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El tetris de los pactos vascos tras el 21-A: lo que prefieren los votantes
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EL PNV RECHAZA UN PACTO CON BILDU

El tetris de los pactos vascos tras el 21-A: lo que prefieren los votantes

Los electores del PNV y el PSE son partidarios de reeditar el Gobierno de coalición que ha regido Euskadi las dos últimas legislaturas. El 50% de los socialistas nunca votaría a Bildu y tampoco lo haría el 30,8% de los 'jeltzales'

Foto: Unos jóvenes pegan carteles electorales en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
Unos jóvenes pegan carteles electorales en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

Salvo cataclismo el 21-A, todo hace indicar que el PNV y el PSE reeditarán el pacto de coalición que ha sustentado el Gobierno vasco las dos últimas legislaturas. Los peneuvistas, aunque la última semana hayan esgrimido el argumento de que no se fían de los socialistas, de que con Pedro Sánchez las cosas funcionan como Santo Tomás, “ver para creer”, ya han mostrado su preferencia por ellos. Y aunque estos, que tienen en sus manos la llave de la gobernabilidad, se han mostrado más esquivos a la hora de confirmar la alianza con los jeltzales, su no rotundo a Bildu no deja otra opción.

Aunque se especule sobre fórmulas alternativas, como el ofrecimiento de la izquierda abertzale radical para conformar un frente nacionalista, que los jeltzales rechazan, o el empeño de Podemos por un tripartito de izquierdas, que ni Bildu ni los socialistas defienden, la fórmula PNV-PSE es la más factible. Y la favorita entre los votantes de las dos fuerzas.

“Presidente, ¿se lo vuelves a decir tú o se lo digo yo? ¡Que no vamos a gobernar con EH Bildu!”. Este sábado, el candidato del PSE, Eneko Andueza, negó por enésima vez que vaya a hacer lehendakari a Pello Otxandiano. Lo hizo ante Pedro Sánchez, en un mitin en Vitoria, el primero del presidente en la campaña vasca, y después de que días antes él mismo descartase la posibilidad. En el PSE insisten en el camino ético que todavía le queda por recorrer a la izquierda radical y como destaca Eva Silván, analista política, los socialistas “no tiene incentivos para ese viraje”.

La politóloga recuerda que, según la encuesta de EiTB, sólo un 7,7% de los votantes del PSE apoya un Gobierno de coalición con Bildu, frente al 56,7% que es partidario de repetir con el PNV. Como precisa Silván, “el partido no tiene el apoyo de sus simpatizantes” para un movimiento que supondría romper el tablero de pactos en Euskadi ―las dos fuerzas gobiernan en coalición las tres diputaciones, las tres capitales y otros muchos ayuntamientos―.

Los datos son elocuentes. Según el último Deustobarómetro, publicado el pasado mes de diciembre, un 30,8% de las personas que se declaran votantes del PNV nunca daría su apoyo a Bildu, mientras que el rechazo al PSE es tres veces menor, de un 11,2%. La misma lógica impera en los socialistas. El 50% nunca votaría a la izquierda abertzale, frente al 9,1% que bajo ninguna condición optaría por los jeltzales. Sin embargo, los votantes de Bildu se dividen y muestran un rechazo casi similar al PNV y al PSE, con un 25,2 y 24,6%, respectivamente.

El horizonte, por tanto, parece claro. Y aunque la primera opción de los vascos, según el sondeo de EiTB, es un Gobierno PNV-Bildu (22,8%) frente a uno PNV-PSE (19,4%), mientras un nada desdeñable 28,1% no contesta a la pregunta de qué pacto le gustaría, el detalle de los datos por intención de voto vuelve a dibujar un escenario como el del Deustobarómetro. El votante jeltzale prefiere a los socialistas y estos al PNV. Como se puede ver en el segundo gráfico que acompaña a esta información, el 47,4% de los electores que declaran que el próximo 21 de abril votarán al PNV quiere al PSE de socio de Gobierno, frente a un 25,4% que señala a Bildu. En el caso de los votantes socialistas, el 56,7% muestra su adhesión al pacto que las dos últimas legislaturas ha gobernado Euskadi.

El analista político Mikel Gómez comparte la lectura de que el PSE no se puede permitir un nuevo socio, aunque en un futuro las tornas podrían cambiar. “El votante socialista está muy lejos de tolerar ese cambio”, apunta, pero advierte de que la simpatía de los votantes de la formación hacia la izquierda abertzale ha crecido desde 2020, cuando Bildu comenzó a convertirse en un socio de referencia para el PSOE en el Congreso de los Diputados. A lo largo de la última legislatura, y según datos del Sociómetro, el CIS vasco, la simpatía de los votantes socialistas hacia Bildu ha crecido un punto, al pasar del 2,7 (marzo de 2020) al 3,8 (marzo de 2024), en una escala del 0 al 10. Todavía está lejos del aprobado, pero la tendencia es ascendente.

