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De la Granja: "Los radicales abandonaban el PNV. ETA fue su escisión más importante"
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De la Granja: "Los radicales abandonaban el PNV. ETA fue su escisión más importante"

El catedrático de Historia de la Universidad del País Vasco ofrece una panorámica del pasado del nacionalismo vasco que explica su presente, cuando el PNV y Bildu se disputan inéditamente la victoria en los comicios del 21-A

Foto: José Luis de la Granja, catedrático de historia en la Universidad del País Vasco. (Cedida)
José Luis de la Granja, catedrático de historia en la Universidad del País Vasco. (Cedida)
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José Luis de la Granja es uno de los académicos más reconocidos en el relato e investigación de la historia del nacionalismo vasco. Catedrático de Historia en la Universidad del País Vasco (UPV), entre sus numerosas publicaciones, cabe destacar los libros Nacionalismo y II República en el País Vasco (1986 y 2008), El nacionalismo vasco: un siglo de Historia (1995 y 2002), El siglo de Euskadi (2003), El oasis vasco. El nacimiento de Euskadi en la República y la Guerra Civil (2007) y Ángel o demonio: Sabino Arana. El patriarca del nacionalismo vasco (2015). A pocos días ya de las elecciones autonómicas en el País Vasco, aclara en esta entrevista con El Confidencial cuestiones nucleares y permanentemente polémicas sobre el nacionalismo vasco.

PREGUNTA. Los nacionalistas vascos, PNV con Junts y Bildu con ERC, han entrado en una nueva relación, pero ya la tuvieron históricamente, ¿desde cuándo? Porque no siempre esas relaciones han sido fluidas en el siglo XX.

RESPUESTA. Esas relaciones se remontan a la época del fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana (1865-1903). Este vivió cinco años en Barcelona (1883-1888), siendo estudiante en su Universidad, pero no mencionó en sus escritos de entonces al emergente nacionalismo catalán. Arana marcó las distancias entre Euskadi y Cataluña: según él, los Fueros vascos eran códigos nacionales de soberanía, mientras que los catalanes eran códigos regionales dentro de España. Y también entre ambos nacionalismos, como reflejó su artículo Errores catalanistas (Bizkaitarra, 31-X-1894): "Cataluña padece por la ingratitud de su propia madre España, mientras que Bizkaya es presa de una nación extraña".

P. ¿Cómo se articularon esas relaciones con los nacionalistas catalanes?

R. Los primeros contactos se dieron en 1901, cuando la Lliga Regionalista tuvo éxito en las elecciones a Cortes por Barcelona y nacionalistas del grupo de Ramón de la Sota la felicitaron. La Lliga se convirtió en el modelo del sector moderado del PNV para conseguir la autonomía en la Monarquía de la Restauración, a diferencia del sector radical, cuyo modelo era el nacionalismo irlandés en su lucha por la independencia. Durante la II República el PNV de Aguirre sustituyó como interlocutor en Cataluña a la Lliga de Cambó por la Esquerra Republicana de Companys, presidente de la Generalitat, con la que se alió en la Guerra Civil, cuando, conquistada Euskadi por el Ejército de Franco en 1937, el Gobierno de Aguirre se instaló en Barcelona hasta enero de 1939.

P. Sin embargo, esas relaciones no terminaron de cuajar.

R. A lo largo del siglo XX los pactos de los tres nacionalismos periféricos (incluyendo al gallego) fracasaron políticamente y la mayoría fueron efímeros: la Triple Alianza de 1923 fue independentista; la Galeuzca de 1933 fue autonomista y federal; varias Galeuzca en el exilio tuvieron como objetivo la autodeterminación de Galicia, Euskadi y Cataluña; y la Declaración de Barcelona de 1998, continuada como Galeuscat en la primera década del siglo XXI, propugnaba un Estado español plurinacional.

"A lo largo del siglo XX los pactos de los tres nacionalismos periféricos fracasaron políticamente y fueron efímeros"

P. Ahora, a propósito de las elecciones y de forma cíclica, hay referencias constantes a los orígenes del nacionalismo vasco y a su fundador, Sabino Arana.

R. Efectivamente. Pero la trayectoria histórica está clara: en la última década del siglo XIX surgió en Bilbao el nacionalismo vasco en el marco de la revolución industrial de Vizcaya, que tuvo lugar tras la abolición de los Fueros vascos en 1876, al término de la última guerra carlista. Su fundador fue Sabino Arana, que nació en una familia carlista, burguesa y muy católica. Arana creó un partido (el PNV en 1895), una doctrina político-religiosa (el aranismo), varios periódicos y los símbolos de su proyecto de nación, sustentada en la religión católica y la raza vasca: el nombre Euzkadi, la bandera bicrucífera (ikurriña) y el himno Gora ta gora (Viva y viva). Estos símbolos son oficiales en la actual Comunidad Autónoma Vasca.

