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Cuarto de hora: esto es lo que ha durado el diálogo Gobierno-PP sobre Afganistán
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DOS CONVERSACIONES EN CINCO DÍAS

Cuarto de hora: esto es lo que ha durado el diálogo Gobierno-PP sobre Afganistán

El lunes pasado, la llamada del ministro de Exteriores al PP duró cinco minutos. La del ministro de Presidencia el jueves duró 10. Este es el tiempo dedicado a un 'asunto de Estado' por parte de los dos principales partidos del país

Foto: El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. (EFE)
El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. (EFE)
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Estaba el PP el jueves con un mosqueo importante porque nadie del Gobierno les decía nada sobre lo que sucedía en Afganistán. Estaban mosqueados, la verdad, prácticamente todos los grupos, ya que hasta que sonaron los teléfonos de los portavoces y escucharon la voz del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, lo que sabían respecto del plan de repatriaciones procedía de los medios de comunicación. El enfado político, en la mayoría de los casos, no tiene nada que ver con el enfado personal, así que casi ninguno de los diputados que hablaron con el nuevo coordinador del Ejecutivo estaban airados, a pesar de algunas declaraciones públicas previas que podrían inducir lo contrario. Pero sí estaban desconcertados, y se lo manifestaron a Bolaños.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Según han indicado fuentes conocedoras de las conversaciones, el tono resultó cordial casi siempre, incluso amistoso, pero las críticas que había que hacer se hicieron. "Se tiene que notar que estáis trabajando en un plan", espetó a Bolaños uno de sus interlocutores. El reproche generalizado fue este: la comunicación sigue fallando. Al ministro también le dijeron que no estaría de más cuidar el Parlamento, transmitir gestos o intenciones, como por ejemplo anunciar una comparecencia a petición propia y debatir el operativo. Es muy probable que esas solicitudes lleguen durante la semana que viene, antes del día 25, cuando se va a reunir la Diputación Permanente del Congreso para decidir si el presidente acude a un pleno a explicar el plan afgano o si va un ministro a una comisión. El problema es que nadie del Ejecutivo ha dejado entrever algo parecido. Por ahora.

Tampoco el ministro de Presidencia dio pistas, señalan las fuentes. Lo que contó a los portavoces estuvo centrado en la enorme infraestructura que el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que dirige José Luis Escrivá, ha montado en la base aérea de Torrejón (Madrid) en colaboración con personal de Defensa. El mensaje fuerza que está transmitiendo el Ejecutivo por medio de Twitter y de diferentes comunicados es la conversión de esta 'ciudad' en un nudo de distribución de refugiados por los Estados de la Unión Europea. Además de prevenir que contraigan el covid o que lo contagien, los ciudadanos de Afganistán que vayan llegando aguardarán la tramitación de sus solicitudes y de su regularización, informó el ministro.

"Que no sea un nuevo caso Aquarius", le dijeron los aliados a Bolaños en varias de las conversaciones de este jueves. "Que no sea una operación más de maquillaje", le pidieron también. Algunos portavoces, ha sabido El Confidencial, le recordaron que tres años después de la llegada del famoso barco, los migrantes que iban a bordo y siguen en España continúan sin papeles. "No puede pasar lo mismo", le expresó un diputado. Sin embargo, no comentó nada sobre una comparecencia del presidente o una sesión en comisión con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

placeholder Primeros refugiados afganos en las instalaciones de Torrejón. (EFE)
Primeros refugiados afganos en las instalaciones de Torrejón. (EFE)

La portavoz del PP, Cuca Gamarra, y el de Cs, Edmundo Bal, dejaron claro que sus partidos están molestos por la ausencia de explicaciones y, sobre todo, por la falta de diálogo. La dirigente popular, apuntan fuentes de su entorno, agradeció a Bolaños la llamada, que duró 10 minutos, pero le recriminó que se produjera cuatro días después de que se desatara la crisis en el país asiático. También criticó que Pedro Sánchez no haya llamado aún a Pablo Casado. A las 21:00 de este pasado jueves, fuentes de la dirección nacional del PP confirmaron a El Confidencial que la conversación no se había producido.

