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España, entre los países donde más crece la brecha ideológica entre los jóvenes
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ENCUESTA SOCIAL EUROPEA

España, entre los países donde más crece la brecha ideológica entre los jóvenes

Ellas son cada vez más de izquierdas y ellos más de derechas. La politización del feminismo y el aislamiento por géneros están detrás de este patrón

Foto: Una manifestación protagonizada por jóvenes. (Getty/Óscar González)
Una manifestación protagonizada por jóvenes. (Getty/Óscar González)
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"La generación Z son dos generaciones, no una", aseguraba el periodista John Burn-Murdoch en una columna publicada a finales de enero y que dio la vuelta al mundo tuitero. El analista dejaba su conclusión reflejada en unos gráficos donde se ve cómo, en los últimos años, la separación ideológica entre hombres y mujeres de 18 a 29 años se ha ampliado. Lo nuevo no es que ellas sean más progresistas y ellos más conservadores, sino que la distancia entre unos y otros es ahora mucho más grande que hace una década.

El fenómeno es evidente en Corea del Sur, Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, que son los ejemplos seleccionados por Burn-Murdoch, pero estos no son los únicos países donde la brecha ideológica entre los jóvenes va en aumento. De hecho, los datos de la Encuesta Social Europea (ESS) reflejan no solo que esto también está pasando en España, sino que además el nuestro es uno de los países donde el distanciamiento es mayor.

La ESS pregunta a ciudadanos de 39 países europeos dónde se posicionan en una escala en la que cero es izquierda y 10 es derecha. La evolución de las respuestas según el sexo y la edad permite comprobar que, en España, la división entre hombres y mujeres hasta la oleada de 2017 era insignificante, mientras que desde entonces no ha parado de crecer.

De hecho, el nuestro es el cuarto país donde más ha crecido esta distancia en los últimos 20 años, solo por detrás de Polonia, Suiza y Noruega. Sin embargo, si miramos la separación entre hombres y mujeres jóvenes a día de hoy, el caso de España no es el más flagrante, sino que hay otros siete países de nuestro entorno donde la brecha es mayor.

En Polonia, el éxito del partido de extrema derecha y católico, Ley y Justicia, conocido por sus siglas PiS, ha provocado una mayor reacción del movimiento feminista que puede explicar en parte esa creciente división ideológica entre sus jóvenes. La separación también está servida en Finlandia, donde hace poco más de un año la reputación de su ahora ex primera ministra Sanna Marin se vio afectada por la filtración de un vídeo donde estaba de fiesta, hecho que elevó el debate sobre la igualdad más allá de sus fronteras. Otros países, como Suecia y Suiza, están también entre los que cuentan con una brecha más llamativa.

En el caso de Portugal, en cambio, se observa que sí hubo un distanciamiento mayor hacia 2015, pero esta separación ideológica ha desaparecido en la última oleada de la ESS.

Para el resto de la población, los mayores de 30 años, no se ve el mismo patrón. En general, y no solo en España, no hay diferencias ideológicas significativas, o al menos no tan evidentes, en el autoposicionamiento ideológico de hombres y mujeres por encima de la treintena. Siendo ellas algo más de izquierdas que ellos, la media es más o menos similar.

La politización del feminismo

Alice Evans es profesora titular del King's College de Londres e investigadora en la Universidad de Standford sobre brechas de género. Para ella, el #MeToo desencadenó el comienzo de esta divergencia entre los jóvenes, pero en una reciente publicación afirma que "las diferencias ideológicas van más allá de esta cuestión".

"Se ha politizado el feminismo de una forma muy clara", asegura Berta Barbet, politóloga y actualmente miembro de la Dirección General de Juventud de la Generalitat de Cataluña. "Las mujeres han caído del lado del feminismo y un porcentaje importante de hombres lo han hecho del lado de ese sexismo moderno", añade la experta, en alusión a una corriente que niega que existan desigualdades entre sexos. Para ella, estas generaciones han crecido y se han socializado en medio de ese conflicto, lo que ha alineado sus preferencias ideológicas en cada caso.

Para Luis Miller, sociólogo e investigador del CSIC, esta división forma parte de una reacción "contra el progresismo global" que "se ha despreciado mucho" aunque, en su opinión, "tiene un punto de realidad porque muchas de las políticas que se están realizando para temas como reducir la brecha de género en los salarios o la violencia contra las mujeres no están siendo muy efectivas". "En lugar de reconocer que puede haber algún problema en el diseño de esas políticas", continúa Miller, "se ha culpabilizado a determinados perfiles, siempre hombres", razona.

Foto: J. Davison acabó con la vida de cinco personas, entre ellas la de su madre.

Hace unas semanas, el estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre las percepciones de la igualdad entre hombres y mujeres generó decenas de titulares sobre el grado de conformidad con la siguiente afirmación: "Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres".

