El Gobierno ve alejarse su objetivo de un acuerdo de izquierdas en Cataluña
Alarma en el Ejecutivo por un posible avance de JxCAT y la opción de un Govern independentista liderado por el partido de Puigdemont que trastoque la legislatura
La gran apuesta de Pedro Sánchez para el domingo era lograr un Gobierno de izquierdas en Cataluña que rompiera la división entre independentistas y los (mal) llamados constitucionalistas. Ese hipotético Gobierno de la Generalitat sería simétrico al de España, porque reuniría con diferentes posibles fórmulas al PSC, a ERC y a En Comú Podem. La dificultad de esta opción viene de la negativa constatada de ERC a ese pacto transversal y el riesgo aún lejano de que ni siquiera puedan llegar a sumar los escaños precisos, porque no parece probable el apoyo de ningún otro partido a esa fórmula.
En el tramo final de la campaña, en el Gobierno empieza a dispararse la alarma sobre la dificultad de lograr esa posibilidad. Ya durante la campaña, tanto ERC como JxCAT han asegurado que no pactarían con el PSC, así lo dijo claramente Oriol Junqueras en una entrevista en El Confidencial, pero ahora está negro sobre blanco en un documento firmado por los dos partidos en el que se conjuran para formar un Gobierno independentista. Fuentes del Gobierno explican que ERC ha ido demasiado lejos en su compromiso de no pactar con el PSC como para rectificar a corto plazo y en el cierre de la campaña parece imposible la transversalidad entre los dos bloques.
Además, las perspectivas de los últimos indican que el triunfo del PSC empieza a no ser la primera opción y que, obviamente, Salvador Illa tiene casi imposible sumar mayoría suficiente sin ERC. Es decir, que en el mejor de los casos, Illa podría ser el más votado, pero puede tener imposible ser 'president' de la Generalitat. Salvo que ERC traicione lo que ha firmado en un documento y además puedan sumar 68 escaños con En Comú Podem.
A la mitad de la campaña, llegaron prácticamente empatados PSC, ERC y JxCAT, aunque con una tendencia al alza del partido de Laura Borràs y Carles Puigdemont y una tendencia a la baja del de Pere Aragonès y Oriol Junqueras. Si eso fuera así, JxCAT estaría en condiciones de ganar las elecciones, confirmando el peor supuesto de los posibles para Sánchez y para la estabilidad de su Gobierno. Si hubiera acuerdo para un Gobierno independentista liderado por JxCAT, habría más opciones para una nueva etapa de confrontación, además de las consecuencias internas que tendría para ERC y los líderes que han optado por ser socios preferentes de Sánchez.
La propia Borràs ha pedido llevar este acuerdo independentista al Congreso y despojar a Pedro Sánchez de su actual mayoría, informa EFE. Fuentes del PSC aseguran que ERC da la impresión de haber tirado la toalla y renuncia a ganar con la firma del citado documento. Explican que puede beneficiar al PSC, porque su mensaje ha sido el del acuerdo y el pacto.
Obviamente, ese cruce de vetos impide no excluir el bloqueo durante meses, que acabe con una repetición de las elecciones que prolongue la parálisis institucional en Cataluña. Ya hubo bloqueo antes y ahora es muy probable que el Gobierno independentista dependa de las CUP, algo siempre incierto. Sólo un prolongado bloqueo podría hacer modificar alguna posición como, por ejemplo, la de ERC, siempre según el análisis del Gobierno.
Su problema es que la distribución de escaños perjudica a los socialistas, que tienen casi asegurado ganar en Barcelona, pero no en las otras provincias. De hecho, según sus cálculos, el PSC necesita ganar por más de tres puntos en Barcelona para compensar las otras circunscripciones y es probable un triunfo socialista en votos, pero una victoria en escaños de los independentistas.
Para los socialistas, es buena noticia un repunte del PDeCAT, al que ninguna encuesta otorga escaños, pero que restaría votos a JxCAT, que expresamente ha apelado al voto útil del independentismo.
Queda, no obstante, por medir el efecto y la distorsión de una baja participación y las consecuencias de la pandemia en los sentimientos de los votantes. Illa ha intentado cambiar el eje del debate del soberanismo a la gestión, y no está claro que lo haya conseguido, sobre todo, por la situación no resuelta de los presos y también por la polémica generada por las declaraciones de Pablo Iglesias sobre la normalidad democrática.
Otro de los efectos del pacto independentista es que En Comú Podem puede perder capacidad para decidir un Gobierno de izquierdas con PSC y ERC. Si es independentista, bastará la CUP para facilitar una hipotética investidura y sus escaños serán irrelevantes.
Por el momento, Unidas Podemos intenta aprovechar el pacto para ganar votos de ERC que procedan de electores de izquierdas que se opongan a gobernar con JxCAT. “Hoy se ha conocido un dato muy importante a la hora de decidir tu voto este domingo. ERC y la CUP han pactado volver a gobernar con la derecha privatizadora y neoliberal de JxCAT. Si eres de izquierdas, no regales tu voto a la derecha”, ha escrito en Twitter Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso.
El temor en Moncloa es pánico en Génova, porque el PP empieza a asumir que será superado por Vox. Incluso por una importante diferencia y con el partido de la ultraderecha disputando el cuarto puesto a Ciudadanos.
El proyecto de Pablo Casado quedaría gravemente tocado, porque además se ha volcado en la campaña casi como si fuera él el cabeza de lista. Tanto ha arriesgado que hasta ha reescrito su papel en el 1 de octubre de 2017.
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La gran apuesta de Pedro Sánchez para el domingo era lograr un Gobierno de izquierdas en Cataluña que rompiera la división entre independentistas y los (mal) llamados constitucionalistas. Ese hipotético Gobierno de la Generalitat sería simétrico al de España, porque reuniría con diferentes posibles fórmulas al PSC, a ERC y a En Comú Podem. La dificultad de esta opción viene de la negativa constatada de ERC a ese pacto transversal y el riesgo aún lejano de que ni siquiera puedan llegar a sumar los escaños precisos, porque no parece probable el apoyo de ningún otro partido a esa fórmula.