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De destruir documentos a la alcantarilla: los policías españoles narran su odisea en Kabul
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De destruir documentos a la alcantarilla: los policías españoles narran su odisea en Kabul

Diez GEO y siete antidisturbios vieron llegar a los talibanes y permanecieron los 13 días de evacuación en el aeropuerto. "Volveríamos con los ojos cerrados", dicen

Foto: Parte del contingente policial español que evacuó a cientos de afganos. (A. R.)
Parte del contingente policial español que evacuó a cientos de afganos. (A. R.)

Los policías de la embajada de España en Kabul percibieron desde primera hora que algo no iba bien. La mañana del domingo 15 de agosto, el lenguaje no verbal de sus colaboradores afganos transmitía señales preocupantes. Para saber qué pasaba, un equipo salió a hacer un reconocimiento por la ciudad. Se toparon con 'checkpoints' de seguridad abandonados cuando lo normal era verlos con una decena de militares. La señal definitiva fue encontrarse vacías las oficinas de la sede de los servicios de Inteligencia afganos. Era cuestión de horas de que la capital del país cayera en manos de los talibanes veinte años después.

Lo que sigue es un plan de evacuación a la carrera, que empieza en la misma embajada destruyendo documentación sensible. Le siguen 13 días en un caótico aeropuerto donde los 17 policías de Kabul tejieron una red de contactos con militares de otros países para evacuar a cientos de personas. Usaron incluso una alcantarilla para sacar en secreto a decenas de familias. Casi todos ellos tienen hijos de edades parecidas a las de muchos menores que subieron a los aviones. Tras unos días de descanso, los agentes acceden a narrar su experiencia. Aseguran que si mañana les diesen la opción de volver a Afganistán, lo harían "con los ojos cerrados".

Últimas horas en la embajada

"La sensación de peligro real no la tuvimos hasta el mismo día 15 por la mañana. Teníamos una vigilancia perimetral que prestaba una empresa local de seguridad. Siempre por la mañana se sale, se habla con ellos, se comprueba que todo está bien... Y esa mañana notamos que hay algo en el ambiente que no nos gusta. No nos lo dicen abiertamente, pero algo nos hace pensar que hay algo que nos estamos perdiendo", relatan a El Confidencial.

El equipo de seguridad de la embajada lo formaban diez agentes del GEO —luego llegaron tres más— y siete antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial (UIP). Muchos de ellos eran repetidores, no era su primera vez en Afganistán. Otros también pasaron por Irak y conocían el terreno. "Sí que nos empieza a llegar ya por fuentes que se empiezan a ver banderas de los talibanes en el extrarradio de Kabul. Los 'checkpoints' de la Zona Verde (área de máxima seguridad donde se ubican las autoridades de la misión internacional) suelen tener entre seis y diez militares y empezamos a ver que algunos están desiertos y en otros hay uno o dos militares".

Ante la situación, empezaron las primeras conversaciones con el embajador, Gabriel Ferrán, y las llamadas a Madrid, tanto al Ministerio del Interior como al de Exteriores. También sonaron los teléfonos en la sede del GEO en Guadalajara. La orden es clara: hay que marcharse. "Es sobre las 11.30 cuando la embajada de EEUU emite un comunicado en el que anuncia a toda la comunidad internacional que evacúa de emergencia su embajada y que si alguien necesita ayuda que comunique con el centro de operaciones conjunto".

"En tres horas se destruye todo lo que no podamos transportar"

Se puso en marcha un plan de salida que ya estaba previsto para situaciones de emergencia "en el que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer". "En tres horas se aseguran las instalaciones, el material sensible y se destruye el que no podamos transportar. Equipos informáticos, bases de datos, todo lo que fuese susceptible de caer en manos de los talibanes y que pudiera comprometer al Estado o a personal de la embajada".

Ese plan contempla también qué hacer con las banderas. Había una de España y otra de la Unión Europea. Pero quedaba además una tercera que los policías no dejaron en la embajada. "Teníamos que evacuarla porque era nuestra obligación moral, era la memoria en homenaje a Gabi y a Jorge. La mantiene en custodia la UIP porque ellos eran de esa Unidad". Se refieren a los dos policías nacionales que fueron asesinados en un ataque talibán a la embajada en 2015, Jorge García Tudela e Isidro Gabino San Martín. Como adelantó este periódico, la bandera llegó con ellos entre sus equipajes al aeropuerto internacional Hamid Karzai.

placeholder Un agente de la UIP y otro del GEO muestran la bandera en recuerdo de sus compañeros fallecidos desde el aeropuerto en Kabul. (Policía)
Un agente de la UIP y otro del GEO muestran la bandera en recuerdo de sus compañeros fallecidos desde el aeropuerto en Kabul. (Policía)

Los pasillos del pabellón 508

El aeródromo es una vasta instalación a pocos kilómetros de la ciudad que la misión internacional de la OTAN controló durante dos décadas. Había una zona civil en la parte sur y otra militar con once pabellones al norte. A los españoles les tocó el número 508. Allí van a dormir —poco y a retazos— las próximas dos semanas. Son habitaciones para dos personas en las que acaban apiladas hasta cinco con un baño para cada veinte habitáculos. Los barracones tienen dos plantas y al tratarse de una instalación militar hay zonas con wifi donde poder consultar internet o contactar con sus familias.

