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El clínex de Pedro Sánchez y la implacable venganza de Mariano Rajoy
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El clínex de Pedro Sánchez y la implacable venganza de Mariano Rajoy

Hace cinco años el PNV fue decisivo para echar a Rajoy y entronizar a Sánchez. Ahora se lamenta de que le trate como un clínex y haya primado a su adversario, EH Bildu, con unos buenos resultados el 28-M

Foto: Ortuzar (izquierda), junto a Otegi (centro), en un homenaje a los lendakaris que vivieron el exilio. (EFE/Miguel Toña)
Ortuzar (izquierda), junto a Otegi (centro), en un homenaje a los lendakaris que vivieron el exilio. (EFE/Miguel Toña)
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El pasado jueves se cumplieron cinco años (1 de junio de 2018) de la votación en el Congreso de los Diputados de la moción de censura que presentó Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Fue la primera que ha prosperado en la democracia española. El artículo 113.1 de la Constitución exige que el relevo presidencial mediante censura parlamentaria reúna mayoría absoluta (176 o más votos). La propuesta del secretario general del PSOE, a la sazón no diputado, obtuvo el respaldo de 180 escaños y el rechazo de 169, con una sola abstención. El descabalgamiento del presidente popular fue posible por la traición de los cinco representantes en la Cámara del Partido Nacionalista Vasco que días antes habían llegado a un acuerdo con Rajoy sobre los Presupuestos de ese año y sobre el cupo del País Vasco. El EBB del PNV —su denominada ejecutiva nacional— dio el visto bueno a la moción de censura que Aitor Esteban justificó, en un quiebro circense, en la conveniencia de retirar al popular y poner al socialista por razones un tanto confusas. Pasó de socio del PP a serlo del PSOE sin imaginar que Sánchez sería el brazo vengador de Rajoy alimentado a Bildu.

Ha transcurrido un lustro desde entonces y, tras las elecciones municipales y forales en Euskadi y Navarra, Andoni Ortuzar, presidente del EBB del PNV —el mismo que ordenó votar contra Rajoy— se ha lamentado esta semana de que el presidente Sánchez trata a su organización como un clínex de usar y tirar y que él y su partido están decepcionados con el secretario general del PSOE. La razón del lamento del peneuvista se produce después de que EH Bildu se haya convertido en socio de referencia —con ERC— del Gobierno de coalición desplazando del protagonismo al PNV que era la gestora que conseguía las nueces en Madrid y las repartía en el País Vasco. La competencia de los bildutarras ha erosionado seriamente a los nacionalistas vascos de derechas, no solo en Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, sino también en la comunidad foral de Navarra.

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Se malician los jeltzales que han perdido la confianza del PP, quizás de manera difícilmente reversible, y no tienen la de Sánchez al que sus cinco votos entronizaron en la Moncloa. El socialista les trata despectivamente y se amiga con sus adversarios abertzales y Mariano Rajoy —a través del socialista— se cobra, queriéndolo o no, una justa e implacable venganza por un comportamiento político que perseguirá al PNV por mucho tiempo y estigmatizará su política de intercambios como más propia de un zoco que de un parlamento democrático.

Las peleas PNV-Bildu de 2020 y 2023

El País Vasco y Navarra han celebrado sus respectivas elecciones autonómicas. En la comunidad vasca (al igual que en Galicia) se convocaron el 12 julio del 2020 y en la foral de Navarra el pasado domingo. En las vascas, EH Bildu, segunda fuerza política, obtuvo 21 escaños de 75, diez menos que el PNV que se distanció solo en 100.000 votos de los nacionalistas (349.000 para el PNV y 249.000 para EH Bildu). El problema para los peneuvistas es que, mientras ellos decrecieron respecto de los comicios autonómicos de 2016 (casi 50.000 votos), los abertzales radicales incrementaron sus papeletas en 25.000, marcando así una tendencia confirmada el 28-M en los comicios municipales y forales. Porque el pasado domingo EH Bildu obtuvo 1.050 concejales (119 más que en 2019), mientras que el PNV se quedó en 981 (79 menos de los que tenía) y en voto total ya le pisa los talones: los de Otegi obtuvieron 297.000 papeletas (el 29,21%, aumentando cinco puntos respecto de 2019) mientras que el PNV lograba 322.000 (un 31,69% viniendo del 36,69% de 2019). Bildu, pues, tiene al PNV a tiro de piedra.