"La brecha de género entre lo que decían los hombres y las mujeres era más grande, precisamente, entre los más jóvenes", recuerda Lidia Núñez, investigadora de comportamiento político y brecha de género en la Universidad Carlos III de Madrid. Además de la última ola feminista, Núñez apunta también al descenso de la religiosidad como otro elemento que puede influir en la liberalización de las mujeres y su orientación a la izquierda, mientras que por parte de los hombres se ha visto una "ola reaccionaria" que los encamina más hacia la derecha.

Los expertos consultados coinciden en que hay partidos que han hecho bandera, precisamente, de estas reivindicaciones. "Vox podría haber aparecido a caballo de muchos temas, pero aparece muy especialmente a caballo del feminismo", considera Barbet. Para ella, es una estrategia clara que se ha visto apuntalada en ámbitos donde otros líderes de opinión han reforzado la percepción de que el feminismo no es algo bueno. "Ahora hay mucha gente que ve con buenos ojos decir cosas que hace 10 años no habrían dicho por miedo a ser desaprobados", opina la politóloga.

Foto: Una mujer, durante una manifestación. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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"El voto a Vox es tremendamente masculino", advierte Miller. "Pero también el voto a Podemos [cuando surgió] era muy masculino", recuerda el experto. De hecho, la irrupción del partido morado tiene su reflejo en los datos de la ESS, que muestran en la encuesta de 2015 cómo los españoles se situaron más a la izquierda incluso que las españolas.

La era de las burbujas

Por este y otros motivos, Miller cree que esta nueva brecha ideológica no debería estudiarse como algo "aislado y puntual", sino que sería más interesante analizarla en un contexto donde existen muchas brechas, como la de lo rural-urbano, que está estos días de actualidad, o la religiosa.

Más que de polarización, el experto prefiere hablar de fragmentación social. En Estados Unidos, hace ya años que se investiga cómo se están creando grupos que piensan de forma similar y viven relativamente aislados, pero "sobre esto sabemos relativamente poco en España", afirma Miller.

El sociólogo cree que, igual que hace unos años se evolucionó hacia una sociedad más igualitaria, ahora esta tendencia se empieza a revertir y estamos viviendo un proceso de segregación entre patrones de comportamiento de chicas y de chicos. Como ejemplo, habla de la división entre el mundo de los videojuegos, más masculinizado, y el de las redes sociales, a las que las jóvenes dedican más tiempo.

Foto: (Foto: EFE)

Evans habla también de "burbujas", pero dentro del marco de las redes sociales, en una acepción más parecida a las cámaras de eco. "Facebook, YouTube, Twitter e Instagram han sido cuidadosamente diseñados para mantener enganchados a los usuarios. Los algoritmos priorizan los artículos sensacionalistas y radicalizadores", argumenta en el artículo citado antes. "Se crean burbujas de filtros, alimentando a la gente con historias que apelan a sus prejuicios", reforzando el pensamiento de grupo.

Miller insiste en la separación más allá de las redes: "Se están generando burbujas físicas de las que no hablamos mucho, pero que haya una segregación por sexos en patrones como los videojuegos o las redes sociales tiene un efecto brutal", opina. Para él, detrás de esta nueva división hay "procesos que vienen directamente de la vida cotidiana que hacen que cada vez haya menos contacto entre chicos y chicas".

¿Podemos cerrar la brecha?

Reducir esa separación física, de hecho, es uno de los retos que Bartet apunta si queremos que la división por género entre los jóvenes se reduzca o vuelva a valores más normales. Si se forman familias heterosexuales, según la experta, debería haber cierto espacio para reconducir esa brecha, "pero vamos a ver si se forman", advierte. Una encuesta realizada el año pasado por el CIS revelaba que el 20% de las mujeres jóvenes se considera bisexual, una complicación añadida para el emparejamiento de los hombres heterosexuales de su generación.

La otra cuestión es si las generaciones futuras van a reproducir también los mismos patrones. "Dependerá de cómo de en serio nos tomemos los retos que plantea el debate [del feminismo]", afirma Barbet. "Eso pasa tanto por que la agenda feminista se impulse con éxito como por fomentar además la otra cara de esa agenda, la de las nuevas masculinidades, que el debate incluya más a los hombres", opina.

Por su parte, Evans resume en tres puntos algunas claves que, en su opinión, ayudarían a que la división entre las nuevas generaciones vuelva a la normalidad. En concreto, habla de prosperidad económica, el control de los algoritmos y, de nuevo, las amistades entre personas de distinto sexo. "No abordar esta carencia supone un obstáculo para el amor heterosexual, las amistades y la formación de familias", zanja.

"La generación Z son dos generaciones, no una", aseguraba el periodista John Burn-Murdoch en una columna publicada a finales de enero y que dio la vuelta al mundo tuitero. El analista dejaba su conclusión reflejada en unos gráficos donde se ve cómo, en los últimos años, la separación ideológica entre hombres y mujeres de 18 a 29 años se ha ampliado. Lo nuevo no es que ellas sean más progresistas y ellos más conservadores, sino que la distancia entre unos y otros es ahora mucho más grande que hace una década.

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