El infierno de una joven de 17 años de Madrid que denunció una violación (que nadie cree)
Ni la Policía, ni el juez han tomado medidas para proteger a una menor que denunció una violación el pasado marzo. La chica requirió ingreso psiquiátrico y ha intentado quitarse la vida
Una joven de 17 años denunció el pasado marzo una violación cuando se encontraba inconsciente en el interior de una vivienda adosada del barrio de Valdezarza de Madrid. La chica acudió con sus padres a una comisaría para identificar al presunto agresor, pero la Policía Nacional tardó más de tres meses en citarlo a declarar y ni los investigadores ni el instructor del caso han adoptado ningún tipo de medida contra él.
El juez no interrogó al imputado, que también se enfrenta a una acusación por tráfico de estupefacientes, hasta el pasado 18 de octubre, siete meses después de los hechos. Tras 30 minutos en la sala, el juez decidió dejarlo en libertad. La abogada de la joven pidió que al menos se impusiera al investigado una orden de alejamiento, pero el instructor no lo consideró necesario. El fiscal asignado al caso ni siquiera acudió a la declaración, como recogen los documentos a los que ha tenido acceso El Confidencial.
Desde que se produjo el presunto ataque, la víctima ha necesitado ingreso en una unidad psiquiátrica de un centro hospitalario y ha intentado quitarse la vida dos veces. Esta es la cronología del infierno de una menor ignorada desde el primer día por el sistema:
4 de marzo. La presunta violación
La joven quedó la tarde del pasado 4 de marzo con una amiga que ese día celebraba su cumpleaños. Le preguntó a esta si conocía a alguien que les pudiese vender hachís para fumarse unos porros y su amiga llamó a un chico de 19 años que conocía del instituto para conseguir la droga. Según la denunciante, quedaron con él en el parque de Dehesa de la Villa, al noroeste de Madrid, y allí les entregó la sustancia. Posteriormente, la chica, su amiga y el joven estuvieron en torno a una hora fumando los porros y bebiendo unas cervezas.
Sobre las 23 horas, la joven empezó a sentirse mal. En aquel momento estaba tomando medicación. Los porros y la cerveza la hicieron sentirse "bastante mareada". El joven que les había vendido la droga les propuso entonces ir a su casa, que estaba a solo unos 200 metros de distancia, para tomar algo y descansar.
A partir de ahí, los recuerdos de la menor empiezan a desvanecerse. Declaró a la Policía que había un varón de unos 55 años en la planta baja de la vivienda. Tras comer algo, subió a una estancia de la primera planta a descansar. El joven pidió a la amiga que se fuera a dormir a otra habitación de la planta baja y se metió en la habitación con la presunta víctima.
Una vez que la puerta estaba cerrada, el joven empezó a besarla “echándose encima de ella”. “Posteriormente, comenzó a quitarle bruscamente todas las prendas de vestir que llevaba”, prosigue el acta de su declaración policial. Ella manifestó que estaba tan anulada por los porros que ni siquiera podía moverse. No se acuerda de si él se puso preservativo o no.
Cuando despertó al día siguiente, se percató de que estaba “sangrando por la zona genital”. Bajó a la planta inferior de la casa donde todavía estaba su amiga y vio otra vez al chico, “pero ninguno realizó ningún comentario respecto a lo ocurrido”. Después, volvieron al parque en el que habían estado la noche anterior y fumaron más porros. Después se marchó a su casa.
29 de marzo. Presenta la denuncia
Al principio, la joven no contó a su familia lo que había ocurrido. No fue “hasta pasados unos días, ya que se encontraba muy mal”, cuando le contó la presunta agresión a su madre. Sus progenitores acudieron finalmente con la menor a presentar la denuncia el 29 de marzo y en ella informaron de que esta llevaba ingresada desde hacía dos semanas en la unidad psiquiátrica de un hospital de Madrid. El escrito pedía la identificación del autor de la presunta violación y medidas urgentes de protección en virtud del estatuto de la víctima.
Al día siguiente, el Juzgado de Instrucción número 13 de Madrid abrió una investigación por agresión sexual y dio traslado a la Policía para que iniciase las averiguaciones. Como la joven estaba ingresada, se pospuso su declaración en sede judicial. El 4 de abril, una semana después de presentar la denuncia, la abogada de la presunta víctima pidió el arresto del joven y que se citase a declarar a la víctima, a su madre y a la amiga que estuvo con ella el día de los hechos. El juez lo descartó a la espera de conocer el resultado de la investigación policial.