P. Pero en la trayectoria de Sabino Arana son reconocible varias etapas.

R. Cierto, porque Arana pasa por diversas etapas. Su breve vida política, que transcurrió en los diez últimos años de su vida (1893-1903), se divide en tres diferentes. La primera (1893-1898) se caracterizó por su ideología radical e independentista y su catolicismo integrista: "Nosotros para Euzkadi y Euzkadi para Dios". El mismo se definió "antiliberal y antiespañol" (Bizkaitarra, 8-VI-1893). La segunda etapa (1898-1902) coincide con los cuatro años que fue diputado provincial de Vizcaya por Bilbao, gracias al apoyo del grupo fuerista del naviero Ramón de la Sota. Arana pasó a ser un político pragmático: propuso la creación de un Consejo Regional o Mancomunidad de las Diputaciones vascas. Su última etapa (1902-1903) se denomina la evolución españolista de Sabino Arana: planteó a sus seguidores la sustitución del PNV por la Liga de Vascos Españolista, cuya meta sería la autonomía "dentro de la unidad del estado español". Su muerte en 1903 frustró dicha evolución, que fue enterrada por su hermano Luis y por Ángel Zabala, su sucesor al frente del PNV.

"El PNV no ha cuestionado nunca a Sabino Arana, al que erigió una estatua en Bilbao en 2003, y al que homenajea cada año tres veces"

P. Y al final, ¿en qué criterios últimos se basó el nacionalismo?

R. En 1906 el PNV aprobó que su doctrina oficial era la de su fundador, sintetizada en su lema Dios y Ley Vieja, y que su meta era la restauración de los Fueros vascos, en un manifiesto que estuvo vigente hasta la Transición. La religión católica y el culto a Sabino Arana eran los pilares principales de la comunidad nacionalista vasca que se fue extendiendo desde Vizcaya a las demás provincias vascas.

P. Pese a las características de su pensamiento, el PNV sigue teniéndole como su referente fundacional.

R. Así es. El PNV no ha cuestionado nunca a Sabino Arana, al que erigió una estatua en Bilbao en 2003 y al que homenajea cada año tres veces: en los aniversarios de su nacimiento (26 de enero), de su muerte (25 de noviembre) y de la fundación del PNV (31 de julio).

P. En otro orden de cosas, pero de interés en este momento político: los lehendakaris asumen una posición de obediencia explícita al PNV y juran fidelidad al partido. ¿Desde cuándo se estableció la bicefalia que persiste en el siglo XXI?

R. La organización tradicional del PNV distinguía entre los cargos del partido y los cargos públicos de afiliados al partido, de forma que sus diputados no podían ser dirigentes del PNV: así, si un burukide era elegido diputado, tenía que dejar su cargo en el PNV. Por eso, su líder José Antonio Aguirre, que fue alcalde de Getxo y diputado a Cortes en la II República, y presidente del Gobierno vasco desde 1936 hasta su muerte en 1960, nunca tuvo cargos en el seno del PNV. De ahí procede la incompatibilidad entre ser el lehendakari y, al mismo tiempo, ser el presidente del PNV, y, por tanto, la bicefalia que ha existido siempre en el PNV desde 1936 hasta la actualidad.

P. ¿Nunca se excepcionó esta norma interna?

R. Sí. Dada la situación excepcional de la Guerra Civil, en la que fue elegido lehendakari, Aguirre estuvo exento de la disciplina del partido. Esto y su gran carisma hizo que prevaleciese sobre el hombre fuerte del PNV en la guerra y el exilio, que fue Juan Ajuriaguerra, con el que tuvo varios enfrentamientos. Todo lo contrario sucedió con el segundo lehendakari, Jesús María Leizaola, que fue siempre leal al PNV y acató las decisiones de su dirección durante su mandato (1960-1979), hasta el punto de que dimitió en alguna ocasión y el PNV le obligó a seguir como lehendakari en París: hasta que se aprobó el Estatuto de Gernika en 1979, Leizaola no pudo regresar a Euskadi.

Foto: Ortuzar, Urkullu y el flamante candidato, Imanol Pradales, en el aniversario de la muerte de Sabino Arana. (EFE/Luis Tejido)
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P. Alguien ha escrito que la historia del PNV es la de sus escisiones.

