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Bildu tiene una agenda oculta y el PNV está colaborando con ella
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Bildu tiene una agenda oculta y el PNV está colaborando con ella

La convicción en el partido que lidera Otxandiano es que el PNV está en un fin de ciclo, pero que no caerá en esta ocasión. Toca prepararse para el futuro y el plan está en marcha

Foto: Acto electoral de EH Bildu en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
Acto electoral de EH Bildu en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
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Bildu quiere evitar errores del pasado. En la anterior ocasión en que Bildu salió beneficiado de un ciclo electoral, en la que época en que el fin de ETA le supuso una recompensa en votos, parte del poder conseguido se esfumó a causa de su mala gestión. Muchos ayuntamientos rechazaron a Bildu en las siguientes elecciones por su ineficiencia: era un partido poco preparado para gobernar. Era otra época, pero ha dejado un poso. El indicio más evidente es el perfil de Pello Otxandiano, su candidato, un ingeniero de telecomunicaciones que responde a una categoría más tecnocrática que activista, cuyo hermano es alto cargo de Mondragón, y que insiste en un proyecto de país que pone la gestión en el centro. No hay que repetir errores: al mismo tiempo que se quiere marcar la diferencia con el PNV con un aire más social, se pretende trasladar al electorado la sensación de que un gobierno de Bildu sería eficiente y razonable.

Es curiosa, en ese sentido, la rebaja de la carga ideológica. Un detalle: en las entrevistas concedidas hasta la fecha, Otxandiano rara vez dice País Vasco, Euskadi o, como le corresponde por ideología, Euskal Herria. Utiliza la expresión "este país", lo que suena raro para un soberanista. Esconder una denominación que fija una diferencia política resulta significativo.

Sin embargo, y a pesar del marco más relajado que Bildu quiere imponer, en el PNV empujan para mantener las suspicacias frente a un partido que siempre han señalado como peligroso. Pradales lo hacía explícito al afirmar que "el modelo Bildu es incertidumbre en estos momentos. De hecho, creo que existe una agenda oculta que no sabemos cuál es". El candidato jeltzale se mostraba mucho menos preciso respecto del contenido de esa teórica agenda, a la que describió con términos vagos, muy cercanos a la ortodoxia de los partidos neoliberales: "Yo no he escuchado todavía cuál es el modelo de política económica industrial, más allá de la necesidad de intervenir en el ámbito privado. El intervencionismo a mí me pone los pelos de punta. Me recuerda a modelos del otro lado del charco, Venezuela".

Además, tampoco faltan alusiones a que Bildu es en realidad Sortu, es decir, aquellos que no se han alejado de ETA. Pero si los argumentos para competir con su rival son Venezuela y ETA, es que algo está fallando en el Euskadi Buru Batzar. En algo tiene razón Pradales, sin embargo: Bildu tiene una agenda oculta, un plan a medio plazo, pero el PNV no puede decir que lo desconoce.

"La botella pierde agua"

La convicción dentro de Bildu respecto del momento vasco es diáfana: es un instante de interregno. El PNV está en un fin de ciclo, pero todavía no se dan las condiciones objetivas para que caiga. Cuenta con el apoyo del PSE, mientras que Bildu carece de los socios necesarios que le lleven al gobierno. Otra legislatura jeltzale se antoja inevitable, pero en un contexto en el que la posibilidad de que el PNV se convierta en el segundo partido nacionalista en votos y en escaños es real. Otxandiano utiliza una expresión gráfica en La mirada, un libro que acaba de publicar, para definir la situación: "La botella pierde agua".

Esa sensación es ratificada por las encuestas, pero también por el clima social de Euskadi, que vive un momento paradójico. Como explica José Pablo Ferrandiz, de Ipsos, si en el conjunto de España domina una percepción bifurcada (las cosas van mal en general, pero yo no me puedo quejar), en el País Vasco ambos elementos coinciden: la situación económica general y la subjetiva arrojan una valoración positiva. Además, más del 50% de los vacos considera buena la situación política y evalúa favorablemente la gestión realizada por el PNV. A pesar de ello, y esto es lo llamativo, late una importante pulsión de cambio.

Euskadi afronta una época de cambios profundos y hay que repensar la posición de "este país" a través de una nueva agenda nacional

Esa paradoja se explica por la creencia generalizada de que el modelo se está agotando, que ya ha dado de sí lo máximo y que hacen falta nuevos impulsos: la botella pierde agua. Bildu se ofrece como el recambio adecuado para que Euskadi afronte esta época de transformaciones profundas, a nivel internacional y regional. Hay que repensar la posición de "este país" a través de una nueva agenda nacional.

Eso pasa por aparcar el pulso con el Estado, lanzar un debate "residenciado en el Parlamento", abrir la vía del nuevo Estatuto, defender el "derecho a decidir" en un entorno español que ha abierto la puerta a la plurinacionalidad. Ese es el camino en el que también insiste, más o menos, el PNV.

Para tejer esa agenda de país, Bildu propuso al PNV una coalición soberanista una vez que se hubieran celebrado las elecciones, que los jeltzales rechazaron: no solo implicaría el alejamiento de su tradicional socio, el PSE, sino que les llevaría a una situación peligrosa, la del abrazo del oso: tejerían alianzas con un partido cuya intención última es sustituirlos como formación dominante en Euskadi.