11 de abril. Piden protección para ella
La abogada de la joven comunicó al juzgado que el 9 de abril había abandonado el centro psiquiátrico y que presentaba “un preocupante estado anímico como consecuencia de lo sucedido”. Por ese motivo, planteó que se le aplicase la condición de testigo protegido en el caso de que el sospechoso siguiera en libertad. El juez contestó de nuevo que era necesario esperar a la investigación policial y dio orden de comunicar el alta hospitalaria de la joven a los investigadores. Pasaron las semanas y la familia no tuvo novedades.
La abogada de la chica envió un nuevo escrito al juzgado el 3 de mayo para saber si la Policía había adoptado alguna medida de protección
Ante la ausencia de noticias, la abogada de la chica envió un nuevo escrito al juzgado el 3 de mayo para saber si la Policía había adoptado alguna medida de protección de la menor y si se había producido algún avance en el caso. El juez se limitó a decir que las actuaciones estaban a su disposición en la secretaría del juzgado e insistió en la necesidad de esperar al desarrollo del trabajo policial.
10 de mayo. Declaración ante la Policía
Más de un mes después de presentar la denuncia, la joven acudió a la sede de las dependencias policiales de la unidad adscrita a los juzgados de Madrid. Allí le tomaron declaración los agentes de la Brigada Provincial de Policía Judicial y, un día después, interrogaron también a su amiga. Esta última proporcionó los datos necesarios para localizar al supuesto agresor, con el que tenía una relación de amistad. De hecho, tenía más trato con él que con la supuesta víctima.
Pese a ello, la testigo avaló la denuncia de la menor. Confirmó que efectivamente estuvieron con el acusado en un parque y que luego acudieron a su casa. Aseguró que, en mitad de la noche, fue a la habitación en la que estaba la chica para preguntarle cómo se encontraba, pero la puerta estaba cerrada y nadie le respondió. Aunque la golpeó en varias ocasiones, el acusado se negó a abrir.
El oficio policial, elaborado el 13 de mayo, ya contenía la identificación del presunto violador. Pero este documento todavía tardaría dos semanas más en llegar al juez, que encargó el caso a otro departamento policial especializado en este tipo de delitos, la Unidad de Familia y Apoyo a la Mujer (UFAM). Suponía casi empezar otra vez de cero.
"La experiencia vivida ha llevado a la víctima a intentos fallidos de suicido en las últimas fechas"
De nada le sirvió a la familia presentar un recurso ante el juzgado para insistir en la detención del joven, que ya había sido identificado por la Policía. Transcurrió otro mes de espera sin novedades, por lo que la abogada de la joven presentó un nuevo escrito rogando que se diera al caso “el impulso procesal debido”. El juez contestó, ya en julio, que seguía a la espera de conocer los pasos a dar por la UFAM.
8 de julio. La Policía deja libre al sospechoso
Tres meses y medio después de la presunta violación, el acusado fue citado por la UFAM. Según el atestado elaborado por el Grupo XXII de esta unidad policial, se le comunicó su detención por “un delito de violación y delito contra la salud pública” (por la venta de droga). El joven se acogió a su derecho a no declarar, pero no se adoptó ninguna medida contra él. La Policía permitió que saliera por su propio pie de sus dependencias.
14 de julio. Segunda declaración
La menor fue citada por la UFAM una semana después de que compareciera su presunto agresor. Allí prestó declaración por segunda vez sobre lo sucedido, además de la denuncia inicial. Contó todo lo que recordaba. Le preguntaron si el chico pudo suministrarle ese día alguna sustancia que desconociese, pero dijo que no se fijó. Declaró que no había vuelto a tener contacto con él y que le bloqueó en Instagram después de que el supuesto agresor intentara comunicarse con ella a través de esa red social.
También contó que el joven le dijo a su amiga que, la próxima vez que quedasen, fuese con más amigas, y que luego entendió por qué. No obstante, la amiga siguió teniendo relación con el chico e incluso le avisó de la denuncia, según la víctima.
La menor estuvo acompañada en la comparecencia por su madre. Esta contó a los investigadores del Grupo XXII de la UFAM que su hija estaba bajo tratamiento psiquiátrico desde 2020 y tomaba medicamentos que, mezclados con alcohol y drogas, mermaban sus capacidades físicas y mentales. Ante el ofrecimiento de ser tratada en un centro especializado para víctimas de abusos sexuales menores de edad, la joven y su familia rechazaron la opción.
19 de julio. Tercera declaración
La chica tuvo que declarar de nuevo el 19 de julio, esa vez ante el juez. En esta tercera comparecencia estuvo presente la Fiscalía. El Ministerio Público había presentado el 5 de julio un escrito en el que pedía expresamente que se interrogase a la menor “sin la presencia de la madre, a fin de proteger su intimidad y preservar la utilidad de la diligencia", dando a entender que la progenitora estaba distorsionando la investigación.
