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"Cara de niño" y bicicletas en los balcones: la caída en Málaga del violador desafiante
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LAS ENTRAÑAS DE UN COMPLEJO CASO

"Cara de niño" y bicicletas en los balcones: la caída en Málaga del violador desafiante

Desde que María, malherida y destrozada emocionalmente, pudo llegar a su casa y pedir auxilio, hasta que los policías engrilletaron a su agresor, transcurrieron seis meses de investigación

Foto: Agentes de la UFAM en el parque en el que se produjo la agresión. (EC)
Agentes de la UFAM en el parque en el que se produjo la agresión. (EC)

La tarde transcurría tranquila en el Grupo de Investigación de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría Provincial de Málaga. El equipo estaba enredado con las monótonas tareas administrativas cuando una compañera se asomó a la habitación. "¿Habéis escuchado el aviso que han dado por radio?", preguntó. A los agentes no les dio tiempo a responder cuando el teléfono sonó. Era la sala del 091. Acababan de informar de una brutal agresión sexual cometida en una zona deportiva de la zona Oeste de la ciudad. La víctima, con el rostro desfigurado por los golpes, iba camino del hospital. Rondaban las 18:30 de ese 23 de abril y comenzaba la persecución de un peligroso violador. Violento, osado, desafiante. Capaz de humillar a su víctima llamando a sus familiares tras el ataque y dejando un vomitivo mensaje en su perfil de Facebook. Esta es la historia de su captura.

La inspectora Ana M. detiene la conversación unos segundos y sale del despacho. Busca en la unidad y regresa con un sobre en el que se puede leer: "Gracias por vuestra entrega y esfuerzo. ¡Sois un equipazo! Os llevo para siempre en mi corazón". Lo envió la "verdadera heroína" de este caso, una superviviente que en el peor momento de su existencia fue capaz de atrapar en su memoria detalles claves para su resolución. Una mujer que "se enfrenta a lo sucedido desde la fortaleza" y que "está logrando rehacer su vida con ayuda psicológica".

La primera vez que vio a María —nombre ficticio— fue un día después del ataque. Sus compañeros estuvieron la noche antes en el hospital, pero estaba muy dañada, anímica y físicamente. Demasiado que pudo contar, tras llegar ensangrentada a su casa, y pedir auxilio, que su agresor tenía acento sudamericano y se desplazaba en una bicicleta.

Foto: Dos investigadores de la UFAM de la Comisaría Provincial de Málaga encargados de capturar a los maltratadores más peligrosos. (EC)

Con esta información, los efectivos de Seguridad Ciudadana establecieron un dispositivo de búsqueda que se extendió por la madrugada del siguiente día. Junto a las batidas, "se intentó recabar información entre algunos compañeros que viven en la zona, indagamos en un grupo de personas que pernoctaba en una caseta ocupada y se investigó a un individuo que podía encajar con el perfil que buscábamos", recuerda Ana R., la responsable del grupo, que explica que las primeras horas fueron muy intensas, pero poco esclarecedoras. "Había que dejar enfriar el caso, que pasaran un par de días", para mirarlo con perspectiva, recomendó uno de los investigadores. Y así se hizo.

Ana M. explica que su encuentro con María fue duro. Hacía pocas horas que había recibido el alta y las lesiones eran muy evidentes en su rostro, hasta el punto de que en una cita posterior, cuando la inflamación había remitido, le costó reconocerla. La entrevista con una víctima de agresión sexual es un momento delicado, porque se le pide regresar a un momento traumático, pero los agentes de la UFAM saben cómo abordar los episodios más complejos para que la huella sea imperceptible. La mujer relató que se encontraba haciendo deporte en un espacio público, concretamente en la bicicleta elíptica, cuando fue golpeada repetidamente por un individuo cuyas intenciones no advirtió y que aguardó a un corto instante de tiempo en el que el parque estaba vacío. Aturdida, desfallecida, tirada en el suelo, apartó la mirada "para evitar que la matara", contó durante una declaración que paró tres veces para vomitar.

