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CRISIS EN EL PARTIDO

La deriva interna de Cs se agrava en Andalucía y preocupa al PP en la Junta

El partido de Arrimadas se descompone en Andalucía sin que nadie tome el control ni ponga remedio, el choque entre los 'naranjas' exhibe sin pudor el mercadeo de cargos y las fugas

Foto: La portavoz de la Comisión Gestora de Ciudadanos (Cs), Melisa Rodríguez (d), y el responsable de Organización de dicho órgano, Fran Hervías. (EFE)
La portavoz de la Comisión Gestora de Ciudadanos (Cs), Melisa Rodríguez (d), y el responsable de Organización de dicho órgano, Fran Hervías. (EFE)

El viernes por la noche, en el canal de Telegram de Ciudadanos, el afiliado Javier Millán Salmerón, cuñado de Fran Hervías, dejaba escrita su despedida del partido y anunciaba su baja como militante. Meses atrás había sido apartado como asesor en el Instituto Andaluz de la Juventud, tras perder el control del organismo la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, en una reforma de competencias auspiciada por el vicepresidente Juan Marín para debilitar a su rival interna. Los capítulos internos del culebrón de Cs se suceden a ritmo de trepidante serie política y sus protagonistas no defraudan.

Asegura este militante que ha visto como la gente se ha sumado a Cs “buscando un carguito y a ver si caía un puestecito”. Él, explicó en este mensaje, dejó un trabajo en Reino Unido --“sí algunos teníamos un trabajo y no veníamos de estar en el paro o en empresas de la familia”-- para incorporarse a la Junta. Fue fichado como asesor por 41.500 euros anuales recién licenciado y sin experiencia laboral previa, según sus credenciales. Se va porque el partido, sostiene, “se ha convertido en un club de amiguetes, donde los que no han dado un palo al agua por este proyecto van dando lecciones morales”. “El último que apague la luz”, se despide.

En eso está Cs en Andalucía. En decidir quién es el último y quién apaga la luz. “No soy yo. Es el partido”. Horas antes de esa despedida, el vicepresidente andaluz, Juan Marín, respondía así sobre quién debe decidir sobre si se aparta o no a un consejero del Gobierno andaluz que sea cuota de Ciudadanos. Su respuesta, en un momento de incomodidad en una entrevista en ‘Las Mañanas’ de RNE, dejaba al aire la debilidad ahora mismo de su liderazgo. Marín no tiene autonomía ni controla el partido, manda Madrid e Inés Arrimadas no se fía de él.

Nadie al volante

La guerra interna va cada vez a más sin que Arrimadas logre coger las riendas en un partido muy piramidal y sin poderes territoriales ni baronías. Ni siquiera se sabe si lo ha intentado o si la dirección nacional acumula ya suficientes frentes abiertos en la arena nacional como para meterse en Andalucía teniendo a la vuelta de la esquina la amenaza de una debacle en Cataluña. Lo cierto es que la crisis en la formación naranja empieza a pasar factura al Gobierno andaluz y en el ala del Partido Popular admiten su desconcierto y preocupación.

Foto: La consejera andaluza de Igualdad, Rocío Ruiz. (EFE)

Si Marín decide una cosa, desde Madrid la cúpula de Arrimadas ordena otra. Esa es la realidad en las últimas semanas. “No sabemos hasta donde puede llegar”, admiten fuentes del Ejecutivo de Juan Manuel Moreno. En una situación extrema de pandemia, la imagen que proyectan y el ruido que se genera preocupa. Es lo último, admiten, que necesitan los andaluces, vienen a resumir desde el ala del PP.

El último episodio de esta crisis se ha producido después de que la consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Rocío Ruiz, señalara, en un acto con afiliados, que ella no quería nombrar en las delegaciones provinciales a funcionarios sino “a militantes, gente de base” que tuviera vinculación con el partido. Algo que choca frontalmente no solo con la esencia de Cs y sus estatutos, sino también con el acuerdo de coalición firmado con el PP en Andalucía, que apostaba por despolitizar la administración, la “regeneración democrática” y por una función pública donde los funcionarios no fueran arrinconados por gente con carné del partido, como denunciaron que ocurría con el PSOE durante décadas en la Junta.

