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Devolver la pelota al juez Castellón o citar a Dina: las opciones del Supremo con Iglesias
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El futuro judicial del vicepresidente

Devolver la pelota al juez Castellón o citar a Dina: las opciones del Supremo con Iglesias

El análisis de la relación de hechos indica que la investigación no puede cerrarse de plano sin que se practiquen diligencias, y la más urgente conduce a Bousselham

Foto: Pablo Iglesias. (EFE)
Pablo Iglesias. (EFE)
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La exposición razonada que remitió el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón hace unos días al Supremo reclamando la imputación de Pablo Iglesias ha iniciado ya sus primeros pasos en el Supremo. Pasarán aún semanas hasta que se conozca en qué queda la solicitud del instructor de la pieza Dina. A la espera de que se pronuncie la Fiscalía, un análisis de la relación de hechos ya indica, no obstante, que la investigación no puede cerrarse de plano sin que se practiquen diligencias. La más urgente conduce, como todo en esta derivada del caso Villarejo, a la excolaboradora del ahora vicepresidente: Dina Bousselham.

El escrito remitido por el titular del Juzgado Central de Instrucción 6 sobre la pieza apuntaba a tres delitos: descubrimiento de secretos —con agravante de género—, daños informáticos y denuncia falsa o simulación de delito. El primero de los delitos es el que funciona como dique de contención contra un sobreseimiento exprés del procedimiento. Toda la pieza Dina gira sobre el contenido del móvil de la antigua asesora de Iglesias. El relato de hechos que el instructor de la Audiencia Nacional considera acreditados explica cómo fueron sucediéndose los acontecimientos.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Todo arranca con la desaparición del móvil en un Ikea. El contenido de la microSD que alojaba el teléfono apareció varios meses después del robo del aparato, en un sobre, en la revista 'Interviú'. Después de que la revista comprobara su contenido y entendiera que estaba relacionado con Iglesias, se le citó para devolvérsela. El líder de Podemos recuperó así la tarjeta del móvil en enero de 2016 pero, en lugar de entregar a la asesora sus datos privados, los conservó. "Se guardó la tarjeta en su poder, sin decírselo a su propietaria, aun cuando ambos eran personas cercanas y pese al conocimiento que tenía de la desaparición de los objetos de Dina desde noviembre de 2015", explica el juez.

Según sostiene García-Castellón, este silencio puede vincularse al hecho de que Iglesias accediera a la tarjeta microSD y viera capturas de pantalla hechas por la propia Bousselham, que en la Audiencia Nacional reconoció haber enviado a terceros conversaciones privadas que no dejaban en buen lugar al vicepresidente. Sea cual sea el motivo, el uso que pudo hacer Iglesias de la tarjeta en ese tiempo es uno de los pilares sobre los que se apoya su posible imputación por un delito de revelación de secretos.

Foto: El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Y es justo en ese punto en el que se complica la cuestión. Parece claro que Iglesias consultó un contenido privado de una tercera persona sin su consentimiento, y eso es delito. Él mismo lo ha reconocido en declaraciones públicas. La persona clave para que ese hecho se convierta en una imputación es Dina. Como ya avisó la Fiscalía Anticorrupción, Bousselham debe ser oída. Es necesario conocer si vio violada o no su intimidad con el acto de Iglesias. El Supremo tiene, por tanto, dos opciones. O bien abre causa contra Iglesias y antes de decidir si le cita como imputado pide la comparecencia de Dina como testigo o bien reclama al Central 6 que lo haga.

Las versiones contradictorias

A lo largo del procedimiento en la Audiencia Nacional, Dina dio distintas versiones. Varió su declaración sobre el momento y el estado en que recuperó la tarjeta. Cuando entendió que su alusión a que, una vez recuperado, el dispositivo no funcionaba podía apuntar a la comisión de un delito de daños informáticos, matizó lo dicho en un escrito. Explicó que Iglesias le entregó el USB con los datos de su teléfono móvil "antes de que se iniciaran estas actuaciones" y de que "se conocieran los hechos que dieron lugar a las mismas" en la Audiencia Nacional, tratando así de minimizar el tiempo que Iglesias tuvo esa información en su poder sin ella saberlo. Aunque en ocasiones anteriores había declarado que se la entregó como pronto en junio de 2016, en su nuevo escrito dejó difusa la fecha concreta e insistió en que los cambios de versión en los que ha ido incurriendo a lo largo de sus comparecencias fueron accidentales.

Foto: Dina Bousselham acompañada por su abogada Marta Flor. (EFE)

"Debo decir que inicialmente cuando se me entregó funcionaba, y comprobé que en su interior estaban contenidos de mi teléfono, y así, yo misma, con el fin de proteger mi intimidad, mi vida familiar y mi relación de pareja, accedí a los elementos de naturaleza más personal e íntimos de esta, y por ello puedo indicar que inicialmente funcionaba, si bien no contrasté ni analicé todo", afirmaba también.

En estas matizaciones, sin embargo, nunca ha hablado sobre el acceso de Iglesias a ese núcleo de su intimidad, su vida familiar y su relación de pareja. El perdón o la acusación de Dina resulta fundamental para el destino judicial del vicepresidente.

La exposición razonada que remitió el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón hace unos días al Supremo reclamando la imputación de Pablo Iglesias ha iniciado ya sus primeros pasos en el Supremo. Pasarán aún semanas hasta que se conozca en qué queda la solicitud del instructor de la pieza Dina. A la espera de que se pronuncie la Fiscalía, un análisis de la relación de hechos ya indica, no obstante, que la investigación no puede cerrarse de plano sin que se practiquen diligencias. La más urgente conduce, como todo en esta derivada del caso Villarejo, a la excolaboradora del ahora vicepresidente: Dina Bousselham.

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