Ahí les empezó a llegar que en España ya se habla de ellos como 'Los 17 de Kabul'. Quedaban unos días para que Defensa mandase militares al aeródromo. Los agentes comparten espacio en el 508 con italianos, alemanes, portugueses y franceses. En toda la operación de evacuación, —la mayor de la historia— las relaciones personales que se tejieron en los pasillos de esos barracones resultaron claves para salvar vidas.

Llegaron al aeropuerto en helicópteros de Estados Unidos. Iban los 17 agentes, el embajador, su número dos y una familia de tres personas de la colonia española en el país. "Si no hubiese sido por EEUU, hubiera sido casi imposible", dice uno de ellos. Otro de los agentes matiza a su compañero: "Hubiese sido diferente, complicado, ¿habríamos llegado? Al 99 por ciento digo que sí. Siempre tenemos un plan B, un C y hasta un Z. Habríamos llegado por otras maneras, no habría sido limpio, pero habríamos llegado".

Primeras evacuaciones

Los policías saben de memoria cuántas plazas había en cada avión y a cuántas personas subieron. Recuerdan perfectamente que el primer vuelo fue el único que salió de Kabul con menos de cien evacuados a bordo. "Las listas se elaboraban en Madrid, el embajador sabía el personal afecto a la embajada. Era la parte fácil porque los conocíamos, no hacía falta un documento oficial. El embajador tenía una lista de la embajada, pero luego había gente que había trabajado para Exteriores (AECID) o Defensa".

placeholder Los agentes ya en España, en la sede del GEO en Guadalajara. (A. Requeijo)
Los agentes ya en España, en la sede del GEO en Guadalajara. (A. Requeijo)

"Se convocaba a la gente desde Madrid en la puerta que nosotros estimábamos que podía reunir las condiciones de fluidez y seguridad. Teníamos que tratar que, cuando llegasen, no se encontrasen con una avalancha. Se iban cambiando las puertas. No era algo fijo. Había puertas que de pronto se cerraban. Dependíamos de que los talibanes permitiesen el paso o de que no echasen a la gente o que una puerta se cerrase por seguridad porque la autoridad entendiese que no era seguro o por informaciones externas".

El caos que se vio en las primeras horas dentro del aeropuerto fue dando paso a una cierta organización. "Había dos vías de coordinación, una que ejercían los diplomáticos y otro tipo de reuniones a pie de pista que hacíamos los que estábamos sobre el terreno. Con el resto de equipos no es que hubiera camaradería, era hermandad lo que había allí. Funcionábamos como un todo; con los italianos, portugueses, alemanes… llevamos muchos años y tenemos una relación de amistad", dicen los agentes que citan a algunos de estos militares de otros países por su nombre de pila.

"Entre 300 y 400 personas salieron usando la vía de la alcantarilla"

Esos contactos permitieron que las evacuaciones de "afganos españoles" cogieran ritmo: "Era llegar a un punto, evacuar al personal español y encontrarse dos personas con pasaporte italiano. Entraban dentro del aeropuerto militar y luego dábamos aviso al país correspondiente. Ellos hacían lo mismo; o nos llamaban o íbamos nosotros a buscarlos. Una de las grandes bazas que podíamos jugar eran los contactos que teníamos con Reino Unido, con Alemania y Estados Unidos. De todos los años que hemos estado, los conocemos. Si no has estado en Afganistán con ellos, has estado en Irak".

La alcantarilla

El Confidencial desveló que los policías españoles se valieron de una alcantarilla para evacuar en secreto a un número importante de afganos. "La alcantarilla parte de España y la usa solo España, que sepamos. Estaba cerca de Abbey Gate y el Hotel Baron. Esa vía facilitaba el acceso hasta un 'checkpoint' en el que nosotros introducíamos a la gente. Era un atajo. Lo que evitábamos con ello era meter a los colaboradores españoles entre una masa de gente a la que le costaba mucho tiempo llegar a la puerta y un 'checkpoint' talibán que significaba robos, palizas o retrasos. Entre 300 y 400 personas salieron usando esa vía".

