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Enredo internacional en las derechas: "Desde Europa están avisando al PP de que tenga cuidado"
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Enredo internacional en las derechas: "Desde Europa están avisando al PP de que tenga cuidado"

Las victorias de Milei y Wilders favorecen a Vox por diversos motivos, pero también revelan la naturaleza de las transformaciones ideológicas contemporáneas. Los movimientos también tienen consecuencias para España

Foto: Ayuso y Feijóo, en Madrid. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
Ayuso y Feijóo, en Madrid. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

La semana ha traído dos victorias de las extremas derechas, una que resultaba probable (Argentina) y la otra poco esperada (Países Bajos). Las sorpresas electorales continúan sucediéndose y las encuestas siguen sin ofrecer resultados fiables, el síntoma de una sociedad que circula bajo el radar y que emerge cada vez con más fuerza.

En ese escenario, son las derechas populistas las que están avanzando, aunque en esta ocasión sea de un modo diferente, ya que estamos en una nueva fase geopolítica y económica. El ejemplo italiano, donde Giorgia Meloni alcanzó el poder, pero sujeta a determinados acuerdos con la derecha tradicional y con el establishment italiano, muestra cómo los programas electorales de esas formaciones deben ser rebajados después.

Le ocurrió también a los conservadores británicos y los pasos atrás con Liz Truss y con Suella Braverman. Es probable que Javier Milei tenga que frenar en sus intenciones, dado que no cuenta con el apoyo suficiente en el Parlamento y que no podría haberse convertido en presidente sin el respaldo y los votos de la derecha de Mauricio Macri. Y Geert Wilders, el líder del Partido por la Libertad (PVV) neerlandés, si consigue los apoyos para gobernar, tendrá que hacerlo en el seno de una coalición que modificará la intensidad de su programa.

Una ideología con distintas vertientes

Las derechas que están asentándose son heterogéneas y ponen el acento en asuntos diversos, aquellos que más recorrido les conceden en función de los problemas de sus países. Comparten muchos elementos ideológicos, en especial en la economía, pero quizás el más peculiar sea electoral. En Argentina, salvo Buenos Aires y un par de feudos oficialistas, el resto del país votó a Milei. En Países Bajos, núcleos urbanos como Ámsterdam, Arnhem Nimega o Eindhoven votaron a favor de los progresistas, mientras que en la mayoría del país ganó Wilders, incluido Róterdam, donde la sensibilización contra la violencia ha ayudado a la opción derechista. Esa variable se repite con insistencia en muchos países, como Francia (París contra los territorios interiores), EEUU (con las ciudades de las costas enfrentadas políticamente a las del interior) o Reino Unido (Londres frente al resto).

Sin embargo, también hay divergencias en sus programas, a veces sustanciales. Wilders, como Viktor Orbán o Marine Le Pen, defiende la economía de libre mercado, pero también ofrece medidas de recuperación del poder adquisitivo de sus poblaciones. Milei está mucho más pendiente del déficit público. La inmigración es un asunto muy relevante en Países Bajos, pero no lo es en Argentina. Las derechas europeas coinciden en el apoyo incondicional a Israel, pero difieren sobre Rusia.

España es diferente

A esa mezcla de posiciones diversas en las que se mueven las nuevas derechas, España añade un elemento diferencial. Vox emergió con fuerza con el procés y su foco está puesto de nuevo en el problema territorial. Otros de sus elementos discursivos típicos, como la inmigración, el islam, la oposición a Bruselas o la lucha contra la agenda verde, continúan presentes en su discurso, pero se han visto opacados por el asunto central en los últimos tiempos: Cataluña, la investidura, los siete votos de Junts, la amnistía, la pelea del Ejecutivo con el Poder Judicial.

