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José Díez es el concejal más pendenciero de España, ¿pero por qué odia tanto al alcalde?
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COMO 'FARGO' PERO A MAMPORROS

José Díez es el concejal más pendenciero de España, ¿pero por qué odia tanto al alcalde?

Este prejubilado de Endesa lleva años siendo el azote del alcalde de Berlanga del Bierzo, en León. Lo de "azote" es literal, ha habido tortas. Por detrás, la sombra de las ayudas mineras

Foto: José Díez, con su escrito de denuncia. (A.V.)
José Díez, con su escrito de denuncia. (A.V.)

Si todos los políticos fueran como José Díez Alonso, la corrupción apenas se daría en nuestro país. Eso sí, España habría empalmado una guerra civil tras otra y más de un salón de plenos estaría ornamentado con cráneos sanguinolentos. Tomen asiento y vean cómo se gestionan las diferencias políticas en Berlanga del Bierzo, un municipio de 300 habitantes al norte de León. Pronto, los ásperos enfrentamientos parlamentarios de la política nacional les sonarán como una discrepancia entre Sir Winston Churchill y Lord Lloyd George de Dwyfor a la hora del té.

De prejubilado a concejal

Díez perdió a su padre cuando tenía 14 años. Por supuesto, en un accidente en la mina. Era una época en la que prácticamente todo el pueblo estaba empleado en las empresas Antracitas de Fabero y Antracitas de Gaiztarro, que extraían este tipo de carbón —aquel con más poder calorífico, y por tanto el más valorado— de las minas cercanas. Tanto Díez como su hermano optaron por marcharse del pueblo a estudiar muy jóvenes. Él se convirtió en ingeniero y trabajó durante décadas para Endesa, primero en las centrales térmicas y más tarde en la minería. Aunque como técnico no tuvo que bajar a la mina, se benefició de los ventajosos coeficientes del sector y logró prejubilarse una vez frisada la cincuentena. Entonces decidió dejar Madrid y volver a sus orígenes bercianos.

Se construyó una casa en el pueblo y entonces comenzó su carrera política. "Como estaba otra vez en el pueblo me dije 'voy a ver si puedo hacer algo'", recuerda.

Se presentó primero con el Partido Popular, sacando un escaño en 2007. Luego pasó al Movimiento Alternativo Social (MASS, partido disuelto hace años) sacando otro en las municipales de 2011. Más tarde continuó bajo las siglas del otro partido, Coalición por El Bierzo. Desde hace década y media, Díez ha logrado siempre obtener un mínimo de 41 votos que le han dado derecho a una plaza en la oposición. El trono del consistorio, eso sí, ha sido siempre para César Álvarez, el hombre que arrasa electoralmente en Berlanga. Desde 1999 ha obtenido siempre, como mínimo, cinco de los siete escaños para su partido, el PSOE. Hay que decir que todo el Bierzo suele ser un territorio favorable para los socialistas.

Álvarez, por tanto, se convirtió en la némesis de este concejal, cuyo escaño en las últimas elecciones sigue en el aire. Desde el ayuntamiento explican que no lo ha reclamado porque no ha querido. Según Díez, no ha podido hacerlo por las trabas del alcalde. Así que actualmente es concejal en funciones.

Se enfrentó con Isabel Carrasco, la presidenta del PP leonés asesinada en mayo de 2014

"Me tiene un cariño de la hostia", dice con sorna Díez a El Confidencial.

Sus cuitas no se limitan al alcalde socialista. Según cuenta él mismo, en sus inicios también llegó a enfrentarse con Isabel Carrasco, la presidenta del PP leonés asesinada en mayo de 2014. Como presidenta de la diputación, recibió varias cartas de Díez protestando porque el alcalde de Berlanga del Bierzo no le daba información sobre las obras que estaban teniendo lugar en el antiguo campo de fútbol del pueblo. Tras una reunión post-electoral donde Carrasco felicitó a los candidatos por sus resultados, Díez aprovechó el clásico turno de preguntas para levantar la mano y echar en cara a Carrasco que no contestara a sus cartas pidiendo ayuda para controlar mejor al alcalde.

