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El camino de la paz: por qué Europa debe ayudar a restablecer el diálogo en el Sahel
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El camino de la paz: por qué Europa debe ayudar a restablecer el diálogo en el Sahel

Las iniciativas de diálogo local pueden abordar las raíces de los conflictos, pero requieren la implicación de los gobiernos nacionales

Foto: Macron, flanqueado por el presidente de Ghana, el presidente de Senegal, y el presidente del Consejo Europeo. (EFE/Ian Langdon)
Macron, flanqueado por el presidente de Ghana, el presidente de Senegal, y el presidente del Consejo Europeo. (EFE/Ian Langdon)

Es un tópico muy repetido que no existe una solución militar para la crisis del Sahel. No obstante, las alianzas estratégicas con Francia, que retiró sus tropas de Mali y Burkina Faso el año pasado, y Rusia, que está aumentando su presencia en ambos países, también han hecho hincapié en un enfoque militar.

Sin embargo, desde 2021, los dirigentes de Níger han invertido un capital político considerable en el compromiso con los insurgentes vinculados al yihadismo y en iniciativas de diálogo local, y los gobiernos anteriores de Malí y Burkina Faso han seguido su ejemplo. La retirada de Francia debería favorecer aún más este enfoque. De hecho, la retirada fue la principal condición previa para el diálogo de Jama'at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), afiliado a Al Qaeda, e incluso el rival más intratable de JNIM —la Provincia del Sahel del Estado Islámico (ISSP)— ha parecido más dispuesto a dialogar con los gobiernos en los últimos meses. Sin embargo, los nuevos dirigentes de Burkina Faso y Malí han rescindido los compromisos de sus predecesores de alinear sus estrategias nacionales con las iniciativas de diálogo local.

Foto: Charla entre un oficial de la Fuerza especial Takuba y otro maliense cerca de la frontera con Níger. (Reuters/Paul Lorgerie)

Esta alineación es crucial: los enfrentamientos entre grupos a nivel local alimentan el conflicto más amplio entre los Estados y los insurgentes, lo que significa que cualquier posible acuerdo político entre los insurgentes y el Estado deberá abordar las fuentes locales de tensión. Lo que ahora hay que articular es cómo ir más allá de las estrategias excesivamente militarizadas para derrotar al "terror" y empezar a enmarcar y abordar las raíces locales del conflicto en términos que sean significativos para las comunidades rurales.

Las iniciativas de diálogo local han demostrado un gran potencial en este sentido, pero, para tener éxito, requieren un fuerte apoyo de los gobiernos nacionales. Las experiencias de los tres países del Sahel central en los últimos meses ofrecen importantes lecciones sobre cómo los europeos podrían ayudar a Malí y Burkina Faso a retomar el camino.

Níger y el diálogo con militares

En Níger, el Presidente Mohamed Bazoum, tras una transición democrática del poder en 2021 excepcional en la región, aplicó rápidamente una política de "mano tendida". Con ella, dio instrucciones a las instituciones nacionales de alto nivel para que desarrollaran vías de diálogo con los militantes. El Ministerio del Interior del país y su Alta Autoridad para la Consolidación de la Paz (HACP) han entablado conversaciones con facciones del ISSP y el JNIM, explorando opciones que van desde el alto el fuego, las entregas y la liberación de prisioneros hasta negociaciones más sustanciales orientadas a la reforma.

Gracias en parte a estas conversaciones, la violencia en la zona de Tillaberi Norte, situada a lo largo de la frontera con Malí, que se había disparado en los últimos años, se redujo en casi un 80% en 2022. Las reformas en materia de seguridad a lo largo del lado nigerino de la frontera con Malí también fueron fundamentales, ya que demostraron a los grupos insurgentes que Níger disponía de los medios militares necesarios para cumplir cualquier acuerdo. El compromiso y las reformas de esta naturaleza impulsan significativamente las perspectivas de las iniciativas locales de diálogo.

Foto: Foto de archivo de Niamey, Níger, durante las elecciones del pasado febrero. (EFE)

En enero de 2023, el ministro del Interior de Níger y funcionarios del HACP se reunieron con líderes comunitarios y ONG en Banibangou para celebrar la firma de un acuerdo entre las comunidades peul y djerma, fruto de dos años de duro trabajo. Los líderes comunitarios afirmaron que el acuerdo fue un estabilizador casi instantáneo: los mercados volvieron a abrir, los agricultores reanudaron la labranza de sus campos, las poblaciones desplazadas empezaron a regresar a sus hogares y se iniciaron conversaciones para desarmar a una milicia comunal que ha acosado a los civiles.

Recursos naturales

En 2020, las autoridades de transición de Malí invirtieron un apoyo de alto nivel en la búsqueda de una solución dialogada a los enfrentamientos en la comuna de Niono, en el centro del país. Esta reserva estratégica de tierras y recursos hídricos ha sido testigo en los últimos años de intensos combates entre el frente Katiba Macina del JNIM y las fuerzas malienses y grupos armados interpuestos. Una delegación estatal dirigida por el Alto Consejo Islámico de Malí (HCIM) negoció un acuerdo de paz entre Katiba Macina y los militantes de Donso que entró en vigor en marzo de 2021. Los actores entendieron el alto el fuego como una base para explorar acuerdos que abordaran cuestiones más profundas, como la regulación equitativa del acceso a la tierra y el agua y la protección de los civiles frente a los grupos insurgentes.