El procedimiento ya había vulnerado los principales principios rectores en la atención a las víctimas de violencia sexual
En ese momento, el procedimiento ya había vulnerado los principales principios rectores en la atención a las víctimas de violencia sexual. Los profesionales de la UFAM reciben numerosas denuncias de violación al día. Sus agentes advierten del riesgo de revictimización que supone tener que prestar varias veces declaración, especialmente en los menores. Desde las instituciones públicas han diseñado en los últimos años numerosas campañas para animar a las mujeres que han sido víctimas de delitos sexuales a que denuncien. El Ministerio de Igualdad diseñó un plan para abrir centros de atención de 24 horas en todas las provincias y en el que puedan ser atendidas sin necesidad de denuncia previa.
La protagonista de esta historia, pese a sus 17 años, tuvo que responder tres veces a las mismas preguntas sobre unos hechos que habían requerido su ingreso psiquiátrico.
18 de octubre. El presunto violador, por fin ante el juez
Superados los trámites policiales, el juez citó al presunto violador el 18 de octubre, siete meses después de la denuncia y tres meses después de que el investigado se negara a declarar ante la Policía. Durante esos meses, la familia había solicitado en repetidas ocasiones que se dictara una orden de alejamiento para evitar que acusado y denunciante pudieran encontrarse o que se adoptara alguna medida para impedir la destrucción de pruebas, pero el juez denegó todas las peticiones.
La familia pide que se ordene el ingreso en prisión del presunto violador y medidas de protección para la menor
El malestar de la familia de la joven creció cuando comprobó que, el día del interrogatorio al acusado, ni siquiera compareció el fiscal. Fuentes del caso consultadas por este periódico confirman esta ausencia. Explican que la falta de recursos humanos en la Fiscalía obliga a dosificar la presencia en interrogatorios de este tipo. Se limitan prácticamente a los escenarios en los que existe certeza de que el juez va a ordenar el ingreso en prisión. Tras el interrogatorio, la abogada de la menor pidió que el chico fuera enviado a prisión provisional, pero la ausencia del representante del Ministerio Público restó fuerza a la petición y el juez anunció sobre la marcha que no tomaría esa medida.
El acusado prestó declaración durante menos de media hora. Reconoció haber mantenido una relación sexual aquella noche, pero dijo que fue en todo momento consentida y que, incluso, preguntó varias veces a la menor si se encontraba bien. Ella, en cambio, lo niega, dice que no podía moverse. Que le suplicó que parase y le advirtió de “su absoluta virginidad”.
El menor reconoció que cerró por dentro la puerta de la habitación, pero dijo que lo hizo porque esa noche también estaba su familia
El menor reconoció que cerró por dentro la puerta de la habitación, pero dijo que lo hizo porque esa noche también estaban en la vivienda sus padres y una hermana y que no escuchó los golpes en la puerta de su amiga. El varón de 55 años identificado por la joven resultó ser el progenitor del acusado. Este insistió en que la supuesta víctima estaba consciente y que incluso desayunaron en su casa cuando se despertaron. También negó ser traficante de droga y, a preguntas de su abogado, respondió que se había sometido a un programa de desintoxicación y llevaba dos meses sin consumir ninguna sustancia.
Nadie cree a la chica
La familia pide que se revoque la decisión del juez y se ordene el ingreso en prisión del presunto violador y el resto de medidas de protección solicitadas de la víctima. Alegan el riesgo de reiteración delictiva, ya que el joven sigue vendiendo drogas y le dijo a su amiga que le llevase amigas siempre que quedasen. “La experiencia vivida ha llevado a la víctima a intentos fallidos de suicido en las últimas fechas. Ello evidencia la presencia de daños psíquicos derivados del delito sufrido”, dice el recurso. En este lapso de tiempo, ha intentado quitarse dos veces la vida. La última vez, con una ingesta masiva de medicamentos.
La ONG Amnistía Internacional presentó un estudio en 2018 titulado 'Ya es hora de que me creas', en el que revelaba que la mayoría de las mujeres que han denunciado violencia sexual contra ellas no lo volvería a hacer después de sentirse desprotegidas por las instituciones y de haber vivido un proceso judicial traumático. Según datos de Eurostat, de ese mismo año, España estaba a la cola de la Unión Europea en materia de denuncias, concretamente en el puesto 25 de 32, que se traduce en 2,65 violaciones denunciadas por cada 100.000 habitantes, según los últimos datos de Eurostat.
Una joven de 17 años denunció el pasado marzo una violación cuando se encontraba inconsciente en el interior de una vivienda adosada del barrio de Valdezarza de Madrid. La chica acudió con sus padres a una comisaría para identificar al presunto agresor, pero la Policía Nacional tardó más de tres meses en citarlo a declarar y ni los investigadores ni el instructor del caso han adoptado ningún tipo de medida contra él.
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