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El último misterio de El Palmar de Troya: por qué el pueblo más pobre de España niega serlo
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¿Se puede vivir con menos de 7.000€ al año?

El último misterio de El Palmar de Troya: por qué el pueblo más pobre de España niega serlo

El municipio situado a unos 50 km de Sevilla y conocido por la Iglesia Palmariana, aparece en la lista del INE como el punto que menor renta tiene de todo el país. Sin embargo, sus vecinos creen que eso es imposible

Foto: Vecinos paseando por las calles de El Palmar de Troya. (Pepo Herrera)
Vecinos paseando por las calles de El Palmar de Troya. (Pepo Herrera)
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"Hace unos años, cuando alguien de fuera venía a desayunar al pueblo en plena de Feria de Sevilla, alucinaba. Nos preguntaban si estábamos de luto, porque veían a todo el mundo vestido de negro por la calle. Les tenías que explicar que no, que es que nos íbamos todos a trabajar a la feria", recuerda Isabel, más conocida como 'La Porri'. "También lo llaman en esa época el pueblo fantasma, porque cuando es la temporada buena de fiestas aquí no queda nadie", añade Samuel.

Ambos vecinos hacen memoria en la cafetería 'Mac Porri' (propiedad de Isabel), con el objetivo de desenmarañar la última noticia que ha puesto a su municipio, El Palmar de Troya, en el centro de los focos. Este pequeño enclave sevillano, conocido a nivel internacional por el misticismo mariano que acabó en la creación de la considerada como secta Iglesia Palmariana, ahora lidia con un nuevo misterio. Los datos del Instituto Nacional de Estadística dicen que es el municipio con menos renta de España, pero todos sus ciudadanos lo niegan. "Somos pobres, pero no tanto como dicen. Como ves, hay más trabajo que en otros pueblos", detalla Samuel con una pequeña sonrisa.

Foto: Renta 2020.
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Este joven palmareño regenta el bar de copas local y asegura que el negocio no va mal. Una opinión similar a la que tiene Isabel, que añade a la postura del joven unos 30 años más de experiencia, "yo he estado toda mi vida aquí y siempre hemos salido adelante", comenta. Una breve visita al municipio basta para ver que el lugar está alejado de la imagen habitual de la pobreza.

En el pequeño enclave, a unos 50 kilómetros de Sevilla capital, hay vecinos paseando y haciendo la compra con todo tipo de negocios abiertos. Cafeterías y bares con clientela, bastante tráfico rodado, buenos coches y casas recién reformadas. Los empleados municipales se afanan en dejar limpias unas calles cuidadas unas horas antes de que el colegio cierre y salgan de él decenas de niños. "Esto es una balsa de aceite si lo comparas con otros sitios y con otras épocas", sentencia Fernando, uno de los ancianos que disfruta del sol de mediodía en el centro del pueblo.

placeholder Vista de la catedral de Nuestra Señora del Palmar Coronada (sede de la iglesia palmariana) a las afueras del pueblo. (P. H.)
Vista de la catedral de Nuestra Señora del Palmar Coronada (sede de la iglesia palmariana) a las afueras del pueblo. (P. H.)

Sin embargo, la última actualización de la información de la renta a nivel de sección censal para el año 2020 del INE, muestra que El Palmar de Troya es el pueblo más pobre de todos los que registra (solo analiza los que tienen más de 2.000 habitantes) con 6.785 euros de renta neta media anual por persona. Es el único que cae por debajo de la barrera de los 7.000. El siguiente, Iznalloz, en Granada, ya llega a los 7.036. ¿Qué ocurre aquí? Vecinos y autoridades apuntan a dos posibles explicaciones: la primera es que el sustento de buena parte de la población depende de las ferias y fiestas y eso se hundió con la pandemia, la segunda es que entre lo que se declara y lo que se gana realmente hay bastante diferencia.

"Mira los coches que hay, las casas, la vida. Aquí no se pasa ni un poquito de hambre, otra cosa es que se cuente todo", cuenta Pepe, un jubilado que dedica buena parte de su tiempo a poner a punto motos antiguas en su garaje. Él es otro buen ejemplo de cómo es la población palmareña. Llegó desde otra provincia andaluza y acabó aquí en búsqueda de un jornal. Como en muchos otros pueblos de la zona, la mayoría de habitantes son gente que ha tocado muchos palos, del campo a las canteras, pasando por las ferias y la hostelería en general.

