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Un votante en la última frontera de Bildu te explica por qué crece en Navarra: "No creo en la independencia y los voté"
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Las dos caras del partido

Un votante en la última frontera de Bildu te explica por qué crece en Navarra: "No creo en la independencia y los voté"

Las dos caras del partido abertzale le han permitido permear en la comunidad. Los ayuntamientos y la falta de una izquierda fuerte, claves en su expansión en el territorio foral

Foto: Acto político de EH Bildu en Pamplona. (EFE/Villar López)
Acto político de EH Bildu en Pamplona. (EFE/Villar López)
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"Para mí, Bildu es progreso; una izquierda socialmente avanzada que respeta mis ideales culturales, además, de promover economías sostenibles y avanzadas. No apoyo la idea de independencia que el partido defiende, pero sí el reconocimiento de un elemento cultural". Estas son palabras de Javier G., un joven navarro de 24 años de la zona sur de la comunidad que en las pasadas elecciones autonómicas votó a EH Bildu. Aparentemente, nada raro, dado que la formación de Arnaldo Otegi sumó más de 55.478 votos en el territorio el pasado 28 de mayo. Sin embargo, este testimonio es la muestra del éxito de la formación abertzale en Navarra: Bildu empieza a mostrar brotes verdes en la que tradicionalmente ha sido su última frontera por conquistar, la Ribera de Navarra, y esto explica mucho su actual peso político en la región.

La zona sur de la comunidad foral siempre ha sido la gran asignatura pendiente de EH Bildu en Navarra. Pese a que su presencia hasta ahora ha sido testimonial, Bildu decidió en las pasadas elecciones municipales presentar por primera vez una candidata de la formación abertzale a la alcaldía de Tudela, el núcleo urbano más importante de la zona, y la segunda población por número de habitantes. "Vamos a dibujar una gran sonrisa, de San Sebastián hasta Tudela", dijo entonces Otegi. La formación no logró colocar a ningún concejal en el consistorio, pero el intento muestra la mirada larga del partido en lo que se refiere a su expansión foral.

Hay algo que ha cambiado en la forma en que la formación se proyecta en la comunidad foral desde el surgimiento del partido en 2011. Algo que se ha traducido en votos y en una relevancia largamente perseguida, tanto en el parlamento como, aún más importante, en los municipios, donde ha ido mostrando una cara más centrada en la gestión y en el apoyo a políticas que apuestan por una Navarra "plural, diversa, progresista, euskaltzale y feminista", como definió esta semana la congresista de Alsasua, Bel Pozueta. Es en esas etiquetas desde las que Bildu ha buscado —y conseguido— pescar a una nueva parte de su electorado, que ignora determinados postulados y zonas grises del partido.

"Puede haber cosas que no se comparten con el partido que, a grandes rasgos, mejor defiende nuestros intereses", admite Javier G., pero incide en que, a la hora de decidir su voto, depositó la papeleta abertzale pensando "estratégicamente". Este perfil de votante navarro de izquierdas es en el que Bildu ha puesto su punto de mira y que explica parte de su expansión foral. Una estrategia que mezcla algunos de los elementos clásicos de la marca abertzale, pero que los ubica de otra forma, para dejar entrever su cara más social y progresista, que reivindica sin complejos los símbolos navarros.

Una pequeña muestra se vivió este pasado jueves, a las puertas del Ayuntamiento de Pamplona. Una multitud aguardaba la proclamación del nuevo alcalde. Desde primera hora, simpatizantes de Bildu recordaban a los que allí se congregaban que era día de mostrar la cara más amable. "Hoy es un día de alegría. No responderemos a ninguna provocación". En la plaza: una charanga, uno de los elementos troncales en las fiestas populares en Navarra, en el que todo el mundo cabe. Banderas de Navarra y la presencia —no central— de la ikurriña. El Rey, de José Alfredo Jiménez, sobre las imágenes de un sonriente Joseba Asiron en el balcón consistorial más conocido.