El agresor llamó a una familiar de su víctima y permaneció callado, escuchando su voz

María remarcó que su atacante tenía un marcado acento sudamericano, que se fue del lugar en una bici y tenía "cara de niño". Contó que su impresión era que llevaba el pelo corto, pero sobre todo, por lo valioso que sería para el desarrollo de las pesquisas, que le había robado su teléfono y el 'smartwatch' que llevaba en la muñeca. Un móvil en el que el atacante dejaría trazos de su personalidad inmisericorde y desafiante. Con una gran frialdad, aproximadamente una hora después de la agresión, entró en el perfil de Facebook de la víctima y escribió un comentario despectivo para que lo leyeran todos sus seguidores. No se detuvo ahí. Revisó el listado de últimas llamadas y telefoneó a una familiar de la mujer y permaneció callado, escuchando su voz, durante aproximadamente un minuto y medio.

Líneas que se abrían y cerraban

Los agentes solicitaron los posicionamientos del terminal con la esperanza de que revelara su ubicación y, mientras esperaban la contestación de la compañía telefónica, establecieron distintas líneas de investigación que irían abriendo y cerrándose conforme pasaban los días, las semanas y los meses.

"Se investigó a los presos que estaban cumpliendo condena por delitos sexuales y que esos días habían salido de permiso y a los internos del Centro de Inserción Social (CIS)". Sin resultados. Como el agresor se desplazaba en una bicicleta pensaron que podía ser alguien que trabajara por la zona, así que pusieron el foco en el personal de todas las cafeterías universitarias próximas, de las obras o de un taller ferroviario. "Se revisaron cámaras de seguridad" con la esperanza de que hubiesen captado a un ciclista que encajara con las características físicas descritas por la agredida. Pero tampoco dieron sus frutos y el caso parecía entrar en un callejón sin salida.

Foto: Concentración en protesta por una agresión sexual grupal en Bilbao. (EFE)

La entrada de nuevas investigaciones de malos tratos, acoso o violencia sexual fueron colándose en el día a día de la unidad, aunque el violador de la bicicleta seguía presente en la mente de los agentes, que robaban tiempo a sus familias llevándose parte del trabajo a casa para repasar una vez más las entrevistas, las grabaciones y las diligencias con la esperanza de encontrar algo que acelerara la investigación. Para ellos se convirtió en "algo personal", porque durante ese 'impasse' de tiempo estrecharon lazos con María, asistieron a su resurgir, a su implicación en la captura de su atacante .

La clave para la resolución del caso la dieron los resultados de los puntos de ubicación del teléfono móvil. Un puzle numérico conformado por decenas y decenas de hojas que había que saber interpretar. La primera revelación que aportó su análisis es que el terminal llegó hasta un punto indeterminado de la zona de Fuengirola o Mijas y que posteriormente dejó de emitir señal porque "se le acabó la batería". ¿Pero cómo fue trasladado hasta allí? El tiempo transcurrido entre los posicionamientos constató una velocidad solo acorde a un transporte rápido. "Pensamos que el agresor podía contar con la ayuda de un cómplice que le esperó con un coche o una furgoneta en las proximidades del lugar del ataque", ya que era poco probable que pudiese acceder a un autobús con la bicicleta, por eso, entre otras gestiones, trataron de seguir su rastro por los polígonos industriales próximos —como El Viso o Guadalhorce—. Pero esta línea de trabajo no fue concluyente.

placeholder El agresor dejó un mensaje despectivo en el perfil de Facebook de su víctima.
El agresor dejó un mensaje despectivo en el perfil de Facebook de su víctima.

La investigación parecía volver a bloquearse cuando los investigadores se percataron de que en la zona había una estación de la línea de Cercanías que une en tren la capital malagueña con Fuengirola. Rápidamente contactaron con sus compañeros de la Brigada Móvil y solicitaron a Renfe las grabaciones de las cámaras de seguridad de ese 23 de abril. Por una vez les sonrió la fortuna, porque las imágenes iban a ser eliminadas horas después. "Si tardamos un día más, no las habríamos conseguido", respira ahora con alivio Ana M., consciente de que tenían ante sí el decodificador del caso.

