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Contracultura, diversión y libertad: la ilusión de comenzar un nuevo año en el Madrid de la Movida
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NOCHEVIEJAS EN LA DÉCADA DE LOS 80

Contracultura, diversión y libertad: la ilusión de comenzar un nuevo año en el Madrid de la Movida

Este movimiento cultural surgió en Madrid durante los primeros años de la Transición. Rock-Ola, La Vía Láctea o Madrid Me Mata son el nombre de algunos de los bares (o refugios) que cobraron especial protagonismo en esta época de eclosión cultural

Foto: Posado del grupo Mecano. Fotografía de archivo.
Posado del grupo Mecano. Fotografía de archivo.

La ilusión es el motor de nuestra vida. La de algunos jóvenes madrileños de la década de los ochenta era salir a la calle dispuestos a hacerla suya. Eran años de contracultura, diversión y libertad. En diciembre de 1988, Ana Torroja y los hermanos Cano, José María y Nacho, habían estrenado un sencillo que 35 años después sigue sonando por las calles de la capital cada fin de año. “Y en el reloj de antaño, como de año en año, cinco minutos más para la cuenta atrás” se puede escuchar en esta canción, que forma parte del álbum Descanso Dominical y que es un símbolo de aquella época en la que Madrid bailó hacia el cambio.

En la Nochevieja de 1988, Raúl cenaba con su familia mientras de fondo se oía el murmullo de La última cena... del 88, el programa de RTVE que les acompañaría antes de tomar las uvas. La ruta para comenzar el año en condiciones la tenía clara: sí o sí tenía que pasar por Malasaña, el kilómetro cero de la Movida madrileña. Su intención era empezar en El Pentagrama, un bar que abrió sus puertas en la calle de La Palma en el año 1976 y que vio nacer a algunos de los grupos de pop y rock más famosos de la década, y terminar la noche en La Vía Láctea, famoso por ser uno de los lugares donde había estado Joe Strummer, del grupo británico The Clash.

Este madrileño de pura cepa, que en su juventud no se imaginaba que 30 años después estaría trabajando en un despacho de abogados, recuerda con nostalgia esa época. "Antes se llevaba mucho ir de pub en pub. Sobre todo en Huertas, la zona de Bilbao y por Moncloa", explica a El Confidencial. Por poner una parte negativa a esta explosión cultural, critica los aforos. "Si ahora a veces nos quejamos, en algunos bares se llegaban incluso a triplicar", señala.

Mercedes se preparaba en su casa. Quería maquillarse con una sombra azul, a juego con sus ojos, como sinónimo de ruptura de un pasado gris. Ella había sido una de las niñas del franquismo. Esos nuevos peinados llenos de extravagancia eran algo que sus padres no veían con muy buenos ojos. Muy provocador, decían. Decidió convencerles sacando su radio cassette y amenizando los preparativos de la cena con algunos de los temas de Mecano. ¿Su favorito? Me colé en una fiesta. No recuerda si esa noche la pasó en Huertas o si finalmente fue a La Latina, dos de sus zonas favoritas, pero sí que es capaz de cantar esa canción de principio a fin. Tampoco ha olvidado como cardarse el pelo como Ana Torroja.

En la casa de Gloria, su familia no dejaba de cantar y bailar las canciones del momento para despedir el año. “No tenía esa necesidad de salir en Nochevieja. Cuando era joven me juntaba con toda mi familia, mis primos y tíos y nos lo pasábamos genial. Eran otros tiempos”, rememora. 35 años después, cada noche de fin de año repite la misma tradición junto a los suyos.

Algo similar le ocurrió a Carlos, quien por aquel entonces solo tenía seis años. En aquella década, Pedro Almodóvar había estrenado el film ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, protagonizado por Carmen Maura, entre otras películas. Millones de personas soñaban con grabar sus recuerdos para siempre, de la misma forma que lo hacía uno de los iconos de la movida madrileña. “Una de las cosas más características de mis cenas de fin de año era ver a mi padre detrás de la cámara”, dice con nostalgia. "De pequeño me encantaba que llegase esta noche para ver Martes y Trece. No había discusión de qué canal elegir", asegura

Foto: Un maestro barista sirve un café en Madrid. (EFE)

Esa noche, Carlos se fue a dormir, mientras Pilar, que se acababa de mudar a Madrid, y Felipe se preparaban para salir de fiesta. La noche era joven y ambos lo sabían. Habían tomado las uvas en la Puerta del Sol. Decidieron probar suerte en una discoteca con el mismo nombre. Un arquitecto vasco había inaugurado El Sol en 1979 con conciertos de grupos como Nacha Pop, Burning o Los Secretos, entre otros. Desde ese momento, todas las bandas de la época estaban dispuestas a "hacer salir el sol" cada noche en la capital. No recuerdan los detalles de aquella Nochevieja, pero sí que fue "una experiencia única".