Gómez además destaca que las preferencias mostradas en los sondeos por los simpatizantes de una u otra formación no son axiomas inamovibles. Pone el ejemplo de Bildu, con una base de votantes muy movilizada y tremendamente fiel, que terminará respaldando lo que diga el partido. “Hace dos años el pacto de izquierdas era la opción casi mayoritaria en Bildu y ahora ha cambiado. El votante de la coalición es muy fiel y más que nada responde a lo que los líderes vayan diciendo en la campaña electoral”, añade Gómez.

El analista no duda al señalar que gran parte del electorado de la izquierda radical se posicionaría a favor de un acuerdo con el PSE si hubiese un cambio en el discurso de su candidato, Pello Otxandiano, y siempre y cuando los socialistas dejasen un resquicio abierto a dicha posibilidad. “No es tan arriesgado cambiar de opinión teniendo en cuenta que la opción mayoritaria entre el electorado vasco es que no sabe qué pacto le gustaría”, zanja.

El crisol de opciones

Aunque las opciones y preferencias de las tres principales fuerzas son claras, la especulación de posibles combinaciones y acuerdos se ha abierto paso en la campaña. Silván remarca que a día de hoy no hay ninguna certeza de qué va a pasar el 21 de abril. Hay tres escenarios: el PNV podría ganar tanto en votos como en escaños, Bildu podría quedar primero en escaños o empatar con los jeltzales, que seguirían siendo la fuerza más votada por su primacía en Vizcaya, la provincia más poblada, y el tercero de los supuestos, que la izquierda radical se imponga tanto en sufragios como en representantes. En todos, el PSE tendría la llave de la gobernabilidad y aunque jeltzales y socialistas no sumasen mayoría absoluta, el pacto más factible seguiría siendo entre las dos formaciones.

PNV y PSE ya gobernaron en minoría entre 2016 y 2020, recuerda Silván. Y si este es finalmente el escenario que sale de las urnas, “habría más ruido, más tensión, tendrían más dificultades para gobernar”, pero no sería imposible. “Sería una legislatura más inestable, con menos profusión legislativa, pero pueden revalidar el Gobierno”, remarca. En este escenario, podría irrumpir el PP. Los populares “gratis et amore”, tras las elecciones municipales y forales de mayo, dieron la alcaldía de Vitoria al PSE (los votos de socialistas y jeltzales no eran suficientes para desbancar a Bildu) y la Diputación de Guipúzcoa, al PNV.

Foto: El candidato a 'lehendakari' y cabeza de lista por Bizkaia, Imanol Pradales, interviene durante el arranque de la campaña electoral del PNV. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
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El candidato a lehendakari del PP, Javier de Andrés, ya ha advertido que un eventual apoyo de su formación al PNV y PSE no será a cambio de nada. El objetivo del partido es frenar la influencia de Bildu en la política vasca y haría valer sus escaños para evitar que peneuvistas y socialistas acaben pactando leyes con la izquierda radical. Pero, se da por hecho el apoyo de la formación, si terminase siendo imprescindible. Es el mensaje que lanzó Alberto Núñez Feijóo el pasado viernes, en su primera intervención en la campaña vasca, cuando remarcó que su objetivo es hacer del PP una fuerza decisiva en la conformación del futuro Gobierno vasco, tal y como hizo el partido en Vitoria y en Guipúzcoa.

También en el supuesto de que el PNV y el PSE no tengan mayoría absoluta, y siempre y cuando Podemos o Sumar obtengan representación, se abriría el debate del tripartito de izquierdas. Es la apuesta con la que los morados se descolgaron en 2020 y que han vuelto a rescatar. Igualmente, es la opción que defienden en el partido de Yolanda Díaz. Hace cuatro años no fue posible, entre otras cosas, porque los números directamente no dieron. Además, el PSE no estaba por la labor y tampoco lo está ahora. Y la última de las opciones es el frente nacionalista.

El PSOE y el PP no han dudado en agitar la bandera del miedo a una reedición del pacto de Estella, el acuerdo soberanista suscrito en 1998 por el PNV y entonces Herri Batasuna a cambio de una tregua de ETA. Bildu ha puesto encima de la mesa la posibilidad de constituir un frente nacionalista con los jeltzales y que lo lidere la fuerza más votada, pero estos lo han descartado.

Salvo cataclismo el 21-A, todo hace indicar que el PNV y el PSE reeditarán el pacto de coalición que ha sustentado el Gobierno vasco las dos últimas legislaturas. Los peneuvistas, aunque la última semana hayan esgrimido el argumento de que no se fían de los socialistas, de que con Pedro Sánchez las cosas funcionan como Santo Tomás, “ver para creer”, ya han mostrado su preferencia por ellos. Y aunque estos, que tienen en sus manos la llave de la gobernabilidad, se han mostrado más esquivos a la hora de confirmar la alianza con los jeltzales, su no rotundo a Bildu no deja otra opción.

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