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La desescalada en Cataluña provoca una nueva bronca entre JxCAT y ERC
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Espantada de los republicanos

La desescalada en Cataluña provoca una nueva bronca entre JxCAT y ERC

Según el CIS, la gestión de Pere Aragonès al frente del Govern es valorada como regular por el 34,5%, pero el 18,2% la juzga buena o muy buena. Y JxCAT quiere atacar esto

Foto: Aspecto de la carpa montada frente al CAP Passeig Sant Joan de Barcelona para realizar PCR. (EFE)
Aspecto de la carpa montada frente al CAP Passeig Sant Joan de Barcelona para realizar PCR. (EFE)

No ha sido una crisis de gobierno porque la Generalitat actual no puede tener crisis. Es un Ejecutivo en coma mantenido con respiración artificial hasta el 14 de febrero. El primero en decir que no hay 'president' es el actual presidente en funciones, Pere Aragonès. El mismo que ayer amagó con retirarse de la comisión de coordinación de la desescalada por el coronavirus acusando a los 'consellers' de JxCAT de deslealtad por filtrar documentos sobre la apertura de los bares. Rápidamente, desde los 'juntaires', se han lanzado las mismas acusaciones de filtraciones. Pero ahí están. ERC y JxCAT ni se aguantan ni pueden romper. Pero cada día que pasa queda más claro que la estrategia de Carles Puigdemont de atrasar al máximo las elecciones ha sido mala para todos los partidos. También para los soberanistas.

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El problema ha radicado en la estrategia de apertura de bares y restaurantes. El nuevo 'conseller' de Empresa, Ramon Tremosa, ha hecho suya la demanda del sector y pide imitar a Madrid y abrir unas empresas que cada vez están más irritadas con la Generalitat y donde se juegan cerca de 500.000 votos y se suma la cultura o ramos de actividad como los gimnasios o las escuelas de música. ERC, en cambio, desde la Conselleria de Salut, pide prudencia y más tiempo para que bajen los ingresados en UCI. Para dinamitar la lenta desescalada preparada por Salut, se filtró a 'El Punt Avui', el diario que dirige Xevi Xirgu, biógrafo oficial de Puigdemont, el documento que marcaba que solo se dejaría abrir los bares hasta las 17:00 y con un 30% de ocupación. A partir de aquí, se desató el infierno. Y Pere Aragonès y los republicanos abandonaron la reunión de la comisión de coordinación de la desescalada.

Foto: Mercado en Barcelona. (Reuters)

El gesto de Aragonès no ha pasado de pataleta. La comisión se ha vuelto a reunir. Una comisión, por cierto, que parecía que no existía porque se atribuía toda la responsabilidad al Comité de Emergencias, el denominado Procicat. Ahora esta bronca ha servido para desvelar lo obvio: que las decisiones técnicas que propone el Procicat son evaluadas luego políticamente por unos 'consellers' que llevan meses sin dar la cara.

Los datos en Cataluña siguen sin ser buenos. Hay 574 hospitalizados en UCI, más de 2.000 positivos diarios y un total de 2.400 hospitalizados por la pandemia. El objetivo de ERC de ralentizar la apertura de la restauración es que esta presión hospitalaria, que se mantiene estable desde hace una semana y que no baja pese a los sacrificios de los catalanes, muy superiores a los de los madrileños, baje de una vez.

Coste económico

Pero el coste económico de tener bares y restaurantes cerrados resulta muy alto. Y el coste político con unas elecciones a las puertas, más. Y eso es lo que se ha notado en esta nueva bronca, que no crisis, porque ni ha dimitido nadie ni se esperan renuncias de aquí a las elecciones.

El problema para los dos partidos es que el coste económico del covid-19 se traduce en un alto coste político cara al 14-F

Queda, eso sí, la sensación en la ciudadanía de que la gestión de la Generalitat está en manos de un grupo de políticos incompetentes. Desde Waterloo, aseguran fuentes de ERC, se ha dado la señal de que cuanto peor, mejor. Pero los republicanos ya saben que en una coalición los errores no los paga el desleal. En el tripartito, los desleales fueron ellos, pero no solo se hundieron los de Josep Lluís Carod-Rovira. Sus socios, el PSC e ICV, también se desplomaron en las siguientes elecciones. Es decir, JxCAT no saldrá indemne de una estrategia que utilice la gestión de la Generalitat para desestabilizar a ERC. En el Parlament, Aragonès se ha reunido con Meritxell Budó para reorientar la crisis y explicar a los sectores afectados —restauración, cultura y deporte— el porqué de tantos esfuerzos. Hasta la próxima bronca.

El CIS como prueba del algodón

El CIS de ayer augura una victoria en las elecciones de ERC, con el 20,5% de los votos. Se trata de intención directa de voto, sin cocina. Pero resulta revelador que relegue a JxCAT a quinta fuerza, por debajo de Cs, y con solo el 8,1% de los sufragios. Eso explicaría los nervios de los de Puigdemont y sus prisas por ganarse las simpatías de los sectores económicos más castigados por la pandemia. Según el CIS, la gestión de Pere Aragonès al frente del Govern es valorada como regular por el 34,5%, pero el 18,2% la juzga buena o muy buena. Y eso en medio de la segunda ola de coronavirus. Mientras, el candidato de JxCAT todavía ha de decidirse en unas primarias.

Foto: Una tienda de Barcelona cerrada con un cartel de Lockdown. (Reuters)

Lo cierto es que en la sesión de control en el Parlament, la oposición no tuvo que esforzarse mucho. ERC y JxCAT se desgastaron mutuamente. La Generalitat se trae la oposición hecha de casa. Quedan tres meses hasta las elecciones catalanas y a todo el mundo se le van a hacer muy largos.

No ha sido una crisis de gobierno porque la Generalitat actual no puede tener crisis. Es un Ejecutivo en coma mantenido con respiración artificial hasta el 14 de febrero. El primero en decir que no hay 'president' es el actual presidente en funciones, Pere Aragonès. El mismo que ayer amagó con retirarse de la comisión de coordinación de la desescalada por el coronavirus acusando a los 'consellers' de JxCAT de deslealtad por filtrar documentos sobre la apertura de los bares. Rápidamente, desde los 'juntaires', se han lanzado las mismas acusaciones de filtraciones. Pero ahí están. ERC y JxCAT ni se aguantan ni pueden romper. Pero cada día que pasa queda más claro que la estrategia de Carles Puigdemont de atrasar al máximo las elecciones ha sido mala para todos los partidos. También para los soberanistas.

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