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Zapatero y los tres obstáculos que pueden acabar con la legislatura de Sánchez
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Zapatero y los tres obstáculos que pueden acabar con la legislatura de Sánchez

El adelanto de las elecciones catalanas al 12 de mayo ha complicado mucho la continuidad de esta legislatura. En un escenario nuevo, el expresidente puede jugar un papel muy relevante

Foto: Zapatero y Sánchez. (Europa Press)
Zapatero y Sánchez. (Europa Press)
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El PSOE tiene que afrontar tres elecciones cruciales en apenas tres meses. Cataluña y País Vasco, los dos territorios que fueron decisivos para conseguir la investidura por el apoyo electoral que brindaron al PSOE y por el sostén parlamentario de sus partidos nacionalistas, tienen que pasar por las urnas. Tras ellos, llegarán los comicios europeos, y la UE ha sido uno de los principales valedores del Gobierno de Pedro Sánchez. Los vientos soplaban favorables para el progresismo, por el ciclo ligado a la salida del covid y a la guerra de Ucrania, y un Ejecutivo socialista en España era funcional en esos momentos.

Estamos ya en otro instante, interno y externo, cuya dirección está por definirse. A priori, de las tres citas electorales, las vascas serán las que menos influencia tengan en el panorama político español. Se da por supuesto un gobierno del PNV apoyado por el PSE, una alianza sólida durante mucho tiempo, y cualquier otro resultado sería una sorpresa. Los comicios se presentan como un pulso entre dos partidos nacionalistas, los jeltzales y Bildu, pero también habrá que estar atentos a los resultados de PSOE y PP y al nivel de caída de Sumar y Vox.

Cataluña es la etapa decisiva. En teoría, la legislatura se jugará en unas elecciones cuyos resultados auguran pocos efectos positivos en Madrid. Al PSC de Salvador Illa no le llega la convocatoria anticipada en el mejor momento, ya que la amnistía no termina de agradar a una parte de sus simpatizantes, pero eso quizá sea lo de menos. Lo más complicado serán las perturbaciones que pueda producir en el bloque de investidura. Entre otras posibilidades: si el partido socialista gana las elecciones y se apoya para gobernar en ERC dejando fuera a Junts, las posibilidades de que los de Puigdemont dinamiten la legislatura serían elevadas.

La relevancia de Europa

Las elecciones europeas serán importantes, mucho más de lo que parece. En primera instancia, servirán para definir el tipo de Europa que se dibujará en la próxima etapa. El auge de los partidos de derecha populista y de extrema derecha, así como las brechas abiertas en el Partido Popular Europeo, apuntan hacia una posible coalición que desplace a los liberales y los socialistas del lugar central.

Si las elecciones catalanas complicasen la continuidad de esta legislatura, las europeas se convertirían en una suerte de primarias

Rusia y la Europa de la defensa están al fondo, la reconstrucción verde se ha frenado. El viernes pasado, Olaf Scholz, el presidente alemán, apuntaba ese nuevo marco al afirmar en un tuit "Francia, Alemania, Polonia. En el corazón de Europa, el Triángulo de Weimar es un signo esencial de nuestra cohesión. Más que nunca, nuestra unidad es nuestra fuerza", lo que indica hacia dónde se está girando. El mapa definitivo lo tendremos en noviembre, cuando se celebren las elecciones estadounidenses. En ese momento sabremos el encaje real que tendría un gobierno progresista en España en el nuevo reparto de cartas occidental.

En segundo lugar, si los comicios catalanes generasen consecuencias complicadas para la continuidad de esta legislatura, las elecciones europeas se convertirían en una suerte de primarias. Si se adivinasen unas generales en el horizonte, las urnas del 9-J tendrían un componente simbólico muy significativo, que ayudaría a fijar el reparto de fuerzas y de posiciones para la siguiente convocatoria.

En este circuito con tres obstáculos se van a mover las estrategias de los partidos. Por más que Cataluña sea determinante, las otras dos tendrán influencia, especialmente las europeas, para dibujar la hoja de ruta de los partidos. Es fácil suponer cuáles serán los marcos discursivos en los que se moverán las elecciones vascas y catalanas, y aún más las europeas.

La reconversión de Zapatero

La presencia de José Luis Rodríguez Zapatero en el congreso del PSC en el que Illa será nombrado candidato a la Generalitat no es inesperada. El expresidente ha estado muy activo en las últimas fechas, y más aún con el aniversario del 11-M. Tampoco es sorprendente que vaya a tener una presencia significativa en las elecciones catalanas. Con él en Moncloa se llevó a cabo esa reforma del Estatut con la que se quería ofrecer un mejor encaje a los nacionalistas en España.