Diplomacia de precisión

Una de las primeras noticias que tuvimos de este peculiar político fue en 2012. Los diarios locales informaban de la condena a un concejal del MASS por agredir al alcalde de Berlanga del Bierzo en el propio ayuntamiento. Era él. El alcalde declaró que Díez le agredió cuando este fue a mostrarle unos expedientes municipales. Otras versiones hablan de una agresión cruzada tras la que ambos se denunciaron, sin embargo ganó Álvarez y el concejal se vio condenado a pagar 600 euros de multa e indemnizar al alcalde con otros 250. Según dice hoy Díez, el alcalde contaba con más testigos, que se pusieron de su lado.

"Hay que ser gilipollas para ir al ayuntamiento a darle patadas al alcalde, ¿no?", dice el concejal. "Él me agredió porque estaba hasta los cojones, me pegó un empujón y me jodió las gafas, así que yo le di una patada: los únicos testigos eran el teniente de alcalde y la secretaria", que testificaron dando la razón a Álvarez.

En 2012 Díez fue condenado por agredir al alcalde, en 2015 el agredido fue él

Tres años después, en 2015, tuvo lugar una nueva trifulca que por poco acaba en drama. Díez, fiel a su particular forma de entender la política, estaba inspeccionando unas obras y haciendo fotos, tratando de encontrar irregularidades hasta en las arquetas. Era la casa de la familia del nº 7 en las listas por el PSOE, Edgar Martínez, que se acercó a Díez con una camarilla que incluía también a otra concejal socialista. "Ahí sí que se pasaron de rosca, no me mataron de puro milagro", recuerda Díez, "Me dieron un empujón, me di un golpe en la cabeza y me quedé inconsciente, salieron zumbando todos y calculo que me quedaría ahí como 45 minutos tirado en el suelo".

Más allá de estos ejemplos, las discrepancias entre el concejal y otros vecinos se han manifestado de forma más indirecta, pero igualmente salvaje. "Están permanentemente tocándome los cojones", reflexiona, "me dediqué a plantar castaños y me los cortan o me los sulfatan". También alega que un día, al regresar al pueblo, se encontró su casa llena de pintadas procaces.

placeholder La casa del concejal, llena de pintadas (Cedida)
La casa del concejal, llena de pintadas (Cedida)

Quizá, solo como hipótesis, habría que empezar a plantearse que Díez no cae muy bien en el pueblo.

placeholder Detalle de una de las pintadas. (Cedida)
Detalle de una de las pintadas. (Cedida)

Sin embargo, él no ha dejado de llevar a Álvarez ante los tribunales, al que acusa de que, bajo su mandato, "nadie puede examinar ningún expediente sin que el alcalde lo autorice". El Juzgado Contencioso Administrativo de León le ha dado la razón hasta tres veces, no obstante. Sin embargo, no se quedó ahí la cosa. En diciembre de 2021, el alcalde de esta pequeña localidad fue absuelto de una acusación por estafa y falsedad documental que le acusaba de haberse apropiado irregularmente de dietas durante años. Fue el último sobresalto para él.

La denuncia, evidentemente, vino de Díez, a quien el alcalde acusaba de haber judicializado por completo la vida en Berlanga del Bierzo.

La versión del alcalde

Una cosa está clara. Álvarez ha ganado holgadamente las últimas cinco elecciones municipales, es decir, cuenta con el respaldo de los vecinos. La situación para los vecinos, sin embargo, no es plato de buen gusto. A eso se suma que, como otros pueblos de pasado minero, la de Berlanga es una población muy envejecida, donde los pocos jóvenes que hay acaban marchándose a la ciudad. Cuesta atraer trabajos o empresas. En la época dorada de las minas, en los años 60, llegaron a tener casi 1.200 habitantes. Hoy el INE dice que hay 347 censados, pero en el día a día apenas rebasan las 200 personas.

