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La sequía de talento dispara la batalla cultural entre bufetes nacionales y anglosajones
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El sueldo cuenta (y mucho) pero no lo es todo

La sequía de talento dispara la batalla cultural entre bufetes nacionales y anglosajones

El cruce de argumentos entre Vázquez-Guillén, de Allen, y Pedro Pérez-Llorca sobre el mejor modelo de despacho para desarrollar la carrera es reflejo de un debate de fondo en la abogacía de élite

Foto: Ribón (ICAM), Vidal (Broseta), Estrelles (KPMG Abogados), Pérez-Llorca (Pérez-Llorca), Cohen (magistrada), Giménez (Linklaters) y Vázquez-Guillén (Allen & Overy)
Ribón (ICAM), Vidal (Broseta), Estrelles (KPMG Abogados), Pérez-Llorca (Pérez-Llorca), Cohen (magistrada), Giménez (Linklaters) y Vázquez-Guillén (Allen & Overy)
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Hay preocupación en los grandes despachos de abogados por la escasez de talento disponible para cubrir sus necesidades. A pesar de los vaivenes de la economía y la incertidumbre en la que llevamos instalados desde hace tiempo, lo cierto es que la élite de la abogacía no ha dejado de contratar. Eso sí, a un precio mucho más caro. La falta de letrados que se adapten a sus necesidades y la incesante fuga de profesionales, bien rumbo a otros despachos, bien dejando una profesión que parece no encajar con las aspiraciones de los jóvenes, ha sumido a los bufetes en una carrera de alzas salariales que parece no tener fin. Ello mientras tratan de dar con la tecla, en forma de políticas internas que incrementen la flexibilidad de un sector tradicionalmente presencialista, para mitigar la insatisfacción que en muchos crea la exigencia de disponibilidad y la imprevisibilidad de los flujos de trabajo.

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Esta sequía, además, está haciendo aflorar en foros públicos el debate sobre las bondades que para el desarrollo de la carrera profesional puede tener cada modelo de despacho. Unas reivindicaciones de lo propio a las que, en no pocas ocasiones, se suman dardos envenenados a los competidores. Una discusión y unas críticas veladas —o no tan veladas— que siempre habían existido en conversaciones o encuentros privados, pero que desde hace un tiempo parece que los líderes de las grandes firmas no encuentran problema en trasladar en público, especialmente si la discusión es sobre la atracción de talento o si quienes escuchan son potenciales abogados.

Como sucede en muchos otros ámbitos, el sector legal también libra sus propias batallas culturales. En nuestro país, la más intensa e interesante actualmente es la que confronta a las firmas nacionales e internacionales, fundamentalmente las anglosajonas. Aunque dentro de las mismas hay que distinguir, a su vez, entre bufetes ingleses y norteamericanos, pues en España también pueden sentirse los ecos de la fuerte confrontación que ambos están protagonizando en Londres. Una disputa que está obligando a muchos despachos británicos a revisar sus modelos para no ser arrasados por el poder de los gigantes estadounidenses.

"Libertad emocional"

El último ejemplo de esta batalla cultural fue el cruce de argumentos entre dos pesos pesados de la abogacía española, como Pedro Pérez-Llorca, socio director de Pérez-Llorca, y Antonio Vázquez-Guillén, socio codirector de Allen & Overy, en una jornada sobre talento y personas celebrado la semana pasada en el Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM), impulsada por Women in a Legal World (WLW) y liderada por Paula Fuentes, de F&B Consultores. En la mesa, en la que también estuvieron los socios directores de Linklaters, Broseta y KPMG Abogados, José Giménez, Rosa Vidal y Alberto Estrelles, se discutía sobre las nuevas formas de liderazgo en las firmas de abogados. El fuego lo abrió Vázquez-Guillén al ser preguntado por la importancia de la salud mental y del bienestar de los profesionales en los despachos.

Foto: Foto: iStock.

El socio codirector de Allen & Overy defendió que en las grandes firmas internacionales, como es la suya, los abogados disponen de mayor "libertad emocional" que en otros bufetes "porque nadie es dueño de tu carrera", sino que la evolución de la misma depende de unas metas y cuenta con unos procedimientos que responden a parámetros objetivos. "Cuando formas parte de una organización tan grande, en la que tu oficina representa el 3% del conjunto, es imprescindible contar con procesos mucho más estandarizados y contrastados. Esas valoraciones y estos sistemas objetivables son la única manera de garantizar la convivencia en una estructura tan diversa", defendió Vázquez-Guillén. Unas palabras que, implícitamente, daban a entender que en los despachos nacionales los planes de carrera se encuentran menos profesionalizados y en la evolución de los letrados lo determinante es la voluntad del socio responsable.

