La protesta civil contra la amnistía desborda Cibeles: "¡Sánchez, a prisión!"

• ​Manifestación contra la amnistía en Madrid, el sábado 18 noviembre: última hora de la protesta en Cibeles

Estaba convocada a las 12:00h en Cibeles, pero riadas de personas ataviadas con banderas de España seguían llegando incluso media hora después a los aledaños del Ayuntamiento de Madrid. Los gritos de "¡Sánchez, a prisión!" o "¡Gobierno, traidor!" se sucedían entre una marejada de personas que portaban, además, miles de banderas europeas repartidas por el PP. La Delegación del Gobierno cifró la participación en 170.000 personas, más del doble que hace una semana en la Puerta del Sol, donde aseguraron que fueron 80.000 los manifestantes. Los organizadores elevan la cifra hasta cerca de un millón de personas.

El clamor contra la amnistía y los pagos al independentismo sigue vivo pese a que Sánchez ya fue investido esta misma semana Presidente del Gobierno. En Cibeles no cabía un alfiler en el marco de una protesta convocada por la sociedad civil y a la que se han adherido hasta 100 organizaciones. Más allá del epicentro de la convocatoria, las riadas de gente se sucedían por el Paseo del Prado, Alcalá o Gran Vía. A diferencia de las protestas en Ferraz, donde rompen o tiran las banderas europeas de los manifestantes que se presentan con ellas, en Cibeles el azul comunitario abundaba entre la muchedumbre. "¡Que se entere Europa!", gritaban.

Alberto Núñez Feijóo llegó a la manifestación acompañado de Isabel Díaz Ayuso y varios barones del PP. Los populares tenían el reto de, al menos, igualar la cifra de la convocatoria que hace sólo una semana desbordó la Puerta del Sol y el resto de las capitales de provincia. A su llegada, el líder del PP pidió a la sociedad española "no tener miedo" y mantener esa presión contra Sánchez en la calle. "En las últimas semanas, dos millones de personas han salido a la calle. Hemos sido llamados por la sociedad civil para compartir las ansias por denunciar cualquier tipo de humillación en la que se está enfocando esa legislatura", ahondaba.

Feijóo, ya autoproclamado líder de la oposición, advirtió que "estamos en un momento muy complicado de la democracia" y exigió a Sánchez "no levantar muros ante 11 millones de españoles que no han votado amnistía". "Una cosa es tener el poder, y otra tener la razón", ahondaba. El PP busca capitalizar el malestar "cívico" de la sociedad y trazar una distinción entre este tipo de movilizaciones con las que noche tras noche se suceden en Ferraz, y que cuentan con el apoyo de Vox. De hecho, este mismo domingo, Vox animó a los simpatizantes acudir a Ferraz por la Gran Vía al término del acto en Cibeles.

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Isabel Díaz Ayuso ha sido, de nuevo, una de las dirigentes políticas más coreadas por la muchedumbre. Abundaban los carteles de "¡Me gusta la fruta!", eufemismo del "hijo de puta" que pronunció la presidenta de la Comunidad de Madrid durante la sesión de investidura de Sánchez, mientras el público coreaba ambas frases durante la movilización. "Nos están llevando a una situación límite nunca vista en democracia", insistía la madrileña. La dirigente llamaba también a mantener ese clamor social contra los que "quieren romper la Transición" y, con un tono guerracivilista, advirtió que en caso de no poder frenar a Sánchez España se asomará "a una fractura como vimos en el siglo pasado".

Desde otro punto de la Plaza, Santiago Abascal ha llamado a "no dar la batalla por perdida" y "seguir resistiendo con una movilización social sostenida" y una respuesta institucional "coordinada". En este punto, el líder de Vox ha solicitado una reunión a Alberto Núñez Feijóo para analizar esa ofensiva, especialmente en el Senado. Vox insiste en que el PP puede frenar la ley de amnistía en la Cámara Alta negándose a calificarla en la Mesa. Pero los populares reiteran que esa posibilidad es "ciencia ficción" que llevaría a un choque sin precedentes entre Congreso y Senado. "No se puede hacer", insisten.

Protesta de la sociedad civil

Convocada en la plaza de Cibeles, un escenario habitual de manifestaciones en Madrid que hasta ahora no había albergado ninguna contra la amnistía. Generalmente eran en Ferraz, sede del PSOE, o frente al Congreso de los Diputados en los días de sesión parlamentaria. Salvo la que el domingo pasado lideraron el PP, principalmente, y Vox junto a la Puerta del Sol.

Esta vez el convocante es Mariano Gamo, creador del Foro España Cívica y expresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), de corte anti-independentista. Más de un centenar de asociaciones se han sumado a la cita, que hoy recorre las calles de Madrid en otro grito contra la amnistía. La protesta esta vez no la firma ningún partido aunque sí cuenta entre sus asistentes a miembros (y exmiembros) de PP, Vox o Ciudadanos, ya extinto de la política.

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Al escenario se subieron el filósofo de Cs Fernando Savater, el escritor Andrés Trapiello, la presidenta de S’ha Acabat –una asociación juvenil catalana no independentista–, Júlia Calvet, y el exeurodiputado conservador portugués Paulo Rangel. Los convocantes cargaron contra la "ambición" y la "falta de límites" de Sánchez y clamaron contra un PSOE "muerto" por la "deriva" del jefe del Ejecutivo. También se pronunciaron palabras de apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en contraposición con el marcaje que está alentando Vox por las protestas de Ferraz. Destacó el alegato de Savater, que alentó a la "resistencia" y advirtió: "El Gobierno confía en el aburrimiento y en el cansancio" de la sociedad.

El borrado del procés

Ni las sucesivas protestas ni el ambiente caldeado en la calle con detenciones casi diarias pudo frenar lo que se venía. El jueves Pedro Sánchez dio por cerrada su investidura y afrontará una nueva legislatura en mitad de un tetris parlamentario. Para reunir los 179 votos tuvo que contar con el sí de Sumar, que incluye a los cinco miembros de Podemos, además de ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria, todos de esencia nacionalista. El gran sapo a tragar fue sin duda la amnistía, que libera líderes e implicados en el 1-O y permitirá la vuelta de Carles Puigdemont a España.

Parte del acuerdo ya se ha hecho público, que borra todo el procés y se extiende a colaboradores del expresident, que también quedan blindados bajo su halo. Anula las penas de desobediencia y desórdenes públicos que se relacionan con la causa independentista. También los que derivan en delitos de malversación o prevariación acometidos por funcionarios. Quedan amparadas por su marco las acciones cometidas hace más de una década, desde el 1 de enero de 2012, incluyendo las que empezaran antes de esta fecha pero finalizaran después.