Su superiora, Ana R., no oculta que les inundó una tremenda alegría cuando llegaron los videos. Comenzaron visionar los grabados un rato después de cuando se produjo la agresión sexual y observaron a un individuo que caminaba con su bicicleta para subirse al tren. Vestía una camiseta oscura con una franja blanca en el pecho, llevaba una mochila a la espalda y una gorra con la que parecía querer proteger su rostro. El subidón de adrenalina fue generalizado, pero antes de lanzar las campanas al vuelo, había que obtener un confirmación y llamaron a la víctima. "Le preguntamos por la vestimenta y poco a poco fue recordando detalles exactos, así que le pedimos que viniese al grupo", relata la inspectora, que aclara que "el pelo corto que intuyó en el ataque era porque el agresor podía llevar la gorra puesta con la visera hacia atrás".

"Es él"

María llegó a la Comisaría Provincial y, como en anteriores ocasiones, la recogieron en el control de puerta. Subieron a la planta en la que está la Brigada de Policía Judicial y enfilaron el pasillo hacia la sede de la UFAM. Se sentó y le explicaron que tenían un sospechoso, y que necesitaban que viese una imagen. Era un fotograma con bastante nitidez que habían logrado del rostro del sospechoso. Ana M. le extendió su teléfono con la imagen y, "cuando la miró, lo giró inmediatamente de la impresión". "Es él", respondió con rotundidad. Tocaba ponerle nombre a esa fotografía.

Los agentes buscaron en los balcones una bicicleta igual a la que llevaba el sospechoso

El estudio del resto de teléfonos que se conectaban al mismo tiempo que el de la víctima era como buscar una aguja en un pajar, máxime cuando esa línea de Cercanías es una de las más concurridas del país, y porque "podía llevar un terminal a nombre de una empresa, su mujer o un familiar". Así que los investigadores apostaron por el trabajo de calle puro y duro. Hablaron con los vigilantes de seguridad de todas las estaciones y les mostraron la foto por si habían visto al hombre. Y, con la ayuda de sus compañeros de la Comisaría de Fuengirola, se establecieron distintos dispositivos en la barriada de Los Boliches, donde se apeó del tren y en cuyas proximidades sospechaban que podía vivir. "Incluso íbamos mirando los balcones de todas las casas de la barriada por si veíamos una bicicleta de similares características" y "¡también investigamos el modelo de calzado que llevaba!".

La instantánea se difundió a nivel nacional por si había casos parecidos que pudiesen aportar luz y hasta se buscó al individuo en distintos campos deportivos. "En los videos se apreciaba que caminaba con las piernas un poco arqueadas y cabía la posibilidad de que jugase al fútbol", apuntan las dos inspectoras como ejemplo de que se exploraron todas las vías posibles para dar con el violador. Pero a veces se trata de pausar y mirar todo el trabajo hecho con perspectiva.

Los agentes regresaron a una cuestión que les desconcertaba: ¿Qué hacía en ese parque? La hipótesis de que era una persona que trabajaba en las proximidades seguía viva y decidieron volver al lugar y preguntar de nuevo. Se entrevistaron con vecinos, ciudadanos que se encontraban por allí y recurrieron a los agentes que residen en la zona. Uno de ellos recordó a un hombre vinculado a una especie de ONG que prestaba ayuda a inmigrantes para facilitar su inserción laboral y que ofrecía sus servicios para pequeñas reformas. El policía les dijo cómo podían contactar con él y concertaron un encuentro.

Foto: Foto de archivo de un detenido. (EFE)

Estaba nervioso porque no le explicaron para qué querían hablar con él, pero le tranquilizaron y le dijeron que andaban tras la pista de un violador, que le iban a mostrar la imagen de un individuo y debía decir si lo reconocía. Cuando el hombre vio la fotografía lo identificó sin ninguna duda. Era M.V.V., un joven de 28 años de origen colombiano, al que había dado trabajo de forma ocasional. El reconocimiento fue contundente y hasta ofreció detalles de la bicicleta.

