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Todo lo que Puig puede hacer en Valencia antes de que Madrid pague por ser capital
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ECONOMÍAS DE AGLOMERACIÓN

Todo lo que Puig puede hacer en Valencia antes de que Madrid pague por ser capital

Urbes como Múnich, Rotterdam o Gotemburgo se han posicionado como focos económicos sin ser capitales políticas. Los expertos aconsejan inversión en servicios avanzados y conectividad

Foto: El presidente valenciano, Ximo Puig. (EFE)
El presidente valenciano, Ximo Puig. (EFE)

Era consciente de que iba a generar una reacción adversa en algunos estamentos del 'establishment' de la capital de España, pero aún así decidió plantearlo abiertamente. El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, propuso este pasado miércoles en una conferencia sobre modelo territorial y vertebración que Madrid compense al resto del país con algún tipo de figura fiscal por los efectos de la concentración, absorción demográfica y económica derivados de su capitalidad política.

La idea fue mal recibida por el Gobierno autonómico de la popular Isabel Díaz Ayuso y por la patronal regional CEIM, que incluso lanzó un duro comunicado desacreditando al barón socialista y acusándolo de pretender "ocultar el enorme fracaso en la gestión de sus propias competencias".

El enfoque de Puig no es nuevo. Algunos expertos como el catedrático de Economía y Políticas Públicas de Oxford, Paul Collier, han advertido sobre las consecuencias perniciosas para su radio de influencia de los procesos de 'metropolización'. No es un caso exclusivo de España que Madrid haya ido absorbiendo recursos humanos, financieros y económicos en detrimento del resto del país. La tendencia global, por una cuestión también de productividad y optimización de medios, es que los grandes núcleos urbanos sigan creciendo en perjuicio de las ciudades medias y más pequeñas, que van perdiendo oportunidades.

"Europa tiene que trabajar para atraer productividad a las ciudades en las que ha nacido la gente para que no tengan que mudarse. Debe existir una fórmula humana de globalización, donde los trabajos productivos se muevan a donde la gente pertenece, no al revés", señalaba Collier en una entrevista publicada en El Confidencial. "Esta brecha entre los núcleos urbanos y los más pequeños que están arruinados costará dinero, que puede recaudarse mediante un impuesto a las grandes rentas que se han formado en las metrópolis por el hecho de que allí se ha concentrado la actividad económica", proponía.

placeholder Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. (EFE)
Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. (EFE)

Pero si Ximo Puig no quiere que le acusen de tapar las carencias en su gestión con el manido recurso de "Madrid nos roba" quizás tendría que empezar a sumar a su discurso y a las políticas de la Generalitat los ejes necesarios para sacar a su territorio del riesgo de declive demográfico y económico. Más allá del debate sobre esa compensación concreta y de iniciativas públicas que han coadyuvado en esa progresiva concentración en Madrid, como la radialidad del diseño de las infraestructuras ferroviarias más modernas, los gobiernos regionales y las ciudades medias que no disfrutan de la capitalidad política pueden desarrollar políticas que atenúen e, incluso, posicionen sus territorios también como centros económicos.

Foto: Proyecto Éxodo
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El actual sistema europeo de ciudades es de naturaleza muy heterogénea. El paisaje urbano de Europa se caracteriza por más de 1.000 urbes pequeñas, medianas y grandes, todas las cuales varían en su papel y función, según refleja el amplio informe elaborado por los británicos Greg Clarck, Tim Moonen y Jake Nunley para el Banco Europeo de Inversiones: 'La historia de tu ciudad: Europa y su desarrollo urbano, 1970 a 2020'.

Estos expertos en economía urbana identifican a Londres o París y su entorno metropolitano como verdaderos 'hubs' de alcance global, al estilo de las grandes megaciudades de más de diez millones de habitantes más allá de Europa. A poca distancia se sitúa la región de Milán, y a continuación otras capitales como Madrid y muchas otras localidades que han conseguido sostenerse como polos económicos y motores de actividad en sus respectivos estados miembros.