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En las tres capitales vascas Bildu mejora y el PNV empeora. En Vitoria los abertzales radicales son la primera fuerza, mientras que estrechan sus márgenes con los nacionalistas tanto en Bilbao como en San Sebastián. La coalición de Otegi logra, además, un fuerte avance en las elecciones forales hasta el punto de que podría hacerse con la Diputación Foral de Guipúzcoa (no sería la primera vez) que como las de los otros dos territorios históricos son las haciendas cuasi soberanas que recaudan y gestionan los impuestos concertados y pagan las aportaciones al Gobierno Vasco que carece de facultades fiscales y hacendísticas. Ya es oficial un pacto global entre el PNV y el PSE, secundado por el PP a modo de cortafuegos contra Bildu.

Este mal panorama para el PNV, sin embargo, se agrava por la debilidad del Partido Socialista de Euskadi que sigue también a la baja y es el socio de gobierno en Vitoria. En la capital política de la comunidad, el PSE y el PP se aliarán con el PNV para evitar la alcaldía de Bildu lo que, con la negativa socialista a apoyar a los bildutarras en Pamplona, se interpreta como un twist del PSE-PSOE respecto de ese abertzalismo filoetarra que tanta desgracia electoral les ha comportado.

El PNV pierde Navarra

La inquietud de los nacionalistas vascos no se entendería en su integridad si no se atiende a lo que ha ocurrido en la comunidad foral de Navarra. Allí el PNV se presenta con bandera de conveniencia: la coalición Geroa Bai. En las autonómicas de 2019 esta agrupación nacionalista vasca obtuvo 59.000 votos frente a los 49.744 de EH Bildu. El pasado domingo, estas cifras se dieron la vuelta. Los de Otegi lograron 55.000 papeletas y los nacionalistas emboscados en Geroa Bai solo 42.000. O sea, se consuma en Navarra el adelantamiento de los radicales sobre el nacionalismo de derechas, después de que en las últimas generales (noviembre de 2019), Bildu obtuviera un escaño y ninguno Geroa Bai, o sea, el PNV.

placeholder La candidata a presidir el Gobierno de Navarra, María Chivite. (EFE/Jesús Diges)
La candidata a presidir el Gobierno de Navarra, María Chivite. (EFE/Jesús Diges)

La presidencia de María Chivite vuelve a depender de los bildutarras. La socialista necesita que se abstengan y la única moneda de cambio es la alcaldía de Pamplona en la que Bildu es la segunda fuerza con 8 concejales de 27 y 27.752 votos (27,40%), en tanto que Geroa Bai ha obtenido el domingo pasado dos escuálidos concejales con poco más de 7.000 votos, el 7,55% de los emitidos en la capital navarra. Los cinco concejales del Partido Socialista de Navarra son cruciales para que el alcalde sea un abertzale radical que contaría con la abstención de Geroa Bai. De tal manera que el PNV ve cómo la comunidad foral se aleja al tiempo que se implanta con fuerza su adversario que cuenta con 9 escaños de los 50 de la Diputación Foral. El martes pasado, el PSN anunció que bajo ningún concepto daría la alcaldía a Bildu en lo que ya se ha considerado un síntoma de rectificación, al menos táctica, ordenada por Ferraz y, al tiempo, el reconocimiento implícito de que la vinculación entre los socialistas y los abertzales radicales ha sido un lastre en las elecciones del 28-M y podrían serlo, de persistir en su relación, en las próximas generales del 23-J.

