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Los bosques catalanes se están convirtiendo en un cementerio vegetal por la falta de agua
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Los bosques catalanes se están convirtiendo en un cementerio vegetal por la falta de agua

Tras tres años de sequía extrema, la vegetación forestal supera sus límites de adaptación y empieza a sucumbir en masa. En las serranías litorales, los árboles resecos predominan en el paisaje

Foto: Árboles resecos en el Parque Serralada Litoral, en Barcelona. (Jose Luis Gallego)
Árboles resecos en el Parque Serralada Litoral, en Barcelona. (Jose Luis Gallego)

Con los embalses al 16% de su capacidad, casi a la mitad que el año pasado, considerado el más seco de la historia, y 50 puntos por debajo de la media histórica, los calificativos para intentar definir la situación de sequía que atraviesa Cataluña (histórica, dramática, catastrófica) se agotan. Como se agota la capacidad de resistencia de los ecosistemas forestales, que empiezan a rendirse de manera irreversible.

Mientras las noticias sobre el plan de emergencia por sequía que prepara el gobierno de la Generalitat destacan la prohibición de llenar las piscinas de los hoteles y usar las duchas de los gimnasios, los bosques catalanes, especialmente en las serranías del litoral y las vertientes resecas del interior, están sucumbiendo en masa ante la falta de agua y el calor extremo.

Albert es un amante de la naturaleza lleva más de 10 años recorriendo los caminos forestales que atraviesan el Parque de la Serralada Litoral, una de las principales masas boscosas del anillo verde de Barcelona. “Nunca había visto nada igual. Los primeros en dar síntomas de agotamiento fueron los pinos, que empezaron a ponerse marrones por las copas. Ahora los que están muriéndose por centenares son robles y encinas. Da pena verlos.”

Foto: El río Muga, seco a su paso por Peralada, Girona. (EFE/David Borrat)

Este tramo de la cadena costera catalana está densamente humanizado y muestra las secuelas tras décadas de alteración del paisaje. En condiciones normales dicho paisaje debería estar formado por abiertos encinares y alcornocales, combinados con robledales en las zonas de umbría y bosques de ribera. Sin embargo, como ocurre en buena parte del territorio, la arboleda autóctona fue sustituida por monocultivos de crecimiento rápido, como las diferentes especies de pino, que fueron abandonadas a medida que dejaron de ser rentables. Los pinos tienen una alta capacidad de adaptación ante la escasez de lluvias y pueden llegar a superar los estiajes más severos, pero en este caso el reto está resultando insuperable.

Plagas forestales y falta de agua

Debido al aumento de plagas forestales y al estrés hídrico sufrido tras años de intensa sequía, los bosques de las serranías litorales se están convirtiendo en un paisaje reseco. Un cementerio forestal que no va a hacer más que aumentar en extensión en los próximos meses, aunque empiece a llover a cántaros. Y es que los procesos de deterioro y muerte en el caso de los árboles pueden continuar incluso meses después de que finalice la sequía, lo que, por otro lado, no se prevé a corto plazo.

placeholder La sombra de la sequía se cierne sobre los bosques catalanes. (Jose Luis Gallego)
La sombra de la sequía se cierne sobre los bosques catalanes. (Jose Luis Gallego)

En las comarcas de la Cataluña central la situación es incluso más grave. Según los datos de la Generalitat, la superficie forestal afectada aquí por la sequía ha pasado del 12% en 2022 al 80% en 2023. El peligro ahora es que las plagas forestales se extiendan al resto del mapa forestal y entren en contacto con el resto de áreas afectadas, desde las tierras del Ebro hasta el Prepirineo.

Los técnicos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) llevan años monitorizando el estado de salud de los bosques catalanes y alertando de su alta vulnerabilidad ante el avance del cambio climático. Su informe DeBosCat (2022) sobre el estado de salud de las masas forestales en Cataluña ya señalaba que la superficie afectada por la sequía había aumentado en 10.000 hectáreas en tan solo un año, superando ya las 33.000. Tras un 2023 en el que tanto la escasez de agua como las temperaturas extremas han ido a peor, la superficie afectada actualmente podría rondar ya las 50.000 hectáreas. Y los que están viéndose más afectados son precisamente los pinares.

placeholder El cambio climático es la mayor amenaza para los ecosistemas forestales. (EFE/S. Steinbach)
El cambio climático es la mayor amenaza para los ecosistemas forestales. (EFE/S. Steinbach)

Como señala el Creaf, durante los periodos de sequía es las especies de árboles planifolios como robles, encinas o alcornoques, entre otros, se ven mucho más afectados que las especies de coníferas, como pinos, abetos o tejos, entre otros, y acaban desecándose antes. En cambio, como señalábamos, las coníferas pueden llegar a mostrar los síntomas de afectación con muchos meses (incluso años) de retraso. Con una diferencia: cuando sus copas empiezan a pasar del verde al marrón el árbol ya se puede dar por muerto, aunque lleguen las lluvias.

En cambio, las encinas y los robles, pueden llegar a rebrotar tras superar un periodo de decaimiento por estrés hídrico. Para entender el grado de amenaza que conlleva esta situación hay que tener en cuenta que las diferentes especies de pino que crecen en Cataluña, principalmente carrasco, albar y negral, representan más de la mitad de su superficie forestal.

Un sector abandonado

De momento las ayudas por parte de la Generalitat al importante sector forestal catalán (recordemos que más de tres cuartas partes de los bosques catalanes son privados) van dirigidas principalmente a financiar la gestión forestal con la retirada de árboles muertos, con un doble objetivo: evitar la extensión de plagas forestales y reducir la carga de combustible ante el elevado riesgo de incendio previsto de nuevo para este año. El importe de las ayudas en 2023 fue de cinco millones y medio de euros.

placeholder Los pinos, afectados por las plagas, sucumben a la sequía. (Jose Luis Gallego)
Los pinos, afectados por las plagas, sucumben a la sequía. (Jose Luis Gallego)

Pero las consecuencias del cambio climático en los bosques catalanes, que figuran entre los más amenazados del mundo, están generando pérdidas mucho más elevadas en los propietarios forestales, que deben afrontar costes inasumibles para garantizar su mantenimiento. “Si fuéramos un banco ya estaríamos rescatados” comenta Joan, que posee uno de los mayores alcornocales del Ampurdán y reclama que se pongan en valor los servicios ecosistémicos que nos prestan las arboledas. Unos servicios que van mucho más allá de los exiguos beneficios que genera su aprovechamiento silvícola y que tienen que ver con su capacidad para actuar como sumideros de carbono, generar biodiversidad, vertebrar y conservar los suelos o garantizar el ciclo del agua, entre muchos otros.

Por todo ello, ante el elevado grado amenaza que representa la sequía también para los bosques, debería activarse un plan de emergencia forestal que contemple mayores ayudas al sector, mayores apoyos a la ciencia y el conocimiento y una política forestal mucho más seria y eficaz. Una política de mayor rango y dotación presupuestaria que esté acorde con el hecho de que el 65% del territorio catalán es forestal, por lo que el estado de sus bosques determina en gran medida el de su medio físico.

Con los embalses al 16% de su capacidad, casi a la mitad que el año pasado, considerado el más seco de la historia, y 50 puntos por debajo de la media histórica, los calificativos para intentar definir la situación de sequía que atraviesa Cataluña (histórica, dramática, catastrófica) se agotan. Como se agota la capacidad de resistencia de los ecosistemas forestales, que empiezan a rendirse de manera irreversible.

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