Pérez-Llorca recogió el guante y, tras ironizar sobre los "complejos" que sufrían las firmas españolas por palabras como las de Vázquez-Guillén, contraatacó recordando que en bufetes como el que él lidera alcanzar la condición de socio cuenta con muchos menos obstáculos que en los internacionales. "El abogado joven debe saber que en nuestro despacho puede llegar a socio él y hacerlo también junto con su mejor amigo de promoción, porque nosotros no tenemos numerus clausus de acceso al partnership", señaló Pedro Pérez-Llorca. Una ventaja fruto de la cercanía del centro de decisión y la flexibilidad que a las firmas nacionales les concede su estructura y tamaño. No sucede lo mismo en los grandes bufetes internacionales, en los que es Londres o Nueva York quien determina cuántos nuevos socios pueden hacerse cada año en España —si es que abre esa ventana de oportunidad—, número que siempre es limitado —rara vez se superan la una o dos promociones—, pues Madrid compite internamente el resto de oficinas de la red.

placeholder Encuentro de socios directores celebrado en la Universidad Pontificia Comillas Icade.
Encuentro de socios directores celebrado en la Universidad Pontificia Comillas Icade.

La idea esbozada por Vázquez-Guillén no era nueva. Unos días antes, en una jornada con estudiantes de la Universidad Pontificia Comillas Icade, se expresó en el mismo sentido al ser preguntado por las virtudes de hacer carrera en un despacho internacional como Allen & Overy. Palabras que expuso también en una mesa de muchos quilates, pues en ella se encontraban los socios directores de Baker McKenzie, Gómez-Acebo & Pombo y Clifford Chance, Rodrigo Ogea, Íñigo Erlaiz y Jaime Velázquez.

El intercambio de argumentos en el foro del ICAM y el de Icade se añade al coloquio celebrado el pasado mayo en la Universidad de Deusto, en Bilbao, en el que los socios directores de Garrigues, Cuatrecasas, Uría Menéndez y Gómez-Acebo hicieron piña en defensa de su estilo de despacho. El más vehemente en este sentido fue Salvador Sánchez-Terán, de Uría, que criticó el "despiadado" modelo de algunas firmas estadounidenses, que ponen la cuenta de resultados "por encima de todo". En ese sentido, defendió Sánchez-Terán, "son superexitosos desde la perspectiva de la rentabilidad y el dinero, pero no hacen prisioneros", por ello "tienen una altísima rotación; el que no vale se va a la calle", remató.

Foto: De izquierda a derecha, Javier Fontcuberta (Cuatrecasas), Fernando Vives (Garrigues), Gema Tomás (Universidad de Deusto), Salvador Sánchez-Terán (Uría Menéndez) e Íñigo Erlaiz (Gómez-Acebo & Pombo). (Cedida)

El socio director de Uría defendió que las firmas nacionales "miran más a largo plazo" que las anglosajonas —aquí sí, englobando americanas y británicas—, más enfocadas en sus resultados financieros y relegando otras variables a un segundo plano. "Unos han hecho de la máxima rentabilidad el bien supremo, otros [los nacionales] contemplamos otras prioridades como hacer cantera o cuidar la relación con el cliente". Y recordó lo sucedido tras la crisis financiera de 2008. "Ninguno de nosotros llevó a cabo despidos; ingleses y americanos no pueden decir lo mismo". En cualquier caso, Sánchez-Terán admitió que los bufetes españoles debían saber hacer valer sus virtudes, más allá del dinero, para atraer y retener a los mejores profesionales.

Los argumentos de que el dinero no lo es todo y de que existen valores por encima de la rentabilidad parecen estarse configurando como las grandes bazas de los despachos españoles para atraer el talento, a la vista de que los jóvenes actuales, con una visión más cortoplacista, no están demasiado interesados en las facilidades o dificultades que plantea un objetivo a tantos años vista como es el acceso a la condición de socio. En ese mensaje, además, resulta más creíble el discurso del bienestar de los profesionales y los esfuerzos en materia de conciliación y flexibilidad. En cualquier caso, nadie discute que la retribución, la sofisticación del tipo de trabajo y los clientes, y las opciones que ofrece una red internacional, seguirán siendo factores decisivos en la elección de despacho. Y ahí, como regla general, las grandes firmas anglosajonas parecen estar mejor posicionadas en el ideario colectivo, aunque los bufetes nacionales estén recortando terreno.

Hay preocupación en los grandes despachos de abogados por la escasez de talento disponible para cubrir sus necesidades. A pesar de los vaivenes de la economía y la incertidumbre en la que llevamos instalados desde hace tiempo, lo cierto es que la élite de la abogacía no ha dejado de contratar. Eso sí, a un precio mucho más caro. La falta de letrados que se adapten a sus necesidades y la incesante fuga de profesionales, bien rumbo a otros despachos, bien dejando una profesión que parece no encajar con las aspiraciones de los jóvenes, ha sumido a los bufetes en una carrera de alzas salariales que parece no tener fin. Ello mientras tratan de dar con la tecla, en forma de políticas internas que incrementen la flexibilidad de un sector tradicionalmente presencialista, para mitigar la insatisfacción que en muchos crea la exigencia de disponibilidad y la imprevisibilidad de los flujos de trabajo.

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