Los estímulos para votar a Bildu

¿A qué responde el éxito de Bildu y el decrecimiento del PNV y del PSE, mientras se produce una cierta recuperación del PP? A varias razones, pero el nacionalismo vasco está convencido de que Pedro Sánchez ha privilegiado la relación con el abertzalismo radical normalizándolo como un interlocutor plenamente válido en la política española hasta tal punto que ha usurpado ese rol que ha monopolizado el PNV durante décadas. Para Otegi, la noche electoral fue mágica y se ha delectado en el intento de desmarque del PSOE. "Creen que la gente es boba. Hemos estado cuatro años juntos y aprobado cuatro presupuestos a Sánchez". El efecto sobre el electorado vasco de esta interlocución del PSOE y Unidas Podemos con Bildu ha sido legitimador del abertzalismo radical como bien han percibido en el EBB del PNV. Es posible que a Sánchez se le haya ido este asunto de las manos y recoge velas ordenando al PSE que ayude ahora a los jeltzales.

Sánchez ha privilegiado la relación con el abertzalismo radical, normalizándolo como un interlocutor válido en la política española

Pero hay más causas que explican el crecimiento de Bildu y el decrecimiento del PNV. Por ejemplo: la derecha española en el País Vasco (el PP) esta vez no ha socorrido a los nacionalistas y ha dejado que Bildu acorte distancias. En tiempos anteriores, los electores del PP en municipales, forales y autonómicas socorrían al PNV para que los abertzales no incrementasen su presencia institucional. Esta vez no ha sido así y ya no lo será en lo sucesivo porque los jeltzales se han ganado, más todavía, la inquina de un electorado popular que les atribuye la entronización de Sánchez en 2018 previa censura a Rajoy. Por otra parte, en palabras del analista José María Ruiz Soróa, la sociedad vasca es "indolente" ante las listas abertzales con exetarras porque su presencia constante es una variable de la convivencia en Euskadi. Para el sociólogo Javier Ello, el PNV causa ya fatiga y aburrimiento después de tantos años de gobierno.

Foto: La candidata de EH Bildu a la Alcaldía de Vitoria, Rocío Vitero. (EFE/David Aguilar)

A mayor abundamiento, Bildu se ha convertido, en el segmento de la izquierda, en una coalición "tragalotodo". Y así ha depredado por completo a Podemos y erosionado las bolsas electorales del Partido Socialista de Euskadi. Su modelo es Esquerra Republicana de Catalunya en lo social y el independentismo basado en la teoría del conflicto como legado de la banda terrorista ETA. De ahí que los candidatos que delinquieron dijesen que "no habría futuro sin pasado". Sorprendente, pero menos en una sociedad tan desquiciada como la vasca, es que un juez amenazado por ETA y que hubo de llevar escolta una década, Manuel Díaz de Rábago, haya pedido el voto para las listas abertzales.

El voto de los transterrados

El decrecimiento demográfico del País Vasco es espectacular. Con Asturias es la comunidad más envejecida y con las tasas de natalidad más negativas en España. En ese contexto ha reverdecido la polémica por los miles y miles de vascos desplazados por la amenaza terrorista y por la falta de oportunidades de una economía condicionada por la criminalidad de ETA en los términos que explica Mikel Buesa Blanco, catedrático emérito de Economía Aplicada, hermano del asesinado Fernando Buesa (22 de febrero de 2000) en su último ensayo sobre La financiación del terrorismo. Los cálculos sobre el número de los desplazados son muy variables, pero se sitúan entre los 120.000 y 150.000, aunque pasan de los 200.000 si se computan aquellos que se fueron del País Vasco por falta de oportunidades. Esta sangría de talento y energía demográfica ha sido una suerte de "limpieza ideológica" en palabras del ensayista Luis Harámburu Altuna.

Foto: De izquierda a derecha y de arriba a abajo: José Antonio Zarzalejos (Isabel Blanco), Juan Pablo González (CGPJ), Francisco Llera (EFE) y Ana Iríbar. (EFE/Juan Herrero)

Hace solo unos días se presentó en el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social del CEU el trabajo de investigación El éxodo vasco como consecuencia de la persecución ideológica elaborado por el profesor titular de Historia Contemporánea José Luis Orella, Carlos Urquijo, director de proyectos de la Fundación Villacisneros y Alejandro Macarrón, coordinador del observatorio demográfico del CEU. El cálculo de desplazados por el terrorismo de ETA entre 1977 y 2022 es de 180.000 personas, en torno al 9% de la población vasca de finales de los años setenta, sin contar a los hijos nietos de muchos de los transterrados.