Hay bastantes más mujeres que hombres y la razón es sencilla, los mineros mueren más pronto.

Como otros pueblos de la zona, Berlanga recibió varios millones de euros en fondos para la reestructuración de las comarcas mineras, tanto del plan Miner como de la diputación. De hecho, según los datos oficiales del Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras han hecho un buen trabajo, al haber pasado de 15 trabajadores dados de alta en 2006 a 38 en 2021.

Sin embargo, el propio alcalde pone estos datos, tan positivos en apariencia, en su contexto real. "La mayor parte de los puestos de trabajo, tanto para hombres como para mujeres, son contratos directamente con el ayuntamiento y mediante subvenciones, por nuestro pasado minero", explica Álvarez. "Es posible que en esa fecha se hicieran algunos contratos más, pero porque coincidieran distintas subvenciones, del Miner y otras de la diputación; en cualquier caso eran contratos temporales, de seis meses como máximo".

Los dos grandes proyectos de Berlanga del Bierzo para con los fondos de reestructuración eran, primero, un Parque Temático de la Trufa y los Hongos, y segundo, un camping municipal edificado precisamente en lo que antes fue el campo de fútbol. El concejal Díez, por supuesto, ha intentado empurar a toda la corporación municipal por estas dos operaciones. En 2015 les denunció por "prevaricación administrativa" por la construcción y certificación de las obras del edificio del museo.

En cuanto a la zona de acampada, financiada con entre dos y tres millones de euros, es sin duda el capítulo principal de esta larga historia de desencuentros. No es exagerado afirmar que José Díez ha invertido más tiempo investigando este camping para intentar desmontarlo de lo que el ayuntamiento empleó en planificarlo y construirlo.

"Ese 'camping' no existe"

Lo tiene todo estudiado. Ha extraído de los BOCYL, el boletín oficial de Castilla y León, todas las partidas destinadas a la construcción del centro de acampada: 419.334 euros en febrero de 2006, 150.665 euros en junio de 2007, ambos de la Consejería de Cultura y Turismo, luego de los fondos del carbón llegaron 600.000 euros en diciembre de 2010 y 1.368.938 euros en febrero de 2011 para la construcción de la segunda fase del camping.

En total, 2.539.000 euros para unas infraestructuras que solo funcionan en verano y que apenas generan un puñado de puestos de trabajo. El verano de 2021 tuvo que venir una familia desde Tenerife para encargarse de regentar el bar-piscina del camping, dicho sea de paso, la única taberna abierta en el pueblo. Sus dos hijos representaban una cuarta parte de todos los que había en ese momento en Berlanga.

placeholder Acceso al centro de acampada. (Google Maps)
Acceso al centro de acampada. (Google Maps)

"Nuestra intención es aumentar las inversiones en la zona de acampada y que a principios de año lo coja alguna empresa, alguien con ganas de trabajar, que quiera explotar las instalaciones que tenemos, que son magníficas, durante todo el año", apunta el alcalde.

De los primeros pasos de la zona de acampada hace ya más de una década, lo que indica que algún problema ha habido con el proyecto. Díez comenzó a enviar cartas a la consejera autonómica María Josefa García Cirac entre 2012 y 2015 detallando hasta 19 supuestos en los que el camping incumplía diversos decretos autonómicos:

"Las obras realizadas no corresponden con los proyectos presentados para la solicitud de las subvenciones", decía en una. "El ayuntamiento se niega a facilitarme el proyecto del conjunto, la licencia, los permisos y autorizaciones de actividad, resultando, desde mi punto de vista, un centro de acampada chapucero y sin posibilidad de ser legalizado", añadía. En otra misiva abundaba: "le informo de que no consta en el registro de Empresas Turísticas ningún camping en ese municipio".