"Feijóo no está en eso, prefiere colaborar con el PSOE que situarse con nosotros", afirman fuentes de Vox

Es muy posible que, cuando las elecciones europeas se vayan acercando, el eje ideológico se desplace, pero los meses siguientes van a continuar políticamente anclados en un asunto que no está presente en otros partidos de ese espectro ideológico: los nacionalismos periféricos. El problema para Vox es que no puede canalizar en exclusiva el descontento en ese ámbito, porque el PP está jugando la misma carta. Génova está marcando el paso con el antisanchismo, y Vox trata de ganar espacio mediante una oposición más decidida, cuando no totalmente frontal.

El propósito de Bambú consiste en tejer un frente común con los populares al que Génova se resiste con todas sus fuerzas. El intento de bloquear la ley de amnistía en el Senado, las manifestaciones en las calles o la huelga general contra la amnistía que Vox está promoviendo van por un camino diferente del elegido por el PP. "Feijóo no está en eso, prefiere colaborar con el PSOE que situarse con nosotros", afirman fuentes de Vox.

"Si el PP no quiere coordinarse nacionalmente contra el golpismo de Sánchez, veremos qué pasa con la aprobación de presupuestos territoriales"

La advertencia que Abascal lanzó en el Congreso durante la investidura, amenazando con una futura falta de colaboración con el PP, puede tener recorrido en este escenario. No en lo referido a la ruptura de los gobiernos municipales y autonómicos, pero sí en cuanto al grado de acuerdo en ellos. Desde Vox insisten en que, "si el PP no quiere coordinarse nacionalmente contra el golpismo de Sánchez, nosotros lo haremos en las comunidades. Y veremos qué pasa con la aprobación de presupuestos en las comunidades en las que necesitan nuestro apoyo".

En este contexto, las victorias de las derechas europeas se convierten en un problema añadido para la entente entre PP y Vox. Fuentes del partido de Abascal señalan que, si bien los buenos resultados electorales en el exterior les son favorables, porque demuestran que su proyecto está cobrando insistentemente fuerza en el mundo ("Santiago es un líder que tiene relación directa con un buen número de presidentes actuales, al contrario que Feijóo"), también redobla los esfuerzos por minarlos en España: "Desde Europa están avisando al PP de que tenga cuidado. Los partidos conservadores tradicionales están alertando al PP; lo que les está pasando a ellos puede ocurrir en España, y eso vuelve a Génova más hostil hacia nosotros".

La doble dirección

En la pelea política española, el partido tradicional de la derecha tiene bastante más apoyo social que el nuevo, lo que le coloca en una posición privilegiada para resistir los embates que le llegan por la derecha. Sin embargo, esa mayor fuerza de partida no asegura el resultado final. No solo porque Vox pueda ir ganando apoyo con el tiempo y comiéndose buena parte de ese espacio, lo que ahora no parece probable, sino por la naturaleza de las transformaciones ideológicas que se han vivido en los últimos años.

El movimiento político ha sido de doble dirección: ha habido países en los que las derechas populistas han borrado del mapa a las tradicionales, pero también ha ocurrido al contrario, y los partidos tradicionales han absorbido el ideario de los nuevos. Los casos más evidentes son EEUU y Reino Unido, donde Trump transformó sustancialmente el partido republicano y donde el ideario del UKIP penetró profundamente en los tories.

El resultado es que, de una manera u otra, directa o indirectamente, las nuevas derechas salieron ganando. Y lo que está sucediendo ahora es la fusión de ambos idearios en coaliciones de Gobierno: Argentina es, por así decir, tanto el triunfo de Milei como el de Macri; el de Meloni fue tan suyo como del establishment de la derecha italiana. España se resiste a eso de momento, pero con la posibilidad abierta de que una tercera vía entre Feijóo y Abascal se vaya abriendo camino en el seno del PP. La tendencia es que las dos derechas terminen fusionándose en una, y quizás España no pueda resistir a ese viento internacional.

La semana ha traído dos victorias de las extremas derechas, una que resultaba probable (Argentina) y la otra poco esperada (Países Bajos). Las sorpresas electorales continúan sucediéndose y las encuestas siguen sin ofrecer resultados fiables, el síntoma de una sociedad que circula bajo el radar y que emerge cada vez con más fuerza.

Alberto Núñez Feijóo Santiago Abascal
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