El cálculo de desplazados por el terrorismo de ETA entre 1977 y 2022 es de 180.000 personas, el 9% de la población vasca de finales de los setenta

Rogelio Alonso, catedrático de Ciencia Política y coautor de Vidas rotas y del ensayo de referencia titulado La derrota del vencedor, el mayor experto español en terrorismo irlandés y uno de los más reconocidos en las investigaciones y análisis sobre ETA considera que "como el profesor Carlos Fernández de Casadevante ha explicado recientemente, el censo electoral se ha modificado de forma violenta mediante la expulsión generalizada de ciudadanos vascos no nacionalistas como consecuencia del terrorismo nacionalista vasco de ETA. Esto significa que hoy se acepta una grave anomalía política y que el alcance del terrorismo tiene consecuencias muy serias en nuestro sistema democrático". Y añade que "el Estado no ha intentado reparar esta injusticia. No es sencillo, sin duda, pero desgraciadamente no ha habido voluntad para ello. En 2012 el gobierno de Rajoy estudió una reforma de la Ley Electoral para intentar restituir su derecho de voto en el País Vasco a esos ciudadanos vascos y a sus descendientes que tuvieron que abandonar la comunidad autónoma por las amenazas terroristas. A pesar de las previsibles críticas del nacionalismo, solventes constitucionalistas como el profesor Javier Tajadura avalaron la constitucionalidad y viabilidad técnica de una reforma de la ley electoral que permitiera a quienes tuvieron que abandonar el País Vasco o Navarra por la presión de ETA ejercer de nuevo su derecho de voto en aquellos lugares de los que fueron ilegítimamente excluidos. Sin embargo, no hubo voluntad política para acometer esa reforma a pesar de que el gobierno contaba con mayoría absoluta".

El legado de ETA

Alonso se expresa también con rotundidad sobre el voto a Bildu que cree se debe a una labor legitimadora: "Además, no solo ha habido políticos, sino también medios de comunicación que han contribuido a esa legitimación evitándoles la necesaria rendición de cuentas. Esa injusta legitimación de esta formación se ha complementado con una coacción a la ciudadanía". "¿Votar a la izquierda abertzale supone acelerar el final de ETA?", le preguntó en 2012 el principal diario vasco a Rufino Etxeberria, presentado como "líder independentista", su pertenencia a ETA convenientemente maquillada. Tres páginas de entrevista dominical y portada, sonriente posado, propaganda y chantaje terrorista: "Votar a la izquierda abertzale ayuda a que este país camine hacia la paz y la normalización definitiva, y supone una inversión para una nueva sociedad", respondió. Ese mismo chantaje se ha ejercido desde el ámbito político reproduciendo esta tramposa afirmación: "es mejor que estén en las instituciones a que peguen tiros".

Bildu y PNV, convergencia de objetivos

El análisis de Rogelio Alonso sobre el conjunto del nacionalismo es rotundo y muy claro: "La pugna entre PNV y Bildu tiene distintas implicaciones. Una de ellas es que la disputa por quien ejerce esa hegemonía nacionalista, si el PNV o Bildu, no puede hacernos olvidar que ambas formaciones nacionalistas siguen compartiendo fines y deslegitimando el sistema democrático. Muchos se engañan repitiendo que hoy el nacionalismo no plantea reivindicaciones territoriales, que el independentismo ha caído a mínimos históricos. Ese tacticismo esconde que ambos persiguen mantener la hegemonía política, social y cultural del nacionalismo en una sociedad en la que su penetración es total. Se ha elevado moral y políticamente al nacionalismo de PNV y Bildu, vinculado a un proyecto antidemocrático basado en la violencia y desleal con el sistema constitucional. Y ahora, esa disputa entre ambos parece que va a ser utilizada por el PNV para seguir con su actitud extractiva del sistema democrático. Si en gran parte como resultado de la presión terrorista en los ochenta y los noventa el PNV logró prácticamente una soberanía fiscal y un cupo que es absolutamente injusto, además de otros beneficios fiscales, es de esperar que el nacionalismo utilice esta coyuntura para seguir coaccionando al Estado".