La sentencia del TC en la que se le declaró inconstitucional fue la chispa que encendió el giro hacia el independentismo que culminó en el procès. Nadie mejor que Zapatero, dentro del partido socialista, para defender el mensaje de reconciliación con el que se ha revestido la amnistía y para mostrar que en España hay sensibilidades distintas a las del PP y Vox.

Pero Zapatero puede ser más útil aún. Si las elecciones europeas adquieren carácter de urgencia para el PSOE, sería un buen candidato socialista. Representaría, con la legitimidad de quien los ha sufrido y combatido, los tres mensajes en que el PSOE basará sus campañas: el PP de la mentira, el del 11-M, que sigue bien vivo; la idea de una articulación de España que desanime las tentativas independentistas; y la lucha contra la extrema derecha, esa que amenaza los derechos sociales adquiridos.

Zapatero salió del Gobierno por la puerta de atrás y fue tratado, en los años siguientes, como una figura de segunda fila. Ahora es al contrario

Desde Ferraz afirman que quienes mantienen esas especulaciones abiertas "tienen menos fuentes que sentido". Zapatero también ha señalado que no es una posibilidad que esté valorando.

Zapatero salió del Gobierno por la puerta de atrás y fue tratado, en los años siguientes, como una figura de segunda fila. La sensación de que no había sabido manejar la crisis, y de que incluso no la había visto venir, unida al desgaste al que el PP le sometió durante sus dos legislaturas, acabaron pasando factura. Al partido, que cayó sustancialmente en las elecciones de 2011, y a él mismo, por la escasa consideración que se le dispensó en los años posteriores a su marcha.

Más de una década después, su rehabilitación pública entre el electorado progresista está siendo notable. Es una de las figuras que más aceptación provoca por todo lo que significó en su etapa como presidente, con la salida de Irak, el matrimonio homosexual, los niveles muy bajos de paro y el fin de ETA. Si en épocas anteriores se resaltó su etapa final, marcada por la crisis y por la llamada de Obama, ahora ocurre justo al contrario.

En este contexto, una candidatura socialista a las elecciones europeas encabezada por Zapatero sería una opción pragmática

En este contexto, una candidatura socialista a las elecciones europeas encabezada por Zapatero sería una opción pragmática: una figura conocida, que simboliza aquello que quieren representar como programa y que es apreciada por muchos votantes progresistas, también de Sumar. Sería una candidatura que le permitiría movilizar a los suyos y ampliar espacios.

Para el expresidente, los incentivos para encabezar la lista son escasos, y más cuando las encuestas aseguran que lo más probable es que el PSOE quede segundo en esos comicios, por detrás del PP. Sin embargo, podría haber una recompensa personal: un expresidente que regresa a la política para apoyar a su partido en un momento complicado (y que no lo hace para disputar el poder a Sánchez, sino para colaborar) y que defiende su legado al mismo tiempo que combate a los viejos enemigos en el presente, puede colgarse un broche a su trayectoria política muy tentador.

En cualquier caso, y más allá de quién encabece la lista, lo que sí resulta evidente es que el marco discursivo de nuestra época parece la continuación de aquella de Zapatero: se señalará al PP como el partido de la crispación y de las mentiras, se insistirá en que la otra opción es la extrema derecha que quiere recortar derechos y se abogará por un encaje territorial diferente en España. Veremos si es bastante en un momento complicado en lo interno y que puede serlo más aún en lo externo. En todo caso, el PSOE actual no es el de la primera década del siglo: Sánchez está ahora flanqueado, por un lado, amable, el de Zapatero, y por uno duro, el de Óscar Puente.

El PSOE tiene que afrontar tres elecciones cruciales en apenas tres meses. Cataluña y País Vasco, los dos territorios que fueron decisivos para conseguir la investidura por el apoyo electoral que brindaron al PSOE y por el sostén parlamentario de sus partidos nacionalistas, tienen que pasar por las urnas. Tras ellos, llegarán los comicios europeos, y la UE ha sido uno de los principales valedores del Gobierno de Pedro Sánchez. Los vientos soplaban favorables para el progresismo, por el ciclo ligado a la salida del covid y a la guerra de Ucrania, y un Ejecutivo socialista en España era funcional en esos momentos.

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