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¿Qué es el ISIS-K? La filial afgana del Daesh que ve a los talibanes como traidores al islam
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Escisión de los talibanes

¿Qué es el ISIS-K? La filial afgana del Daesh que ve a los talibanes como traidores al islam

Muy debilitados en su rivalidad contra los talibanes, esta marca de Estado Islámico ha permanecido en un segundo plano hasta el doble atentado contra el aeropuerto de Kabul

Foto: Imagen del exlíder del ISIS-K, Hafiz Saeed, muerto en 2015. (EFE)
Imagen del exlíder del ISIS-K, Hafiz Saeed, muerto en 2015. (EFE)

La primera ejecución reconocida y oficial de los talibanes tras su conquista de Kabul no fue de algún político rival afgano, ni de algún derrotado comandante del Ejército. Fue la de Abu Omar Khorasani, antiguo líder de la filial del Estado Islámico en el sudeste asiático, detenido desde mayo de 2020 en una prisión del Gobierno afgano. Los talibanes lo mataron ahí mismo y distribuyeron imágenes de su cuerpo ejecutado en redes sociales. Era un mensaje: los talibanes no estaban dispuestos a enterrar el hacha de guerra contra su rival el Estado Islámico y su filial afgana, autodenominada como ‘Wilayat’ (provincia) Khorasan, o ISIS-K.

Menos de dos semanas después de que los talibanes declararan el nuevo Emirato islámico de Afganistán con la toma de Kabul, el ISIS-K ha reivindicado el doble atentado contra el aeropuerto internacional de la capital afgana, que ha dejado al menos 70 muertos, incluyendo 13 tropas de Estados Unidos. El atentado es una dura bofetada no solo a EEUU, sino también a los propios talibanes, que se enfrentan así al primer atentado terrorista bajo su régimen.

Foto: Traslado al hospital de los heridos de las explosiones en el aeropuerto de Kabul. (Reuters)

“Los talibanes son traidores a la sangre de los musulmanes. Se alían y se reúnen con los enemigos”, decía el ISIS-K, contrario a las negociaciones en Doha que pavimentaron la retirada contrarreloj de las tropas estadounidenses y de la OTAN, dejando el camino expedito para el avance talibán. A diferencia de otros grupos terroristas alrededor del globo, esa victoria no fue celebrada por el Estado Islámico, que en un mensaje propagandístico del 20 de agosto, acusó a los talibanes de ser marionetas de Estados Unidos y no predicar la verdadera 'sharía'. En ese mismo mensaje, el ISIS prometía una “nueva fase de la yihad” en Afganistán, augurando una oleada de atentados. Este jueves, esa promesa se hizo realidad.

El Estado Islámico anunció oficialmente la formación de su filial afgana en enero de 2015, bajo el nombre de Provincia del Khorasan (tierra del este, una región histórica del imperio persa que abarca partes de Irán, Asia Central, Afganistán y Pakistán), o ISIS-K.

Extalibanes descontentos

En sus inicios, las filas del ISIS-K se nutrieron de exmiembros de los talibanes afganos y el Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP, rama autóctona de talibanes pakistaníes), desencantados por lo que entendían como falta de rigorismo islámico entre los talibanes. Pocos meses antes, el Estado Islámico en Siria había enviado representantes a Pakistán para reunirse con militantes locales, incluidos algunos líderes del TTP, para intentar extender su influencia en la región como parte de su lucha por la hegemonía terrorista internacional con Al Qaeda y afines.

Hafiz Saeed Khan, exjefe de la rama de Orakzai del TTP, aceptó convertirse en el líder de la filial de Asia meridional del Estado Islámico. Los orakzai son una tribu de la etnia pastún de Pakistán. Los pastunes son mayoritarios en Afganistán y también la base del movimiento talibán.

Su mano derecha era Abdul Rauf Khadim, un miembro de la tribu Alizai, también pastún, de la provincia afgana de Helmand. Había desertado de los talibanes afganos. Un componente clave de la campaña del Estado Islámico fue utilizar las redes de apoyo de ambos líderes pastunes para reclutar combatientes en el este y el sur de Afganistán y en Pakistán.

La recién creada escisión de los talibanes fiel al Estado Islámico encontró cobijo precisamente en Nangarhar, provincia fronteriza con Pakistán. Poco después, lograron hacerse fuertes en provincias entre ambos países, donde se refugiaron miembros del TTP de los ataques del Ejército pakistaní en 2014.

Foto: Un hombre lee el periódico en Pakistán. En el titular: "Kabul, conquistada". (EFE)

En noviembre de 2019, una campaña militar del Gobierno afgano apoyada por Estados Unidos desalojó a los combatientes de Estado Islámico de su bastión de Nangarhar. Al mismo tiempo, recibieron los ataques los talibanes. Para el Daesh, los talibanes son "apóstatas". Les acusan de moverse por intereses tribales o nacionalistas y no religiosos, según recoge un informe del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos de enero del año pasado.