"Este nuevo sistema europeo de ciudades es muy heterogéneo, presenta las 28 capitales junto con una gama más amplia de ciudades diversas con especialidades únicas (por ejemplo, en fabricación avanzada, finanzas, servicios profesionales, industrias creativas, educación, tecnología, puertos y logística, energía, turismo, salud o cultura). Lugares como Múnich, Rotterdam, Cracovia, Gotemburgo, Lyon, Manchester, Basilea, Barcelona, ​​Cork, Amberes, Bolonia y Oulu no son la ciudad más grande o la capital de su sistema urbano nacional, pero en el marco de la integración de la UE han aprovechado la oportunidad de convertirse en importantes actores especializados en el escenario europeo", explican.

Es decir, ciudades que no aglutinan la capitalidad política han logrado mantenerse como focos de atracción demográfica y económica. En España, se cita exclusivamente a Barcelona en este grupo. Del resto de urbes, las gráficas del estudio del Banco Europeo de Inversiones reflejan que únicamente en el País Vasco se vislumbra capacidad de atracción de población por la conurbación metropolitana de Bilbao y, probablemente, un régimen fiscal proclive. Pero, en general, el estudio del BEI es especialmente pesimista con la evolución de las localidades medias del sur de Europa.

placeholder Paul Collier. (Fundación Rafael del Pino)
Paul Collier. (Fundación Rafael del Pino)

Sobre las que han logrado reposicionarse explica que la respuesta, al menos en parte, se encuentra en la inversión en primer término. "Las ciudades europeas inicialmente utilizaron la inversión para fomentar el crecimiento y revertir el declive del centro de la ciudad. Posteriormente, la inversión se dirigió hacia especialidades regionales y nuevas industrias, como la tecnología y la innovación. Esto ayudó a establecer el sistema actual".

Valencia, como capital autonómica, y el eje Alicante-Elche, como el segundo foco en importancia de la comunidad, aglutinan factores de especialización que los expertos señalan como diferenciadores. Es el caso de la actividad logística y portuaria, o el sector agroalimentario, muy exportador. A ello hay que añadir el turismo a lo largo de poblaciones más pequeñas de la costa como generador de rentas, no demasiado altas.

Foto: Imagen: Enrique Villarino.
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Pero a la vista de la evolución regional del PIB per cápita, la presión a la baja de los salarios y la pérdida de convergencia con Madrid, es evidente que la Comunidad Valenciana tiene una grieta en su composición del PIB, con los servicios avanzados como principal déficit.

En el sector secundario, la reciente actitud cicatera de Ford sobre la planta de Almussafes solo genera dudas sobre la aportación del segmento del motor, y apenas el clúster cerámico de Castellón aporta buenas noticias en su comportamiento. Otras industrias maduras (calzado, textil, mueble…) sobreviven a duras penas salvo algunas excepciones ligadas a las cadenas de valor globales (Tempo-Inditex, Actiu…).

En ese contexto viene al pelo el título del informe 'Prosperar en medio de la turbulencia: imaginar las ciudades del futuro', otro estudio de la consultora McKinsey, desarrollado por Joe Frem, Vineet Rajadhyaksha y Jonathan Woetzel, en el que se identifican cuatro fuerzas a tener en cuenta para entender el desarrollo de las ciudades.

El primero de estos elementos es la fuerte competencia por el talento. "Si bien las ciudades deben atraer empresas que ampliarán el número de puestos de trabajo, también deberán crear entornos vibrantes y habitables que atraigan a talentos de alto calibre", escriben los autores. Tan importante es atraer talento como generarlo y conservarlo, y para ello es imprescindible la inversión en educación y la formación.

