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Los musulmanes se abren camino en las listas, pero los partidos islámicos fracasan
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El 28-M confirma la tendencia

Los musulmanes se abren camino en las listas, pero los partidos islámicos fracasan

Más de 800.000 españoles de tradición musulmana podrían votar en las elecciones municipales de este domingo, pero su participación electoral suele ser muy baja

Foto: Jornada de puertas abiertas del Centro Cultural Islámico de Madrid, conocido como la Mezquita de la M-30, en una imagen de archivo. (EFE)
Jornada de puertas abiertas del Centro Cultural Islámico de Madrid, conocido como la Mezquita de la M-30, en una imagen de archivo. (EFE)
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La inmigración de países islámicos llegó a España con un cuarto de siglo de retraso sobre buena parte de Europa, empezando por Alemania, Francia, Reino Unido o el Benelux, donde irrumpe en los años setenta. Su desembarco en la política española es lento, pero en cada convocatoria electoral afloran en las listas de candidatos más nombres musulmanes. La cita del 28-M confirma la tendencia.

Son ya algo más de un millón los españoles de tradición musulmana, según la estimación del Observatorio Andalusi, un centro de estudios que depende de la Comisión Islámica de España. La gran mayoría son inmigrantes que han adquirido la nacionalidad española y sus hijos ya nacieron en España. Unos 870.000 son adultos y, por tanto, tienen derecho a votar, según este cálculo que algunos demógrafos consideran algo exagerado, pero es el único disponible.

La mayoría relativa de esos musulmanes españoles que podrían acercarse a las urnas está en Cataluña (215.000), que supera a Madrid (167.000) y a Andalucía (143.500). Es en esa primera comunidad donde más candidatos hay con ese perfil, algunos incluso, por primera vez, son cabezas de lista, pero con escasas posibilidades de ser alcaldes.

Es el caso, por ejemplo, de Soulimane Messaoudi Tahrioui, que se presenta por ERC en Martorell (27.500 habitantes); de Mohamed El Mamoun Mrimou, que encabeza la candidatura del PSC-PSOE en Solsona (9.000 habitantes); de Youssef Temsamani, primero de la lista del PP en Balsareny (3.200 habitantes), y de Samir el Boukrissi, en el primer puesto de Acció Municipal de Palafrugell (23.400 habitantes).

Foto: Detenido el número 3 de las listas de Coalición por Melilla por la supuesta compra de votos. (EFE/Paqui Sánchez)

En Cataluña ya hay, desde 2019, un alcalde originario del Magreb. Se trata de Omar Noumri Coca, de 32 años, nacido en Argelia y de padre argelino y madre española. Es el alcalde de Castelló de Farfanya, un pueblo de 540 habitantes en Lleida. Su candidatura fue respaldada por ERC.

En el resto de España, la mayoría de los aspirantes a concejales vinculados con la comunidad musulmana figuran en las listas del PSOE, pero no las encabezan y con frecuencia ni siquiera se sitúan en puestos de salida. El caso más conocido es el de Imán El Akel, en el puesto 14 de las aspirantes a concejalas del Ayuntamiento de Marbella (150.000 habitantes). A juzgar por la información de la web del Reagrupamiento Nacional de los Independientes, un partido artificial y de derechas marroquí, El Akel también milita en las filas de esta formación, en las antípodas del socialismo.

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Las listas a veces deparan otras sorpresas. En la de Vox al Ayuntamiento murciano de San Javier (34.500 habitantes), aparece en el puesto 13 Meryem Khaloua Zaghil, una joven de 19 años de origen marroquí y que estudia Formación Profesional en Murcia. Estuvo en la presentación de la candidatura municipal del partido, el 8 de mayo, en un restaurante local frente al mar, pero después no se la ha visto en actos de campaña.

No hay ningún estudio solvente que revele qué porcentaje de los españoles de tradición musulmana acude a las urnas. La participación en barrios de Terrassa o de Torre Pacheco (Murcia), con gran concentración de población musulmana, parece indicar que no es muy elevada.

Foto: Imán El Akel, en 2019. (PSOE Málaga)

Al margen de los partidos políticos, algunas asociaciones, como la Coordinadora General de los Marroquíes en España (CCGM), han organizado reuniones con esos nuevos españoles para animarlos a frecuentar los colegios electorales. En el Centro Cívico de Torre Pacheco (38.000 habitantes), Halim Labrazi se desgañitó, el 7 de mayo, en convencer a su público de que debía votar y le explicó incluso cómo hacerlo. En la sala, tan solo había unas 25 personas, el mismo número, aproximadamente, que en los anteriores actos que celebró en El Vendrell (Tarragona) y Crevillent (Alicante).

La CCGM reivindica que los marroquíes que aún no hayan adquirido la nacionalidad española puedan participar al menos en las municipales. En España, se requiere la reciprocidad; es decir, que los españoles residentes en Marruecos también puedan ejercer allí el derecho al voto. La Constitución marroquí, de julio de 2011, lo permite. Tras su aprobación, Trinidad Jiménez, entonces ministra de Asuntos Exteriores, anunció que se concluiría pronto un acuerdo con Rabat para permitir el voto a ambos lados del Estrecho, pero no se hizo.

