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El mundo es otro: el ambicioso plan de Sánchez para la presidencia europea
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El mundo es otro: el ambicioso plan de Sánchez para la presidencia europea

El Gobierno español es muy consciente de las profundas transformaciones que se están produciendo en el orden internacional. La presidencia es una ocasión para resituar a nuestro país en el nuevo escenario

Foto: Biden volverá a reunirse con Sánchez, esta vez en EEUU. (Reuters/Dita Alangkara)
Biden volverá a reunirse con Sánchez, esta vez en EEUU. (Reuters/Dita Alangkara)
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Las relaciones internacionales están transformándose velozmente, por primera vez desde la caída del Muro y la llegada del capitalismo a la Unión Soviética. El orden mundial ha entrado en una fase diferente, indefinida, y, por tanto, llena de riesgos, sin que todavía se pueda percibir nítidamente cuál será el punto de llegada.

Hay un aspecto central en ese cambio: hasta poco antes del covid, la geopolítica y la geoeconomía estaban alineadas, y habitualmente la segunda era la que impulsaba la primera. Esa relación se ha invertido y la geopolítica manda, como se ha demostrado con las sanciones a Rusia: el desacople tenía un coste económico elevado, pero se realizó a pesar de todo. Las tensiones en Occidente a la hora de separarse de China y los dilemas a los que conduce este alejamiento surgen de esta nueva orientación: económicamente interesa a Europa y a EEUU continuar con los vínculos con Pekín, pero los intereses geopolíticos apuntan en dirección contraria, ya que se trata de impedir el desarrollo tecnológico y financiero que podrían conducir a Pekín a la hegemonía.

Foto: Xi Jinping con Lula da Silva. (Ricardo Stuckert/Reuters)

En ese horizonte complejo, la visión española apuesta por mantener el máximo de conexiones abiertas. Los Estados que sepan jugar la baza de las relaciones amplias en distintos escenarios tendrán muchas más posibilidades de futuro que aquellos que se encierren en un área geográfica concreta. Esta perspectiva entronca con la mirada del expresidente Zapatero: el país que sepa cultivar los vínculos con el mayor número de Estados saldrá reforzado.

El encuentro con Biden

La idea de la presidencia española está asentada en esta perspectiva. La incesante actividad diplomática que el Gobierno está llevando a cabo en los últimos tiempos (viajes a Washington y Pekín, encuentros con Lula y Petro, recepción de representantes israelíes y palestinos) prefigura bien las intenciones.

España tratará de jugar un papel de mediador y facilitador en áreas diversas, y varias de ellas estarán presentes en la conversación que Sánchez mantenga con Biden. La relación con Marruecos, un socio relevante de EEUU, no será abordada en esa reunión, pero muy probablemente el Sahel ocupe algún punto de la agenda. Sin embargo, el resto de prioridades internacionales españolas en esta nueva época aparecerán en el diálogo con Washington.

Se impulsará la ampliación de la Unión Europea, y Ucrania figura entre los países que pueden formar parte de la UE en un futuro cercano

Ucrania, como no puede ocurrir de otra manera, será un punto esencial. De fondo está la posibilidad de una solución pacífica de la guerra, en la que la posición española, que es la misma que la europea, subraya que no es posible pedir a un Estado que renuncie a parte de su territorio para poner fin al conflicto; esa es una decisión que solo los ucranianos podrían tomar. Lo que sí puede impulsarse es la ampliación de la Unión Europea, y Ucrania figura entre los países que pueden formar parte de la UE en un futuro cercano.