No obstante, explican que "el miedo" estaba muy presente. Ese mes de diciembre se había cumplido el quinto aniversario del incendio de la discoteca Alcalá 20, en el que fallecieron 82 personas, tanto por quemaduras e inhalación de humo como por aplastamiento debido a las avalanchas humanas. "Desde entonces tengo pánico a las aglomeraciones", recalca Pilar.

"Tras la muerte de Franco, en 1975, y encarrilada la democracia con las primeras elecciones de 1977 que ganó la UCD de Adolfo Suárez, en Madrid se notaba ya un ambiente de libertad con numerosos festivales organizados por los partidos políticos de izquierda en los que participaban cantautores y grupos de rock", explican Jesús Ordovás y Patricia Godés en su Guía del Madrid de la Movida.

Sin embargo, el origen de la movida madrileña, que no solo se centró en La música, también en el cine, el cómic, la fotografía y el diseño, se remonta al 9 de febrero de 1980, cuando un grupo de jóvenes se reunieron en la Escuela de Caminos de Madrid para asistir a un concierto de varias bandas que rindieron homenaje al Canito, un compositor, batería y cantante español.

Foto: Alicia García, cantante en una banda de los años 80, posando en el escaparate de su tienda de León, Elektra Comics. (66 RPM EDICIONS)

Desde ese momento comenzaron a proliferar distintas bandas, como Kaka de Luxe, que calaron en las generaciones más jóvenes. Este movimiento cultural, que permitió a Madrid dar el salto a la modernidad, muy pronto se extendió a distintos puntos de España, donde surgieron grupos como Siniestro Total, en Galicia; Ilegales, en Asturias, o Loquillo y los Trogloditas, en Cataluña, entre otros.

El Ayuntamiento madrileño de Tierno Galván tuvo mucho que ver en esta explosión de libertad en Madrid. De hecho, uno de los momentos más icónicos de esta etapa es cuando el edil dijo en un festival de música: "¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque... y al loro!". El Consistorio subvencionó macroconciertos y respaldó la puesta en marcha de distintas actividades culturales que permitieron a algunos artistas dar el salto a la fama. Su apuesta por la libertad de expresión y la cultura han hecho que con el paso del tiempo sea recordado como "el alcalde de la Movida".

La primera vez que Mecano se subió a un escenario, Tierno Galván estaba en la alcaldía. Las canciones de este grupo, un hito en la historia de la música pop y comercial española, lograron reflejar el sentir de una generación. En plena Transición democrática, su música y la de sus congéneres, abrieron el camino a la libertad de expresión de un país que llevaba décadas viviendo en la censura. Mecano, al igual que otros grupos, se atrevió a cantar a la soledad, el sida o las drogas, dando voz a los problemas de una sociedad que daba sus primeros pasos hacia la democracia.

"Y aunque para las uvas hay algunos nuevos, a los que ya no están echaremos de menos", pensarán 35 años después Mercedes, Raúl, Gloria, Carlos, Felipe y Pilar, que si bien no irán a la Puerta del Sol esta noche a cantar una de las canciones más míticas de este grupo, sí que brindarán junto a su familia por el tiempo que fue y por el que vendrá. Un año más. Vuelta a empezar.

La ilusión es el motor de nuestra vida. La de algunos jóvenes madrileños de la década de los ochenta era salir a la calle dispuestos a hacerla suya. Eran años de contracultura, diversión y libertad. En diciembre de 1988, Ana Torroja y los hermanos Cano, José María y Nacho, habían estrenado un sencillo que 35 años después sigue sonando por las calles de la capital cada fin de año. “Y en el reloj de antaño, como de año en año, cinco minutos más para la cuenta atrás” se puede escuchar en esta canción, que forma parte del álbum Descanso Dominical y que es un símbolo de aquella época en la que Madrid bailó hacia el cambio.

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