Los agricultores toman Barcelona y estallan contra la Generalitat a huevazos: "Lo queremos todo"

Mas de 2.000 tractores han entrado este miércoles en Barcelona por la Diagonal, la Gran Vía y la Meridiana, las principales vías de acceso de la ciudad. En la segunda jornada de huelga general del sector, los agricultores han estallado contra las instituciones y reclamado cambios inmediatos en el sector a huevazos contra la Generalitat, en una jornada cargada de tensión. El campo catalán ha dicho basta. Exceso de burocracia, incremento de costes, sequía o competencia “desleal” de las importaciones extranjeras son algunas de sus reclamaciones, en la línea del resto de Europa: “Si no nos ayudan acabaremos comiendo mierda de fuera”.

Los agricultores, llegados desde toda Cataluña, han aparcado los tractores en plena vía, bloqueando las principales arterias de la ciudad, y han seguido a pie hasta el Palau de la Generalitat, donde había una reunión programada con Pere Aragonès. En el encuentro, que estaba previsto para las cuatro de la tarde y no ha empezado hasta las seis, han participado 15 representantes del sector, el president y el conseller de Acción Climática y Agenda Rural, David Mascort. Los interlocutores se han emplazado a una nueva cita próximamente, sin una fecha cerrada. El Govern ofrece una mesa de diálogo para solucionar el conflicto, todavía enconado.

Fuera del edificio, miles de agricultores han llenado la plaza Sant Jaume de forma progresiva para manifestarse y pedir cambios. Los payeses han colocado un ataúd con la frase “DEP PAGESIA” y han cantado “de la miseria nace la rabia”. En la plaza se han vivido momentos de máxima tensión en la que los manifestantes han gritado en contra de la Generalitat y de los propios sindicatos agrarios, que “solo miran por sus propios intereses”, ha explicado enrabietado un agricultor de Girona.

Durante la espera, varias personas han intentado entrar en la reunión, en la que solo estaban citados miembros de los sindicatos y de la plataforma 6F, reclamando que se habían desplazado desde muy lejos y que a la Generalitat “debería caérsele la cara de vergüenza”. La crispación es total.

En la plaza se han vivido momentos de fricción con los manifestantes, que han lanzado huevos al Palau de la Generalitat y a los agentes antidisturbios de los Mossos d'Esquadra. Además, han lanzado latas, patatas y numerosos petardos dentro del perímetro de seguridad.

Los agricultores se quejan de que la Generalitat, que es quien tiene que defenderlos, “les ha quitado hasta el nombre” y que una de las principales evidencias del desprecio hasta el sector es que la institución responsable de su actividad reciba el nombre de “Departamento de Acción Climática”. “Somos empresarios, como cualquier otro sector, solo que por llamarnos payeses se creen que somos menos”, ha explicado un joven payés de Lleida.

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Esteban Hernández

La reclamación es similar a la que han hecho sus compañeros en otros países de Europa por la burocracia impuesta por Bruselas o el agravio comparativo con otros productores como Marruecos, que no están sometidos a los mismos controles pero compiten en el mismo mercado. Una exigencia que partidos políticos como Vox han hecho propia.

De todas las edades

Los agricultores mayores conducían los vehículos, pero estaban acompañados de los chiquillos del campo que decidieron hacer pellas y conquistar Barcelona. En la Cataluña interior hay una rabia incontenida contra la gran urbe y contra unas "élites políticas que no distinguen la patata del boniato". Los más agresivos, los menores. "¡Que arda Barcelona!", han declarado a El Confidencial. No quieren verse obligados a abandonar las tierras de sus padres por falta de oportunidades.

Más pesimistas son los más veteranos. "En 20 años no quedará nadie en el campo", han subrayado con cierta resignación. Incluso esos jóvenes que hoy piden que se queme la ciudad se verán condenados a buscar otro futuro, “probablemente trabajando en un hotel o restaurante”. La inmigración, con salarios más bajos y dispuestos a doblar el espinazo, es la única salida que han encontrado los payeses para reducir costes y salvar en poco que se pueda la baja rentabilidad de cultivar y vender sus cosechas. Por eso mismo, los payeses son conscientes de que sus hijos no podrán sobrevivir así.

El estallido, han explicado los propios agricultores, llega después de años de sufrimiento y de “sentirse invisibles”. La sequía extrema a la que se enfrenta Cataluña tan solo es la guinda de un pastel que lleva años horneándose. Sergio M., un payés del Empordà, se queja de la falta de transparencia con las restricciones del agua. “No puede ser que preguntemos a qué agua afectan los porcentajes que publican y que nos digan que no lo saben”, ha cargado el agricultor contra la Agencia Catalana del Agua (ACA), y ha insistido que la solución no pasa por “poner multas que los agricultores no podrían pagar ni con 30 años de cultivos”.

La columna en Cataluña, que ha tenido réplicas en otros puntos de España, continuará los próximos días. El campo ha dicho basta y amenaza con colapsar la mitad del país el tiempo que sea necesario. Los agricultores "quieren todo" y no van a parar. La siguiente parada, que promete ser mucho más ruidosa, apunta a Madrid. El sector ya se está movilizando para colapsar la capital con una concentración frente a Ferraz, sede del PSOE.