Para estos trabajos de evacuación "un pilar fundamental" fue un trabajador de la embajada que se quedó para dar coordenadas e identificar gente. Renunció a volver a España con su familia y se quedó hasta el último vuelo. La mayoría de evacuados llegaban con sus salvoconductos en la mano, pero el filtro para acreditar que no los habían robado o comprado se hacía ya dentro del aeropuerto. "Se cotejaba todo a través de los muchos cauces que teníamos. No hubo ningún caso que hubiese que devolver a la calle".

Cuando los policías hablan de las personas a las que sacaron, también se refieren a ellas por sus nombres de pila. "Ha habido mucha gente que nos ha hecho muy fácil la vida allí. Poderlos ayudar en ese momento de angustia fue una manera de pagárselo". Tienen especialmente grabado un momento de las dos semanas que pasaron a pie de pista acudiendo de puerta en puerta del aeropuerto: "Teníamos la espina clavada porque faltaba mucha gente de la embajada y el día que pudieron entrar, que fue a raíz de la tubería, respiramos. Musta, Jamil, Amir Khan…".

placeholder Miles de afganos se agolpaban en los accesos al aeropuerto. (EFE)
Miles de afganos se agolpaban en los accesos al aeropuerto. (EFE)

"Personal directo nuestro entraron todos, vivían en Kabul. Hubo un traductor que venía de Herat, se había cruzado diez provincias y el segundo día estaba como un clavo en la puerta con 17 personas. Ese hombre fue luego una gran ayuda para identificar a otros en el perímetro del aeropuerto con la ayuda de un militar británico con el que establecimos contacto. Le dijimos: 'a todos los que conozcas, márcanoslos'. Empezamos a las 2 de la madrugada y terminamos a las 7".

"El rescate más extremo fue el caso de un bebé que metieron los paramétricos británicos y estaba inconsciente". Le metieron en uno de los vehículos delante del aire acondicionado. Con él entró la madre que luego fue derivada también a un hospital. Al día siguiente entró el padre y los hermanos. Además de la alcantarilla y los filtros en las puertas, también se articuló un corredor de autobuses y furgonetas desde Kabul gracias a los contactos entre EEUU y los talibanes en el que participó España. "El tema de los autobuses era una operación de Defensa. Al no ser de Interior prefiero no comentar", contesta uno de los agentes.

El 'ground attack'

Los 17 de Kabul afirman que no temieron nunca que la seguridad del aeropuerto se derrumbase. "Nunca pensamos que no íbamos a volver, por las fuerzas que había, el apoyo aéreo o lo que podía significar un ataque. Los talibanes no lo habrían conseguido y no era su objetivo". Otra cosa es que no pudiesen despegar cuando estaba previsto y se tuviera que aplazar la salida. Ese temor existió cuando un terrorista de la rama afgana de Estado Islámico se hizo explotar delante de la Abbey Gate donde se agolpaban miles de personas. Mató a decenas de personas, entre ellas 13 militares americanos con los que los agentes españoles se cruzaban casi a diario.

Desde hacía horas que Estado Unidos venía informando del riesgo real de un 'ground attack' (ataque terrestre). "La última evacuación la hizo España y los americanos ya nos echaron de ahí. Nosotros fuimos los últimos que sacamos gente de ahí, dos o tres horas ante del atentado. Quizá Italia también porque recuerdo a Max (un compañero italiano) y compañía también por allí. Lo que implicó el atentado es que tuvimos que equiparnos y defender el pabellón 508. A las dos horas llegó el 'All clear' (todo solucionado)".

placeholder Los GEO en Torrejón. (EFE)
Los GEO en Torrejón. (EFE)

El último despegue

Cuando se les pregunta sobre su sensación con el último despegue, las reacciones de los agentes son variadas. Uno de ellos dice que no respiró tranquilo hasta alcanzar los 4.000 pies de altura. Pero la mayoría coincide en que experimentaron un sabor agridulce: "Había alrededor de 300.000 personas que querían huir de esos animales y no pudieron, pero con la satisfacción de haber dado todo lo posible por haber sacado a 2.200 personas". No comparten la sensación de que la presencia internacional en Afganistán haya sido estéril. "Son muchos los compañeros que aportaron su grano de arena y hubo quien dejó la vida allí para que algún día la gente afgana viva mejor".

Los policías de la embajada de España en Kabul percibieron desde primera hora que algo no iba bien. La mañana del domingo 15 de agosto, el lenguaje no verbal de sus colaboradores afganos transmitía señales preocupantes. Para saber qué pasaba, un equipo salió a hacer un reconocimiento por la ciudad. Se toparon con 'checkpoints' de seguridad abandonados cuando lo normal era verlos con una decena de militares. La señal definitiva fue encontrarse vacías las oficinas de la sede de los servicios de Inteligencia afganos. Era cuestión de horas de que la capital del país cayera en manos de los talibanes veinte años después.

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