Cuando llegue el momento

Sin embargo, que esa alianza no se produzca y un gobierno nacionalista no vaya a tener lugar, no quiere decir que no se esté llevando a cabo por la puerta de atrás. En la legislatura pasada ha habido terrenos en los que PNV y Bildu han colaborado activamente, como en la transformación verde y en la educación, aunque en este asunto el acuerdo no fuera completo. La intención de Bildu es continuar tejiendo alianzas en terrenos específicos desde una perspectiva nacionalista.

Otxandiano identifica en su libro una serie de sectores que son relevantes para el proceso de construcción nacional vasca, como la radiotelevisión, la universidad, la política cultural, la proyección de Euskal Herria en el mundo, el ámbito tecnológico, los sindicatos y las entidades de previsión social, así como el mundo empresarial, donde la presencia público privada debería ser mucho mayor.

Bildu está creando un nuevo estrato de gestores comprometidos con el ideario del partido y preparados para dar el relevo al PNV

Es en esos sectores donde Bildu quiere ir penetrando con vigor, colocando en ellos a cargos formados, titulados con másteres o doctorados, para que se asienten y estén preparados para cuando la botella se vaya quedando sin agua y llegue el momento del relevo. En ese sentido, han aprendido una lección del fracaso de Podemos, un partido que contó con una presencia muy notable, pero que fue incapaz de construir un importante cuerpo de cuadros técnicos, con lo que se quedó sin músculo alguno a la hora de asumir responsabilidades. Bildu quiere crear un nuevo estrato de dirigentes comprometidos con el ideario del partido que comiencen a gestionar elementos importantes de la comunidad vasca.

La apuesta ganadora

Las dificultades para que los de Otxandiano consigan un sorpasso real, el que les permitiría gobernar, son muchas, y el PNV se resistirá con uñas y dientes, porque convertirse en el segundo partido nacionalista en Euskadi es algo que les horroriza. Para llegar a la Lehendakaritza, Bildu deberá obtener en algún momento una victoria holgada, lo que está lejos de suceder. De manera que prefieren realizar esa transformación desde dentro, ir ganando posiciones con cuadros bien colocados y perfilar así el futuro.

Ambos partidos defienden la educación concertada, el PNV para los centros religiosos y Bildu a las ikastolas: cada uno con los suyos

Y este propósito se puede realizar de la mano de los acuerdos con el PNV, porque hay intereses comunes. Como señala la revista Hordago/El Salto, hay una serie de sectores, como la universidad o los medios de comunicación públicos en los que esa entente se está produciendo. Pero también en Mondragon Corporation, donde "PNV y EH Bildu se reparten las funciones para acceder a puestos de trabajo bien remunerados, responsabilidades empresariales y capacidad de agencia en el territorio".

En la educación existe una unión de intereses llamativa: ambos partidos defienden la educación privada concertada por encima de la pública, ya que el 52% del alumnado estudia en centros concertados-privados; el 65% de ellos son religiosos y el 35% ikastolas. Unos están en la órbita PNV, las otras en las de Bildu. Los acuerdos a la hora de favorecer este tipo de centros por encima de la educación pública consisten también en repartirse el poder y asentar a los suyos.

Ese giro, sin embargo, levanta ampollas entre la izquierda vasca, porque en ese intento de sustituir al PNV, Bildu se acerca ideológicamente al PNV. Otxandiano suele citar a nombres como Mazzucato, Piketty y José Mujica, pero que no son más legitimaciones coloridas utilizadas para dar cuerpo a una agenda cada vez menos de izquierdas. Bildu apuesta por un perfil gestor, lo que implica acercarse al PNV en su mezcla de nacionalismo y liberalismo, añadiendo más componente social en la mejora de los servicios públicos. Dada la ausencia de un partido de izquierdas español fuerte en Euskadi, con Podemos y Sumar en declive y el PSE a la baja, puede ganarse a votantes de ese ámbito al mismo tiempo que giran hacia políticas más liberales en lo económico. Un cambio que entienden como la apuesta ganadora de cara a futuro.

Bildu quiere evitar errores del pasado. En la anterior ocasión en que Bildu salió beneficiado de un ciclo electoral, en la que época en que el fin de ETA le supuso una recompensa en votos, parte del poder conseguido se esfumó a causa de su mala gestión. Muchos ayuntamientos rechazaron a Bildu en las siguientes elecciones por su ineficiencia: era un partido poco preparado para gobernar. Era otra época, pero ha dejado un poso. El indicio más evidente es el perfil de Pello Otxandiano, su candidato, un ingeniero de telecomunicaciones que responde a una categoría más tecnocrática que activista, cuyo hermano es alto cargo de Mondragón, y que insiste en un proyecto de país que pone la gestión en el centro. No hay que repetir errores: al mismo tiempo que se quiere marcar la diferencia con el PNV con un aire más social, se pretende trasladar al electorado la sensación de que un gobierno de Bildu sería eficiente y razonable.

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