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Los otros 'Toconaos': ocho accidentes y 2.000 toneladas de 'pellets' en solo 12 años
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CONTAMINACIÓN MARÍTIMA

Los otros 'Toconaos': ocho accidentes y 2.000 toneladas de 'pellets' en solo 12 años

La Organización Marítima Internacional demora la catalogación del transporte de las bolas de plástico como mercancía peligrosa

Foto: Una persona recoge 'pellets' en Galicia. (EFE/Cabalar)
Una persona recoge 'pellets' en Galicia. (EFE/Cabalar)

Antes de que la costa de Galicia se llenara de pellets, el desastre de X-Press Pearl en 2021, con más de 1.600 toneladas de granulados que se derramaron frente a las costas de Sri Lanka, atrajo la atención generalizada sobre el problema de la contaminación por la diseminación de miles de millones de pequeñas bolas de plástico en el mar. El de la antigua Ceilán fue de largo el más grave accidente de estas características, pero ni mucho menos el primero. Solo desde 2011, hasta ocho precedentes del Toconao se pueden contabilizar en distintas partes del mundo, que diseminaron en el mar hasta 2.070 toneladas de pellets, considerados la segunda fuente directa de contaminación marina por microplásticos y de los que sabe que causan graves daños a la vida oceánica.

El de Sri Lanka juega en otra categoría en la liga de los accidentes en el transporte marítimo de granulados. El buque, que ardió durante cinco días, esparció por el mar y en la atmósfera 25 toneladas de ácido nítrico altamente corrosivo, usado en la manufactura de fertilizantes y explosivos, junto con otros químicos y cosméticos. Fue el mayor desastre ambiental del país, y el detonante de una sensibilización general sobre la necesidad de regular el transporte de los perdigones de plástico que, casi cuatro años después, sigue siendo la misma: su transporte sigue fuera de la lista de mercancías peligrosas, lo que impide extremar las medidas de seguridad.

El primer gran aviso de los riesgos del transporte de pellets se produjo en 2011 y también fue calificado como el peor accidente marítimo de la historia de Nueva Zelanda. El buque MV Rena, que había encallado en octubre frente sus costas, se partió en dos el 8 de enero. Además de los cientos de toneladas de combustible desparramados, acabaron en el mar unas 150 toneladas de perdigones. El accidente provocó la muerte de más de 20.000 aves marinas en un entorno de elevada diversidad biológica. El barco transportaba 1.368 contenedores con 1.700 toneladas de fuel y 200 de diésel marino, además de más materiales peligrosos.

Ese mismo año, en Hong Kong, seis contenedores se desprendieron de un buque en medio de un tifón y las bolas de plástico —hasta 150 toneladas— que comenzaron a esparcirse por el mar, no tardaron en llegar a tierra. Según la organización benéfica Fauna & Flora International, que recopiló todos estos accidentes en un informe sobre la peligrosidad del tráfico de pellets, el desastre provocó un gran movimiento de voluntarios, que reaccionaron ante la ausencia de protocolos estandarizados de respuesta y de una metodología de limpieza. Actuaron "con cualquier herramienta que estuviera a su disposición para limpiar el derrame", relata el documento.

Foto: 'Pellets' amontonados en las rocas de la ría de Muros-Noia. (Ecologistas en Acción)
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Pasarían cinco años hasta que se produjo otro gran desprendimiento de pellets en el mar. Fue en 2017, cuando dos portacontenedores chocaron durante una tormenta en el puerto de Durban, en Sudáfrica, y derramaron 49 toneladas de pellets, que eran transportados a bordo del MSC Susanna. Tres años después, los restos, movidos por las corrientes marinas, comenzaron a aparecer en Australia, a miles de kilómetros de distancia. El informe de Fauna & Flora revela cómo el accidente puso de relieve el desconocimiento sobre la mejor manera de contener el avance de las bolas en el mar y la ausencia de una respuesta planificada.

En la noche del 1 al 2 de enero de 2019, el portacontenedores panameño MSC ZOE perdió 342 contenedores en el Mar del Norte, al norte de la zona holandesa de Wadden. Las playas de las Wadden Islas Wadden y el litoral de Frisia y Groninga quedaron sembradas con el contenido de los contenedores. El accidente supuso el vertido de 11 toneladas de plásticos granulados.

Foto: Voluntarios recogen 'pellets' de plástico en la playa de La Pineda en una de las iniciativas impulsadas por Good Karma. (Anna Lofi)

2020 fue un año fatal, con tres accidentes con barcos cargados de pellets. Uno de ellos fue en Plettenberg Bay, nuevamente Sudáfrica, aunque se desconoce la cantidad derramada. Ese mismo año se produjo en Nueva Orleans un vertido de similares dimensiones del registrado el 8 de diciembre frente a Viana do Castelo (Portugal). El carguero CMA CGM Biancas se liberó de sus amarres en un muelle durante una tormenta y dejó caer un gran contenedor de nurdles en el agua. Hasta 1.250 millones de balas de plástico se esparcieron Misisipi abajo. Las 25 toneladas con destino Asia se extendieron hacia el golfo de México y las playas de la isla de Elmer. Arenales y orillas del río de Luisiana también se llenaron de granulados.

También en 2020, el mar del Norte sufrió otro accidente similar, cuando el MV Trans Carrier, que transportaba 26 toneladas de pellets desde Países Bajos, fue azotado por una tormenta nocturna en la ensenada alemana. El barco permaneció intacto, pero la tripulación informó daños en uno de los contenedores a bordo del que se derramaron los perdigones. Aproximadamente 13 toneladas —650 millones de pellets— acabaron contaminando una amplia zona marítima de la costa oeste de Suecia hasta el sur de Noruega.

Foto: Voluntarios, asociaciones de ecologistas y los propios municipios afectados llevan días organizándose para limpiar las playas gallegas. (EFE/Kiko Delgado)

"Todos estos derrames de alto perfil", incluido el de Sri Lanka, "estuvieron relacionados con accidentes o fenómenos climáticos adversos, y el resultado en cada caso fue el mismo: contaminación por pellets generalizada y altamente dañina y operaciones de limpieza costosas, lentas e ineficaces", alerta el informe de la organización internacional.

El grave accidente del X-Press Pearl agitó las conciencias, y desde entonces se han sucedido los intentos de catalogar el transporte de granulados plásticos como mercancía peligrosa, pero el número de estados que han ratificado los convenios para incrementar las medidas de seguridad y las indemnizaciones por daños ha sido, por el momento, insuficiente para que entrara en vigor.

Antes de que la costa de Galicia se llenara de pellets, el desastre de X-Press Pearl en 2021, con más de 1.600 toneladas de granulados que se derramaron frente a las costas de Sri Lanka, atrajo la atención generalizada sobre el problema de la contaminación por la diseminación de miles de millones de pequeñas bolas de plástico en el mar. El de la antigua Ceilán fue de largo el más grave accidente de estas características, pero ni mucho menos el primero. Solo desde 2011, hasta ocho precedentes del Toconao se pueden contabilizar en distintas partes del mundo, que diseminaron en el mar hasta 2.070 toneladas de pellets, considerados la segunda fuente directa de contaminación marina por microplásticos y de los que sabe que causan graves daños a la vida oceánica.

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