R. Desde su fundación por Sabino Arana en 1895, el PNV ha constituido el eje principal del movimiento nacionalista vasco, el tronco del cual se fueron desgajando ramas. Varias escisiones agitaron periódicamente al PNV a lo largo del siglo XX. A diferencia de otros movimientos políticos similares como el catalanismo, la principal línea divisoria del nacionalismo vasco no fue entre derechas e izquierdas, sino entre moderados y radicales, siendo habitualmente estos últimos los que abandonaron el PNV y crearon otra organización. Por eso, la mayoría de sus conflictos internos han tenido relación con esa dicotomía moderación/radicalismo, una de las constantes más conspicuas del nacionalismo vasco.

P. ¿Cuáles fueron las más importantes?

R. Las escisiones más importantes sufridas por el PNV dieron lugar a estas organizaciones: Aberri (1921), Acción Nacionalista Vasca (1930), Jagi-Jagi (1934), ETA (1959) y Eusko Alkartasuna (1986). De ellas la única que fue claramente una ruptura entre derechas e izquierdas fue la de ANV, el primer partido nacionalista vasco de izquierda por no asumir el lema aranista Dios y Ley Vieja, al ser aconfesional y no foralista, y estar dispuesto a aliarse con el Bloque republicano-socialista de Indalecio Prieto para conseguir el Estatuto de autonomía en la II República.

Las escisiones de Aberri y Jagi-Jagi fueron similares: supusieron la salida del partido del sector radical e independentista, que no aceptaba la vía autonómica seguida por la dirección y sus diputados a Cortes. De 1921 a 1930 existieron dos partidos aranistas: el moderado o Comunión Nacionalista Vasca y el radical o Aberri. Se unificaron de nuevo como PNV en 1930, salvo los que fundaron ANV ese mismo año.

P. Y luego, ETA.

R. Sin duda, la escisión más importante que tuvo el PNV fue el nacimiento de ETA en 1959. ETA fue fruto de una ruptura generacional: jóvenes estudiantes vizcaínos y guipuzcoanos (grupo Ekin), tras pasar por las juventudes del PNV, se separaron por considerar ineficaz la estrategia política del PNV y del Gobierno de Aguirre en el exilio contra la Dictadura de Franco. Los fundadores de ETA eran herederos de los aberrianos: hacían del enfrentamiento Euskadi/España la base de su actuación. Su rasgo más característico fue el activismo: el empleo de medios violentos para conseguir sus fines, asumiendo modelos revolucionarios tercermundistas en la década de 1960. ETA no nació contra Franco sino contra España; de ahí que no desapareciese con la muerte del dictador, sino todo lo contrario: la gran mayoría de las 850 víctimas mortales provocadas por el terrorismo de ETA se produjeron después de la muerte de Franco en 1975 hasta 2010.

"La bicefalia ha existido siempre en el PNV desde 1936 hasta la actualidad"

P. ¿Qué significó el partido de Garaikoetxea?

R. Su partido fue la última escisión del PNV en 1986 como consecuencia de estos factores: la disparidad sobre la construcción interna de la Comunidad Autónoma Vasca (más o menos foralista), basada en la polémica Ley de Territorios Históricos (1983); la rivalidad personal y la disputa por el liderazgo entre dos políticos carismáticos: Xabier Arzalluz, presidente del PNV, y Carlos Garaikoetxea, lehendakari del Gobierno Vasco, cuyo enfrentamiento terminó con la defenestración de Garaikoetxea y su sustitución por José Antonio Ardanza, que acaba de fallecer.

P. Navarra es un desiderátum del nacionalismo vasco. ¿Cuándo se produce esta aspiración territorial? ¿Es solo por razón de idioma y cultura o por necesidades de expansión territorial, demográfica y económica?

R. Para el nacionalismo vasco, Navarra forma parte de su idea de Euskadi desde su fundación por Sabino Arana. Este contactó con los fueristas navarros en 1894, con motivo de la gamazada, la rebelión popular de Navarra contra el ministro de Hacienda Gamazo, que intentó (sin éxito) elevar el cupo de su Convenio Económico, cuyo origen está en la ley denominada "paccionada" de 1841. La principal obra doctrinal de Arana se tituló El Partido Carlista y los Fueros Vasko-Nabarros (1897). El escudo de Navarra estaba incluido en el de Euskadi diseñado por Arana. También estuvo en el escudo de Euskadi del Gobierno Vasco en el exilio, a pesar de que Navarra no figuraba en el Estatuto de 1936, y en el del Gobierno de Garaikoetxea hasta que una sentencia del Tribunal Constitucional le obligó a quitarlo en los años 80 del siglo pasado.

