barril cruce la barrera de los 100 dólares a medida que se consolida la recuperación. Es decir, niveles desconocidos desde 2014.
Lo que está detrás de este análisis es que durante todo 2021 y parte de 2022 continuarán las políticas expansivas, tanto en el ámbito fiscal como en el monetario, lo que acelerará la recuperación cíclica de la economía tras el desplome de 2020.
El BCE ya ha anunciado que el programa de compras de deuda pública estará vigente al menos hasta marzo de 2022, mientras que los fondos europeos Next Generation comenzarán a ser operativos desde el segundo semestre de este año.
Ahorro embalsado
Igualmente, la nueva Administración Biden comenzará a aplicar el plan de estímulo de 1,9 billones de dólares en las próximas semanas, lo que significa, ni más ni menos, un gigantesco impulso económico que, necesariamente, afectará al consumo y, por lo tanto, a los precios. Entre otras cosas, porque los estímulos llegarán a los hogares de menor renta disponible, cuya propensión al consumo es mayor. Sin contar el enorme ahorro que se ha embalsado en el último año en los hogares debido a las restricciones para viajar o consumir.
Las mayores expectativas de inflación, de hecho, explican, como sostienen los analistas de CIMD, que el diferencial de los bonos a 10 años del Tesoro de EEUU respecto de los bonos ligados a la inflación (TIPS, según sus siglas en inglés) hayan alcanzado máximos desde 2014, lo que refleja —además de razones técnicas que explican el diferencial— el interés de los inversores por protegerse del aumento de los precios. Algunas casas de valores, de hecho, ya prevén que la tasa anual de inflación en EEUU se sitúe alrededor del 3% durante el próximo trimestre, lo que obligaría a actuar, aunque con mucha precaución para no frenar la recuperación, a la Reserva Federal. Al menos, dando alguna señal al mercado.
La curva de tipos, de hecho, se sitúa en su pendiente máxima desde abril de 2017, lo que indica que los inversores observan un repunte de la inflación. Incluso el bono alemán marca máximos de rentabilidad desde junio del año pasado (0,365%). Aunque actualmente el IPC estadounidense crece a un ritmo anual del 1,4%, hay que tener en cuenta que se produce un efecto escalón, ya que los primeros meses del año pasado los precios se hundieron por culpa de la pandemia (hace poco más de un trimestre, los precios subían apenas un 0,1%).
En todo caso, como recuerdan los analistas de CIMD, “los inversores ahora esperan que la inflación en EEUU se sitúe en el 2,3% en los próximos cinco años, cuando a finales de diciembre esperaban un 1,9% y en septiembre, un 1,5%”.
La aceleración de los precios, en todo caso, será muy limitada. Desde luego, en el caso español. Entre otras razones, porque la recuperación de la actividad está más retrasada que en EEUU, Alemania y, en general, la eurozona.
El Banco de España estima que este año se puede cerrar con un IPC del 0,6% en el escenario central, pero esas previsiones están realizadas antes de los recientes repuntes del petróleo. Hoy se sitúa (enero de 2021) en el 0,5%, mientras que la subyacente (que elimina los componentes más erráticos) crece un 0,6%. Funcas estima que este año, en media anual, el IPC se situará en el 1,5%, con un máximo del 2,4% en noviembre. Si se cumplen esas previsiones, el Gobierno tendría que abonar una paga extra a pensionistas y empleados públicos, a quienes se revalorizó un 0,9%. A cambio, las bases imponibles que grava Hacienda serán más altas si se produce un rebrote de la inflación.
La inflación vuelve a preocupar. Todavía está bajo control, un 0,9% en la eurozona —un 1,4% si se eliminan los componentes más volátiles: energía o alimentos no elaborados—, pero los mercados comienzan a tomar posiciones.