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En una devolución de menores de Ceuta: “Solo se oye el silencio”
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Crisis migratoria

En una devolución de menores de Ceuta: “Solo se oye el silencio”

El Confidencial habla con personal que ha participado en algunos de los traslados de los inmigrantes desde los centros habilitados en el enclave hasta la frontera con Marruecos

Foto: Imagen de archivo de uno de los traslados. (EFE)
Imagen de archivo de uno de los traslados. (EFE)

“Se les explica que va a ser un trayecto corto para que no se agobien y a partir de ese momento solo se oye el silencio. Su comportamiento, al menos en los traslados en los que he participado, ha sido bueno. En parte, porque son conscientes de que no hay posibilidad de escapar”. Este es el testimonio de una de las personas que han participado en la operativa de devolución de los menores inmigrantes que el pasado mes de mayo entraron en masa en la ciudad autónoma de Ceuta. Ha decidido contar su experiencia a El Confidencial porque considera que “hay que ser transparentes”.

Las fuentes piden que respetemos su anonimato porque, según afirman, estamos ante una cuestión con muchas aristas políticas y diplomáticas y reconocen que las repatriaciones están siendo complejas por la singular idiosincrasia de las autoridades marroquíes. “Cuando el microbús de color blanco que se ha visto en todos los medios llega a la frontera, no se sabe realmente qué va a pasar. Puede que el responsable que está al otro lado del control decida aceptar a todos los menores, puede que únicamente a la mitad o se empecine en que uno no entra”, ilustran para describir una situación llena de incertidumbre y que por momentos se asemeja a un cambalache: “Nunca te puedes hacer una idea exacta de si se va a poder entregar a todos o no”.

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La llave la tiene Marruecos”, confiesa con rotundidad una de estas personas, que no oculta cierto hastío cuando insiste en que la reacción de las autoridades del país alauí es “indescifrable”. “Unas veces te los admiten, otras no”.

Otra de las fuentes coincide en esta argumentación y reafirma que está siendo el Ejecutivo marroquí quien controla el proceso de devolución y recuerda que, tras la crisis migratoria de mayo, que desató la actual situación conflictiva, las repatriaciones de adultos se ralentizaban porque “había que adaptarse al cupo del autocar del que disponían”. “Si tenía 50 plazas, pues únicamente aceptaban ese número”.

“La llave [del proceso] la tiene Marruecos”, confiesa con rotundidad una fuente

Preguntada por el momento en que se procede al traslado, afirma que los chicos y chicas, por regla general, “son obedientes” durante los breves minutos que dura el trayecto desde los centros improvisados, como el polideportivo de Santa Amelia, al paso de El Tarajal. Previamente se les tranquiliza “para que no tengan ansiedad y no se agobien”, apunta esta persona. Cuando se le cuestiona si los menores quieren regresar a su país de origen, responde: "Supongo que habrá de todo". “Ten en cuenta que hay quien quiere viajar a la Península o Francia, pero muchos otros entraron engañados porque les dijeron que se iba a celebrar un partido de fútbol con Messi o Cristiano Ronaldo, y ahora están en un centro o en las calles. Niños, como yo he visto, de muy poquitos años, lejos de sus padres”.

No hay orden de localización

Sobre esta cuestión, fuentes de Jupol, al contrario de lo manifestado por algunas organizaciones no gubernamentales (ONG), señalan a este periódico que los menores que están siendo devueltos a territorio marroquí lo son porque “voluntariamente quieren hacerlo”. “Quien no desee irse, no se va”, aseguran, para reiterar que el país vecino pone trabas y que, por ejemplo, “no está admitiendo a los que presentan alguna pequeña lesión”.

El Sindicato Unificado de la Policía (SUP), por su parte, agrega que la fuga de los menores de los improvisados centros “era previsible” en cuanto trascendiese el acuerdo entre España y Marruecos para su devolución.

Foto: Foto: Javier Sakona.

“Hay un número que escapó que pensamos que está tratando de dar el salto a la Península, bien en los bajos de un camión o colándose como polizones en alguno de los barcos”, agregan desde Jupol. Estas mismas fuentes detallan que los que optan por esta segunda opción han instalado en los techos de la Estación Marítima unos campamentos improvisados desde los que esperan el mejor momento. “Tienen cuerdas por las que escalan. Se les desaloja, pero poco después ya están en el mismo sitio buscando llegar hasta las pasarelas”, apuntan.

El SUP, al contrario que lo expresado por la Consejería de la Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de Ceuta, sostiene que sí se han producido escapadas masivas y que esos menores deambulan actualmente por la ciudad. “Buscan una salida y era normal que saltaran las vallas de unas instalaciones que, en algunos casos, únicamente cuentan con servicio sanitario y trabajadores sociales, y en otros, con un escaso número de personal de vigilancia”, explican.

Las citadas fuentes remarcaron que la huida de parte de estos menores era algo que se daba por descontado porque la información de las repatriaciones corrió como la pólvora entre los centros y “aprovecharon que la seguridad en esas instalaciones no es la más adecuada”.

La información de las devoluciones "corrió como la pólvora" entre los centros

Un agente perteneciente a uno de los tres cuerpos que operan en la ciudad autónoma explicó a este periódico que no han recibido ninguna instrucción para tratar de localizar y devolver a los centros a estos chicos que están viviendo en la calle —en puntos como las escolleras—, y algunos de los cuales están siendo captados por desalmados. “Ya se ha detectado a varios que están trabajando como camellos para gente que se dedica al menudeo de droga y que les pagan cuatro duros”, afirmó, para añadir que “saben que, al ser menores, la Justicia no actúa con tanta contundencia”.

Foto: Fernando Grande-Marlaska. (EFE)

Un compañero explica que es difícil encontrar una solución a una situación que se ha vuelto “endémica” en una ciudad que tradicionalmente ha acogido a un gran número de menores no acompañados. Esto “acaba por no afectarte”, “te blindas”, a pesar de que son conscientes de que no se puede generalizar y cada niño es distinto.

No obstante, apunta que algunos comportamientos delictivos dificultan que parte de la ciudadanía empatice con ellos y por eso está apoyando la expulsión. “Los teléfonos de emergencia echan humo por llamadas de reyertas y pinchazos”, agrega otro agente, que explica que ocupar las entradas de los supermercados para pedir dinero a los clientes y controlar los aparcamientos están siendo objeto de peleas “con palos y botellas”.

“Se les explica que va a ser un trayecto corto para que no se agobien y a partir de ese momento solo se oye el silencio. Su comportamiento, al menos en los traslados en los que he participado, ha sido bueno. En parte, porque son conscientes de que no hay posibilidad de escapar”. Este es el testimonio de una de las personas que han participado en la operativa de devolución de los menores inmigrantes que el pasado mes de mayo entraron en masa en la ciudad autónoma de Ceuta. Ha decidido contar su experiencia a El Confidencial porque considera que “hay que ser transparentes”.

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