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Radiografía de la inmigración en Cataluña: pueblos con mayoría extranjera y problemas con menores
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Radiografía de la inmigración en Cataluña: pueblos con mayoría extranjera y problemas con menores

La población marroquí es la más numerosa. Hay 235.278 magrebís censados, lo que equivale al 18,5% de los inmigrantes. Siguen los rumanos, con 86.528, seguidos de los italianos (76.826) y los chinos (63.228)

Foto: Cientos de personas paseando por Las Ramblas. (Reuters/Albert Gea)
Cientos de personas paseando por Las Ramblas. (Reuters/Albert Gea)

Cataluña fue una de las primeras comunidades en comenzar a albergar a grandes colectivos de inmigrantes. En los años 80, la comarca del Maresme se llenó de plantaciones de flores que, en su mayor parte, emplearon mano de obra de subsaharianos, lo que permitió que se instalase al norte de Barcelona una importante colonia de foráneos. No hubo grandes problemas para su adaptación ni causaron molestias a los autóctonos. El panorama ha cambiado sustancialmente desde entonces y la radiografía general presenta algunas controversias, que han dado pie a discursos políticos que desembocan en reclamaciones airadas como la de JxCAT, reflejada en el pacto de esta semana con el Gobierno para la gestión de las competencias.

Apenas unos años más tarde, en la década de los 90, hubo determinados colectivos que llegaron a tierras catalanas, y ahí comenzaron algunos problemas. Especial alarma social despertaron las bandas de delincuentes peruanos, conocidos como los peruanos de la autopista, dedicados a desvalijar a familias que se desplazaban por las vías rápidas. Algunos de ellos llegaron a ser detenidos hasta en 300 ocasiones, lo que empañó no solo la seguridad de las autopistas catalanas, sino también la imagen de una inmigración que se estaba empezando a aposentar en Cataluña (y en toda España) y que no causaba molestias, sino que se integraba perfectamente tanto en la vida social como en la laboral.

En esa época, comenzó a llegar también masivamente la inmigración magrebí a Cataluña. Grandes riadas de marroquíes y de argelinos llegaron a tierras catalanas y se asentaron en varias comarcas, creando grandes colectivos de inmigrantes en la zona cercana a la capital, en las comarcas gerundenses, en la Cataluña profunda de las comarcas de Osona y Berguedà o en las leridanas.

La llegada de la inmigración musulmana creó algunas tensiones puntuales en determinadas zonas, pero nunca ocasionó problemas serios de convivencia ni campañas xenófobas. Según el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat), la comunidad tenía, a 1 de noviembre de 2023, un total de 8.005.784 habitantes, aunque no había desgajado la población extranjera. A comienzos del año pasado, la población inmigrante llegaba a 1.271.810 personas, lo que en aquel momento representaba el 16,3% de la población. En Cataluña, existen 36 municipios en los que la población extranjera es superior al 25%: los principales son Guissona (53,1%), Castelló d’Empúries (45,1%), Portella (40,1%), Salt (37,1%) y Barbens (37,1%). En la ciudad de Barcelona, residen 359.480 foráneos, aunque porcentualmente está muy por debajo de las anteriores localidades.

Incidentes puntuales

Por origen, la población marroquí es la más numerosa: hay 235.278 magrebís censados, lo que equivale al 18,5% de los extranjeros. El segundo lugar es el de los rumanos, con 86.528 censados, seguidos de los italianos (76.826) y chinos (63.228). Por encima de 50.000 inmigrantes se encuentran también Pakistán, Colombia y Honduras. Y a continuación se sitúan Francia, Venezuela, Perú, India, Argentina, Rusia, Senegal, Reino Unido, Bolivia, Ucrania, Ecuador, Brasil, Alemania, República Dominicana, Gambia, Paraguay, Portugal y Filipinas. Por origen, el continente africano es el que más población aporta (324.260), seguido de la Unión Europea (295.896), América del Sur (247.836) y Asia y Oceanía (185.861).

Por nacionalidades, hubo episodios de tensión con algunas bandas de delincuentes rumanos, que lo mismo que los delincuentes peruanos, crearon mala fama a todo el colectivo. La llegada masiva de inmigrantes de América Latina provocó un rechazo en un pequeño segmento de la ultraderecha catalana, que vio en esa llegada un peligro para la "nación catalana", entre otras cosas porque tenían como idioma materno el castellano y, por ello, consideraban que era más difícil que adoptasen el catalán como lengua vehicular. De ahí que algunas plataformas extremistas independentistas prefieran una inmigración de cualquier otro continente que a migrantes llegados de una cultura ligada a la hispánica.

