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El hartazgo que ha llevado a los agricultores del delta del Ebro a demandar al Estado por 22 millones
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LA SITUACIÓN SE AGRAVA CON LA SEQUÍA

El hartazgo que ha llevado a los agricultores del delta del Ebro a demandar al Estado por 22 millones

Más de una veintena de agricultores han tomado medidas ante la “inacción” del Gobierno central a la hora de defender el territorio de las amenazas del mar y el cambio climático

Foto: Un hombre trabaja en un arrozal del Delta del Ebro. (Reuters/Nacho Doce)
Un hombre trabaja en un arrozal del Delta del Ebro. (Reuters/Nacho Doce)

El Delta del Ebro pierde terreno devorado por el mar. La situación no es nueva, pero los agricultores han decidido tomar cartas en el asunto. Más de una veintena de payeses han anunciado una demanda contra el Estado. El objetivo es lograr una protección activa del territorio. El Delta, aseguran, lleva 60 años en peligro y cada día que pasa su desaparición está más cerca. Y, por supuesto, sus cultivos. La situación además se agrava con la sequía y con las restricciones dictadas por las administraciones.

El Collectiu Ronda, la cooperativa de abogados encargada de la demanda, cifra en 22 millones de euros los perjuicios económicos para los propietarios de las fincas a los que representa. La responsabilidad patrimonial se la exigen al Estado por no cumplir su “deber de preservar la integridad del territorio”. La cifra podría ascender hasta los 600 millones si se extrapola al resto del Delta.

Foto: Trigo seco en una plantación en Córdoba. (EFE/Salas)

Los agricultores reclaman que el Gobierno actúe de manera urgente y con medidas efectivas. La demanda incluye informes técnicos que apuntan que la construcción de las presas de Mequinenza (Zaragoza), Riba-roja y Flix (Tarragona), entre los años 1964 y 1969, y la gestión hidrológica que ha hecho el gobierno central, ha dejado al paraje sin los sedimentos necesarios para su preservación.

La reducción en las aportaciones de los sedimentos en el tramo final del río Ebro ha sido causa directa de la regresión de la costa, la entrada del mar y la consecuente salinización del terreno. El grupo de agricultores reclama una indemnización por la caída en la producción de arroz al quedar parte de sus tierras inutilizadas por el agua salada.

placeholder Flamencos en el Delta del Ebro. (EFE/Javier Belver)
Flamencos en el Delta del Ebro. (EFE/Javier Belver)

Los agricultores acusan al gobierno de saber de antemano los efectos negativos sobre los cultivos y las tierras agrícolas dada la cantidad de estudios. La demanda de los payeses es pionera y, según denuncian, pone de manifiesto la "inactividad" de la administración además de reclamar que ejerza su deber de proteger la costa.

¿Qué está pasando?

Los payeses ven como paulatinamente van perdiendo terreno. Los estragos del temporal Gloria en enero de 2020 sirvieron para colocarlos un par de semanas en prime time, pero luego volvieron a quedar relegados al cajón de los recuerdos. Las imágenes por satélite mostraron como el mar había engullido el Delta. Rafel Verdiell es agricultor desde hace más de 40 años y es el responsable de Sectores agrícolas de la Unió de Pagesos (UP). Verdiell observa con impotencia como nadie hace nada para salvar lo que ha sido y es su casa: “El Delta somos los grandes olvidados. Cómo puede ser que no intenten proteger un paraíso como este”.

Es un territorio vulnerable que sufre día a día. Una carrera de fondo que comenzó hace más de 50 años y a la que no se le ve el final. Los ecologistas y agricultores de la zona consideran que no se están aplicando las medidas necesarias más allá de las costas y la estética. “Vivir en el Delta supone una angustia constante de no saber qué nos espera de aquí a unos años”, sostiene Verdiell.

Sus tres principales problemas: la regresión, la subsidencia y la salinización. El mar gana centímetros a diario, el agua dulce no llega y el Delta se hunde. El Mediterráneo se adentra en las entrañas del río hasta más allá de 3 kilómetros de Amposta (Tarragona), en el límite entre la plataforma continental y el Delta.

placeholder Estragos del temporal Gloria en el Delta del Ebro. (EFE/Susanna Sáez)
Estragos del temporal Gloria en el Delta del Ebro. (EFE/Susanna Sáez)

Los agricultores y la Plataforma en Defensa del Delta del Ebro (PDDE) reconocen los esfuerzos de la Generalitat, pero los siguen considerando insuficientes. “No necesitamos parches, necesitamos soluciones definitivas”, explica la portavoz de PDDE, Matilde Font.

El paraje es la mayor zona húmeda de Cataluña y una de las más amplias de la Europa Mediterránea. Este Parque Natural tiene un gran valor ecológico: sus hectáreas reúnen una amplia biodiversidad y desde 2013 es Reserva de la Biosfera de la UNESCO.

Foto: Tractores de UP en una protesta. (EFE/David Borrat)

Su posición estratégica supone una gran parada de reposo para las colonias de aves migratorias que van del norte de Europa al sur de África. Rafel Verdiell insiste en que la renaturalización del Delta haría que perdieran muchísima fauna: “Gran parte de la importancia de este territorio es el arroz”. Los animales se alimentan en los arrozales y beben del riego. Sin ir más lejos, este año, la presencia de aves se ha visto drásticamente reducida por la falta de agua.