Hasta que Bolaños llamó por teléfono a los portavoces, ninguno de ellos tuvo noticias directas del Gobierno. Los únicos que habían hablado con un ministro sobre Afganistán fueron los integrantes de la Comisión de Asuntos Exteriores, a los que telefoneó Albares el pasado lunes para contar flecos de un plan que ese día se estaba ultimando. Aunque gobiernos como los de Alemania, Italia, Reino Unido o República Checa estaban repatriando a nacionales y trabajadores locales, incluso a ciudadanos afganos sin vínculo laboral que deseaban abandonar su país por encima de todo, España había perfilado una lista con las personas a las que traer, compuesta no solo por nacionales y colaboradores locales, sino también por sus cónyuges, hijos, ascendientes con discapacidad y hermanas solteras. Este amplio cupo va a aumentar porque, tal y como ha pedido la vicepresidenta Yolanda Díaz, debe incluirse a los líderes de colectivos sociales que están "también en riesgo" por la presencia en el poder de los talibanes.

Las conversaciones de Albares fueron cortas, la mayoría de 5-6 minutos. Con la portavoz del PP en la citada comisión, Valentina Fernández, es lo que habló, igual que con la de Cs, Mari Carmen Martínez. Y así con los demás.

El enfado del PP

Cuando irrumpe una crisis así o una situación de estas características, que compromete o afecta a personal diplomático y al de las Fuerzas Armadas, PSOE y PP se arrogan la categoría de 'partidos de Estado'. Son las siglas que han gobernado España en democracia, ahora con la novedad de que los socialistas integran una coalición junto a Unidas Podemos.

Una fuente del Partido Popular no da crédito a lo que está pasando. "Somos partidos de gobierno, somos la alternativa y somos un partido que ha gobernado, que conoce la Administración, que conoce la diplomacia, que conoce asuntos de Estado. No es de recibo que el PSOE nos trate así". Sus lamentos vienen de la ausencia total de información. Según han señalado fuentes parlamentarias, el ministro de Asuntos Exteriores se detuvo en aspectos del plan de repatriación más convencionales. Es lógico que sea así y que sean el presidente y el líder del PP los que aborden, llegado el caso, cuestiones peliagudas que merecen discreción. Pero eso no ha sucedido. Sánchez y Casado no han hablado.

En el Gobierno, desconfían del Partido Popular. El propio Bolaños, en un acto del PSOE en Granada, el miércoles pasado, aseguró que no esperan "ayuda" de la formación conservadora; saben que no la van a tener, dijo. Resuena en Moncloa el malestar que produjo la actitud del líder del PP a raíz de la llegada masiva de menores marroquíes a Ceuta, en mayo. Hablaron ambos y acordaron una serie de actuaciones, pero un día después, en el Congreso, Casado profirió una serie de descalificaciones al presidente que le enfadaron muchísimo. No se lo esperaba. 24 horas antes habían hablado por teléfono con cordialidad y respeto. 24 horas después, la dureza habitual del hemiciclo. La desconfianza entre ambos es enorme, quizás infranqueable, a pesar de que PP y PSOE son dos partidos de Estado. O eso se consideran.

Quizá por ello, sobre Afganistán, esta semana, el diálogo ha durado 15 minutos. Cinco minutos la conversación de Albares con Fernández. 10 minutos la de Bolaños con Gamarra. "Asunto de Estado", dijo el ministro de Exteriores en un tuit, el lunes pasado. Pues en 15 minutos, por el momento, lo han despachado.

Estaba el PP el jueves con un mosqueo importante porque nadie del Gobierno les decía nada sobre lo que sucedía en Afganistán. Estaban mosqueados, la verdad, prácticamente todos los grupos, ya que hasta que sonaron los teléfonos de los portavoces y escucharon la voz del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, lo que sabían respecto del plan de repatriaciones procedía de los medios de comunicación. El enfado político, en la mayoría de los casos, no tiene nada que ver con el enfado personal, así que casi ninguno de los diputados que hablaron con el nuevo coordinador del Ejecutivo estaban airados, a pesar de algunas declaraciones públicas previas que podrían inducir lo contrario. Pero sí estaban desconcertados, y se lo manifestaron a Bolaños.

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