Pero, en mayo, los gobernantes militares de Malí cerraron filas en un golpe de estado dentro de un golpe de estado que consolidó su control del poder. En julio, el acuerdo estaba muerto. La principal razón del fracaso del acuerdo, según uno de sus principales negociadores, fue la retracción del apoyo nacional tras el segundo golpe. Los nuevos dirigentes no cumplieron sus compromisos de poner en marcha un comité de seguimiento, lo que provocó la escalada de un incidente menor y el colapso del acuerdo. En los meses siguientes, la nueva junta, envalentonada por el apoyo de los mercenarios de Wagner y los nuevos envíos de armas de Rusia, pasó a adoptar un enfoque más militante y soberanista para lograr la victoria en el centro de Malí, dentro del cual hay poco espacio para el diálogo local.

La transición en Burkina Faso

En 2022 se produjo una secuencia de acontecimientos similar en Burkina Faso: las autoridades de transición invirtieron de inmediato capital político nacional en iniciativas de diálogo local, solo para ser derrocadas por un segundo golpe de Estado que se deshizo de su apoyo con la misma rapidez.

Los grupos humanitarios habían acogido con satisfacción los esfuerzos iniciales del líder de la junta, Paul-Henri Sandaogo Damiba. Aplaudieron una transición "extremadamente positiva" de un entorno político que prohibía y podía criminalizar cualquier diálogo o incluso contacto con los insurgentes, a otro que permitía tímidas vías hacia la desmovilización de estos grupos. El apoyo de alto nivel al diálogo por parte del Ministerio de Cohesión Social y Reconciliación Nacional fomentó la aparición de múltiples iniciativas nuevas de diálogo local lideradas por las comunidades en las localidades devastadas por la guerra, lo que aumentó las esperanzas, especialmente en la ciudad septentrional de Djibo, que había sufrido durante meses el bloqueo yihadista. Pero los avances fueron lentos y desiguales, y persistió la confusión entre lo que las autoridades locales y nacionales entendían por "diálogo" y por "negociaciones".

Foto: Banderas de Rusia entre los manifestantes a favor del golpe de Estado en Burkina Faso. (EFE/Assane Ouedraogo)

En septiembre de 2022, el capitán Ibrahim Traore, un oficial más joven con experiencia de combate en primera línea, lideró un segundo golpe de Estado que puso fin oficialmente a este nuevo capítulo. Representaba a muchos militares descontentos con los resultados de la voluntad de diálogo de Damiba. En su lugar, esta nueva junta resolvió "luchar contra el terror" reclutando a decenas de miles de auxiliares civiles, dejando claro que los esfuerzos locales de diálogo no recibirían apoyo estatal. Más de un año después, 370.000 personas siguen atrapadas en Djibo, hirviendo hojas silvestres con sal para obtener entre el 35 y el 85 por ciento de su ingesta diaria de alimentos.

El camino a seguir

Las iniciativas locales de diálogo no son perfectas. Son de alto riesgo y se enfrentan a un montón de obstáculos; a veces, incluso pueden poner en peligro a los mediadores o marcar a las comunidades que firman por la paz como objetivos de castigo por parte de los partidarios de la línea dura. Sin embargo, ponen de relieve factores locales de contestación, a menudo disputas no ideológicas centradas en la representación y la gestión de recursos. También tienen el potencial de alimentar los tipos de debates y acuerdos políticos que, con la aceptación nacional, pueden abordar de forma sostenible las raíces del conflicto. En resumen, las iniciativas de diálogo local son un paso necesario para alejarse de las estrategias antiterroristas excesivamente militarizadas, aunque requieran paciencia y claridad en cuanto a lo que pueden conseguir.

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La Unión Europea y sus Estados miembros pueden aprender de las experiencias del Sahel central a la hora de definir nuevos objetivos de estabilización para la región. Es posible que los nuevos líderes de Malí y Burkina Faso se hayan desprendido demasiado pronto de las iniciativas de diálogo local, pero los avances de Níger deberían indicar la importancia de reactivar el apoyo a dichas iniciativas como una forma eficaz de compromiso para los europeos.

Los socios europeos deberían recordar amablemente a las autoridades de transición de Malí y Burkina Faso las ventajas del diálogo local. También deberían señalar la utilidad de las instituciones de alto nivel, como el HCIM de Malí y el Ministerio de Reconciliación Nacional de Burkina Faso, a la hora de aportar apoyo nacional a las conversaciones locales. La supuesta cooperación militar de Malí con el Grupo Wagner y las tensiones entre la junta y los líderes del HCIM representan obstáculos significativos, por lo que puede tener más sentido empezar por Burkina Faso. El estímulo europeo podría consistir en proporcionar formas de apoyo técnico, como asesores y subvenciones para ONG e instituciones. Esto podría facilitar la presentación de propuestas para resucitar el apoyo estratégico nacional a las iniciativas locales, alinear mejor las estrategias nacionales con los enfoques locales en el futuro y permitir aprender del enfoque de Níger en el norte de Tillaberi.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Hannah Rae Armstrong y titulado The roots of peace: Why Europeans should help re-establish support for local dialogue in the Sahel

Es un tópico muy repetido que no existe una solución militar para la crisis del Sahel. No obstante, las alianzas estratégicas con Francia, que retiró sus tropas de Mali y Burkina Faso el año pasado, y Rusia, que está aumentando su presencia en ambos países, también han hecho hincapié en un enfoque militar.

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