Situación límite

Y aunque el director de los Servicios Territoriales de la Generalitat de Cataluña, Jesús Gómez, remarca: “Queremos evitar un desastre como el de la Manga del Mar Menor”, los agricultores y conservacionistas recelan. “Sentimos mucha impotencia al ver como en otros lugares se cuidan los territorios y aquí no”, apunta Verdiell. Mientras, Font sostiene que el inmovilismo es fruto de la falta de voluntad política y de dinero, haciendo hincapié en la primera. Señala que si existiese un mínimo interés en proteger la zona, las administraciones no solo estarían buscando la manera de frenar la regresión.

placeholder El verano pasado las altas temperaturas arrasaron con los mejillones del Delta del Ebro. (EFE/Enric Fontcuberta)
El verano pasado las altas temperaturas arrasaron con los mejillones del Delta del Ebro. (EFE/Enric Fontcuberta)

El Gobierno de la Generalitat reúne todas las acciones previstas en la llamada Estrategia Delta. A finales de marzo, la entonces consellera de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, Teresa Jordá, anunciaba un plan de inversiones de 117 millones de euros hasta 2032. Del total, 36,7 millones de euros se destinarán a la gestión del agua dulce en el Delta.

Los agricultores catalanes apuntan al modelo de Países Bajos como un ejemplo de éxito en la protección del territorio. El Gobierno holandés utiliza dunas artificiales para defender la costa de las embestidas del Mar del Norte. Para ello se movilizaron 35 millones de metros cúbicos de arena para construir montañas de hasta 12 metros por encima del nivel del mar. Los expertos españoles apuntan que no es un modelo reproducible al 100% por la diferencia en las condiciones de cada litoral, pero sí un ejemplo de proactividad ante una situación crítica.

La sequía y el arroz

A principios de mayo, un nuevo problema se sumó a esta situación. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CFE) declaró la sequía extraordinaria en toda la unidad territorial del Baix Ebre (Tarragona). Esta resolución obligaba a una reducción de agua para regadío del 50%.

Foto: El cambio climático amenaza a la agricultura (Fuente: iStock)

El director de los Servicios Territoriales, Jesús Gómez, explica que al llegar el anuncio de la CFE a mitad de la temporada, los agricultores no tuvieron margen para reducir las hectáreas de sus campos. “El número de plantaciones no se ha podido reducir proporcionalmente al agua que les llega”. Con el arroz ya plantado y ante una nueva adversidad, los agricultores han tenido que organizarse para sacar adelante la cosecha de este año.

Las instituciones catalanas, junto con los sectores productivos del Delta y las comunidades de regantes, han activado un mecanismo de coordinación de emergencia para afrontar las actuaciones e intentar, con menos cantidad de agua, repartirla de la manera más eficiente.

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Imagen de archivo de la siega del arroz en el Delta del Ebro. (EFE/Josep Lluís Sellart)

El hemidelta norte, el lado izquierdo del territorio, mantiene un riego diario, pero con menos caudal. De esta manera, los arrozales han podido evitar la salinización de las plantas. En cambio, la parte derecha apuesta por un riego intermitente para aprovechar al máximo la dotación de agua. Al tener una pendiente más inclinada, necesitan que haya un caudal mayor para garantizar el funcionamiento de los canales de riego. Riegan durante siete días y cierran el canal 5. En pocas semanas esta ratio pasará a ser 1/1. Una semana con el agua abierta y una con el agua cerrada.

Estos sistemas de administración de agua se están llevando a cabo desde que en abril la Confederación Hidrográfica del Ebro anunció los recortes. Desde Unió de Pagesos explican que todos los esfuerzos se concentran para llegar a un único objetivo: llegar a finales de agosto con agua.

Foto: La sequía ha arruinado las cosechas de secano, como la almendra. (EFE/Morell)

Los agricultores reclaman mantener las dotaciones de agua hasta finales de verano para poder recoger la cosecha. Además, esperan que no haya más cambios que puedan amenazarla y que no haga tanto calor como para que se evapore el caudal. “Si conseguimos mantenerla, tendremos garantizada una parte de la cosecha, aunque no sabemos cuánta”, ilustra Verdiell.

Las plantaciones de arroz reciben subvenciones y ayudas de la Unión Europea, del Gobierno central, medidas agroambientales… Subvenciones que tienen unos requisitos muy concretos. Los agricultores, a la vista de que no van a poder cumplirlos por la falta de agua, han decidido negociar su flexibilización. Desde Unió de Pagesos son optimistas con estas conversaciones, aunque mantienen que no será suficiente para cubrir todos los gastos que han tenido durante la temporada.

“Somos conscientes que desde los Pirineos hasta Cádiz toda la agricultura está igual con la sequía y eso dificulta que pueda haber dinero para repartir”, reconoce Verdiell, pero “si no hay ayudas para salvar la campaña, hay gente que se irá definitivamente”.

El Delta del Ebro pierde terreno devorado por el mar. La situación no es nueva, pero los agricultores han decidido tomar cartas en el asunto. Más de una veintena de payeses han anunciado una demanda contra el Estado. El objetivo es lograr una protección activa del territorio. El Delta, aseguran, lleva 60 años en peligro y cada día que pasa su desaparición está más cerca. Y, por supuesto, sus cultivos. La situación además se agrava con la sequía y con las restricciones dictadas por las administraciones.

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