Los seguidores de Estado Islámico también mantuvieron enfrentamientos con los talibanes en varias provincias del norte de Afganistán, en gran parte pobladas por turcomanos, lo que confirmó que la presencia de Daesh ya no se limitaba al sur, de fuerte arraigo pastún. En ese momento contaban con cerca de 2.500 combatientes. El ISIS-K no pudo imponerse a sus rivales locales, pero el Gobierno de EEUU barajó como posibilidad que la línea más dura de los talibanes, desencantada con el mensaje más moderado, pudiera pasarse a las filas de Estado Islámico en caso de que sus líderes en Doha llegasen a un acuerdo con Washington.

El ISIS-K acusa a los talibanes de moverse por intereses tribales o nacionalistas y no religiosos

Además de hacer la guerra en el campo de batalla, la estrategia propagandística del ISIS-K se ha basado en agitar el odio entre etnias en Afganistán para desestabilizar la zona. En cuanto a su primer líder, el Hafiz Saeed Khan, murió en un ataque estadounidense en julio de 2016. Tras él, otros tres líderes de la organización han sido asesinados desde entonces.

Foto: Talibanes en Jalalabad (Afganistán). EFE

Un informe reciente firmado por el director del programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, Fernando Reinares, analiza el potencial del ISIS-K en el corto plazo en Afganistán: "No parece que la competición [de los talibanes] con su organización rival, Estado Islámico, con una actividad en Afganistán concentrada en Kabul y Jalalabad, aunque caracterizada por lo cruento de sus atentados, pueda condicionar el desarrollo de los acontecimientos con unos efectivos entre 40 y 50 veces inferiores a los que suman los talibanes, Al Qaeda y sus entidades afines".

Declaración de guerra a los talibanes

El Confidencial ha tenido acceso a sus vídeos propagandísticos en los que cargan contra los talibanes por sus negociaciones con lo que ellos consideran enemigos del islam. “Los talibanes son traidores a la sangre de los musulmanes. Se alían y se reúnen con los enemigos de Alá (...). Anunciamos la guerra contra vosotros y seguiremos la lucha hasta limpiar Khorasan”, decían hace ahora un año.

En mensajes propagandísticos, como uno publicado hace un mes, los del ISIS-K han intentado escenificar músculo ante las negociaciones de Doha, cuando todavía no se sabía inminente la toma del poder por parte de los talibanes, según un informe de AICS, empresa dedicada al análisis y la monitorización de la amenaza yihadista en todo el mundo. Hasta el momento, el ISIS-K habría tenido cierto éxito en reclutar milicianos de países fronterizos como Tayikistán, según las mismas fuentes.

"Los talibanes son traidores a la sangre de los musulmanes. Se alían con los enemigos de Alá"

Ocasionalmente, las fuerzas afganas llevaron también a cabo operaciones contra integrantes de ISIS-K. El pasado mayo, el NDS (los servicios de inteligencia local) desmantelaron una célula terrorista que actuaba en Kabul. Fueron arrestados seis hombres y una mujer. Admitieron haber llevado a cabo hasta siete ataques terroristas en la capital afgana, incluyendo el bombardeo con cohetes del palacio presidencial y el asesinato de varios líderes religiosos. Pero el más cruento atentado del ISIS-K en la capital afgana fue el asalto contra un hospital maternoinfantil en 2020, cuando pasaron a cuchillo a decenas de madres y bebés.

En abril, un escudo como el que usa la Selección española de fútbol apareció en una ilustración junto a un arma en la revista 'Nava', órgano oficial de Estado Islámico. Es una publicación semanal en la que se da cuenta de las actuaciones del grupo en todos los puntos del planeta en el que está presente. El escudo de España aparecía en el resumen sobre Afganistán. Las fuentes consultadas no encuentran explicación a esta aparición, pero no creen que tenga que ver con ninguna amenaza implícita.

placeholder Escudo español en una ilustración de la revista propagandística yihadista 'Nava'.
Escudo español en una ilustración de la revista propagandística yihadista 'Nava'.

Muy debilitados en su rivalidad contra los talibanes, esta marca de Estado Islámico ha permanecido en un segundo plano durante las últimas semanas de agitada actualidad tras la toma del poder talibán. Pero la liberación por parte de los talibanes de miles de presos de las cárceles afganas ha vuelto a engrosar sus filas con renovadas fuerzas. Su reaparición, en forma de matanza, ha supuesto el peor epílogo a la presencia occidental en el país y resucita otro frente de violencia y desestabilización en la región.

La primera ejecución reconocida y oficial de los talibanes tras su conquista de Kabul no fue de algún político rival afgano, ni de algún derrotado comandante del Ejército. Fue la de Abu Omar Khorasani, antiguo líder de la filial del Estado Islámico en el sudeste asiático, detenido desde mayo de 2020 en una prisión del Gobierno afgano. Los talibanes lo mataron ahí mismo y distribuyeron imágenes de su cuerpo ejecutado en redes sociales. Era un mensaje: los talibanes no estaban dispuestos a enterrar el hacha de guerra contra su rival el Estado Islámico y su filial afgana, autodenominada como ‘Wilayat’ (provincia) Khorasan, o ISIS-K.

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