P. Pero la implantación del PNV en Navarra es frustrante para el nacionalismo.

R. Es que, históricamente, Navarra ha sido el talón de Aquiles del PNV, porque su implantación ha sido siempre muy débil en este territorio. Su diputado navarro Manuel Irujo llegó a denominarla "el Ulster vasco" en la II República. Por eso, Navarra ha sido territorio irredento para el nacionalismo vasco, en especial para la izquierda abertzale, que suele celebrar el Aberri Eguna (Día de la patria vasca) en Pamplona.

"Todas las fuerzas políticas vascas, incluidos los socialistas, aceptaron el Concierto Económico"

P. ¿Por qué esa aspiración constante de Navarra desde el nacionalismo vasco?

R. En su reivindicación de Navarra influyen tanto motivos culturales y lingüísticos (el euskera se habla en una parte de Navarra), como políticos y de índole territorial, dado que su superficie es bastante más grande que la que tienen las tres provincias de la actual Comunidad Autónoma Vasca juntas.

P. Otra cuestión que provoca polémica: el Concierto Económico. ¿A cuándo se remonta y qué justificación tuvo?

R. Tras el final de la última guerra carlista (1872-1876) y recién aprobada la Constitución de la Monarquía de la Restauración (1876), el jefe del Gobierno, Cánovas del Castillo, no logró llegar a un acuerdo con los fueristas liberales y abolió los Fueros vascos y sus instituciones en 1876-1877. Para compensarles y contribuir a la pacificación del País Vasco, que seguía en estado de guerra, Cánovas, utilizando las facultades extraordinarias que le otorgó la ley de 1876, creó, por decreto de 28 de febrero de 1878, una nueva institución: el Concierto Económico. Este proporcionó una gran autonomía fiscal a las nuevas Diputaciones provinciales (las forales desaparecieron en 1877) para recaudar y gestionar varios impuestos (los concertados), con la única obligación de pagar una cantidad alzada (el cupo) a la Hacienda estatal.

"Históricamente, Navarra ha sido el talón de Aquiles del PNV. Irujo la llamó 'el Ulster' vasco'"

P. El Concierto es un factor de consenso, o sea transversal en la sociedad vasca.

R. El Concierto fue bien acogido por la burguesía vasca, en especial por la vizcaína que empezaba entonces la revolución industrial, pues era muy ventajoso para sus negocios al basarse en la tributación indirecta y apenas gravarle con impuestos directos. Así acabó triunfando la política de Cánovas, pues rompió el frente fuerista y los llamados fueristas transigentes vencieron en las elecciones de 1879 a los intransigentes, que exigían la derogación de la ley de 1876.

Desde entonces las provincias vascas se integraron en la Monarquía de la Restauración, ya sin los Fueros, pero con el Concierto, que suponía una importante autonomía económica y administrativa, pero no política. Al ser beneficioso, lo acabaron aceptando todas las fuerzas políticas vascas, incluidos los socialistas, hasta el punto de que su líder Indalecio Prieto, siendo ministro de Hacienda de la II República en 1931, lo elevó de decreto a ley. Por eso, Franco derogó el Concierto a Vizcaya y Guipúzcoa, como castigo de guerra, por decreto-ley, al conquistar Bilbao en junio de 1937, mientras que lo mantuvo en Álava por haberse sumado esta provincia a la sublevación militar en julio de 1936. Con el transcurso del tiempo, el Concierto Económico pasó de ser considerado por los fueristas una migaja, concedida graciosamente por Cánovas en compensación por la pérdida de los Fueros, a convertirse en un derecho histórico de los territorios vascos, reconocido por el Estatuto de Gernika.

José Luis de la Granja es uno de los académicos más reconocidos en el relato e investigación de la historia del nacionalismo vasco. Catedrático de Historia en la Universidad del País Vasco (UPV), entre sus numerosas publicaciones, cabe destacar los libros Nacionalismo y II República en el País Vasco (1986 y 2008), El nacionalismo vasco: un siglo de Historia (1995 y 2002), El siglo de Euskadi (2003), El oasis vasco. El nacimiento de Euskadi en la República y la Guerra Civil (2007) y Ángel o demonio: Sabino Arana. El patriarca del nacionalismo vasco (2015). A pocos días ya de las elecciones autonómicas en el País Vasco, aclara en esta entrevista con El Confidencial cuestiones nucleares y permanentemente polémicas sobre el nacionalismo vasco.

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