Un factor de inestabilidad

Si lo habitual en un gobierno de coalición es que las tensiones se den entre los partidos coaligados, la singularidad en Andalucía es que las dificultades se generan entre los consejeros de un solo color. El enfrentamiento entre el vicepresidente Marín y la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, es ya abierto. Una crisis que se extiende al grupo parlamentario y al que asisten con cierta perplejidad el resto de consejeros ‘naranjas’, los más desconocidos y peor valorados del Gobierno, según el último ‘CIS andaluz’. Javier Imbroda, titular de Educación, guarda un prudente silencio, aunque Marín lo cuenta entre los suyos. Los consejeros de Economía, Rogelio Velasco, y Empleo, Rocío Blanco, son independientes y nada saben, ni quieren saber, de guerras orgánicas. De los cinco consejeros que incorporó Cs al Gobierno andaluz sólo Marín, que fue el candidato, era de Cs. La de Igualdad se afilió más tarde.

La batalla entre familias en Andalucía se remonta a la etapa de Albert Rivera. El choque entre Fran Hervías, actual senador por la comunidad autónoma y exsecretario de organización, y el equipo de Marín siempre estuvo ahí. Con la dimisión de Rivera, el cambio en la cúpula y la salida de Hervías, al que se le dio un sillón como senador por la comunidad, supuestamente todo estaba encarrilado para que las aguas volvieran a su cauce. Sin embargo, la tregua no ha existido y en cuanto Arrimadas asumió la presidencia lejos de reconducirse se ha producido un estallido que parece no tener vuelta atrás.

La imagen de Marín celebrando con Rivera los dos años de las elecciones del cambio político en Andalucía fue demasiado elocuente. El dirigente andaluz tiene cero sintonía con la ‘guardia de corps’ de Arrimadas. La interlocución no es buena ni con Carlos Cuadrado ni con José María Espejo-Saavedra. La frialdad preside las relaciones entre Marín y Arrimadas, que antes eran muy cercanos. Todo además se está deteriorando aún más rápido porque la desconfianza se ha disparado y la hipótesis de que tanto Marín, como el alcalde de Granada, Luis Salvador, están ya más cerca del PP que de Cs no es una teoría que pongan a circular sus enemigos sino que se ha instalado en la propia dirección nacional.

Foto: Fotografía de archivo de Inés Arrimadas y Juan Marín. (EFE)

Vox, el beneficiado

Eso está precipitando los movimientos. Los enemigos internos de Marín están crecidos y lo dan por finiquitado tras perder la confianza de Arrimadas. Fran Hervías, lejos de estar defenestrado, sigue moviendo los hilos. A la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, la han convencido de que puede tener opciones para disputar el liderazgo del partido. Buena parte de su mensaje dejando claro a la militancia que “cuenta con la gente de base” en su equipo iba dirigido a hacer crecer su espacio en el partido. Los afines a Ruiz aseguran que Marín ha “colocado” a todos los suyos. Quien da cargos, acrecienta su poder interno, es el mensaje que dejan entrever en este último lance. En el Parlamento andaluz, la presidenta, Marta Bosquet, se alinea con Marín mientras que el portavoz, Segio Romero, está enfrente.

Desde el PP asisten con perplejidad a la descomposición de sus socios de gobierno. La estrategia inicial, dentro del plan de ocupar el centro político, era la fusión por absorción pero ahora empieza a temer que esa inestabilidad acabe pasando factura al Gobierno en su conjunto. Desde el PP además no hay interlocución con Arrimadas, mientras que sí la hubo con Rivera en el momento de sellar la alianza. A Marín ya se le puede oír en privado que si su partido lo descabalga, él seguirá mientras que lo apoyen los andaluces. Que si la dirección nacional le echa un pulso, quizás se encuentre con una sorpresa. En el PP empiezan a preguntarse si les renta el hundimiento de Cs porque eso sería, sin duda, dar carta de naturaleza a lo que dicen las encuestas: quedarían en manos de Vox. El partido de Santiago Abascal es el más beneficiado, de momento, de todo este lío en Andalucía.

El viernes por la noche, en el canal de Telegram de Ciudadanos, el afiliado Javier Millán Salmerón, cuñado de Fran Hervías, dejaba escrita su despedida del partido y anunciaba su baja como militante. Meses atrás había sido apartado como asesor en el Instituto Andaluz de la Juventud, tras perder el control del organismo la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, en una reforma de competencias auspiciada por el vicepresidente Juan Marín para debilitar a su rival interna. Los capítulos internos del culebrón de Cs se suceden a ritmo de trepidante serie política y sus protagonistas no defraudan.

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