Sánchez diseñó junto a los líderes europeos su aparición en la crisis de Afganistán
El presidente contactó personalmente, hace días, con Ursula Von der Leyen y con Charles Michel; contrasta esta fluidez comunicativa con la incomunicación con el PP y con el diálogo limitado con el resto de la oposición
En Bruselas Pedro Sánchez empezó a hacerse político y en Bruselas puede que acabe algún día su viaje por la política. Eso está por ver. Mientras tanto, el presidente del Gobierno ha dado muestras más que evidentes, desde que se mudó a la Moncloa con su familia en junio de 2018, de que la prioridad que más le entusiasma es el europeísmo, soldar unos vínculos con las autoridades continentales que sitúen a España en primera línea y en el centro de las decisiones. Para la oposición es evidente que dicho objetivo está lejos de lograrse y considera más que probable que nunca lo consiga. Sánchez, sin embargo, está haciendo lo posible porque así sea. El tiempo, y por supuesto el balance de aciertos y errores, dirá.
Este sábado, en la base aérea de Torrejón, el presidente del Gobierno reapareció tras su descanso estival junto a su homóloga en la Comisión europea, Ursula Von der Leyen, y el del Consejo, Charles Michel. El mensaje: la asistencia y regularización de los afganos y afganas que abandonan su país para huir de los talibanes se canalizará desde Madrid; España en la vanguardia de la solidaridad mundial.
Fuentes gubernamentales informan a El Confidencial que la idea de reunir a las dos principales autoridades de la UE en Torrejón, una vez construida la ciudad de acogida y atención, la tomó el propio Sánchez hace días, a comienzos de semana. Se puso en contacto personalmente con la mandataria alemana y con el dirigente belga (también con Josep Borrell, que asistirá al acto) y les planteó un acto conjunto que exhibiera que Europa será el eje de las repatriaciones de los afganos. A ambos les pareció más que conveniente el viaje a Madrid y ordenaron a los gabinetes que ultimaran los detalles. El equipo de Sánchez, de hecho, pasó tres días de intenso trabajo, intentando cuadrar todos los detalles.
La secuencia, según las fuentes consultadas, comenzó el lunes cuando el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, tras hablar con el presidente, transmite en una reunión por videoconferencia con sus colegas europeos y el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, el deseo del Gobierno español de instalar en Madrid lo que llama "un hub" para el reparto de los refugiados afganos. Explica, pues así lo ha acordado con su jefe, que es el momento de unir a los Estados europeos en una política coordinada de solidaridad y defensa de los derechos humanos. A Borrell le parece una idea muy positiva, los homólogos la alaban y Albares llama al presidente para contarle el resultado.
A partir de entonces, Sánchez impulsa los preparativos de un centro de acogimiento y asistencia, que se decide construir en la base aérea de Torrejón de Ardoz, a pocos kilómetros de Madrid, por una serie de razones, básicamente dos: operatividad y seguridad. Son aviones de las Fuerzas Armadas los que están transportando a los repatriados y a los refugiados, por lo que resulta más sencillo levantar las instalaciones cerca de su lugar de aterrizaje. También influye que se trata de una zona custodiada por el propio personal de Defensa.
El presidente moviliza, por tanto, a los titulares de Inclusión, Seguridad y Migraciones, José Luis Escrivá, y de Defensa, Margarita Robles, así como al propio Albares, quienes, a su vez, dan las instrucciones precisas a sus equipos para que empiecen el montaje y definan los procedimientos burocráticos a escalas nacional y europea. La tarea se va haciendo más y más compleja, y por ello son requeridos también el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el gabinete al completo del jefe del Ejecutivo. Dado que es época de pandemia, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, se incorpora al operativo de coordinación, al igual que el responsable de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Todos ellos, más la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, como máxima interlocutora de Unidas Podemos en la coalición, protagonizan la reunión del pasado jueves del Grupo de Trabajo Interministerial.
El presidente, durante dicha reunión, que se hace por videoconferencia, pues sigue en la residencia de La Mareta, en Lanzarote, no revela detalles sobre la presencia de Von der Leyen y de Michel en el acto de este sábado, pues no estaba ultimado, apuntan las fuentes. Fue más adelante cuando logra la confirmación y cuando se decide filtrarlo a los medios, en concreto a la SER, que lanza la primicia. El presidente, primero, y su equipo, después, lo han logrado.