Esa puesta en escena sanferminera aprovecha algunos de los elementos más célebres dentro de la cultura popular navarra, en los que son capaces de reconocerse personas alejadas del proyecto independentista. "Yo soy navarro. Creo que, como la mayoría de los que nacemos aquí, nuestro sentimiento de pertenencia es fuerte. Primeros somos navarros, y luego el resto", asevera Javier G.

"Bildu ha sido capaz de construirse a través de la identificación con ciertos elementos culturales y del folclore. Han sabido hacer, durante estos años, lo que ahora denominamos como guerra cultural", explica el historiador y responsable de investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo Gaizka Fernández, como uno de los factores que influye en la normalización de Bildu en Navarra. "Los ayuntamientos y las fiestas populares siempre han sido la punta de lanza en su lucha por la hegemonía del espacio político de la izquierda abertzale", añade en este sentido la historiadora de la Universidad del País Vasco y doctora en Filosofía Política, Sara Hidalgo.

Los huérfanos de la izquierda

La otra pata del crecimiento de Bildu en caladeros de carácter progresista se asienta sobre la ausencia de un actor fuerte a la izquierda del PSOE. A diferencia del País Vasco, donde Podemos sí vivió un momento de fuerza —especialmente entre 2016 y 2020, con 11 diputados—, las fuerzas de izquierda no se beneficiaron demasiado del viento de cola que proporcionó el 15-M.

En las elecciones al parlamento foral de 2015, las primeras en las que la formación morada concurrió en el territorio, el partido cosechó su mejor resultado en Navarra: siete escaños y 46.207 votos, rozando a Bildu, que sumó entonces 8 asientos parlamentarios y 48.166 votos. Desde entonces, la trayectoria de ambas formaciones es inversa: lo que queda de Podemos se integra bajo el paraguas de Contigo-Zurekin, que incluye a Izquierda Ezkerra y Batzarre, y hoy ostenta 3 parlamentarios forales, mientras que Bildu se ha asentado como tercera fuerza con los 55.478 votos mencionados al principio de este artículo.

El reclamo de EH Bildu pasa por actuar siempre como garantes de que inclinarán la balanza para negar el poder a UPN en Navarra

A esto habría que añadir su creciente peso municipal. Con su vuelta al despacho de la alcaldía de Pamplona, Bildu cierra el año como la primera fuerza en Navarra en número de alcaldías, 40 si contamos la de la "capital del viejo reino", como le definió hace años Otegi. En total, en las últimas municipales, EH Bildu fue capaz de sumar más de 68.000 votos, lo que avala la estrategia abertzale. Desde los ayuntamientos más pequeños del Pirineo hasta la plaza consistorial de Pamplona. Siempre como garantes de que inclinarán la balanza para negar el poder a UPN en Navarra. Un mensaje de certeza para el elector más de izquierdas.

"Hay que tener en cuenta que Navarra ha sido tradicionalmente una comunidad de derechas, más de derechas que otras comunidades, lo que siempre ha sido un problema para este espacio", recuerda Gaizka Fernández. "No obstante, sí está cambiando, aquellas personas que se politizaron con Podemos sí que han podido mirar a Bildu como la alternativa de izquierdas factible en el territorio", sentencia.

"Para mí, Bildu es progreso; una izquierda socialmente avanzada que respeta mis ideales culturales, además, de promover economías sostenibles y avanzadas. No apoyo la idea de independencia que el partido defiende, pero sí el reconocimiento de un elemento cultural". Estas son palabras de Javier G., un joven navarro de 24 años de la zona sur de la comunidad que en las pasadas elecciones autonómicas votó a EH Bildu. Aparentemente, nada raro, dado que la formación de Arnaldo Otegi sumó más de 55.478 votos en el territorio el pasado 28 de mayo. Sin embargo, este testimonio es la muestra del éxito de la formación abertzale en Navarra: Bildu empieza a mostrar brotes verdes en la que tradicionalmente ha sido su última frontera por conquistar, la Ribera de Navarra, y esto explica mucho su actual peso político en la región.

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