Foto: Emiliano García-Page escribe en una pizarra la frase "Con España no se juega". (Cedida)

También la gran expansión de la inmigración musulmana creó un cierto caldo de cultivo en contra de este colectivo, aprovechado también por grupúsculos de la extrema derecha catalanista para demonizar el islamismo y asimilar la profesión de esta religión al yihadismo. Y, por extensión, al terrorismo.

Los atentados del 17 de agosto de 2017, a pocas semanas del referéndum del 1-O, fueron un punto de inflexión, aunque, paradójicamente, no hubo una gran crispación racial por esa acción, que causó 16 muertos y un centenar largo de heridos. Sí se puso en evidencia, no obstante, la labor de determinados imanes y sus arengas en el proceso de radicalización de algunos colectivos. "Comparando lo que pasó en Barcelona con lo que ha pasado en París o Bruselas, la situación es muy diferente. No tiene nada que ver la situación y el clima de Barcelona con el de las grandes ciudades europeas. Aquí hay una balsa de aceite", explica un dirigente político que prefiere silenciar su nombre.

El imán que participó en el adoctrinamiento de los radicales del atentado del 17-A, Abdelkadi Es Satty, supuestamente muerto en una explosión de un chalet del sur de Cataluña mientras el grupo preparaba explosivos con bombonas de butano, era de Ripoll, una de las localidades donde se ha aposentado mucha inmigración musulmana en el norte de Girona. En Ripoll, los partidos tradicionales fueron barridos por Aliança Catalana, una fuerza de nuevo cuño, creada a partir de una escisión del Front Nacional de Catalunya (FNC), que logró la alcaldía con un mensaje marcadamente antiislamista.

Foto: Míriam Nogueras en el último pleno del Congreso. (EFE)

Junts también se ha dado cuenta del potencial del discurso de la inmigración en las campañas electorales. Hace unas semanas, prendió la llama del tema, tras ver cómo en las últimas municipales le birlaban el Ayuntamiento de Ripoll, hasta entonces en sus manos, con un discurso marcadamente ideológico y antiislamista. Así, no es de extrañar el comunicado con la promesa del control de la inmigración y el impulso del manifiesto de los alcaldes del Maresme.

Lo cierto es que esta comarca ha vivido los peores episodios de violencia relacionados con la inmigración: en 2019, una residencia que acogía a menores extranjeros no acompañados fue apedreada por vecinos, hartos de la inseguridad que causaban algunos de sus inquilinos. En Masnou, hubo un intento de asalto a la residencia, pero también en Canet de Mar, Castelldefels (al sur de Barcelona) o la Zona Franca de Barcelona se reprodujeron episodios similares. JxCAT quiere captar ese descontento y disputar a la ultraderecha el segmento de voto que le pueda mantener en la primera división de la política catalana. En realidad, los mensajes de los ultras independentistas, los de Vox y algunos de Junts coinciden en este terreno.

Hay que tener en cuenta que, entre 2017 y 2018, el número de menores no acompañados en Cataluña se disparó. Solo en 2018, llegaron 3.659 menores no acompañados a Cataluña, casi todos provenientes de las zonas del Magreb. En 2019, la llegada de menores llegó hasta 5.526 más. En ese año de 2019, Cataluña disponía de 158 centros con 2.556 plazas —lo que era insuficiente a todas luces para atajar el problema—, todas creadas durante 2017 y 2018 mediante resoluciones de emergencia.

Entre 2017 y 2018, el número de menores no acompañados en Cataluña se disparó

Un documento de la Generalitat de mayo de 2023, titulado Estrategia catalana para la acogida y la inclusión de los niños y jóvenes emigrados solos, detalla las líneas maestras del Govern en esta materia, desde la integración en la sociedad (estableciendo protocolos y convenios con entidades de refugiados o con instituciones como la Cruz Roja) hasta su incorporación al mercado laboral, su participación en programas de inclusión y su control después de cumplir la mayoría de edad. Entre las acciones concretas, está "la reanudación del Proyecto Cataluña Marruecos en el ámbito de la infancia y la juventud" o el impulso de la Red de municipios acogedores.

Cataluña fue una de las primeras comunidades en comenzar a albergar a grandes colectivos de inmigrantes. En los años 80, la comarca del Maresme se llenó de plantaciones de flores que, en su mayor parte, emplearon mano de obra de subsaharianos, lo que permitió que se instalase al norte de Barcelona una importante colonia de foráneos. No hubo grandes problemas para su adaptación ni causaron molestias a los autóctonos. El panorama ha cambiado sustancialmente desde entonces y la radiografía general presenta algunas controversias, que han dado pie a discursos políticos que desembocan en reclamaciones airadas como la de JxCAT, reflejada en el pacto de esta semana con el Gobierno para la gestión de las competencias.

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