Foto: Ximo Puig y Carlos Mazón, con el presidente de la Diputación de Valencia, Toni Gaspar, en el centro. (EFE)

McKinsey cita además el requisito de situarse en la élite de la conectividad, pero no solamente física o de infraestructura al estilo del corredor mediterráneo, sino también de conocimiento. Los lugares que concentren el conocimiento o estén en el camino de sus flujos prosperarán. Sabrán que está pasando en un mundo globalizado y podrán subirse a sus trenes. "Las ciudades pueden actuar como nodos clave en estos flujos globales, estimulando la creación de empleos de alta calidad y resultados económicos. Solo seis ciudades importantes (Dubái, Londres, Hong Kong, Nueva York, Singapur y Tokio) son centros importantes para todo tipo de flujos. Esto sugiere que también existen importantes oportunidades para otras", dice McKinsey.

Evitar el estrés de recursos es otra fuerza que puede tener un impacto enorme en la forma en que evolucionan las ciudades. El acceso a la electricidad, a la energía o a los alimentos puede parecer garantizado. Pero el agua, por ejemplo, ya es un motivo de conflicto ente regiones en España que conviene resolver sin demagogias y con determinación en beneficio mutuo.

Lo mismo ocurre con el llamado "estrés social", que aunque el informe no lo desarrolla puede entenderse como el efecto de las desigualdades económicas: "El resultado de una gobernanza deficiente, una urbanización excesivamente rápida, una distribución desigual de la riqueza y el desempleo juvenil. A medida que crece el PIB, el estrés social parece estar disminuyendo en la gran mayoría de las ciudades".

La tecnología está abocada a marcar otra diferencia porque tiene "el potencial de transformar la forma en que operan las ciudades actualmente". Sin tecnología no hay movilidad urbana compartida o soluciones digitales que mejoren la calidad de vida, principal objetivo de cualquier modelo de gestión. "El mapeo de delitos en tiempo real, por ejemplo, utiliza análisis estadístico para resaltar patrones, mientras que la vigilancia policial predictiva va un paso más allá, anticipándose a los delitos para evitar los incidentes antes de que ocurran", se cita como ejemplo. De igual modo se apela a la economía circular. "Las ciudades hoy operan dentro de un sistema económico global basado en el modelo lineal de producción y consumo de 'tomar-hacer-disponer'. La tecnología podría permitir a las ciudades hacer la transición a una economía circular donde los productos están diseñados para durar y los recursos se tratan como preciosos".

La importancia de la cooperación

Y hay un quinto factor clave, el de la cooperación entre ciudades o espacios metropolitanos. Desarrollada la conectividad y promoviendo la calidad de vida (tanto en los retos profesionales como en el ocio) como principal reclamo de atracción de talento, cobran más sentido acciones de colaboración entre ciudades relativamente cercanas buscando espacios de complementación antes que alimentando la competencia feroz.

"La ciudad del futuro debe satisfacer las necesidades de sus vecinos. Sin embargo, al encuestar a los residentes de 25 ciudades importantes, McKinsey encuentra que una quinta parte de esas ciudades no logran brindar satisfacción. Los encuestados citaron numerosas deficiencias: delincuencia, congestión, respuesta a emergencias en caso de incendio, gestión de desechos, opciones de movilidad activa, seguridad policial, falta de servicios básicos, transporte público, así como la mala calidad de la vivienda y los servicios gubernamentales".

¿Tendría más sentido para ciudades que trabajen en los requisitos citados ofrecerse a los grandes actores económicos como alternativa a Madrid más asequible en materia de vivienda, convivencia y calidad de vida urbana y atractiva para el talento en servicios de alto valor añadido? Quizás este otro camino haya que empezar a abrirlo, además de reclamar figuras fiscales compensatorias, que pueden remover conciencias y generar titulares, pero cuya consecución no está para nada garantizada.

Era consciente de que iba a generar una reacción adversa en algunos estamentos del 'establishment' de la capital de España, pero aún así decidió plantearlo abiertamente. El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, propuso este pasado miércoles en una conferencia sobre modelo territorial y vertebración que Madrid compense al resto del país con algún tipo de figura fiscal por los efectos de la concentración, absorción demográfica y económica derivados de su capitalidad política.

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