Municipio nuevo, raíces viejas

A día de hoy es difícil hacer análisis del El Palmar de Troya porque como entidad municipal es prácticamente nuevo. Solo lleva tres años siendo un municipio de pleno derecho (desde 2003 ya se consideraba Entidad Local Autónoma, pero hasta 2018 no se independizó de Utrera) y eso no permite encontrar series históricas que muestren la evolución del pueblo con detalle. Pero sí hay algunas aproximaciones que ayudan a verlo.

La población se mantiene estable cercana a los 2.500 habitantes desde finales del siglo XX. Según datos de la Junta de Andalucía, en la actualidad el paro ronda las 200 personas y su edad media es relativamente joven, 42 años (en Madrid, por poner un ejemplo, la media es de 44). Y otro dato esperanzador es que la renta media por persona ha ido creciendo con los años. Poco, pero ha pasado de 6.127 en 2018 a 6.785 en 2020.

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Samuel e Isabel conversan en la cafetería 'Mac Porri'. (P. H.)

Fuera de los campos de cultivo, su motor económico principal es ya desde hace años la hostelería. Según Samuel, y corrobora Isabel, cerca del 80% las casetas de la feria de Sevilla están servidas por 'cáterin' con firma de El Palmar de Troya. Y solo es un ejemplo, porque todos en el pueblo, o casi todos, han trabajado al menos alguna vez en estas fiestas por toda Andalucía dando de comer y beber tras la barra de las casetas. Buscando en Google, aparecen unas 6 empresas dedicadas al cáterin en El Palmar, más los cortijos de alrededor.

Pero es un trabajo que sirve para tirar unos meses "desde abril a septiembre u octubre", añade Isabel. El resto del tiempo toca buscar, sobre todo, en el campo o echar cuentas con el paro o la renta agraria. "Ahora es la época del verdeo y ahí va bastante gente, también a la tala... Pero es verdad que en esos sectores cada vez hay menos trabajo humano y más máquina", añade.

placeholder Un hombre conduce un quad por una de las calles del centro de la localidad. (P. H.)
Un hombre conduce un quad por una de las calles del centro de la localidad. (P. H.)

La sensación de la mayoría de los entrevistados es que el pueblo no es ni mucho menos el más pobre, pero no les resulta demasiado raro que aparezca así en las estadísticas. "Es cierto que no dejamos de vivir de sectores en los que se suele mover dinero que no se declara o que solo se registra en parte. Obviamente, hay empresas de todo tipo, pero ahí puede haber una explicación para que aparezcamos tan abajo", comenta otro de los vecinos. "Es lo que tienen las ferias y demás, que es dinero rápido y eso atrae a mucha gente, pero luego acabas destrozado y no deja de ser un trabajo intermitente y en muchas ocasiones sin demasiados derechos".

Manuel Hidalgo, profesor de Economía en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, da una vuelta de tuerca a esa explicación. "Al final son zonas que viven desde hace décadas de trabajos de bajo valor añadido, baja productividad, y que no ofrecen grandes rentas. Esto lleva a que el nivel educativo tampoco mejore y acabe siendo como la pescadilla que se muerde la cola", detalla el experto.

"En esa zona de Sevilla, sobre todo, se vive de la agricultura, con jornales muy ajustados y empleos que solo duran algunos meses. El resto del tiempo tienes que estar subsistiendo entre ayudas y pequeños trabajos de campos como la hostelería, que en muchos casos ni llegan a declararse". Su análisis es tan sencillo como duro. "Es muy difícil cambiar dinámicas así porque llevan mucho tiempo implantadas, pasan un poco de generación en generación y sin una fuerte inversión es imposible romper la rueda", termina.

placeholder Uno de los comercios de la localidad. (P. H.)
Uno de los comercios de la localidad. (P. H.)

Veteranos del pueblo como Fernando han pasado toda su vida en ese tipo de trabajos, pero miran con perspectiva y valoran la evolución del lugar. "Hace décadas esto parecía el tercer mundo. No había ni carreteras y se malvivía con pan y poco más. Ahora ha cambiado mucho y para bien", añade. El 'boom' del misterio palmariano sirvió para dejar constancia de las penurias que vivía en los 60 y 70 la entonces pedanía utrerana. No eran más que unas cuantas casas en medio de campos de cultivo.