Tanto PNV como Bildu comparten una ideología nacionalista que es la que ha legitimado el terrorismo de ETA contra los no nacionalistas

El autor de La derrota del vencedor sostiene que "el PNV lleva años presentándose como un nacionalismo sensato y la mejor defensa frente al nacionalismo de Bildu". "Ahora vienen disfrazados de Caperucita, quieren que no se hable del pasado porque su pasado es impresentable, pero no pueden pretender que, como si nada, los demás aceptemos que la historia empieza hoy". Este era todo el cuestionamiento de Bildu que se atrevía a plantear Ortuzar en esta campaña. Y es que tanto PNV como Bildu comparten una ideología nacionalista que es la que ha legitimado el terrorismo de ETA contra los no nacionalistas. Y ninguno desea deslegitimarla. Conviene tenerlo presente. Contamos ya con el precedente de la negociación de los socialistas con ETA planteando el falso dilema de que había una ETA buena y otra mala, lo cual ha acabado legitimando y fortaleciendo a quienes ni condenan ni rechazan el terrorismo.

El constitucionalismo, indefenso

Por fin, el académico proyecta su análisis sobre los partidos constitucionalistas en el País Vasco y Cataluña con juicio severo: "después de sufrir tanto, los partidos constitucionalistas en el País Vasco no han sabido ni querido defender los símbolos políticos institucionales en esta comunidad autónoma. Han permitido la inflación simbólica del nacionalismo vasco que además desprecia como reaccionaria la simbología española. El miedo al terrorismo activó el temor a la exclusión social y política que permanece entre los no nacionalistas. El socialismo vasco lo gestiona convertido en cómplice del nacionalismo institucional y blanqueador del violento. Así cabalga su contradictoria demonización del Partido Popular y de Vox mientras ha pactado en Madrid y Navarra con los testaferros de ETA y en Vitoria con el PNV". En esa atmósfera, un dirigente del PP vasco acertó al describir hace años el problema que suponía esa hegemonía nacionalista o "totalismo" tan difícil de desafiar: "A veces, es más difícil aguantar la exclusión social nacionalista que los asesinatos". Este temor e incapacidad para hacer frente a dicha exclusión social nacionalista ha llevado al PP, al igual que el PSE, a aceptar, como decía Savater, "los mismos platos identitarios que los nacionalistas, aunque en raciones de menú infantil".

Foto: Urkullu y Sánchez, en una imagen de archivo. (EFE) Opinión

La conclusión es que, no solo Bildu debe hacer una catarsis, sino que igualmente el PNV ha de reescribir su propio guion porque, de lo contrario, será un clínex no solo para el PSOE. También para el PP, si, como parece, se produce un regreso al bipartidismo que disminuya el multipartidismo en el que, con viento de popa, han navegado en estos últimos cinco años los abertzales radicales y la derecha nacionalista vasca, después de que se cargase la presidencia de Mariano Rajoy y esté ahora pagando su deslealtad.

El pasado jueves se cumplieron cinco años (1 de junio de 2018) de la votación en el Congreso de los Diputados de la moción de censura que presentó Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Fue la primera que ha prosperado en la democracia española. El artículo 113.1 de la Constitución exige que el relevo presidencial mediante censura parlamentaria reúna mayoría absoluta (176 o más votos). La propuesta del secretario general del PSOE, a la sazón no diputado, obtuvo el respaldo de 180 escaños y el rechazo de 169, con una sola abstención. El descabalgamiento del presidente popular fue posible por la traición de los cinco representantes en la Cámara del Partido Nacionalista Vasco que días antes habían llegado a un acuerdo con Rajoy sobre los Presupuestos de ese año y sobre el cupo del País Vasco. El EBB del PNV —su denominada ejecutiva nacional— dio el visto bueno a la moción de censura que Aitor Esteban justificó, en un quiebro circense, en la conveniencia de retirar al popular y poner al socialista por razones un tanto confusas. Pasó de socio del PP a serlo del PSOE sin imaginar que Sánchez sería el brazo vengador de Rajoy alimentado a Bildu.

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