Foto: Pedro Sánchez, con Mohamed VI. (EFE/Mariscal)

No solo asociaciones de inmigrantes, como la CGME, impulsan el voto de sus afiliados con nacionalidad española. También intentan captarlo los partidos políticos. Los nacionalistas catalanes fueron pioneros, a veces con promesas demagógicas. Carme Forcadell, expresidenta del Parlament y candidata de Esquerra Republicana de Catalunya por Barcelona en 2015, anunció en español, para que todos la comprendieran bien, en una reunión con trabajadores agrícolas subsaharianos, que en la república catalana "habrá papeles para todos".

El PSOE, y no solo en Cataluña, se está apuntando a esta operación de seducción, pero sin caer en la demagogia de los independentistas. "Cogéis a vuestras mujeres, hijos, a los vecinos, me da igual, a todo el que podáis y os vais con vuestro DNI y votáis al Partido Socialista", afirmó Antonia Pérez, concejala de Educación e Igualdad en el Ayuntamiento de Lorca (Murcia), dirigiéndose, durante la campaña de 2019, a un grupo de hombres musulmanes. "Cualquier compañero que veáis en la mesa os acercáis y le decís: 'Oye, mira, vengo a votar", añadió. La semana próxima, repetirá el mismo discurso en una pedanía de Lorca.

Anoche, los alcaldes socialistas de Murcia, José Antonio Serrano, y de El Palmar, Lorenzo Jiménez, organizaron en el barrio de Puente Tocinos una cena multitudinaria con representantes de la inmigración, en su mayoría musulmana. Aunque no poseen la nacionalidad española, invitaron incluso a los imanes de las mezquitas de El Palmar y de El Carmen y Puente Tocinos, dos barrios de la capital.

Con el auge de la inmigración musulmana, han surgido también en España formaciones políticas de corte islámico, pero en absoluto radicales. La última es el Partido Andalusí, que bajo la batuta del ceutí Driss Mohamed Amar se presenta al Ayuntamiento de Algeciras (122.400 habitantes). En su programa, de carácter social, apuesta por que se habilite una parcela para los enterramientos de difuntos musulmanes. En su presentación pública, la dirección del Partido Andalusí exhibió una bandera andaluza con esto escrito en árabe: "No hay más vencedor que Alá".

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El Partido Andalusí no conseguirá, probablemente, los más de 2.000 sufragios necesarios para obtener un concejal. Correrá la misma suerte que su predecesor, el Partido Renacimiento y Unión de Europa, fundado en 2009 en Granada. En las municipales de 2019, solo cosechó en Algeciras 115 votos. Después, desapareció.

Foto: Acto de la organización islámica Hizb ut Tharir en Copenhague, Dinamarca, en 2019. (Getty/Ole Jensen)

Hay al menos otros dos partidos con referentes islámicos que corrieron la misma suerte. En Sevilla, Liberación Andaluz, que pretendía resucitar, modernizándola, la España islámica de al-Ándalus, se presentó a algunos comicios, pero nunca logró representación. Cesó su actividad en 2008. Tres años después, se fundó en L’Hospitalet (Barcelona) Catalunya Omnium para, según la presentación de Rachid El Attabi, "defender los derechos de los musulmanes en el marco de las leyes vigentes en España". Su existencia fue efímera.

En la Unión Europea, también han surgido partidos de corte islamista moderado, pero han cosechado fracasos estrepitosos cuando concurrieron a las elecciones. La excepción es Denk, en los Países Bajos, un partido más turco que musulmán, que obtuvo tres diputados en 2017. El voto musulmán se inclina a la izquierda en Europa, y así lo demuestran numerosas encuestas, aunque con frecuencia esa comunidad comparte más valores con la derecha. Prueba de ello es que durante las manifestaciones contra el matrimonio homosexual en Francia, en 2013 y 2014, los musulmanes se unieron en las calles a los católicos.

Foto: Fotografía de una oficina de Correos. (EFE/Carlos Barba)

Caso aparte son las ciudades de Ceuta y Melilla, ambas con mucha población musulmana. En la primera, el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, que dirige Fátima Hamed desde su fundación en 2014, también tiene un referente islámico, pero es un partido pequeño al que en 2019 solo votó el 6,96% de los electores. Se incorporó en febrero pasado al Acuerdo del Turia con formaciones a la izquierda del PSOE como Más Madrid, Compromís o Adelante Andalucía.

En la otra ciudad autónoma, Coalición por Melilla atrae el voto musulmán. En 2019, fue la segunda fuerza más votada (30,6%), después del Partido Popular. El 28-M, podría incluso ser la primera, según apunta un sondeo. Esta escisión del PSOE surgió en 1995 por iniciativa de Mustafa Aberchán, que presidió brevemente la ciudad (1999-2000). Veintiocho años después de aquel desgarro, sigue siendo hoy en día su máximo responsable. El éxito de esta formación, atípico en el panorama europeo, es en buena medida achacable a la personalidad carismática de su líder.

La investigación abierta en la ciudad autónoma por el fraude masivo mediante el voto por correo afecta, ante todo, a Coalición por Melilla. Por eso es probable que, en las elecciones del domingo, resulte derrotada en las urnas. Aberchán ha anunciado de antemano su intención de impugnar el resultado.

La inmigración de países islámicos llegó a España con un cuarto de siglo de retraso sobre buena parte de Europa, empezando por Alemania, Francia, Reino Unido o el Benelux, donde irrumpe en los años setenta. Su desembarco en la política española es lento, pero en cada convocatoria electoral afloran en las listas de candidatos más nombres musulmanes. La cita del 28-M confirma la tendencia.

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