"El gran fallo de este país es que no hay ningún organismo de control serio"

El concejal acumuló una importante colección de cartas donde se quejaba de todo esto. A la gran mayoría nunca contestaron, pero su perseverancia logró que algún director general —o su subalterno— le respondiera que en el listado de empresas turísticas no constaba ningún camping en Berlanga del Bierzo.

"Yo seguí erre que erre con las cartas y nunca me han rebatido ninguno de estos escritos, lo cual quiere decir que yo estaba en lo cierto", supone aventuradamente Díez. "No hay ningún camping ahí, no puedes acampar ahí porque el camping no existe. ¿Qué han hecho con ese dinero? Nunca lo han investigado. El gran fallo de este país es que no hay ningún organismo de control serio, ya que es lo que tenía que haber para todas estas obras", sentencia.

El concejal recorre cada día las calles de su pueblo escrutando cada pequeño resquicio de corrupción o incompetencia. En un momento dado me muestra en el móvil un cartel que pone "Fiestas de Berlanga", correspondientes a las festividades del último verano.

"Fíjate, fíjate lo que pone", indica. "Fiestas de Berlanga, sin más, no le pone "del Bierzo". ¿Y sabes dónde está Berlanga, no? En Badajoz. Para que veas la maldad".

Una tensión nunca resuelta

Finalmente, le pregunto al alcalde de Berlanga del Bierzo por el díscolo concejal que lleva más de una década atormentándole.

"Está todo solucionado", me dice César Álvarez. "Pero he sufrido lo que no está escrito".

Según el regidor, Díez llegó de Madrid pasándose de listo. "Nosotros somos todos mineros y en su lista estaba él, que era ingeniero técnico eléctrico y dos abogados, sus palabras eran que no podía ser que le ganaran cuatro mineros de mierda; se olvidaba que no éramos nosotros los que ganábamos sino que, gracias a Dios, el que decide es el pueblo", señala.

"No es que tenga problemas con nosotros, los tiene con todos los vecinos, es problemático"

Álvarez va más allá. "No es que tenga problemas con nosotros, es que los tiene con todos los vecinos, es problemático", dice, "y no es de ahora: tengo unos recortes de periódico de 1984 que al alcalde que había entonces le amargaba la existencia".

La gran pregunta que queda por responder es, ¿quién demonios vota a José Díez? Según el alcalde, con los sufragios de su familia y la de aquellos que van en la lista de Coalición por el Bierzo le basta para alcanzar esos 40 votos.

Acaba de salir de presentar en la Fiscalía Anticorrupción una denuncia por el asunto del 'camping' contra el ayuntamiento de su pueblo

El concejal en funciones no desmiente estos cálculos y se limita a apostillar que sus votantes siempre son demasiado pocos, que ojalá fueran más.

Es un día cualquiera de noviembre y, mientras en Berlanga el alcalde cuelga el teléfono pensando, de verdad, que todo está solucionado, a 350 kilómetros de allí, en Madrid, José Díez pasea por la calle Manuel Silvela con una abultada carpeta. Acaba de salir de presentar en la Fiscalía Anticorrupción una denuncia por el asunto del camping contra el ayuntamiento de su pueblo.

"Hay una estafa clarísima", se relame.

Si todos los políticos fueran como José Díez Alonso, la corrupción apenas se daría en nuestro país. Eso sí, España habría empalmado una guerra civil tras otra y más de un salón de plenos estaría ornamentado con cráneos sanguinolentos. Tomen asiento y vean cómo se gestionan las diferencias políticas en Berlanga del Bierzo, un municipio de 300 habitantes al norte de León. Pronto, los ásperos enfrentamientos parlamentarios de la política nacional les sonarán como una discrepancia entre Sir Winston Churchill y Lord Lloyd George de Dwyfor a la hora del té.

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