La conexión con el mundo

América Latina es otra de las áreas geográficas fundamentales para España. Las transformaciones políticas que sufre el continente, que se han acelerado con la crisis del covid, han generado una inestabilidad notable, que se ha dejado sentir en unas debilitadas instituciones regionales. España aspira a jugar de nuevo un papel en Latinoamérica, en lo que se refiere al apoyo para que ese reforzamiento institucional tenga lugar, de manera que puedan fijarse posiciones comunes, y en cuanto a la ayuda para que la UE promueva vínculos mayores con la zona. CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) puede ser un actor fundamental, y los encuentros de Sánchez con Petro y Lula van en esa dirección. España quiere volver a tener relevancia en la región ejerciendo como conector, tanto con Bruselas y las principales capitales europeas como con EEUU. Y especialmente ahora que Washington quiere promover una mayor estabilidad en la región, forzado por sus problemas migratorios.

La Unión Europea necesita jugar un papel importante en Oriente Medio, donde tiene muchos intereses, y España puede ayudar

Oriente Medio es una zona especialmente importante en esta época y está sujeta a numerosas tensiones. La mediación de China con Arabia Saudí e Irán, la salida de EEUU de Afganistán y los realineamientos hacia Asia en la región han introducido nuevas variables. En ese contexto, la búsqueda de una solución negociada entre israelíes y palestinos quizá no parezca el mayor problema, pero ha sido una permanente piedra en el zapato, y encontrar una salida a ese asunto puede facilitar muchas otras iniciativas. La Unión Europea necesita jugar un papel en la región, donde tiene muchos intereses, y España puede ayudar a ello. Las recientes reuniones en el Ministerio de Exteriores español con representantes israelíes y palestinos atestiguan esa intención.

El papel español en la UE

El equilibrio de fuerzas interno europeo será otra de las prioridades, en la medida en que las tensiones en el seno de la UE van a aumentar. Los intereses de los países del este y del norte (cuyas prioridades son geopolíticas dada la cercanía con Rusia, y que, por tanto, tienen un vínculo estrecho con EEUU) difieren de los que promueven los países industriales, como Alemania, Francia e Italia, en especial a la hora de alejarse de China de los países industriales. España está vinculada con este segundo grupo. Al mismo tiempo, existen visiones diferentes sobre cómo afrontar la época económica que viene, y los países del norte intentan forzar mayores ajustes presupuestarios que los del sur.

Estos problemas, de naturaleza diferente, están interrelacionados. La idea de la Comisión, que es compartida por Europa, apunta decididamente hacia la reindustrialización en áreas como la ecológica y la tecnológica. La idea de una cierta independencia, de un músculo europeo propio, que puede denominarse autonomía estratégica o amistad no necesariamente alineada con EEUU, está de fondo en esas políticas, que buscan el fortalecimiento del continente en áreas cruciales. Al mismo tiempo, la UE es consciente de la necesidad de una cierta cohesión interna, y pretende ayudar a los sectores más desfavorecidos. Se pondrá acento, en este sentido, en los jóvenes y su necesidad de formación, en la igualdad de género y en la construcción de una mejor red de cuidado de los mayores.

Foto: Giuliano da Empoli. (Ed. Gallimard/Francesca Mantovani)

Pero todos estos propósitos, en los que el Gobierno español está alineado con la Comisión, requieren de un margen fiscal y de una acción económica decidida que no puede llevarse a cabo con las reglas que imperaron en la UE. Las discusiones sobre la capacidad de maniobra de la que gozarán los gobiernos nacionales para implementar esos planes están aflorando. España espera ser un actor relevante a la hora de desarrollar las políticas que otorguen ese margen.

Este conjunto de acciones pretende poner en el mapa a España a través de una acción diplomática que le convierta en conector con áreas diversas. Quizá no juegue un papel principal en ninguna de ellas, pero esa presencia simultánea en distintos nódulos de la red le convertirá en un participante del que no se puede prescindir. O, al menos, esa es la intención de la acción exterior española, y la presidencia ofrece una oportunidad muy relevante para conseguir el objetivo.

Las relaciones internacionales están transformándose velozmente, por primera vez desde la caída del Muro y la llegada del capitalismo a la Unión Soviética. El orden mundial ha entrado en una fase diferente, indefinida, y, por tanto, llena de riesgos, sin que todavía se pueda percibir nítidamente cuál será el punto de llegada.

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