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'Votar a la madrileña': la participación del 4-M será récord desde que hay pandemia
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VACUNAS, UCI Y CONTAGIOS, EN SEGUNDO PLANO

'Votar a la madrileña': la participación del 4-M será récord desde que hay pandemia

La cifra de personas que acudan este martes a las urnas será fundamental para cualquier lectura que se quiera hacer

Foto: Acto de cierre de campaña de Isabel Díaz Ayuso. (Ana Beltrán)
Acto de cierre de campaña de Isabel Díaz Ayuso. (Ana Beltrán)

A la espera de una teorización más fina sobre qué es vivir a la madrileña, este 4 de mayo va a dejar clara una cosa: qué es votar a la madrileña. La intensidad de la campaña ha sido de tal dimensión, así como su polarización y crispación, que se prevé una participación récord desde que la pandemia asaltó nuestras vidas. Un barómetro reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas apuntó a una movilización del 80%, algo extraordinario si se cumpliera, y prestigiosos sociólogos y analistas sitúan el porcentaje entre el 60 y el 70%, lo que tampoco está mal.

La cifra de personas que acudan este martes a las urnas será fundamental para cualquier lectura que se quiera hacer. En el ámbito político, el número puede afianzar la mayoría holgadísima de Isabel Díaz Ayuso o voltear los pronósticos de todos los sondeos y dar la victoria a la suma de la izquierda. En el ámbito sanitario, el volumen de votantes pondrá a prueba el despliegue de equipos de protección que ha hecho la Comunidad de Madrid para evitar contagios por coronavirus. Y en el campo de la historia, la cifra puede romper barreras. El registro más alto alcanzado hasta ahora en la comunidad proviene de 1982, cuando votaron en las generales casi el 80% de los madrileños y madrileñas. Justo detrás aparece el dato de 1995, año de comicios autonómicos: poco más de un 70% depositó la papeleta.

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El hito adquiere mayor relevancia si se repara en la coyuntura. Desde marzo de 2020, la vida de España se encuentra marcada por el coronavirus y la enfermedad que provoca, el covid-19, y en consecuencia, por una lista considerable de restricciones y anomalías. El uso de la mascarilla en todo momento y lugar, las prohibiciones de ciertos desplazamientos, la imposibilidad de quedar con más de cinco amigos en la misma mesa de una terraza, la nostalgia de aquellas comidas familiares... Además, en España, por culpa de la pandemia, siguen muriendo personas, aunque menos gracias a las vacunas, las UCI experimentan ocupaciones preocupantes y los ingresos en el hospital, cifras desalentadoras.

A pesar de todo ello, las elecciones de este martes en Madrid son las cuartas desde que la pandemia nos acompaña. Se celebraron comicios en Galicia y en el País Vasco en julio de 2020, y las catalanas en febrero de este año. El 4-M será el cuarto proceso electoral, y todo apunta a que muchas de las trabas de los anteriores quedarán superadas en la Comunidad de Madrid.

El hito de la participación

Quizá por la convivencia con el virus, quizá por el miedo que inflige, quizá por el cansancio electoral de la ciudadanía, los niveles de movilización de los comicios gallegos y vascos fueron discretos. La movilización de las elecciones gallegas se quedó a las puertas del 49%, dos puntos, por tanto, por debajo de la abstención; la de las vascas del mismo día de julio de 2020 se situó en el 50,78%. Cataluña, en febrero de este año, registró un 53,5% de participación, un umbral ridículo comparado con el anterior, cuando aún bajo la sombra del artículo 155 de la Constitución los catalanes fueron en masa a votar y rebasaron el 79%.

Foto: La participación a las 13.00 horas es del 22,7 %, 12 puntos menos que en 2017

Coinciden todos los expertos en demoscopia en que una tasa de movilización superior al 70% es terreno fértil para la sorpresa, lo que en Madrid puede decantar la balanza a favor de Díaz Ayuso, ya que entonces se apoderaría o se quedaría a un pelo de la mayoría absoluta; a favor de la izquierda, pues contra pronóstico sumaría 69 o más escaños (justo la franja de la mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid), o a favor de Cs, que repentinamente superaría el 5% de los votos y obtendría siete diputados.

Llama la atención esta previsión de participación porque la Comunidad de Madrid, como toda España, atraviesa aún la pandemia, el asunto del que todo el mundo hablaba hasta que llegó Ayuso con su "socialismo o libertad" o sencillamente "la libertad". En los barómetros del CIS, siempre eran más los encuestados que aseguraban que les influirá la gestión sanitaria en la decisión del voto, pero como no se ahondaba en los porqués, es lógico pensar que esa influencia tiene que ver con la elección de un partido antes que con la decisión de acudir a un colegio electoral.