Siguen rodeados por esos mismos campos, pero el municipio se afana por salir adelante y convertirse en un enclave importante de la provincia. Para ello cuentan con escuela infantil, colegio e instituto de secundaria, hay buenas instalaciones públicas como el polideportivo y disfruta de un centro del pueblo bastante cuidado.

Gracias a la independencia, han abierto su propio Registro Civil y Juzgado de Paz. Están trabajando para tener su propia Policía Local (de momento se apañan con la ayuda de pueblos de alrededor) y mejorar las conexiones de transporte público, dañadas tras la separación. Para ello cuentan, como recordaba el 'Diario de Sevilla' en mayo de 2021, con un presupuesto municipal que ronda los 2,6 millones de euros. Y se espera que en el futuro todo este cambio sirva para mejorar la situación del pueblo, y que se conozca por algo más que el misterio mariano, o el de la renta.

Quitarse la enorme sombra palmariana

En esa labor anda metido el Ayuntamiento (los 11 concejales que lo completan son del PSOE) y también buena parte de los vecinos. Es imposible separar el municipio de El Palmar de Troya de la comunidad religiosa y solo hace falta ver su gigantesca basílica rodeada de una finca terminada en altos muros para entenderlo. En el pueblo lo saben y lidian bien con ello. Los palmarianos que siguen a los Carmelitas de la Santa Faz pasean y conviven con el resto sin dar problemas. La mayoría son extranjeros y viven entre el núcleo urbano y los terrenos de su iglesia, visten completamente de marrón y sus hijos acuden al colegio con el resto de niños. "Muchos desayunan aquí y también hacen la compra. No dan ningún problema, la verdad", comenta Isabel. Sin embargo, el vecindario quiere ser algo más.

placeholder Fernando y Antonio toman el sol en una de las calles de El Palmar de Troya. (P. H.)
Fernando y Antonio toman el sol en una de las calles de El Palmar de Troya. (P. H.)

Para intentar diferenciarse, han apostado por el turismo rural y buscan inversores. De momento, lo primero parece unido a lo segundo. Gracias a que cuentan con un pantano, el de Torre del Águila, han encontrado un inversor que tiene revolucionados a los vecinos estos días. Netflix graba allí una de sus grandes apuestas para las próximas temporadas, una serie sobre la mitología griega y romana llamada 'Kaos'. Entre los protagonistas están Hugh Grant y el rodaje llevará al pueblo unas 300 personas. "Nos lo dijeron el otro día por el WhatsApp del Ayuntamiento. Van a cerrar todo el pantano unos cuantos días para rodar, aunque lo que más enfada a la gente es que para extras y demás no hayan cogido a nadie de aquí", explica Samuel.

A falta de ver cómo transcurre el rodaje, el joven, hijo de uno de esos empresarios que centró buena parte de su carrera profesional en las atracciones de feria, espera que el pueblo gane con esto, "seguro que algo gastan por aquí". Los vecinos más jóvenes son los más críticos con la situación local, pero aun así todos encuentran algo. Algunos, por ejemplo, ayudan a limpiar estos días las calles gracias a pequeños trabajos que les ofrece el ayuntamiento y otros buscan siguen las sagas familiares.

Todos llevan grabado a fuego un objetivo que parece estar en la genética del pueblo: aquí no hay nadie que no se busque la vida. Incluso Isabel, que dejó hace ya años las jornadas maratonianas en las ferias para quedarse con el café, recupera por un momento ese gen. "¿Y si nos llevamos el puestecillo al rodaje? Necesitarán algo para comer o beber".

"Hace unos años, cuando alguien de fuera venía a desayunar al pueblo en plena de Feria de Sevilla, alucinaba. Nos preguntaban si estábamos de luto, porque veían a todo el mundo vestido de negro por la calle. Les tenías que explicar que no, que es que nos íbamos todos a trabajar a la feria", recuerda Isabel, más conocida como 'La Porri'. "También lo llaman en esa época el pueblo fantasma, porque cuando es la temporada buena de fiestas aquí no queda nadie", añade Samuel.

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