Bandera: solidaridad
El argumentario que Moncloa desarrollo durante esos días hace hincapié precisamente en la bandera de la solidaridad y de los derechos humanos. Es el propósito que se ha marcado Sánchez y el que enfatizó durante la jornada del sábado, en el acto de su aparición en la crisis. Ya Albares ha empleado expresiones como "nuestros afganos" para referirse a los trabajadores locales que a lo largo de estos años han prestado sus servicios en la Embajada o en la misión española presente allí hasta su salida, en el marco del despliegue de la OTAN.
Coincide en este mensaje con Yolanda Díaz, centrada en transmitir que esta oleada de refugiados que se avecina no puede abordarse con garantía de éxito si no cuenta con la implicación de la UE. Su apuesta es por el trazado de un corredor humanitario, por la agilización de visados a mujeres, niñas y personas vulnerables y por la acogida de personalidades destacadas de la sociedad civil del país asiático. Todo ello se lo pidió a Sánchez el pasado jueves y a todo el presidente dijo que sí. Van a la par en este asunto, a diferencia de otros aún latentes como el aumento del precio de la luz o los retornos de menores migrantes desde Ceuta a Marruecos.
Que Sánchez asumiera personalmente las gestiones iniciales para organizar el acto de este sábado es lo esperable en un dirigente que tiene interlocución frecuente con sus homólogos europeos, explican las fuentes consultadas. "Sabe cómo funciona la UE, se ha criado ahí políticamente y además le gusta", añaden antes de recordar que no existe en su caso la barrera del idioma. Domina el inglés y se apaña con el francés, puntualizan, y no hay precedentes así en la Moncloa, a ese nivel, se entiende.
En España: sin comunicación con la oposición
Pero esta prioridad del presidente contrasta con la incomunicación que mantiene con el líder del PP, Pablo Casado, a quien no ha telefoneado durante la semana. Las conversaciones que el Gobierno y el Partido Popular han tenido al cabo de estos siete días han sido dos, una de 6 minutos, de Albares con la portavoz internacional de la formación conservadora, Valentina Fernández, y otra de 10 minutos, la de Bolaños con Cuca Gamarra el jueves. Asimismo, no se ha dirigido, al menos que haya trascendido, a ningún otro mandatario político español, excepción de Borrell.
El malestar en la oposición es notable, aunque lo canalizarán los partidos de diferente manera. El PP y Cs intentarán que sea Sánchez el que asuma el coste político de la tardanza y de la falta de transparencia del plan de repatriaciones, que será largo porque las condiciones que rodean al aeropuerto de Kabul están marcadas por la tensión y los conatos de violencia de los talibanes; otras siglas, más afines a la coalición, pondrán el acento en la necesaria comparecencia parlamentaria de Albares. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha dicho que el Gobierno dará explicaciones en el Congreso, pero no ha precisado ni cuándo ni cómo. Justo es lo que quieren saber ya en la oposición.
Llama la atención este malestar nacional con la fluidez con la que Sánchez se mueve en sus relaciones con otros gobiernos. Tal y como indican fuentes conocedoras de los movimientos del presidente en las instituciones europeas, su posición es cada vez más sólida y va ganando consistencia, y eso es algo, presagian, que se notará en la llegada de los fondos del Plan de Recuperación, de esos 140.000 millones destinados, en siete años, a paliar el destrozo económico causado por la pandemia.
En Bruselas Pedro Sánchez empezó a hacerse político y en Bruselas puede que acabe algún día su viaje por la política. Eso está por ver. Mientras tanto, el presidente del Gobierno ha dado muestras más que evidentes, desde que se mudó a la Moncloa con su familia en junio de 2018, de que la prioridad que más le entusiasma es el europeísmo, soldar unos vínculos con las autoridades continentales que sitúen a España en primera línea y en el centro de las decisiones. Para la oposición es evidente que dicho objetivo está lejos de lograrse y considera más que probable que nunca lo consiga. Sánchez, sin embargo, está haciendo lo posible porque así sea. El tiempo, y por supuesto el balance de aciertos y errores, dirá.
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