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Rebase o no la participación el umbral del 70%, todo indica que la cifra saltará los umbrales de las elecciones gallegas, vascas y catalanas.

El contexto sanitario

Este pasado lunes se dieron a conocer los datos de evolución de la pandemia de la comunidad, los últimos antes de que se abran las urnas a las 9:00. El número de fallecimientos pasó de 13 a 16 y el de ingresos en hospitales, de 2.066 a 2.097. Según informa EFE, que recoge los datos de la Consejería de Sanidad, hay 570 personas en las UCI. Han descendido los contagios.

Desde ayer, son 16 las zonas básicas de salud que están cerradas para salidas y para entradas, y dos municipios enteros, Manzanares el Real y San Agustín de Guadalix, sufren confinamiento perimetral, lo que afecta a cerca de 452.000 habitantes de la región.

Las buenas noticias proceden de las vacunas, de las que más de 2,2 millones de dosis se han suministrado ya. La consejería atribuye la inmunización a un 8,5% de la población madrileña. El toque de queda persiste y sigue en las 23:00, cuando toda la hostelería echa el cierre. También están prohibidas las reuniones de unidades familiares no convivientes en un mismo domicilio.

Así, a grandes rasgos, se describe el contexto sanitario de la Comunidad de Madrid, que este martes celebra las elecciones más importantes de su historia, a tenor de la intensidad con que los candidatos han recorrido la campaña. Por razones meramente estratégicas, los partidos han abanderado eslóganes y han recurrido a prácticas que por momentos parecían sacadas de una simulación bélica. El comunismo, la libertad, el fascismo y la democracia han sido los conceptos de los que más se ha hablado, hasta el punto de que han languidecido cuestiones como la gestión de la sanidad o las perspectivas económicas después de un año perdido precisamente por culpa de la pandemia. Todo aquello que antaño motivaba el voto se ha dejado ahora en un segundo plano, a la espera de un debate político más propicio.

La tasa de incidencia

Cabe reseñar que en la comparación con los procesos electorales celebrados antes, ya en plena pandemia, Madrid no sale favorecida. Cuando Galicia y País Vasco pusieron las urnas, la incidencia en ambas comunidades no alcanzaba los 10 casos por cada 100.000 habitantes, por debajo de la media nacional aunque no por mucho, ya que el país disfrutaba entonces de una fase de distensión sanitaria. Cataluña tuvo sus comicios en febrero, el día 14, en plena tercera ola. La tasa de incidencia estaba por encima de los 300 casos por 100.000 habitantes y el 45% de las camas UCI estaba ocupado por pacientes con covid-19.

Foto: El 22% de los madrileños mayores de 60 años ya han sido vacunados con la pauta completa. (Reuters)

Madrid y su 4-M no muestran datos mejores, y, según la información remitida ayer por el Ministerio de Sanidad, la incidencia en la comunidad se encuentra en 384 casos por cada 100.000 habitantes, la segunda autonomía española con el parámetro más elevado después de Euskadi. De acuerdo con las pautas del departamento que dirige Carolina Darias, toda cifra que esté por encima de 250 se califica como de "riesgo alto".

Estos datos han sido silenciados por la estridencia de una campaña que se ha regodeado en amenazas, provocaciones, rectificaciones estratégicas y contradicciones. La gestión de la pandemia sin duda influirá, pero no para que los indecisos se queden en casa. Ya el dato de peticiones de voto por correo apuntó en esa dirección. Aunque han aumentado respecto a anteriores comicios, ni mucho menos llegan a los números de quienes lo pidieron en Galicia, País Vasco y Cataluña, que experimentaron crecimientos del 79, 140 y 350%, respectivamente.

Así que Madrid se dispone a votar en masa. Presencialmente. Se dispone a 'votar a la madrileña'.

A la espera de una teorización más fina sobre qué es vivir a la madrileña, este 4 de mayo va a dejar clara una cosa: qué es votar a la madrileña. La intensidad de la campaña ha sido de tal dimensión, así como su polarización y crispación, que se prevé una participación récord desde que la pandemia asaltó nuestras vidas. Un barómetro reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas apuntó a una movilización del 80%, algo extraordinario si se cumpliera, y prestigiosos sociólogos y analistas sitúan el porcentaje entre el 60 y el 70%, lo que tampoco está mal.

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