El siguiente paso fue localizar la ubicación exacta de su domicilio y reconstruir parte de su vida. Las fuentes consultadas detallaron que el sospechoso llevaba dos años en la provincia malagueña, tras haber estado previamente en Madrid y Holanda. Tenía abierto un expediente de extranjería por estancia irregular en el país y no contaba con antecedentes en España. Residía con su pareja y su hijo recién nacido en un inmueble compartido.

"Apenas pestañeó"

El 27 de octubre fue la fecha elegida para realizar la detención. Tras acordar cómo llevarían a cabo el operativo, los agentes se desplazaron al domicilio. La sorpresa fue mayúscula cuando llegaron y la mujer les dijo que no estaba, que "había ido a Sevilla". Así que, para evitar que sospechara, le dijeron que habían acudido para solucionar su situación administrativa.

Los agentes establecieron vigilancias en las terminales de transporte, se desplegaron en las inmediaciones de la casa y esperaron. Cuando llevaban un rato largo, vieron aparecer a un chico que encajaba con la descripción. Fueron hacia él, le preguntaron si era M.V.V. y, al responder afirmativamente, le explicaron que estaba detenido y por qué. "No se resistió, ni se derrumbó, apenas pestañeó", recuerda Ana M., a la que le llamó la atención "su mirada inexpresiva".

Los investigadores creen que el joven guardó el móvil de su víctima como un trofeo

Los investigadores inspeccionaron la vivienda en su presencia. Allí encontraron la bicicleta, guardada en un patio interior y con el pitón colocado de la misma característica forma que se vio en el video. También la ropa que presuntamente vestía el día del ataque. Y, lo más importante, en uno de los cajones de un armario, dentro de una cajita, como si fuese su particular cofre del tesoro, el teléfono móvil y el 'smartwatch' de María. Aún tenían visibles los restos de sangre.

Los agentes, en el momento, tuvieron la sensación de que ambas piezas eran sus trofeos. Ni siquiera había intentado deshacerse de ellos, a pesar de que era consciente de que les relacionaban directamente con la agresión sexual.

El joven, que actuó cuando su pareja estaba embarazada, "confesó todo" y la única explicación que ofreció es que "estaba agobiado" por su inminente paternidad. En todo momento mantuvo una actitud fría que solo dejaba un leve resquicio a la empatía cuando hablaba de su hijo.

Foto: Imágenes de la primera sesión del juicio por la presunta agresión sexual en Sant Boi. Foto: Atlas

Actualmente, se encuentra en prisión preventiva a la espera del desarrollo de la instrucción. Y los responsables de su captura auguran que pasará mucho tiempo entre rejas. María sigue luchando para culminar su resurgir, con el convencimiento de que sus 'ángeles' de la UFAM estarán a su lado cuando lo necesite. Como ocurre con cada víctima. Porque durante los primeros nueve meses de 2021, se denunciaron en España 12.638 delitos sexuales. 1.601 agresiones con penetración. No menos cinco violaciones de media cada día. No menos de cinco mujeres atacadas cada 24 horas. Un 30,6 por ciento más de casos con respecto al mismo periodo del año anterior.

Cifras, porcentajes y estadísticas tras las que se encuentran vidas marcadas, historias de supervivencia y superación, investigaciones complejas. Y trabajo policial, mucho trabajo policial.

La tarde transcurría tranquila en el Grupo de Investigación de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría Provincial de Málaga. El equipo estaba enredado con las monótonas tareas administrativas cuando una compañera se asomó a la habitación. "¿Habéis escuchado el aviso que han dado por radio?", preguntó. A los agentes no les dio tiempo a responder cuando el teléfono sonó. Era la sala del 091. Acababan de informar de una brutal agresión sexual cometida en una zona deportiva de la zona Oeste de la ciudad. La víctima, con el rostro desfigurado por los golpes, iba camino del hospital. Rondaban las 18:30 de ese 23 de abril y comenzaba la persecución de un peligroso violador. Violento, osado, desafiante. Capaz de humillar a su víctima llamando a sus familiares tras el ataque y dejando un vomitivo mensaje en su perfil de Facebook. Esta es la historia de su captura.

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